El 20 de mayo de 1616, el gobernador de Buenos Aires Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, hizo publicar un bando en el que prohibía la yerba mate en cualquier uso.
Hernandarias, nacido en Asunción, fue el primer nativo americano en ejercer un cargo de ese tenor y, según relata su compatriota, el historiador Ruiz Díaz de Guzmán, en Breve historia de etapas de conquista (1612), también estuvo entre los primeros en observar que los guaraníes llevaban en unas pequeñas bolsas de cuero, llamadas guayacas, hojas de yerba mate triturada y tostada, a la que tanto podían beber en infusión como mascar durante sus tareas cotidianas o en largas marchas.
"Sugestión clara del demonio", "vicio abominable y sucio que es tomar algunas veces al día la yerba con gran cantidad de agua caliente" que "hace a los hombres holgazanes, que es total ruina de la tierra, y como es tan grande temo que no se podrá quitar si Dios no lo hace".
Así era referida, por aquí y por allá, la costumbre de tomar mate circa 1610, hábito que también se había extendido entre los habitantes de Buenos Aires y que incluso había sido denunciado ante el Tribunal de la Santa Inquisición de Lima.
Hernandarias ordenó que "nadie en adelante fuese ni enviase indios a haber hierba a ninguna parte donde la haya, ni la traiga, ni traten ni contraten so pena de pérdida de ella, que se ha de quemar en la plaza pública".
También impuso multas de 100 pesos a los españoles, o cien azotes si eran aborígenes, a quien "la metiere o quisiese meter en la ciudad".
Sin embargo, al también llamado por entonces "vicio que favorese (sic) a los enamorados" no había con qué darle.
Sin embargo, al también llamado por entonces "vicio que favorese (sic) a los enamorados" no había con qué darle.
"Todos los españoles, hombres y mujeres, y todos los indios beben esta yerba, y cuando no tienen con qué comprarla dan sus calzones y frazadas, cuando le falta desfallesen y dicen que no pueden vivir. Todos los indios la toman antes que amanesca y todas las veses que la tienen cuando trabajan, aunque no coman, con sola yerba se sustentan y se avivan las fuerzas para trabajar de nuevo", reza una descripción textual de la época.
Sus detractores hasta llegaron a alegar que los hechiceros guaraníes aspiraban el polvo de las hojas de yerba como un narcótico que les permitía entrar en trance.
Fueron los jesuitas los que, pese a que al principio también la criticaron, mejoraron su cultivo. También monopolizaron su comercio, hasta que en 1767 fueron expulsados de las colonias españolas en América latina.
Recién a principios del siglo XX se inició su plantación racional y con ánimo industrial.
Luis Ini
* Hace 393 años
fuente: DIARIO LA NACION-BUENOS AIRES- 20 de Mayo 2009
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