viernes, 29 de mayo de 2009

GRIPE: Fase actual de alerta de pandemia según la OMS

Fase actual de alerta en el plan de preparación ante una pandemia de gripe, según la OMS

En la revisión de 2009 de las descripciones de las fases, la OMS ha mantenido la estructuración en seis fases para facilitar la incorporación de nuevas recomendaciones y enfoques a los planes nacionales de preparación y respuesta existentes. Se han revisado la estructuración y la descripción de las fases de pandemia para facilitar su comprensión, aumentar su precisión y basarlas en fenómenos observables. Las fases 1 a 3 se corresponden con la preparación, en la que se incluyen las actividades de desarrollo de la capacidad y planificación de la respuesta, mientras que las fases 4 a 6 señalan claramente la necesidad de medidas de respuesta y mitigación. Además se han elaborado mejor los periodos posteriores a la primera ola pandémica para facilitar las actividades de recuperación pospandémica.

En la actualidad nos encontramos en la fase 5 de alerta de pandemia.

En la naturaleza, los virus gripales circulan continuamente entre los animales, sobre todo entre las aves. Aunque en teoría esos virus podrían convertirse en virus pandémicos, en la fase 1 no hay entre los animales virus circulantes que hayan causado infecciones humanas.

La fase 2 se caracteriza por la circulación entre los animales domésticos o salvajes de un virus gripal animal que ha causado infecciones humanas, por lo que se considera una posible amenaza de pandemia.

La fase 3 se caracteriza por la existencia de un virus gripal animal o un virus reagrupado humano-animal que ha causado casos esporádicos o pequeños conglomerados de casos humanos, pero no ha ocasionado una transmisión de persona a persona suficiente para mantener brotes a nivel comunitario. La transmisión limitada de persona a persona puede producirse en algunas circunstancias como, por ejemplo, cuando hay un contacto íntimo entre una persona infectada y un cuidador que carezca de protección. Sin embargo, la transmisión limitada en estas circunstancias restringidas no indica que el virus haya adquirido el nivel de transmisibilidad de persona a persona necesario para causar una pandemia.

La fase 4 se caracteriza por la transmisión comprobada de persona a persona de un virus animal o un virus reagrupado humano-animal capaz de causar "brotes a nivel comunitario". La capacidad de causar brotes sostenidos en una comunidad señala un importante aumento del riesgo de pandemia. Todo país que sospeche o haya comprobado un evento de este tipo debe consultar urgentemente con la OMS a fin de que se pueda realizar una evaluación conjunta de la situación y el país afectado pueda decidir si se justifica la puesta en marcha de una operación de contención rápida de la pandemia. La fase 4 señala un importante aumento del riesgo de pandemia, pero no significa necesariamente que se vaya a producir una pandemia.

La fase 5 se caracteriza por la propagación del virus de persona a persona al menos en dos países de una región de la OMS. Aunque la mayoría de los países no estarán afectados en esta fase, la declaración de la fase 5 es un indicio claro de la inminencia de una pandemia y de que queda poco tiempo para organizar, comunicar y poner en práctica las medidas de mitigación planificadas.

La fase 6, es decir la fase pandémica, se caracteriza por los criterios que definen la fase 5, acompañados de la aparición de brotes comunitarios en al menos un tercer país de una región distinta. La declaración de esta fase indica que está en marcha una pandemia mundial.

En el periodo posterior al de máxima actividad, la intensidad de la pandemia en la mayoría de los países con una vigilancia adecuada habrá disminuido por debajo de la observada en el momento álgido. En este periodo, la pandemia parece remitir; sin embargo, no pueden descartarse nuevas oleadas, y los países han de estar preparados para una segunda ola.

Las pandemias anteriores se han caracterizado por oleadas de actividad repartidas durante varios meses. Cuando el número de casos disminuye, se requiere una gran habilidad comunicadora para compaginar esa información con la advertencia de que puede producirse otro ataque. Las olas pandémicas pueden sucederse a intervalos de meses, y cualquier señal de "relajación" puede resultar prematura.

En el periodo pospandémico, los casos de gripe habrán vuelto a ser comparables a los habituales de la gripe estacional. Cabe pensar que el virus pandémico se comportará como un virus estacional de tipo A. En esta fase es importante mantener la vigilancia y actualizar en consecuencia la preparación para una pandemia y los planes de respuesta. Puede requerirse una fase intensiva de recuperación y evaluación.





Evaluación de la gravedad de una pandemia de gripe
11 de mayo de 2009
La gravedad global de una pandemia de gripe, medida por el número de muertes y de casos graves, depende principalmente de la virulencia intrínseca del virus, pero hay muchos otros factores que pueden influir.
Un virus pandémico que inicialmente origine síntomas leves en personas sin otras enfermedades también puede llegar a causar problemas, sobre todo en las sociedades actuales, extremadamente móviles e interdependientes. Por otra parte, un virus que en un país cause enfermedad leve puede producir en otro país una morbilidad y mortalidad mucho mayores. Además, la virulencia intrínseca del virus puede cambiar a lo largo del tiempo, en las sucesivas oleadas de propagación nacional e internacional de la pandemia.
Propiedades del virus
Las pandemias de gripe son causadas por virus totalmente nuevos o que no han tenido recientemente una gran circulación en la población humana. Esto crea una vulnerabilidad casi universal a la infección. Aunque no todas las personas se infecten durante una pandemia, prácticamente todas serán vulnerables a la infección.
Uno de los motivos por los que las pandemias causan trastornos sociales y económicos consiste en el gran número de personas que caen enfermas al mismo tiempo, o casi al mismo tiempo, con el consiguiente riesgo de sobrecarga temporal de los servicios de salud.
La contagiosidad del virus también puede influir en la gravedad de una pandemia, dado que puede incrementar el número de personas enfermas y que necesitan atención en poco tiempo en una determinada zona geográfica. El aspecto positivo es que no todas las zonas del mundo, ni de un país, se ven afectadas simultáneamente.
La contagiosidad del virus influirá en la velocidad de propagación tanto nacional como internacional, que a su vez puede influir en la gravedad, puesto que una propagación rápida puede menoscabar la capacidad de los gobiernos y los servicios de salud para hacer frente a la situación.
Las pandemias suelen afectar especialmente a determinados grupos de edad. La concentración de casos y muertes en un grupo de edad joven, económicamente productivo, puede causar más problemas sociales y económicos que su concentración en grupos de personas muy jóvenes o de edad avanzada, como ocurre en las epidemias de gripe estacional.
Vulnerabilidad de la población
La vulnerabilidad global de la población puede ser muy importante. Por ejemplo, las personas con afecciones crónicas subyacentes (enfermedades cardiovasculares, hipertensión, asma, diabetes, artritis reumatoide y muchas otras) tienen más tendencia a sufrir infecciones graves o mortales. Combinada con otros factores, como el estado nutricional, la prevalencia de estas afecciones puede tener gran influencia en la gravedad de una pandemia.
Propagación en oleadas
La gravedad global de las pandemias también depende de su tendencia a evolucionar en dos oleadas, y a veces tres. Por muchos motivos, la gravedad de las sucesivas oleadas puede ser muy diferente en algunos países, o incluso en todos.
Una característica peculiar de los virus de la gripe es que sufren mutaciones frecuentes e imprevisibles en los ocho segmentos de su genoma, y especialmente en el gen de la hemaglutinina, por lo que no puede descartarse nunca la aparición de un virus intrínsecamente más virulento en el curso de una pandemia.
Las características de la propagación también pueden influir en la gravedad de las sucesivas oleadas. Por ejemplo, si en una primera oleada se ven afectados sobre todo los niños en edad escolar, en la segunda los más afectados pueden ser los ancianos, cuya mayor vulnerabilidad incrementará la mortalidad.
En el siglo pasado, la pandemia de 1918 empezó siendo leve, pero en una segunda oleada, seis meses más tarde, adoptó una forma mucho más letal. La pandemia de 1957 también empezó siendo leve, pero en la segunda oleada adoptó una forma más grave, aunque mucho menos devastadora que en 1918. La pandemia de 1968 también empezó siendo relativamente leve, con algunos casos esporádicos antes de la primera oleada, y siguió siendo leve en la segunda oleada en la mayoría de los países, aunque no en todos.
Capacidad de respuesta
Por último, el impacto de cualquier pandemia depende de la calidad de los servicios de salud. Un virus que sólo produzca síntomas leves en países con sistemas de salud sólidos puede ser devastador en países con sistemas de salud débiles, limitaciones e interrupciones frecuentes del suministros de medicamentos, entre ellos los antibióticos, y hospitales mal equipados, sobrecargados de enfermos y con escasez de personal.
Evaluación de la situación actual
En la actualidad se pueden hacer las siguientes observaciones con respecto al virus H1N1 y, más en general, acerca de la vulnerabilidad de la población mundial. Las observaciones sobre el H1N1 son preliminares y se basan en datos limitados procedentes de un pequeño número de países.
El H1N1 que está causando los brotes actuales es un virus nuevo que no se ha observado anteriormente en el ser humano ni en los animales. Aunque por el momento no se pueden obtener conclusiones firmes, los científicos prevén que la inmunidad a este virus sea escasa o nula, o que esté en gran medida confinada a los grupos de población de edad más avanzada.
Este virus H1N1 parece ser más contagioso que la gripe estacional. Las estimaciones actuales de su tasa de ataque secundario oscilan entre el 22% y el 33%, frente al 5% a 15% de la gripe estacional.
Con la excepción del brote de México, que todavía no está totalmente esclarecido, este virus H1N1 tiende a causar enfermedad muy leve en personas sin otras enfermedades. Fuera de México, casi todos los casos (y todos los casos mortales) se han registrado en personas con afecciones crónicas subyacentes.
Los dos brotes mayores y mejor documentados que se han registrado hasta ahora, el de México y el de los Estados Unidos de América, han afectado a un grupo de edad más joven que las epidemias de gripe estacional. Aunque se han confirmado casos en todos los grupos de edad, desde los lactantes hasta los ancianos, una característica llamativa de estos brotes iniciales consiste en la juventud de los pacientes con infecciones graves o mortales.
Con respecto a la vulnerabilidad de la población, es especialmente preocupante la tendencia de este virus H1N1 a causar infecciones más graves y mortales en personas con afecciones subyacentes.
Por varios motivos, la prevalencia de enfermedades crónicas ha aumentado de forma espectacular desde 1968, cuando se produjo la última pandemia del siglo pasado. La distribución geográfica de estas enfermedades, que en su momento se consideraron características de las sociedades ricas, también ha cambiado mucho. La OMS calcula que hoy día el 85% de la carga de enfermedades crónicas se concentra en los países de bajos y medianos ingresos. En esos países las enfermedades crónicas aparecen a edades más tempranas que en otras zonas más ricas del mundo.
Algunos científicos creen que el espectro clínico completo de la enfermedad causada por este virus H1N1 no se conocerá hasta que esté más extendido. Esto también podría alterar el cuadro actual de la enfermedad, que es predominantemente leve fuera de México.
Aparte de la mutabilidad intrínseca de los virus de la gripe, hay otros factores que, si el virus sigue propagándose, podrían modificar, aunque de forma totalmente imprevisible, la gravedad de la enfermedad observada en la actualidad.
Los científicos están preocupados por los posibles cambios que puedan tener lugar a medida que el virus se propague por el hemisferio austral y se encuentre con virus humanos circulantes en la actualidad, dado que en ese hemisferio está empezando ahora la estación gripal.
El hecho de que el virus de la gripe aviar H5N1 esté firmemente establecido en las aves de corral de algunas partes del mundo es otro motivo de preocupación. Nadie puede predecir cómo se comportará el virus H5N1 bajo la presión de una pandemia. Por ahora el H5N1 es un virus animal que no se transmite fácilmente al ser humano y que raramente presenta una transmisión directa de persona a persona.


FUENTE: Organizacion Mundial de la Salud (O.M.S.)
29 MAYO 2009

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