VIAJE A LA CALMA
Manuel Quiroga Clérigo.
Vuelve el verano alegre cuando sólo es septiembre
y en los cañaverales se aloja el equinoccio.
Los prados más recientes ya habitados por garzas
dan un fresco verdor a las riberas todas.
En Cantabria amanece con olor a eucaliptos
aunque queda el recuerdo del rocío y la espuma
mientras charranes blancos sobrevuelan los puertos
sin esperar siquiera llegar a alguna parte.
Por las encrucijadas los sonidos de flauta
van tejiendo espejismos de altar y de sombra
como en las sacristías en que vive apagado
el antiguo sonido de cánticos celestes.
Comenzamos un viaje de horizonte y de flores
trás una madrugada que nació sin saberlo.
En el tren de juguete perfumado de auroras
apenas permanecen estaciones vacías
pues toda la Cornisa es un inmenso oasis.
Queda atrás La Acebosa coloreada de montes
ofreciendo la calma de niños y de huertos
igual que los jardines de terciopelo claro.
El cielo es tan azul como espejos profundos
reflejando sin pausa los océanos de jaspe.
Al cruzar por Pesues el Nansa nos saluda
alargando sus venas como trozos de lluvia
tornándose ternura hacia la playa infante.
Tina Menor se llama la ría poderosa
abriéndose desnuda a los eternos pétalos.
Como la primavera penetramos en bosques,
en túneles estrechos; cruzamos hondonadas.
Las delicadas aves cantan en los arbustos
escondiéndose raudas al paso del convoy
viviendo en los senderos de nubes desoladas.
Enseguida cruzamos el Deva por Unquera,
donde Tina Mayor es frontera y regazo.
Asturias nos recibe tan reluciente y limpia
igual que sus arbustos al borde de las vías
y menta piperita perfumando impaciente.
Un cauto recorrido por los fresnos y álamos
nos permite atisbar los juncos, zarzas, hiedras
creciendo ilusionados muy cerca de los huertos.
Hay un olor a miel de arrugadas higueras,
por ejemplo en Colombres, en Pendueles, Vidiago
donde iglesias oscuras resplandecen de pronto.
De repente aparece nuestro mar con su calma:
los islotes cercanos, olas acariciantes,
peñas hasta las algas, diminutos barquitos,
solitarios bañistas, guijarros, arenisca.
Al paso de los trenes quieren desperezarse
amarillas casitas, eucaliptos gigantes,
mariposas que vuelan lentamente por zarzas,
incluso cuando vienen los largos mercancías,
los transportes Semat de aluminio o de hierro
que ahora mismo cruzan a nuestro lado.
Todo nos va dejando la correcta impresión
de idílicos dibujos y aromas de plata
rescatados de cuentos de hadas fascinantes.
Como ya es mediodía escasean dragones
o buhos cenicientos y murciélagos tristes
bajo bóvedas firmes y antiguos centinelas
que vigilan los hórreos, camposantos, metáforas.
A veces nos sorprende algún bufón airado
que regresa impaciente de la masa salada
surgiendo entre las rocas calientes y onerosas.
Los bufones son lluvia gaseosa y volcánica
con algunas pestañas de relente furioso
elevándose al cielo y originando nubes.
Vemos bellas ermitas en la vereda misma
de los rieles brillantes por los que avanza el tiempo.
Luego aparece Andrín con su estampa de cobre
siendo límite eterno del mar y la montaña.
Las mansiones de indianos de cuidados jardines
ponen en estas tierras mil notas de nostalgia.
En su entorno hay frutales, la meta piperita,
gaviotas deambulantes, algún escarabajo
y todo un maremagnun de melodías arcaicas.
Vamos saboreando una manzana golden
cuando a la mano izquierda aparecen las moles
de los Picos de Europa, orografía patriótica
de cauces desollados, acaso memorables.
Aquí mismo colmenas, los sauces y arroyitos
son el marco apacible de obligado silencio;
es una historia íntima paseándose eterna
por senderos que un día serán sólo de nieve
y donde las cosechas pueden serlo de estrellas.
El Río Carroceu, con su paseo fluvial
y el frescor oloroso de la orilla de sauces
ya nos anuncia Llanes, villa tan pintoresca.
El Jefe de Estación de Llanes es gaitero
y cuando ya no hay trenes regresa con su gaita.
A la derecha vemos mucho color humano
con gladiolos y torres de poética traza.
Ahora los verdes Picos están aún más cerca
con profusión de espectros y yerba adolescente,
rala, majestuosa cubriendo las laderas.
Brilla la piedra a veces en surcos infinitos
que dejaron la lluvia pertinaz del invierno.
Poo, Celorio, Balmori son un calidoscopio
inventando hojarasca, fantasmas de abedules
en esta geografía de incipientes leyendas.
En Posada hay manzanas a los pies de los árboles,
vías muertas, tendales, viajeros impacientes.
Aquí parada y fonda como en Venta de Baños
en los años cincuenta y aquellas madrugadas
de hielo, y de tinieblas, de amenazas, silencio,
con el cambio de vías y viajeros nerviosos
cantando a media voz siempre “A rianxeira” .
Riachuelos pequeños, regatos por la alfalfa,
otra vez las pequeñas manzanas de la sidra,
palmeras gigantescas, peregrinos cansados,
trepadoras brillantes cubriendo viejos muros
y los bosques menores cerca de los senderos
hoy son la sinfonía de esta jornada blanca.
Ahora Villahormes, Nueva, Belmonte, el aire
nos siguen conduciendo por todas las veredas
hasta Ribadesella con su color de sueños.
Pero aquí ya es la ría impaciente e histórica
la que cubre de luz, expectación y ansias
un villa señera de fachadas antiguas,
el solar de hidalguía y fervorosas playas.
Hemos visto castaños, los dormidos almendros,
nogales relucientes, caballos con sus crías,
las inmensas praderas de plumeros tan blancos,
los vallados obtusos con margaritas dentro,
un árbol de pomelos, las vaquitas rumiando,
los ligeros jilgueros, tórtolas vagabundas.
Hay campanillas blancas en las enredaderas,
también las hay moradas, descoloridas, fucsias;
los dientes de león, los molinillos, los tréboles
y en la estación de FEVE lagartijas sin miedo.
En la estación de Llovio hay una sidrería
qua ya espera aseada parroquianos de siempre.
Un palacete rojo nos recibe de pronto
en cualquier estación del recorrido fausto,
junto a una finca grande con sus abetos nórdicos
de entrañable recuerdo para extraños y propios.
Llovio es vergel y Cuevas pórtico del silencio,
a doce metros sólo sobre el nivel del mar.
En el curso del río surgen brillos de espejo
con claridad y sombras resonando impacientes
cerca de las casitas de colores lacónicos.
Llegamos a Toraño donde un anciano espera
que acaso procede de los rincones plácidos.
En la altura ordenada hay un manto dorado
de diminutas flores que ocupan las laderas
en unos ramilletes sucesivos y mínimos.
Discordantes encinas, enrevesados tojos
o esa arrebatada reunión de abedules
ocupan las praderas de acebo y zarzamora.
En la estación de Fuentes no se detiene el tren
pero vemos piraguas que siguen la corriente
y bajo ellas peces, las piedras y salmónidos.
Los labriegos ahora hacen haces de hierba
y trás los ventanales, en cuartos ordenados,
llenos de luz perversa y de infinitos soles,
alguien mira pasar los trenes como orugas
que cruzan sin temores la Cornisa a diario.
Hasta Arriondas el Sella es el mejor paisaje
como un trozo de mar que se acerca a los prados
o lleva sus rumores hasta alisos y prunos.
Bajo cielos que ofrecen un color esmeralda
briznas de nubes grises se asientan en las cumbres.
El Picu Urriellu a cambio permanece sin mancha
como representando la limpieza palpable
de esta cordillera de renombrada historia
con sus elevaciones, cimas y puntos máximos.
Por los desfiladeros de barrancos y líquenes
el convoy va despacio hasta llegar a Arriondas
donde ya el Transcantábrico aguarda a sus clientes.
Tanto camino ofrece las superficies diáfanas
de un menester agrario aún sorprendente y útil,
también existen ruinas y cuadras y regatos.
En Ozanes de nuevo la vida es transparente
sin ninguna amenaza sobre campos y hogares.
¡Qué color tunecino, amarillo y azul,
nos ha salido al paso ahora en Soto de Dueñas!.
La estación soleada con frutales y humo
tiene gran parecido con un rincón de juegos.
Aún vemos a lo lejos el Naranjo de Bulnes
en medio de este clima tan portentoso y cálido
que espera agazapado otoños y equinoccios
cuando vivimos las tardes de pacíficas horas
olvidando el momento de detener los pasos.
Bajo puentes de piedra hay otros breves ríos;
un palacio encantado, desvencijado y triste;
más higueras, rosales, gladiolos, tulipanes,
hortalizas, judías o tomates maduros.
Sebares nos recibe con el viento apagado,
Villamayor es sólo un bosque acariciante
con flores pequeñitas que al mirarlas deslumbran.
Han cubierto sembrados y el entorno urbano
queriendo anticipar romerías festivas.
Hay un paso a nivel junto a una casa blanca
y aparece Infiesto, la adormecida villa
en un mundo ordenado, pacífico y estable.
En la hierba cercana hay rapaces, caballos;
el universo entero siendo paz y sosiego.
¡Oh el verde manzana de esa casa pequeña
cerca de los raíles por los que el tren circula!.
¡Qué belleza de líneas, si parece de cuento!.
Manuel Quiroga Clérigo.
San Vicente de la Barquera-Infiesto, 20.09.11.
fuente: la poesía la recibí directamente del autor, mi amigo
Manuel Quiroga Clerigo, a quien agradezco y felicito por la misma.
Manuel Quiroga Clérigo.
(Madrid, 1945).
Licenciado en Psicología Social, Estudios de Derecho ( U.C. de Madrid).
Doctor en Ciencias Políticas y Sociología (Universidad Complutense de Madrid).
Tesis Doctoral: LA CRITICA LITERARIA COMO FENÓMENO SOCIOLÓGICO).
Crítico literario y de cine, narrador, autor dramático. Poeta.
Ha participado en Congresos, Simposios y Encuentros en todo el mundo.
Conferenciante, prologuista e invitado en seminarios, cursos de poesía, literatura y de ciencias sociales.
Fundador del Grupo Poético “Enero” (Madrid, 1969).
Consejero de la ASOCIACIÓN COLEGIAL ESCRITORES.
Miembro de:
C.E.D.R.O.,
ASOCIACIÓN ANDALUZA DE CRITICOS LITERARIOS (CRÍTICOS DEL SUR),
COLEGIO NACIONAL DE DOCTORES Y LICENCIADOS EN CC.PP Y SOCIOLOGIA, ASOCIACIÓN CASTELLANO-MANCHEGA DE SOCIOLOGÍA,
ACADEMIA CERVANTINA DE GUANAJUATO (MÉXICO),
S.G.A.E.,
PEN CLUB DE ESPAÑA.
Bibliografia
Libros de poesía publicados:
HOMENAJE A NERUDA. Comunicación Literaria de Autores, Bilbao, 1973.
FUIMOS PAJAROS ROTOS. Ámbito Literario. Barcelona, 1980.
VIGÍA. Ediciones Papuras. Querétaro, México, 1997.
DE MORELIA CALLADA. Ediciones Rialp (Colección Adonáis) Madrid, 1997.
LOS JARDINES LATINOS. Ediciones Endimión, Madrid, 1998.
VERSOS DE AMANECER Y ACABAMIENTO. Ulises, Toledo, 1998.
INTIMA FRONTERA. Ediciones Torremozas (Los Cuadernos de Olalla),Madrid, 1999.
DESOLACIONES TARDIAS. Aristas de Cobre (Colección Off), Córdoba, 2000.
LAS BATALLAS DE OCTUBRE. Plaza & Janés (Debolsillo), Barcelona . 2002.
MUNDO MUDO (LA AVENTURA DE MANILA), Revista Hérmes, Toledo, 2004.
LEVE HISTORIA SIN TRENES. Ediciones del 3 de Agosto, Logroño, 2006.
CRÓNICA DE AVES (EL VIAJE A CHILE).Biblioteca CyH. Barcelona 2007.
LOS AFECTOS METÓDICOS. Visión, Madrid, 2008
CARTA DELA CAMPAN(i)A. Aebius, Madrid 2010.
Antologias y Libros Colectivos
DE VARIA ESPAÑA. (Antología). Ediciones La Rana, Gobierno de Guanajuato, México, 1998.
Figura en SEGUNDA ANTOLOGIA DEL RESURGIMIENTO, Victor Pozanco. Ámbito Literario, Barcelona, 1980; CUATRO POETAS CONTEMPORANEOS DE ESPAÑA EN YASNAYA POLIANA (Ricardo Bellveser, Pedro J. de la Peña, Antonio Porpetta y M. Q. C.), IV Encuentro Internacional de Escritores de Yásnaya Poliana, Tula, Rusia, 1999, MUESTRA DE POESIA DEL SIGLO XXI, (Prometeo, Madrid, 2005) y libros colectivos .
Coautor del ensayo EL CURSO LITERARIO ESPAÑOL (Manuel Benavides, César Antonio
Molina y M, Q .C.). Ámbito Literario, Barcelona, 1978.
fuente: Manuel Quiroga en Club de Poesía-Poemas