Por MAXIMILIANO F. MONTENEGRO - Diario Popular - En la calle, con ese ingenio tan ingenioso como contundente, la gente los denomina “supermercados de la merca”. Se trata de espacios (casas tomadas, viviendas particulares o fachadas de comercios honestos) donde el negocio es la venta de cocaína, marihuana y paco, que en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano tiene unas 2.000 sucursales.
En cada uno, el promedio de clientes diarios que concurre en busca de sustancias ilegales ronda las 150 personas y facturan alrededor de 4.000 pesos por jornada. Mientras esto ocurre, la peor parte es para los vecinos que residen en los alrededores de estos centros, aterrados por el desolador panorama y cansados de la impunidad de los narcos.
Así lo explicó a este diario Claudio Izaguirre, de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), quien trazó un relevamiento de los puntos de venta de drogas y pudo determinar que en la Ciudad de Buenos Aires funcionan unos 500 lugares, mientras que en los siete distritos más importantes del Conurbano se calcula que existen alrededor de 200 de estos espacios en cada uno de los partidos.
“En un espacio grande, como el que fue escrachado hace unos días en Constitución, se pueden registrar más 400 ventas diarias, lo que permite un manejo de dinero de unos 10.000 pesos. Pero el promedio es de 150 ventas por jornada. En territorio porteño hay unas 500 bocas de expendio, mientras que en San Martín, La Matanza, Vicente López, San Isidro, Lomas de Zamora, Florencio Varela, Morón y San Martín se contabilizan 1.600 centros de venta, unos 200 por partido”, indicó el especialista.
En los “supermercados de la merca”, como se dijo, uno de los productos más buscados es el paco, actualmente a 6 pesos la dosis para clientes humildes y 10 pesos para consumidores de nivel económico elevado. “Subieron el precio, que estaba a 2 pesos la dosis, porque se dieron cuenta que los pibes se estaban muriendo como moscas. Y si los chicos fallecen, se les termina el negocio, porque no tienen clientes. Así de brutal es la estrategia de los narcos”, explicó Izaguirre.
Mariano, un vecino del enorme centro de distribución ubicado en Bernardo de Irigoyen al 1.500, del barrio de Constitución, agregó que “a partir de la llegada de estos mafiosos, la zona se llenó de zombies chorros, porque los pibes que antes daban vueltas por el barrio, ahora roban para consumir”, protestando porque “lo peor es la nula reacción policial y judicial, que saben dónde se vende el veneno y no hacen nada”. El hombre contó que llamaron infinidad de veces al 911 alertando sobre este lugar, pero nada se hizo. “Incluso, nos cortaban la llamada”, dijo.
El experto Izaguirre también contó que “en los super, cada pase de cocaína se cotiza en 40 pesos, aunque hay que tener en cuenta que en general tiene apenas un 15% de pureza, mientras que otro producto que se vende en estos centros es la marihuana, que se fracciona en porros”. En ese caso, el “paquete” se arma con 25 gramos, que cuesta unos 35 pesos y sirve para armar 50 cigarritos.
“Negocio” organizado
Nilda, vecina integrante de los foros de seguridad de San Martín, vive frente a uno de estos centros de venta de drogas. “Mi vida cambió desde que explotó este lugar. Viene mucha gente, durante todo el día, a cualquier hora. Nos acostumbramos a salir a la calle tomando mil precauciones y a vivir con mucho miedo”. En este distrito se encuentra ubicado lo que en la zona llaman el “hipermercado de la merca”, por la cantidad de sustancias que vende diariamente. Se trata de la Villa 9 de Julio, donde actualmente hay una guerra declarada entre grupos antagónicos por el control del lugar, con varios muertos en los últimos meses.
“En sitios como la villa 9 de Julio el nivel de organización de los grupos narco es impresionante -dijo Izaguirre-. Reclutan a chicos para marcar y proteger el lugar, incluso con armas de fuego, y poseen varios puntos de venta, además del delivery, que es la entrega a domicilio realizada también por chicos. Lo llamativo es la escasa presencia policial, que permite la proliferación de estos negocios. En ese esquema, el ciudadano, incluso aquel que vive en los asentamientos, está desprotegido”.
En los últimos tiempos, además de la multiplicación de espacios de venta de drogas, se observa un crecimiento de las llamadas “cocinas”, donde se producen las sustancias. “Cada vez más, los grupos mafiosos arman laboratorios propios, para abaratar costos y duplicar ganancias. Para muchas familias, el ingreso para vivir pasa por armar dosis de paco. Esta es la realidad, que requiere de respuestas enérgicas y un compromiso de la ciudadanía”, finalizó Izaguirre.
LAS NARCO-GUERRAS
En el esquema de los “supermercados de la merca”, aparecen grupos que intentan acrecentar su “negocio”, avanzando sobre territorios vecinos, lo que deriva en sangrientas narco-guerras que dejan un saldo aproximado de 10 crímenes semanales, en general chicos y jóvenes que son reclutados por organizaciones criminales que los utilizan para proteger sus zonas o atacar a los “enemigos”.
Los especialistas sostienen que en nuestro país las narco-guerras no se producen entre los capos de los carteles, ya que existen pactos entre los más importantes para no invadir zonas. Así, grupos (o carteles) colombianos, mexicanos, bolivianos, peruanos y argentinos “trabajan” sin mayores problemas, ya que el 80% de la droga que se trae o produce en territorio nacional tiene destino extranjero (Europa y Estados Unidos). “El problema es el 20% restante, que se queda acá y se vende acá por grupos menores, que sí están actuando a sangre y fuego por el negocio”, sostuvo Roberto Locles, titular de la Asociación Criminalística de la República Argentina.
“Los movimientos entre segundas y terceras líneas del negocio de la droga se movilizaron porque la tenencia de pocas dosis ahora está despenalizada, a mi criterio abriendo el juego al menudeo, entonces los grupos que manejan el delivery local quieren aprovechar para copar otros mercados, dando inicio a estos enfrentamientos”, indicó, por su parte, Claudio Izaguirre.
“Cada grupo mayorista tiene un subgrupo de dealers. Estos subgrupos tienen jefes, que en general se mueven en los asentamientos del conurbano, donde pueden hacerlo con tranquilidad. Las peleas y combates ocurren en estos ambientes, y poco trasciende de ellos, aunque las familias que habitan las villas saben perfectamente que la guerra no perdona a nadie”, dijo Izaguirre.
fuente: BWN Patagonia
http://bolsonweb.net/diariobolson/detalle.php?id_noticia=24614#content
En cada uno, el promedio de clientes diarios que concurre en busca de sustancias ilegales ronda las 150 personas y facturan alrededor de 4.000 pesos por jornada. Mientras esto ocurre, la peor parte es para los vecinos que residen en los alrededores de estos centros, aterrados por el desolador panorama y cansados de la impunidad de los narcos.
Así lo explicó a este diario Claudio Izaguirre, de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA), quien trazó un relevamiento de los puntos de venta de drogas y pudo determinar que en la Ciudad de Buenos Aires funcionan unos 500 lugares, mientras que en los siete distritos más importantes del Conurbano se calcula que existen alrededor de 200 de estos espacios en cada uno de los partidos.
“En un espacio grande, como el que fue escrachado hace unos días en Constitución, se pueden registrar más 400 ventas diarias, lo que permite un manejo de dinero de unos 10.000 pesos. Pero el promedio es de 150 ventas por jornada. En territorio porteño hay unas 500 bocas de expendio, mientras que en San Martín, La Matanza, Vicente López, San Isidro, Lomas de Zamora, Florencio Varela, Morón y San Martín se contabilizan 1.600 centros de venta, unos 200 por partido”, indicó el especialista.
En los “supermercados de la merca”, como se dijo, uno de los productos más buscados es el paco, actualmente a 6 pesos la dosis para clientes humildes y 10 pesos para consumidores de nivel económico elevado. “Subieron el precio, que estaba a 2 pesos la dosis, porque se dieron cuenta que los pibes se estaban muriendo como moscas. Y si los chicos fallecen, se les termina el negocio, porque no tienen clientes. Así de brutal es la estrategia de los narcos”, explicó Izaguirre.
Mariano, un vecino del enorme centro de distribución ubicado en Bernardo de Irigoyen al 1.500, del barrio de Constitución, agregó que “a partir de la llegada de estos mafiosos, la zona se llenó de zombies chorros, porque los pibes que antes daban vueltas por el barrio, ahora roban para consumir”, protestando porque “lo peor es la nula reacción policial y judicial, que saben dónde se vende el veneno y no hacen nada”. El hombre contó que llamaron infinidad de veces al 911 alertando sobre este lugar, pero nada se hizo. “Incluso, nos cortaban la llamada”, dijo.
El experto Izaguirre también contó que “en los super, cada pase de cocaína se cotiza en 40 pesos, aunque hay que tener en cuenta que en general tiene apenas un 15% de pureza, mientras que otro producto que se vende en estos centros es la marihuana, que se fracciona en porros”. En ese caso, el “paquete” se arma con 25 gramos, que cuesta unos 35 pesos y sirve para armar 50 cigarritos.
“Negocio” organizado
Nilda, vecina integrante de los foros de seguridad de San Martín, vive frente a uno de estos centros de venta de drogas. “Mi vida cambió desde que explotó este lugar. Viene mucha gente, durante todo el día, a cualquier hora. Nos acostumbramos a salir a la calle tomando mil precauciones y a vivir con mucho miedo”. En este distrito se encuentra ubicado lo que en la zona llaman el “hipermercado de la merca”, por la cantidad de sustancias que vende diariamente. Se trata de la Villa 9 de Julio, donde actualmente hay una guerra declarada entre grupos antagónicos por el control del lugar, con varios muertos en los últimos meses.
“En sitios como la villa 9 de Julio el nivel de organización de los grupos narco es impresionante -dijo Izaguirre-. Reclutan a chicos para marcar y proteger el lugar, incluso con armas de fuego, y poseen varios puntos de venta, además del delivery, que es la entrega a domicilio realizada también por chicos. Lo llamativo es la escasa presencia policial, que permite la proliferación de estos negocios. En ese esquema, el ciudadano, incluso aquel que vive en los asentamientos, está desprotegido”.
En los últimos tiempos, además de la multiplicación de espacios de venta de drogas, se observa un crecimiento de las llamadas “cocinas”, donde se producen las sustancias. “Cada vez más, los grupos mafiosos arman laboratorios propios, para abaratar costos y duplicar ganancias. Para muchas familias, el ingreso para vivir pasa por armar dosis de paco. Esta es la realidad, que requiere de respuestas enérgicas y un compromiso de la ciudadanía”, finalizó Izaguirre.
LAS NARCO-GUERRAS
En el esquema de los “supermercados de la merca”, aparecen grupos que intentan acrecentar su “negocio”, avanzando sobre territorios vecinos, lo que deriva en sangrientas narco-guerras que dejan un saldo aproximado de 10 crímenes semanales, en general chicos y jóvenes que son reclutados por organizaciones criminales que los utilizan para proteger sus zonas o atacar a los “enemigos”.
Los especialistas sostienen que en nuestro país las narco-guerras no se producen entre los capos de los carteles, ya que existen pactos entre los más importantes para no invadir zonas. Así, grupos (o carteles) colombianos, mexicanos, bolivianos, peruanos y argentinos “trabajan” sin mayores problemas, ya que el 80% de la droga que se trae o produce en territorio nacional tiene destino extranjero (Europa y Estados Unidos). “El problema es el 20% restante, que se queda acá y se vende acá por grupos menores, que sí están actuando a sangre y fuego por el negocio”, sostuvo Roberto Locles, titular de la Asociación Criminalística de la República Argentina.
“Los movimientos entre segundas y terceras líneas del negocio de la droga se movilizaron porque la tenencia de pocas dosis ahora está despenalizada, a mi criterio abriendo el juego al menudeo, entonces los grupos que manejan el delivery local quieren aprovechar para copar otros mercados, dando inicio a estos enfrentamientos”, indicó, por su parte, Claudio Izaguirre.
“Cada grupo mayorista tiene un subgrupo de dealers. Estos subgrupos tienen jefes, que en general se mueven en los asentamientos del conurbano, donde pueden hacerlo con tranquilidad. Las peleas y combates ocurren en estos ambientes, y poco trasciende de ellos, aunque las familias que habitan las villas saben perfectamente que la guerra no perdona a nadie”, dijo Izaguirre.
fuente: BWN Patagonia
http://bolsonweb.net/diariobolson/detalle.php?id_noticia=24614#content
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