INTERROGACIÓN A LA MUJER DIGNA.
¿Qué toque del Supremo, cinceló tu energía?
¿Cómo fuiste tallada en etéreo cristal?
¿De qué artística forma fue tu alma esculpida
para poder la vida, espartana, enfrentar?
¿Qué te dio sutilmente el torrente fluctuante,
para antípodas soles en tu pecho albergar?
Pudiendo ser de pronto la ternura inocente,
o erguirte en la batalla tan dispuesta a luchar.
Eres, un mismo día: amante, madre, niña,
hechicera de luces, amazona letal.
Que pares a tus hijos sedienta de justicia,
y arrullas en tus nanas, su dulce descansar.
Trabajas así, a diario en distintos quehaceres
y al llegar a tu casa, renaces sin cesar.
No dándote permiso a flaquear en la huella.
No dejando, siquiera… tu cansancio asomar.
Surgiendo del abismo desde el dolor supremo
de pie, entre las lágrimas que nublan tu mirar.
Riendo en cascabeles, siempre, a pesar de todo,
esgrimiendo intelecto o dulzura al hablar.
A las vistas del mundo parece, normal fuera,
que cumplas tantos roles, que abarques tanto… y más.
Que te esfuerces, madraza, atendiendo a tus hijos
Y descollen tus brillos en lo profesional.
Con qué molde de estrellas, acuñó Dios tu esencia
para que puedas siempre, molinos derribar.
Por eso te pregunto: ¿Qué milagro supremo
permitió que pudieras… tal crisol albergar?...
Ana María Sanchis
martes, 9 de marzo de 2010
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