domingo, 28 de marzo de 2010
El neonazismo y la doble moral de Occidente
TEXTO: AGUSTÍN CADENA
He visto con mis propios ojos numerosas expresiones de neonazismo en los países ex socialistas: graffitti, marchas y manifestaciones callejeras, ostentación de símbolos, distribución de panfletos, etcétera. Y no son eventos que tengan lugar de manera clandestina, con la participación de unos cuantos adolescentes inadaptados, como mucha gente piensa. Llegan a ser actos públicos masivos, bien organizados y respaldados. En Praga, por ejemplo, he visto jóvenes repartiendo volantes neonazistas a la salida del metro. Lo mismo sucede en Riga y en Vilnius.
Y en Hungría, que de todos los países europeos fue el más leal a Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, existe un grupo de clara orientación ultranacionalista, la Magyar Garda, que celebra actos públicos sin que nadie diga nada. Dicen que, como sus actos son pacíficos y los manifestantes no llevan armas ni alteran el orden, todo está bien.
Lo cierto es que en Alemania, Austria, Holanda y el resto de los países de Europa Occidental esto no se permitiría: se acusaría a la Magyar Garda de promover el odio racial. Y de hecho lo hacen: van especialmente contra los gitanos, pero también llegan a aludir de manera agresiva a judíos, rumanos, eslovacos y ucranianos.
Curiosamente, la gente evita hablar de los hechos históricos que tuvieron lugar durante la década de 1935 a 1945. Y en la escuela no se enseña nada de lo que ocurrió en esos años. No saben que existió una organización copia del partido nazi alemán: la siniestra Cruz Flechada, ni que varias ciudades húngaras fueron importantes centros de concentración y deportación.
En Ucrania y en los países bálticos la situación es peor: se profanan monumentos y se glorifica a quienes colaboraron con el régimen del Tercer Reich. Y, lo que es peor, se promueve la reescritura de la historia, presentando a los colaboracionistas nazis como patriotas y al Ejército Rojo como invasor. Por supuesto, esta situación contrasta con la que priva en Europa occidental, donde una persona puede ser encarcelada sólo por poner en duda que 6 millones de judíos murieron en el holocausto.
En Alemania, la lectura del Diario de Anna Frank es obligatoria en las escuelas y está prohibido dudar de su autenticidad. Dos actitudes extremas ciertamente. Uno caería en la tentación de preguntarse por qué existe esta diferencia, por qué en unos países se aplaude lo que en otros se condena, si no fuera porque la respuesta es obvia: Europa del Este se encuentra cerca de Rusia geográfica y culturalmente, y Ucrania y las repúblicas bálticas eran parte de la Unión Soviética.
Se trata de ahondar la división y el resentimiento histórico, de asegurarse, por medio del odio, de que los ciudadanos de estas naciones permanecerán inmunes a cualquier intento ruso de recuperar la influencia perdida en la región. No importa que de paso vayan contra lo que ha sido un tema central de la política y la historia europeas. Es una actitud típica de Occidente y en particular del país que manipula sus decisiones: a la hora de elegir entre ganar una ventaja geoestratégica y defender los valores por los que supuestamente han luchado, lo primero tiene prioridad.
Lo segundo es cuestión de interpretaciones. Algunas voces se han levantado en Israel para criticar la situación, pero llama la atención el silencio que, en general, el estado israelita ha mantenido al respecto. Tal vez también para ellos es más importante la buena relación con el amo que la defensa de la memoria histórica. O tal vez todo el mundo piensa que el monstruo que están creando servirá siempre a sus intereses y no se volverá contra ellos. Pero al nivel de la calle, de las cosas que se ven todos los días, empiezan a multiplicarse los signos de que no será así.
Agustín Cadena
Narrador, poeta y ensayista. Entre sus libros se encuentran Orgía de palomas (UNAM), La lepra de San Job (Planeta) y Primera sangre (UAM).
fuente:http://www.diasiete.com/21-03-2010/el-neonazismo-y-la-doble-moral-de-occidente
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