EL FÚTBOL Y EL HABLA DE LOS URUGUAYOS:
UNA CARA DE ESTA RELACIÓN
Héctor Balsas
I
Por más repetido que sea, es verdad: el fútbol es el gran sentimiento de los pueblos. Aquí y allá, en feriados y días de trabajo, para unos y para otros, constituye un entretenimiento y un juego que supera largamente los límites más lejanos puestos por la fantasía. Cuando ese sentimiento llega a la exacerbación, se convierte en pasión, no dominada muchas veces, con las consiguientes malas consecuencias que trae la falta de una mente fría y razonadora.
La proximidad del campeonato mundial de este año de 1998 provoca cientos de reflexiones, que se exponen en cualquier medio de comunicación. Páginas de diarios, suplementos, semanarios, fascículos y revistas, así como secciones de la televisión y la radiotelefonía se llenan de comentarios, opiniones y entrevistas acerca de este juego, que, si bien no es el deporte de los reyes, es el rey de los deportes por la aceptación que tiene y por la trascendencia que su entorno le crea.
Corresponde a un especialista en fútbol el pensar, hablar y discutir sobre él. Aquí se hará otra cosa: se verá cómo este deporte –el de botines y tapones– tiene influencia en el habla de los uruguayos. La tiene, por cierto, en el habla de todo grupo humano que se comunique por medio de la palabra, pero interesa en este momento la injerencia directa en la manera de expresión diaria y corriente de los habitantes del Uruguay.
II
A nadie que tenga un mínimo de poder de observación al lado de una cultura relativamente aceptable se le escapa que, desde Artigas a Montevideo y desde Colonia a Cerro Largo, la relación entre las personas se cumple con un elevado porcentaje de voces y expresiones propias del Uruguay, compartidas o no con regiones vecinas. Son unidades del habla que se apartan de lo que suele llamarse "español general", que es el que sirve a cualquier persona que viaja por el mundo hispano para lograr una adecuada y rápida relación con los demás. Es decir: dentro de la unidad que tiene la lengua –indiscutible e indiscutida– se percibe una diversidad que da un perfil propio al modo de hablar de muchas zonas americanas y de la misma España. No puede asombrar esta aseveración, porque resulta evidente que, en un conglomerado de trescientos cincuenta millones de cohablantes, necesariamente se encuentran hendiduras por las que se cuelan cientos y miles de términos y combinaciones de términos regionales, situados mayoritariamente en los niveles de lengua familiar, popular y vulgar. Sabido es que los límites son imprecisos en este tipo de acotamiento, pero la experiencia personal de cada uno permite distinguir con bastante acierto esas líneas demarcatorias, aunque es claro que día a día son menos perceptibles las diferencias por el corrimiento de un nivel a otro, notorio en muchos vocablos de uso muy frecuente. Son los que van ganando adeptos y que conquistan sitiales de preferencia en el hablar diario con su llegada a los medios de comunicación y su asentamiento en ellos, modo muy habitual de conquistar el beneplácito de lectores y oyentes, que son, en definitiva, los hablantes y escribientes del idioma.
Pues bien: el fútbol da de sí un número muy grande de voces para la comunicación. Se dirá que es una afirmación perogrullesca. Lo es, sin duda, si con ella se hace referencia al hablar que tiene como centro conceptual al fútbol. No se puede expresar nadie sobre un tema sin recurrir a las palabras que pertenecen a ese tema desde el primer momento en que entró en circulación en un medio social. Si no se puede hablar de alimentación sin usar palabras como "carne", "leche", "agua" y "pan", tampoco se podrá hablar de fútbol sin emplear "pelota", "delantero", "gol" y "árbitro".
Al decir que "el fútbol da de sí un número muy grande de voces para la comunicación" se piensa –además de lo recién expuesto– en el intercambio continuo de ideas entre la gente. Como no siempre el fútbol es el centro de las conversaciones –aunque se discuta muchísimo por lo que tiene de pasional el tema–, ello no es suficiente para eliminar de la conversación referencias que se ligan indisolublemente con el popular deporte. Así, en la mesa del bar, en el ómnibus, en el hogar o en la oficina, hombres y mujeres suelen tomar en préstamo –es exacta esta palabra– expresiones que arrancan de contextos o situaciones en que el fútbol es el punto básico y único. Se hablará del tiempo, la política, la bomba atómica o la moda en el vestir, pero igualmente, como escurriéndose por entre rendijas minúsculas, aparecen dos o tres palabras o combinaciones de palabras que se extraen del fútbol y que se usan, por tal razón, en sentido figurado. Es tanta la consubstanciación con este deporte que los uruguayos –y más aún los fanatizados por él– siempre tienen en la punta de la lengua el término necesario, sea cual fuere el punto central para sostener el armado de la comunicación.
El uruguayo se manifiesta de esta manera quizás más que quienes viven en otras latitudes. Si bien ahora el fútbol nacional está en crisis profunda, de la cual le cuesta resurgir por impericia, irresponsabilidad y desidia de dirigentes y jugadores, no siempre ocurrió así. Tiempo hubo en que la enseña patria ondeaba al lado de campeones de jerarquía técnica y profesional envidiable, lo cual ponía en evidencia, ante el público del mundo entero, una gallardía (que algunos denominan "garra charrúa") y un juego de gran efectividad y técnica depurada. Estas virtudes permitieron la obtención de dos campeonatos olímpicos y dos mundiales, que dejaron huella indeleble en el espíritu de los uruguayos, quienes, todavía hoy, a tanto tiempo del último gran triunfo internacional (1950), los recuerdan con fervor. No nació, pues, por generación espontánea esta unión entre el fútbol y los uruguayos. Tal peso espiritual se siente en demasía, de tal modo que el fútbol está presente –con mucho o con poco– en el hablar diario, más que nada en el diálogo rápido y jugoso que suele caracterizar a muchos encuentros conversacionales en el bar, el patio de recreo escolar o liceal o la calle.
En las cercanías del mundial de 1986, realizado en México, un cronista brasileño tuvo la fortuna de hallar pocas y exactas palabras para trasmitir una verdad que puede hacerse extensiva al uruguayo, sin ningún inconveniente y quizá con alguna pequeñísima variación. Dijo: "Dennos carnaval, una cerveza y fútbol y estaremos felices". Da para reflexionar y escribir un ensayo sociológico.
III
"Hice un gol de media cancha: gané cien mil pesos en la lotería", "hágame el favor de no tirar la pelota al óbol", "parece que estuviera enyetado: siempre en el banco". Tales expresiones, como muchas otras que se recogerán al final de este artículo, entran en el vocabulario de los uruguayos con naturalidad y sin crear oposición ni rechazo. Es claro que no valen para cualquier situación y el hablante sabe distinguir con claridad cuándo es el momento de su uso debido. Dan al diálogo un sabor peculiar, quizá no degustado en su totalidad por personas procedentes de tierras lejanas y acostumbradas a otros modos de expresión, de seguro tan populares como este. Son una etiqueta que recubre al habla uruguaya, así como lo son también voces por el estilo de "botija", "cinchar", "hurgador" y "quiniela". Lo interesante es que tanto los adictos al fútbol como aquellos que no se ocupan de él o lo tienen como deporte no preferido se valen de estas formas de expresión; las tienen incorporadas a su costumbre y no les cuesta ningún esfuerzo decirlas llegado el caso justo para su aplicación.
Hay que suponer que diariamente se formulan miles de contenidos con voces del fútbol y fuera de contexto futbolístico. Siendo así, es lógico pensar que no todas las fórmulas empleadas quedan registradas en la conciencia colectiva o en la carpeta de los estudiosos. Hay muchas que tienen valor ocasional y son irrepetibles porque el momento en que se dijeron también lo es. Forman parte de un gran número de palabras o giros de todos los órdenes –no solamente del futbolístico– que, dichas una vez, no se repiten, porque se pierden en el pasado y no reaparecen o lo hacen luego de larguísimo tiempo en circunstancias favorables y similares a aquellas en que fueron creadas.
Suelen tener parecido con otras formas de cristalización comprobada, pero llevan el sello personal de quien las usó. Esto permite señalar la flexibilidad de estas formas expresivas ocasionales: no están petrificadas como las consagradas por el uso general ("hacer un gol de media cancha", "tirar la pelota al óbol" o "estar en el banco", ya citadas) ni como las frases figuradas tradicionales ("querer la chancha y los cuatro reales", "andar de capa caída" y "dorar la píldora"). Pero pueden popularizarse (por lo tanto, fijarse) pasado cierto tiempo.
Es particularmente curioso comprobar cómo el fútbol facilita la utilización de expresiones futboleras metafóricas inclusive dentro de su propio terreno temático. No es difícil encontrarse con frases o locuciones que están tomadas directamente del vocabulario futbolero y que se emplean figuradamente en conversaciones relativas a ese deporte. En "El Diario" del 15 de setiembre de 1997 se hallan dos ejemplos que dan idea muy precisa de lo antedicho. En una entrevista al famoso jugador y entrenador uruguayo Roque Gastón Máspoli, se lee lo siguiente: "El entrenador de la celeste, Roque Gastón Máspoli, resultó un hábil declarante. Al ofrecer una conferencia para la prensa local dribleó todas las preguntas..." Más adelante se anota: "Los periodistas no se aguantaron y llegó la pregunta: ¿Ya tiene el equipo titular? Máspoli, ni lerdo ni perezoso, la mandó al córner".
IV
Efectuar el recuento exacto de vocablos y frases del fútbol que, por empleo traslaticio, pasaron su linde natural, es imposible, aunque es de suponer que no constituyen una cantidad exagerada.
A continuación se presenta una lista de voces y expresiones que cualquier hablante del español del Uruguay puede descubrir y entender fácilmente en textos orales y escritos. Es una lista abierta.
Por orden alfabético, se encuentran:
a esta altura del partido (o del campeonato). loc. adv. fig. En un momento determinado dentro del desenvolvimiento de una situación, que siempre se localiza en un punto muy avanzado de ese desenvolvimiento. ("No me vengan con problemas a esta altura del partido"). // 2. A esta altura de la vida.
acabarse el partido (o terminar el partido). fr. fig. pop. Finalizar lo que se está haciendo. ("Como terminé el partido, me voy a casa"). // 2. fig. fam. y pop. Expresión que, empleada con exclamación, indica que algo que se está haciendo o discutiendo se terminó inexorablemente. Equivale a "y punto", "¡chau!" y "sanseacabó". ("Te dije que tenías que hacerlo y ¡se acabó el partido!).
¡adelante los forwards! fig. pop. Expresión, siempre exclamativa, que impulsa a la realización de una tarea material o intelectual. ("Todo está pronto, nadie falta; entonces, ¡adelante los forwards!").
alargue. m. fig. pop. Tiempo complementario o adicional para poner fin a una actividad. ("A una semana de la copa del mundo Francia 98, los aviadores siguen en tierra. La huelga de Air France llegó al alargue", en "El Observador" de Montevideo del 4 de junio de 1998).
cortita y al pie. loc. adj. fig. pop. Precisa, exacta, ajustada y, al mismo tiempo, breve. ("Le di una contestación cortita y al pie").
dar el puntapié inicial. fr. fig. pop. Iniciar, comenzar una obra, trabajo o proceso. (Con la resolución que se acaba de tomar, se da el puntapié inicial para la construcción de obra tan trascendente")(1).
(1) A veces, falta el verbo dar, como en este ejemplo tomado del diario El País de Montevideo (28-VII-86): "Puntapié inicial del Mercado Común Latinoamericano". Por ausencia, agregado o conmutación de palabras en un sintagma se remite al apartado V.
dar un baile (o un pesto o un paseo). fr. fig. pop. Hacer trabajar de modo excesivo. ("¡Qué baile me dieron ayer en la oficina!"). // 2. Someter a un tratamiento riguroso sin que se pueda reaccionar, tratándose de personas. ("Le dieron un baile inolvidable en el examen").
dejarla picando (o dejarla servida). fr. fig. pop. En una conversación, ofrecer al interlocutor la oportunidad de aprovechar lo dicho para una réplica inmediata y categórica, que puede provocar una polémica. ("Usted, cada vez que habla, la deja picando").
ensuciar el partido. fr. fig. pop. Proceder con deslealtad, sin honradez moral o intelectual. ("¡No, señor! No ensucie el partido tomando esa actitud").
estar en orsái (o quedar en orsái). fr. fig. pop. Estar o quedar en situación incómoda, difícil, desfavorable, comprometida. ("Por dos veces consecutivas, me hiciste quedar en orsái").
gambetear. tr. fig. pop. Eludir, esquivar, desviar. ("...cuando vos, pobre percanta, gambeteabas la pobreza en la casa de pensión").
ganar por goleada. fr. fig. pop. Ganar de modo claro y contundente. ("Nuestra audiencia gana por goleada", en "El Observador" de Montevideo del 4 de junio de 1998).
garra charrúa. loc. nom. fig. pop. Fuerza, valor, decisión para vencer las dificultades; en particular, grandes dificultades. ("Mostró una garra charrúa admirable").
gol de media cancha. loc. nom. fig. pop. Gran acierto. ("Con esa argumentación, hiciste un gol de media cancha").
golazo. m. fig. pop. Gran acierto. Se emplea en las expresiones "hacer un golazo", "ser un golazo" y "¡qué golazo!" ("Ayer en clase hice un golazo", "la actuación de Pérez fue un golazo", "¡qué golazo es tu contestación").
hincha. com. fig. pop. Partidario. ("Soy un hincha de la enseñanza audiovisual").
hinchar. intr. fig. pop. Ser partidario, defensor, adepto. Va seguido de la preposición por. ("Hay que hinchar por las causas nobles").
irse a la "B" (o mandar a la "B"). fr. fig. pop. Pasar forzosamente a la inactividad, a retiro, a desempleo. ("Después de tres meses de trabajo intenso, me fui a la "B").
irse a las duchas (o mandar las duchas). fr. fig. pop. Irse a la "B".
irse al banco (o mandar al banco). fr. fig. pop. Irse a la "B".
jugar de locatario (o ser locatario). fr. fig. pop. Ser partícipe activo o protagonista, como dueño de casa, de un hecho o acontecimiento. ("En esta fiesta habrá mucha animación y alegría; no olviden que jugamos de locatarios").
jugar en el otro cuadro (o ser del otro cuadro). fr. fig. pop. Ser homosexual. ("Mirá a ese que pasa: juega en el otro cuadro").
jugar en primera. fr. fig. pop. Estar en posición desahogada o tener éxito en los negocios o en la profesión. ("Los que juegan en primera siempre ganan").
jugar en segunda (o jugar en la reserva). fr. fig. pop. Estar en posición poco favorable desde el punto de vista económico o no tener éxito en los negocios o en la profesión. ("Siempre juego en la reserva").
jugar los descuentos (o estar en los descuentos). fr. fig. pop. Estar en la parte final, de redondeamiento, de una tarea. ("En seguida te atiendo: ya estoy jugando los descuentos"). // 2. intr. Agonizar.
marcación de hombre a hombre (o marcación a presión o marcación individual). loc. nom. fig. pop. Vigilancia, seguimiento, observación estrecha, referido a personas. ("Pese a todo, fracasó la marcación de hombre a hombre que hicimos para descubrir al culpable").
¡ojo al gol! loc. nom. fig. pop. Expresión exclamativa que indica la necesidad de prestar suma atención o poner mucho cuidado. ("Todo nos parece pronto para iniciar el trabajo; pero ¡ojo al gol!").
pasar la pelota (o pasarse la pelota). fr. fig. pop. Trasladar una responsabilidad de uno a otro –o de unos a otros– para eludirla. ("Aquí ya no hay remedio: nos pasamos la pelota constantemente").
pegar en el palo (o dar en el palo). fr. fig. pop. No acertar por muy poco margen o diferencia. ("No saqué la grande, pero le pegué en el palo").
ponerse la camiseta. fr. fig. pop. Tomar partido en forma decidida y militante ("Se puso la camiseta y metió para adelante") (2).
(2) Es interesantísmo este otro ejemplo, aparecido en el diario El País de Montevideo
(13-VIII-86): "En Peñarol van a cambiar muchas cosas. Aquí va a jugar el que tenga ganas de ponerse la camiseta. No puede ser que estemos permanentemente con problemas". Lo es por la doble interpretación que se le puede dar a ese comentario de origen futbolístico (ya que atañe a Peñarol, club de fútbol de enorme prestigio en el Uruguay): por un lado, en sentido recto, diciendo las palabras lo que realmente significan; por el otro, en sentido figurado, con el contenido de "tomar partido en forma decidida y militante", anotado más arriba. Pese a la doble interpretación, es seguro que la intención de quien se expresó con esas palabras es netamente metafórica. Y en eso radica lo más importante del ejemplo, pues, hablando de un tema de fútbol, se emplea una metáfora con términos del mismo deporte.
ponerse la celeste (o llevar la celeste o vestir la celeste). fr. fig. pop. Disponerse a realizar una gran tarea en beneficio del país o de una causa muy importante para todos. ("Si todos nos ponemos la celeste, estamos salvados").
sacar tarjeta amarilla (o sacar la amarilla). fr. fig. pop. Hacer una advertencia o reproche; dar una reprimenda. ("El profesor le sacó tarjeta amarilla a Pérez por su comportamiento incorrecto").
sacar tarjeta roja (o sacar la roja). fr. fig. pop. Expulsar, echar, referido a personas. ("A este tipo le sacaron tarjeta roja en el baile"). // 2. Hacer una severa advertencia. ("El entonces intendente interino, Julio Iglesias, les sacó la roja, les metió unas suspensiones...", en el semanario "Búsqueda" de Montevideo del 14 de agosto de 1986).
salir de la cancha. fr. fig. pop. Aparecer públicamente para cumplir una actividad de interés general. ("Sotelo sale a la cancha", título en "Guía TV" de "El Observador" de Montevideo, del 6-VI-98).
tener hinchada. fr. fig. pop. Tener apoyo, defensores, seguidores. ("Este proyecto de ley tiene hinchada, como era de esperar").
tirar la camiseta. fr. fig. pop. Experimentar un profundo sentimiento de adhesión. ("¿Cómo quiere que no reaccione así? ¡Me tira la camiseta!").
tirar la pelota afuera (o tirar afuera). fr. fig. pop. Desviar o cambiar la conversación cuando no es favorable o no hay interés en seguirla. ("Me contestó tirando la pelota afuera").
tirar la pelota al óbol (o tirar al óbol). fr. fig. pop. tirar la pelota afuera.
trancazo. m. fig. pop. Entredicho o disputa fuerte. ("Acabo de tener un trancazo con el jefe").
tuya, Héctor. fig. pop. Expresión, generalmente con entonación exclamativa, que se emplea para mostrar que se facilita o favorece la realización de una tarea. ("Está todo preparado para iniciar el trabajo; así que, ¡tuya, Héctor!").
V
Quien esté acostumbrado a oír o utilizar estas expresiones podrá efectuar en seguida algunas modificaciones relativas a los vocablos que las integran. Ocurre que ciertos sintagmas (por ejemplo, sacar tarjeta amarilla o irse al banco) admiten la conmutación de su verbo o de otros términos de distinta función gramatical por voces que no alteran absolutamente el contenido de significación de la frase figurada.
En algunos casos, dentro de la lista precedente, se han puesto entre paréntesis formas sustitutivas y tan válidas y corrientes como las sustituidas, pero eso no implica que se haya agotado el repertorio de equivalencias. Cada lector conocedor de este fenómeno lingüístico podrá, por su cuenta, subsanar las omisiones que descubra, lo cual no hará más que apuntalar con firmeza todo lo que se dejó expresado en el correr de este trabajo.
FUENTE: http://www.mec.gub.uy/academiadeletras/
Boletines/03/Balsas.htm
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