miércoles, 27 de enero de 2010
Chile: El triunfo de Piñera
Por MARIO V ARGAS LLOSA
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Con Sebastián Piñera en la Presidencia, el desarrollo económico y la democratización de Chile recibirán un fuerte impulso y consolidarán el progreso integral de la sociedad chilena que, desde la caída de la dictadura de Pinochet hace veinte años, es el más profundo que ha conocido América Latina.
Curiosamente, su victoria no es una recusación de Michelle Bachelet. La Presidenta de Chile sale del poder con 81 por ciento de popularidad, la más alta que haya merecido al dejar el gobierno un mandatario chileno. Interesante sutileza la del electorado de Chile: premia con su afecto a la primera mujer que llegó a La Moneda y reconoce su honestidad, su empeño en las tareas de gobierno, sus esfuerzos sobre todo para promover a la mujer y superar los prejuicios que frenaban su participación en la vida económica y política. Y, a la vez, decide que ha llegado la hora de la alternancia, abriéndole a la oposición de derecha el acceso al poder, luego de cuatro lustros de gobierno de los partidos de izquierda y centro izquierda de la Concertación. Hacía 52 años que un candidato de aquella tendencia no ganaba unas elecciones en Chile: el último fue Jorge Alessandri en 1958.
El balance de estos veinte años de la Concertación en el poder es excelente. Chile ha desmontado los aparatos represivos y las leyes de excepción de la dictadura, iniciado un proceso de reparación y desagravio de las víctimas, y, a la vez, preservado los grandes lineamientos de una política económica que ha dado a Chile un despegue económico notable, que ha reducido la pobreza de un 42% a un 13% -el avance social más acusado en toda América Latina-, hecho crecer la clase media, atraído inversiones del mundo entero y dotado a Chile de una estabilidad y solidez institucionales comparables a las de las democracias occidentales de punta.
La izquierda que ha gobernado el país estos últimos veinte años no ha sido la misma que subió al poder con la Unidad Popular y Salvador Allende. Aquélla creía en la Revolución y en el socialismo, no en la democracia liberal, y su modelo era la Cuba de Fidel Castro. Su política de nacionalizaciones y de desenfreno fiscal provocó una inflación estratosférica, caos y empobrecimiento generalizado, lo que hizo posible el golpe militar y la sanguinaria dictadura de Pinochet. La Concertación aprendió la lección y ha gobernado con espíritu democrático, resucitando la vieja tradición legalista chilena, reconstruyendo el Estado de Derecho y las libertades públicas, a la vez que manteniendo la economía de mercado y el aliento a las inversiones así como la disciplina fiscal. La apertura de Chile al mundo ha sido también acelerada.
Pero veinte años en el poder son muchos años y la Concertación había perdido el brío, comenzaba a abotargarse y en los últimos años se había descubierto incluso algunos casos de corrupción, infrecuentes en la vida política chilena. Con buen olfato una mayoría electoral –ajustada, es cierto: sólo tres y medio por ciento de ventaja para Piñera- decidió que había llegado la hora de la alternancia, principio democrático por excelencia.
La derecha que llega a La Moneda con Sebastián Piñera no es tampoco la derecha cavernaria, autoritaria y conservadora que representaba el gobierno de Pinochet. Cuando éste dio el golpe, en 1973, Sebastián Piñera estaba en la Universidad de Harvard. Cuando regresó a Chile trabajó en la CEPAL –entonces, de línea izquierdista y promotora de la catastrófica política de “sustitución de importaciones y desarrollo hacia adentro”- y fue, en todas sus intervenciones cívicas, opuesto a la dictadura militar. Estuvo contra la Constitución impuesta por el régimen militar y durante el plebiscito de 1988 participó activamente con la oposición demócrata-cristiana por el “No”, campaña que dirigió y contribuyó a financiar de su propio bolsillo.
Conozco a Sebastián Piñera desde hace unos treinta años y, además de tener una energía que fatiga a su entorno, me consta que es un demócrata y un liberal convencido, enemigo de toda forma de autoritarismo y empeñado en profundizar la libertad en todos los dominios de la vida social. También, una persona tolerante y abierta, capaz de coexistir con ideas que discrepan de las suyas si ellas cuentan con apoyo popular. Por eso, no le fue fácil obtener el respaldo en las primarias para su candidatura presidencial por parte de los sectores más conservadores de la Coalición de centro derecha, donde, por ejemplo, algunos militantes de la UDI (Unión Demócrata Independiente) han tragado con dificultad el apoyo de Piñera (que es católico practicante) a medidas como la píldora del día siguiente y las uniones legales entre parejas gay.
Las grandes reformas que Sebastián Piñera ha prometido no van a trastornar los principios básicos de democracia política y económica de mercado, sobre los que, por fortuna para Chile, existe un firme consenso entre la izquierda y la derecha chilenas. Pero sí van a inyectar a este modelo un viento de renovación y modernización en temas como la educación, la protección del medio ambiente, la revolución tecnológica en los campos de la comunicación y la globalización, que equipen al país para la competencia en los mercados internacionales en los que Chile se ha insertado ya más y mejor que ningún otro país latinoamericano. Él ha ofrecido audaces reformas en CODELCO (la Corporación Nacional del Cobre), como abrir parcelas de la explotación y servicios a la participación de las empresas privadas, y, todavía algo más importante, retirar el canon de 10% que reciben las Fuerzas Armadas, cuyo financiamiento, ha dicho, debería proceder de otra fuente.
Durante mi breve estancia en Chile tuve ocasión de conocer a algunos de los 37 “Grupos de Tantauco”, en su gran mayoría jóvenes profesionales y técnicos salidos de las mejores universidades chilenas y extranjeras que, bajo la dirección de un eminente economista, Cristián Larroulet, Director del Centro de Estudios Libertad y Desarrollo, vienen preparando desde hace dos años el plan de gobierno de la Coalición para el Cambio y adiestrando a los equipos para implementarlo. Me impresionó el rigor de las ideas y proyectos y el entusiasmo con que las mujeres y hombres jóvenes que trabajan en este plan se han comprometido, si es necesario, a abandonar sus trabajos bien rentados en las empresas privadas para dedicarse en el gobierno de Piñera a hacer de Chile un país del siglo veintiuno.
En el contexto latinoamericano, la victoria de Sebastián Piñera es un serio revés para el comandante Hugo Chávez, de Venezuela, y el grupete de países que, bajo su liderazgo –Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador- pretenden imponer en América Latina el modelo autoritario y populista –“El socialismo del siglo XXI”- que, en estos días de colapso del agua, la energía y los alimentos en las tierras venezolanas, muestra ya sus frutos. El gobierno de Piñera –lo ha dicho él con claridad en su primera conferencia de prensa luego de la elección- va a reforzar y dar un nuevo aliento a los países que, como México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Uruguay y Brasil, defienden la cultura democrática y resisten la ofensiva autoritaria que, desde Caracas, se propone retroceder al continente al colectivismo, el estatismo y la demagogia populista.
Es casi un milagro que en un país latinoamericano haya ganado la Presidencia de la República en elecciones libres un empresario como Piñera cuyo patrimonio se calcula en más de mil millones de dólares. Nada es tan típico del subdesarrollo como la satanización del empresario, considerándolo un explotador, corruptor y enemigo de los pobres. Un indicio de lo avanzado que está Chile sobre el resto del continente es que los electores chilenos parecen haber comprendido que un empresario privado, si tiene éxito en buena ley, es decir en un régimen de legalidad y libre competencia –no gracias a tráficos mercantilistas ni privilegios monopólicos- es fuente de creación de empleo y de riqueza y que sus éxitos revierten sobre el conjunto de la sociedad.
El día que nos despedimos en Santiago, tres días antes de la elección, pregunté a Sebastián Piñera cuál querría que fuera su mejor contribución en el gobierno si ganaba las elecciones.
“Dar un impulso decisivo a nuestro plan de ocho años, para crecer a un promedio de 6% anual, algo perfectamente realizable. Si lo conseguimos, la renta per cápita, que es ahora de 14 mil dólares se habrá incrementado a 24 mil.
Habremos alcanzado a Portugal”. Chile habrá dejado entonces el subdesarrollo y será el primer país de América Latina en incorporarse al primer mundo.
Mario Vargas Llosa
Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nace un domingo 28 de marzo de 1936 en la ciudad de Arequipa (Perú). Sus padres, Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, ya estaban separados cuando vino al mundo y no conocería a su progenitor hasta los diez años de edad.
En 1953 ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudia Letras y Derecho.
En 1959 parte rumbo a España gracias a la beca de estudios "Javier Prado" para hacer un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid; así, obtiene el título de Doctor en Filosofía y Letras. Luego de un año se instala en París.
Los esfuerzos por llevar a cabo su vocación literaria dan su primer fruto cuando su primera publicación, un conjunto de cuentos publicados en 1959 con el título Los jefes, obtiene el premio Leopoldo Arias. Anteriormente había escrito una obra de teatro, el drama La huída del Inca.
En marzo de 1993 obtiene la nacionalidad española, sin renunciar a la peruana.
Los méritos y reconocimientos lo acompañan a lo largo de su carrera. En 1975 es nombrado miembro de la Academia Peruana de la Lengua y en 1976 es elegido Presidente del Pen Club Internacional. En 1994 es designado como miembro de la Real Academia Española.
Asimismo, ha sido Profesor Visitante o Escritor Residente en varias universidades alrededor del mundo, como en el Queen Mary College y en el King´s College de la Universidad de Londres, en la Universidad de Cambridge y en el Scottish Arts Council (Inglaterra); en el Washington State, en la Universidad de Columbia, en el Woodrow Wilson International Center for Scholars del Smithsonian Institution, en la Universidad Internacional de Florida, en la Universidad de Harvard, en la Universidad de Siracusa, en la Universidad de Princeton y en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos); en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (Puerto Rico); en el Wissenschaftskolleg y en la Deutscher Akademischer Austauschdienst (Berlín, Alemania), en la Universidad de Oxford, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander, España), en la Universidad Rey Juan Carlos (Aranjuez, España); entre otras.
Las siguientes obras forman parte de su vasta producción literaria:
La huída del Inca, pieza de teatro (1952); El desafío, relato (1957); Los jefes, colección de cuentos (1959); La ciudad y los perros, novela (1963); La casa verde, novela (1966); Los cachorros, relato (1967); Conversación en La Catedral, novela (1969); Carta de batalla por Tirant lo Blanc, prólogo a la novela de Joanot Martorell (1969); Historia secreta de una novela, ensayo (1969); García Márquez: historia de un deicidio, ensayo literario (1971); Pantaleón y las visitadoras, novela (1973); La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary, ensayo literario (1975); La tía Julia y el escribidor, novela (1977); La señorita de Tacna, teatro (1981); La guerra del fin del mundo, novela (1981); Entre Sartre y Camus, ensayos (1981); Kathie y el hipopótamo, teatro (1983); Contra viento y marea, ensayos políticos y literarios (1983); Historia de Mayta, novela (1984); La suntuosa abundancia, ensayo sobre Fernando Botero (1984); Contra viento y marea, volúmenes I (1962-1972) y II (1972-1983), (1986); La Chunga, teatro (1986); ¿Quién mató a Palomino Molero?, novela policial (1986); El hablador, novela (1987); Elogio de la madrastra, novela (1988); Contra viento y marea, volumen III (1983-1990), (1990); La verdad de las mentiras, ensayos literarios (1990); A Writer's Reality, colección de conferencias dictadas en la Universidad de Siracusa (1991); Un hombre triste y feroz, ensayo sobre George Grosz (1992); El pez en el agua, memorias (1993); El loco de los balcones, teatro (1993); Lituma en los Andes, novela (1993); Desafíos a la libertad, ensayos sobre la cultura de la libertad (1994); Ojos bonitos, cuadros feos, obra dramática para radio (1994); La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, ensayo (1996); Making Waves, selección de ensayos de Contra viento y marea, publicado sólo en inglés (1996); Los cuadernos de don Rigoberto, novela (1997); Cartas a un joven novelista, ensayo literario (1997); La fiesta del Chivo, novela (2000); Nationalismus als neue Bedrohung, selección de ensayos políticos, publicado sólo en alemán (2000); El lenguaje de la pasión, selección de artículos de la serie Piedra de toque (2001); El paraíso en la otra esquina, novela (2003); Diario de Irak, selección de artículos sobre la guerra en Irak (2003); La tentación de lo imposible, ensayo sobre Los Miserables de Victor Hugo (2004); Un demi-siècle avec Borges, entrevista y ensayos sobre Borges, publicado sólo en francés (2004); Mario Vargas Llosa. Obras Completas, Vol. III Novelas y Teatro (1981-1986), (2005); Dictionnaire amoureux de l’Amérique latine, ensayos publicado solo en francés, (2005); Israel/Palestina. Paz o guerra santa, recopilación de artículos, (2006); Travesuras de la niña mala, novela, (2006); Odiseo y Penélope, teatro (2007) y Diálogo de damas, poemas relacionados con las esculturas de Manolo Valdés, Aeropuerto Barajas de Madrid (2007).
Sus obras han sido traducidos al francés, italiano, portugués, catalán, inglés, alemán, holandés, polaco, rumano, húngaro, búlgaro, checo, ruso, lituano, estonio, eslovaco, ucraniano, esloveno, croata, sueco, noruego, danés, finlandés, islandés, griego, hebreo, turco, árabe, japonés, chino, coreano, malayo y cingalés.
FUENTE: DIARIO 'VANGUARDIA' de MEXICO- 25 ENERO 2010
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