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jueves, 30 de septiembre de 2010

Chile, ese extraño país con vista al mar ...

por Luis Sepúlveda

Los méritos literarios de Isabel Allende están fuera de cualquier discusión, pero es necesario hacer algunas consideraciones respecto del premio nacional de literatura.

En todos los países en los que se da este tipo de premios se supone que se trata de un reconocimiento a toda una vida dedicada a la escritura, en ningún caso se asimila el posible éxito de ventas de una escritora o escritor al potencial general de las exportaciones, sean estas de cobre o de papas fritas, porque esto es confundir el culo con las témporas.


Tampoco se suele hacer del premio la polémica del año, pero en Chile, como el presente es -terremoto incluido- bastante sucio, se remplaza entonces con la actualidad burda y banal que llena las televisiones y casi todos los espacios permitidos.


De cara al mundo hay que tapar un hecho, ocultarlo, negar su existencia, porque los 32 mapuche que sostienen una prolongada huelga de hambre, con más que evidente peligro de sus vidas, es algo que ensucia la actualidad protagonizada por una especie de debate intelectual burdo y banal.

Para la mayoría de los chilenos, sean estos escritores, escritoras, o gente dedicada al deporte de la chilenidad, los mapuche no existen, y si por casualidad se acepta que están ahí desde antes de la llegada de los europeos, es para considerarlos, o bien molestos en tanto no asumen su rol de decoración “ étnica”, o gente del campo cuyo único futuro es proporcionar mano de obra barata. Mapuchitas para el servicio doméstico, aunque las peruanas son más baratas, o mapuchitos para servir de “hombrecitos” que saben de jardinería, gasfitería, capan gatos y entienden de yerbas silvestres.

Durante doscientos años se ha ocultado, ignorado, negado, un hecho que forma parte de nuestra historia más sucia, y ese hecho es el expolio, el robo, la usurpación de la tierras pertenecientes a ese gran conglomerado humano llamado pueblo mapuche.

Desde la declaración de una independencia dudosa y amañada por los primeros hijos y nietos de encomenderos -¿se puede celebrar esto?- hasta la recuperación de una democracia diseñada por el corset de la dictadura de Pinochet, los reclamos a toda luz justos de los mapuche han sido ignorados o relegados al carpetón de los problemas que se solucionan con el tiempo, es decir hasta cuando desaparezcan como pueblo, como nación, como etnia, como parte del todo cultural americano.


Incluso durante los mil días del gobierno de Allende apenas se rasguñó el problema aplicando los beneficios de una reforma agraria que ignoró el sentir cultural de los mapuche, que omitió su especial relación con la tierra, con el habitat imprescindible para la Gente de la Tierra.

A veces siento asco cuando, luego de unas rondas de pisco sour, rubiecitas y rubiecitos de todas las edades y pelajes sociales, manifiestan su orgullo de llevar algunas gotas de sangre mapuche en las venas. Entonces, “ hay que llevar a este escritor, oye”, me invitan a su parcela o fundo en la región de la Araucanía, para que vea a los mapuche y esas cosas tan lindas que hacen en los telares. Si hay suerte -agregan- es posible que haya alguno tocando la trutruca.


Una huelga de hambre sostenida por más de una semana ocasiona alteraciones peligrosas en el organismo. Resulta evidente que una huelga de hambre mantenida por más de un mes lesiona de manera irrecuperable. Las alteraciones de ritmo cardíaco, de presión, aceleran la cercanía de la muerte, pero de la muerte de unos mapuche, de unos hombres y mujeres sobrevivientes de la Pacificación de la Araucanía –son muy porfiados estos mapuche -agregan- que se niegan a aceptar pasivos el final de su vida como pueblo despojado de una tierra sin la cual no saben, no pueden ni quieren vivir.


En el desierto de Atacama hay 33 mineros atrapados bajo una montaña. Son hombres valerosos que no deberían estar bajo toneladas de rocas si la empresa minera hubiera cumplido con las normas internacionales de seguridad laboral, que estarían con sus familias si en Chile la exigencia de cumplir con las normas no fuera considerada un atentado a la libertad de mercado.

Esos mineros y la posibilidad legal -porque las leyes las hacen los patrones para beneficio de ellos mismos- de que la empresa no les pague los días que llevan sepultados, los días que permanecerán sepultados hasta que los rescaten, es parte del presente sucio de Chile, un presente inalterable desde el día en que la dictadura entregó al país a los caprichos del mercado, de ese mercado generador de fortunas dudosas como la del actual presidente. Y ese presente también ha sido ocultado, negado, o ignorado por todos los que han gobernado para mayor poder y gloria del mercado.


Da asco la epidemia de patrioterío burdo y banal que ha generado la tragedia minera. Da asco ver a sujetos como Leonardo Farkas, ese millonario de bronceado eterno made in Miami, de ricitos y porvenir político al estilo de Berlusconi o Piñera, regalando cinco millones de pesos a cada familia de los mineros atrapados, “ sin intenciones políticas”, evidentemente.

Cuando esos mineros sean rescatados -y deben ser rescatados cueste lo que cueste- , si a alguno de ellos se le ocurre insistir en un compromiso estatal que vele por la seguridad del trabajo, ¿le aplicarán la legislación anti terrorista?

Los mineros de Atacama, tal como el premio nacional de literatura, son parte de esa actualidad que tapa, oculta, niega, el presente más sucio, y ese es el largo presente de los mapuche.

Treinta y dos hombres del sur están en peligro de muerte porque piden la libertad de los prisioneros políticos de una democracia vigilada por los intereses de mercado. Piden el beneficio legal consagrado en un Estado de Derecho, piden que se les deje de aplicar la odiosa legislación anti terrorista que elimina la presunción de inocencia, y permite acusaciones de testigos encapuchados, juicios a puerta cerrada, tinieblas pseudo legales que los condenan a una toma de posturas radicales –y eso es lo que busca el Estado chileno- que justifique el exterminio, la “solución final” del problema mapuche.


En Chile, ese extraño país con vista al mar y atendido por su dueño, la actualidad inventada se come al presente cargado de suciedad e ignominia. Ahora, la actualidad serán los fastos del bicentenario, se babeará chilenidad en las fondas, hasta la mierda olerá a patriotismo, el bárbaro lema nacional “por la razón o la fuerza” será el himno aglutinador de millones de analfabetos sociales, y en el sur, en el profundo sur, los mapuche, la Gente de la Tierra, continuará su justa lucha negada, ignorada, oculta, reprimida, falseada por los paladines de la chilenidad que, según ellos, “llevan con orgullo gotas de sangre mapuche en las venas“.


Esos 32 mapuche que se juegan la vida en cárceles del sur, son la gente a la que cantó Ercilla cuando escribió sobre la tierra austral:
“la gente que la habita es tan altiva / tan soberbia, gallarda y belicosa / que no ha sido por rey jamás vencida / ni a extranjero dominio sometida”.

Luis Sepúlveda, Gijón, 3 de septiembre de 2010
Le Monde Dilpomatique, Paris


miércoles, 27 de enero de 2010

Chile: El triunfo de Piñera



Por MARIO V ARGAS LLOSA

*

Con Sebastián Piñera en la Presidencia, el desarrollo económico y la democratización de Chile recibirán un fuerte impulso y consolidarán el progreso integral de la sociedad chilena que, desde la caída de la dictadura de Pinochet hace veinte años, es el más profundo que ha conocido América Latina.
Curiosamente, su victoria no es una recusación de Michelle Bachelet. La Presidenta de Chile sale del poder con 81 por ciento de popularidad, la más alta que haya merecido al dejar el gobierno un mandatario chileno. Interesante sutileza la del electorado de Chile: premia con su afecto a la primera mujer que llegó a La Moneda y reconoce su honestidad, su empeño en las tareas de gobierno, sus esfuerzos sobre todo para promover a la mujer y superar los prejuicios que frenaban su participación en la vida económica y política. Y, a la vez, decide que ha llegado la hora de la alternancia, abriéndole a la oposición de derecha el acceso al poder, luego de cuatro lustros de gobierno de los partidos de izquierda y centro izquierda de la Concertación. Hacía 52 años que un candidato de aquella tendencia no ganaba unas elecciones en Chile: el último fue Jorge Alessandri en 1958.

El balance de estos veinte años de la Concertación en el poder es excelente. Chile ha desmontado los aparatos represivos y las leyes de excepción de la dictadura, iniciado un proceso de reparación y desagravio de las víctimas, y, a la vez, preservado los grandes lineamientos de una política económica que ha dado a Chile un despegue económico notable, que ha reducido la pobreza de un 42% a un 13% -el avance social más acusado en toda América Latina-, hecho crecer la clase media, atraído inversiones del mundo entero y dotado a Chile de una estabilidad y solidez institucionales comparables a las de las democracias occidentales de punta.

La izquierda que ha gobernado el país estos últimos veinte años no ha sido la misma que subió al poder con la Unidad Popular y Salvador Allende. Aquélla creía en la Revolución y en el socialismo, no en la democracia liberal, y su modelo era la Cuba de Fidel Castro. Su política de nacionalizaciones y de desenfreno fiscal provocó una inflación estratosférica, caos y empobrecimiento generalizado, lo que hizo posible el golpe militar y la sanguinaria dictadura de Pinochet. La Concertación aprendió la lección y ha gobernado con espíritu democrático, resucitando la vieja tradición legalista chilena, reconstruyendo el Estado de Derecho y las libertades públicas, a la vez que manteniendo la economía de mercado y el aliento a las inversiones así como la disciplina fiscal. La apertura de Chile al mundo ha sido también acelerada.

Pero veinte años en el poder son muchos años y la Concertación había perdido el brío, comenzaba a abotargarse y en los últimos años se había descubierto incluso algunos casos de corrupción, infrecuentes en la vida política chilena. Con buen olfato una mayoría electoral –ajustada, es cierto: sólo tres y medio por ciento de ventaja para Piñera- decidió que había llegado la hora de la alternancia, principio democrático por excelencia.

La derecha que llega a La Moneda con Sebastián Piñera no es tampoco la derecha cavernaria, autoritaria y conservadora que representaba el gobierno de Pinochet. Cuando éste dio el golpe, en 1973, Sebastián Piñera estaba en la Universidad de Harvard. Cuando regresó a Chile trabajó en la CEPAL –entonces, de línea izquierdista y promotora de la catastrófica política de “sustitución de importaciones y desarrollo hacia adentro”- y fue, en todas sus intervenciones cívicas, opuesto a la dictadura militar. Estuvo contra la Constitución impuesta por el régimen militar y durante el plebiscito de 1988 participó activamente con la oposición demócrata-cristiana por el “No”, campaña que dirigió y contribuyó a financiar de su propio bolsillo.

Conozco a Sebastián Piñera desde hace unos treinta años y, además de tener una energía que fatiga a su entorno, me consta que es un demócrata y un liberal convencido, enemigo de toda forma de autoritarismo y empeñado en profundizar la libertad en todos los dominios de la vida social. También, una persona tolerante y abierta, capaz de coexistir con ideas que discrepan de las suyas si ellas cuentan con apoyo popular. Por eso, no le fue fácil obtener el respaldo en las primarias para su candidatura presidencial por parte de los sectores más conservadores de la Coalición de centro derecha, donde, por ejemplo, algunos militantes de la UDI (Unión Demócrata Independiente) han tragado con dificultad el apoyo de Piñera (que es católico practicante) a medidas como la píldora del día siguiente y las uniones legales entre parejas gay.

Las grandes reformas que Sebastián Piñera ha prometido no van a trastornar los principios básicos de democracia política y económica de mercado, sobre los que, por fortuna para Chile, existe un firme consenso entre la izquierda y la derecha chilenas. Pero sí van a inyectar a este modelo un viento de renovación y modernización en temas como la educación, la protección del medio ambiente, la revolución tecnológica en los campos de la comunicación y la globalización, que equipen al país para la competencia en los mercados internacionales en los que Chile se ha insertado ya más y mejor que ningún otro país latinoamericano. Él ha ofrecido audaces reformas en CODELCO (la Corporación Nacional del Cobre), como abrir parcelas de la explotación y servicios a la participación de las empresas privadas, y, todavía algo más importante, retirar el canon de 10% que reciben las Fuerzas Armadas, cuyo financiamiento, ha dicho, debería proceder de otra fuente.

Durante mi breve estancia en Chile tuve ocasión de conocer a algunos de los 37 “Grupos de Tantauco”, en su gran mayoría jóvenes profesionales y técnicos salidos de las mejores universidades chilenas y extranjeras que, bajo la dirección de un eminente economista, Cristián Larroulet, Director del Centro de Estudios Libertad y Desarrollo, vienen preparando desde hace dos años el plan de gobierno de la Coalición para el Cambio y adiestrando a los equipos para implementarlo. Me impresionó el rigor de las ideas y proyectos y el entusiasmo con que las mujeres y hombres jóvenes que trabajan en este plan se han comprometido, si es necesario, a abandonar sus trabajos bien rentados en las empresas privadas para dedicarse en el gobierno de Piñera a hacer de Chile un país del siglo veintiuno.

En el contexto latinoamericano, la victoria de Sebastián Piñera es un serio revés para el comandante Hugo Chávez, de Venezuela, y el grupete de países que, bajo su liderazgo –Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador- pretenden imponer en América Latina el modelo autoritario y populista –“El socialismo del siglo XXI”- que, en estos días de colapso del agua, la energía y los alimentos en las tierras venezolanas, muestra ya sus frutos. El gobierno de Piñera –lo ha dicho él con claridad en su primera conferencia de prensa luego de la elección- va a reforzar y dar un nuevo aliento a los países que, como México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Uruguay y Brasil, defienden la cultura democrática y resisten la ofensiva autoritaria que, desde Caracas, se propone retroceder al continente al colectivismo, el estatismo y la demagogia populista.

Es casi un milagro que en un país latinoamericano haya ganado la Presidencia de la República en elecciones libres un empresario como Piñera cuyo patrimonio se calcula en más de mil millones de dólares. Nada es tan típico del subdesarrollo como la satanización del empresario, considerándolo un explotador, corruptor y enemigo de los pobres. Un indicio de lo avanzado que está Chile sobre el resto del continente es que los electores chilenos parecen haber comprendido que un empresario privado, si tiene éxito en buena ley, es decir en un régimen de legalidad y libre competencia –no gracias a tráficos mercantilistas ni privilegios monopólicos- es fuente de creación de empleo y de riqueza y que sus éxitos revierten sobre el conjunto de la sociedad.

El día que nos despedimos en Santiago, tres días antes de la elección, pregunté a Sebastián Piñera cuál querría que fuera su mejor contribución en el gobierno si ganaba las elecciones.
“Dar un impulso decisivo a nuestro plan de ocho años, para crecer a un promedio de 6% anual, algo perfectamente realizable. Si lo conseguimos, la renta per cápita, que es ahora de 14 mil dólares se habrá incrementado a 24 mil.
Habremos alcanzado a Portugal”. Chile habrá dejado entonces el subdesarrollo y será el primer país de América Latina en incorporarse al primer mundo.



Mario Vargas Llosa

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nace un domingo 28 de marzo de 1936 en la ciudad de Arequipa (Perú). Sus padres, Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, ya estaban separados cuando vino al mundo y no conocería a su progenitor hasta los diez años de edad.

En 1953 ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudia Letras y Derecho.

En 1959 parte rumbo a España gracias a la beca de estudios "Javier Prado" para hacer un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid; así, obtiene el título de Doctor en Filosofía y Letras. Luego de un año se instala en París.

Los esfuerzos por llevar a cabo su vocación literaria dan su primer fruto cuando su primera publicación, un conjunto de cuentos publicados en 1959 con el título Los jefes, obtiene el premio Leopoldo Arias. Anteriormente había escrito una obra de teatro, el drama La huída del Inca.

En marzo de 1993 obtiene la nacionalidad española, sin renunciar a la peruana.

Los méritos y reconocimientos lo acompañan a lo largo de su carrera. En 1975 es nombrado miembro de la Academia Peruana de la Lengua y en 1976 es elegido Presidente del Pen Club Internacional. En 1994 es designado como miembro de la Real Academia Española.

Asimismo, ha sido Profesor Visitante o Escritor Residente en varias universidades alrededor del mundo, como en el Queen Mary College y en el King´s College de la Universidad de Londres, en la Universidad de Cambridge y en el Scottish Arts Council (Inglaterra); en el Washington State, en la Universidad de Columbia, en el Woodrow Wilson International Center for Scholars del Smithsonian Institution, en la Universidad Internacional de Florida, en la Universidad de Harvard, en la Universidad de Siracusa, en la Universidad de Princeton y en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos); en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (Puerto Rico); en el Wissenschaftskolleg y en la Deutscher Akademischer Austauschdienst (Berlín, Alemania), en la Universidad de Oxford, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander, España), en la Universidad Rey Juan Carlos (Aranjuez, España); entre otras.

Las siguientes obras forman parte de su vasta producción literaria:

La huída del Inca, pieza de teatro (1952); El desafío, relato (1957); Los jefes, colección de cuentos (1959); La ciudad y los perros, novela (1963); La casa verde, novela (1966); Los cachorros, relato (1967); Conversación en La Catedral, novela (1969); Carta de batalla por Tirant lo Blanc, prólogo a la novela de Joanot Martorell (1969); Historia secreta de una novela, ensayo (1969); García Márquez: historia de un deicidio, ensayo literario (1971); Pantaleón y las visitadoras, novela (1973); La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary, ensayo literario (1975); La tía Julia y el escribidor, novela (1977); La señorita de Tacna, teatro (1981); La guerra del fin del mundo, novela (1981); Entre Sartre y Camus, ensayos (1981); Kathie y el hipopótamo, teatro (1983); Contra viento y marea, ensayos políticos y literarios (1983); Historia de Mayta, novela (1984); La suntuosa abundancia, ensayo sobre Fernando Botero (1984); Contra viento y marea, volúmenes I (1962-1972) y II (1972-1983), (1986); La Chunga, teatro (1986); ¿Quién mató a Palomino Molero?, novela policial (1986); El hablador, novela (1987); Elogio de la madrastra, novela (1988); Contra viento y marea, volumen III (1983-1990), (1990); La verdad de las mentiras, ensayos literarios (1990); A Writer's Reality, colección de conferencias dictadas en la Universidad de Siracusa (1991); Un hombre triste y feroz, ensayo sobre George Grosz (1992); El pez en el agua, memorias (1993); El loco de los balcones, teatro (1993); Lituma en los Andes, novela (1993); Desafíos a la libertad, ensayos sobre la cultura de la libertad (1994); Ojos bonitos, cuadros feos, obra dramática para radio (1994); La utopía arcaica, José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, ensayo (1996); Making Waves, selección de ensayos de Contra viento y marea, publicado sólo en inglés (1996); Los cuadernos de don Rigoberto, novela (1997); Cartas a un joven novelista, ensayo literario (1997); La fiesta del Chivo, novela (2000); Nationalismus als neue Bedrohung, selección de ensayos políticos, publicado sólo en alemán (2000); El lenguaje de la pasión, selección de artículos de la serie Piedra de toque (2001); El paraíso en la otra esquina, novela (2003); Diario de Irak, selección de artículos sobre la guerra en Irak (2003); La tentación de lo imposible, ensayo sobre Los Miserables de Victor Hugo (2004); Un demi-siècle avec Borges, entrevista y ensayos sobre Borges, publicado sólo en francés (2004); Mario Vargas Llosa. Obras Completas, Vol. III Novelas y Teatro (1981-1986), (2005); Dictionnaire amoureux de l’Amérique latine, ensayos publicado solo en francés, (2005); Israel/Palestina. Paz o guerra santa, recopilación de artículos, (2006); Travesuras de la niña mala, novela, (2006); Odiseo y Penélope, teatro (2007) y Diálogo de damas, poemas relacionados con las esculturas de Manolo Valdés, Aeropuerto Barajas de Madrid (2007).

Sus obras han sido traducidos al francés, italiano, portugués, catalán, inglés, alemán, holandés, polaco, rumano, húngaro, búlgaro, checo, ruso, lituano, estonio, eslovaco, ucraniano, esloveno, croata, sueco, noruego, danés, finlandés, islandés, griego, hebreo, turco, árabe, japonés, chino, coreano, malayo y cingalés.


FUENTE: DIARIO 'VANGUARDIA' de MEXICO- 25 ENERO 2010