domingo, 10 de enero de 2010

Buenos Aires: La ilusión de veranear en la costa cobra vida en plena Capital Federal

Diana Salinas Plaza
LA NACION

Con su rostro mirando hacia el horizonte, donde una hermosa vista apacigua y crea la ilusión de un océano, Soledad Gutiérrez olvida por unos instantes que está en Buenos Aires: cree estar de vacaciones en la playa con su hija Lucía y su esposo, Juan Pablo.

Bajo un parasol y sentada en sillas playeras, rodeada de arena, canchas de voley, puestos de comida, duchas y frente al Río de la Plata, la fantasía del contexto playero no sólo la invade a ella. También les sucede lo mismo a las más de 4000 personas que ayer visitaron las playas de Buenos Aires, un espacio que inauguró el jueves pasado el gobierno de la ciudad como parte del programa de verano, y que funcionará hasta fines del mes próximo.

"Me encanta porque, por un par de minutos, me olvido de que estoy en la ciudad. El paisaje me atrapa; me parece que estoy como en Montevideo o en una de esas ciudades con mar", comentó sonriente Soledad, en la playa del Parque de los Niños, ubicada en la General Paz y Cantilo, al lado de su hija Lucía, tomando mate.

De acceso gratuito, el Parque de los Niños (al Norte) y el Parque Roca (al Sur) fueron adecuados para generar la ilusión de una playa y poder disfrutar del verano sin salir de la ciudad. Estos sitios de recreación ya funcionaron el año pasado. Cuentan con amplios estacionamientos, vigilancia y con las instalaciones necesarias para broncearse y disfrutar de las altas temperaturas estivales.

"¡Oh yeah!", exclamaba uno de los tres extranjeros que estaban tomando el sol cerca de Soledad y su familia. Exhibiéndose en busca de la piel canela que sólo proporciona el verano, Adriano Vargas, italiano de 20 años, contó a LA NACION que desde anteayer el plan de concurrir allí estaba pactado con su amiga norteamericana Dean Rannetsveer y con Jonás Diamant, de Escocia.

"Nos pusimos de acuerdo. Nos gustó mucho; en Buenos Aires nunca te puedes aburrir, siempre hay algo para hacer", comentó.

Alrededor, con total tranquilidad, las familias y amigos disfrutaban ayer de una tarde en la que el termómetro superó generosamente los 30 grados. Todos fueron bien equipados: agua, refrescos, sándwiches de miga y heladeras para conservar el frío de las bebidas. Aunque también hay quioscos de comida, por si las provisiones se agotan.

"Es raro, porque uno contempla la imagen el río y piensa: ¿por qué no nos tocó mar?", dice reflexivo Ariel Pérez, en compañía de su amigo Mario Jourdan, a punto de interpretar una canción en su guitarra. Ambos kinesiólogos, venían desde Vicente López a disfrutar de un rato de esparcimiento.

Mientras tanto, un grupo se divertía jugando voley en las canchas armadas para tal fin. "Soy la aguatera", dijo Carolina Mozej, que observaba jugar a sus amigos. "El lugar me encanta. También vine el año pasado. Se pueden hacer cosas lindas en la ciudad y que lo podamos disfrutar gratis es fundamental? A algún lado tenían que ir a parar nuestros aportes", dijo con ironía.

Cerca de las 17, las playas toman un ambiente de fiesta al ritmo de la salsa y hay programaciones culturales para toda la familia hasta las 20, la hora de cierre.

Todos parecen disfrutar en medio del esparcimiento, cerca del sol y del deporte, y lejos del alcohol, que está prohibido. Por esa razón, se realizan controles de alcoholemia en la entrada y salida del parque.

Con todo, las tardes de playa son ahora en la ciudad más que una fantasía: un oasis para disfrutar en estos días de calor decidido a no dar tregua.


fuente: LA NACION.COM- DOMINGO 10 DE ENERO DE 2009

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