por Gabriela Acher
De los millones de peligros que -según mi madre- acechaban personalmente a sus dos hijas, el sexo era el peor de todos. Nada, ni las enfermedades, ni los huracanes, ni Hitler en persona, le parecía más aterrador.
Tener dos hijas mujeres en casa representaba para ella un peligro mayor que tener dos terroristas suicidas en el living. Desde su punto de vista, todos los hombres eran en sí mismos una amenaza, ya que contaban con un arma con la que podían arrebatarnos nuestro mayor tesoro. ¡Qué paradoja! En esa época, perder la virginidad era la mayor de las ignominias para una chica.
Ahora la ignominia es no perderla.
Como es de imaginar, todos los cuidados le resultaban pocos a este respecto y entonces decidió que lo único que se podía hacer era la vigilancia permanente, acompañada de una absoluta negación del tema.
Por ende, en mi casa quedó completamente interdicta cualquier palabra alusiva a la sexualidad de sus hijas. Por ejemplo, si en ese momento hubiera existido algo como los Monólogos de la vagina, éstos habrían matado a mi madre.
Aunque estoy segura de que si hubiera tenido un varón, como quería, no lo habría circuncidado.
Con ella era más que suficiente.
Pero llegó un momento cuando mi hermana y yo estábamos en plena adolescencia, en el que mamá consideró que tenía que hablarnos.
Una noche nos llamó a su cuarto, se sentó frente a nosotras con una bolsa de papel en la cabeza, a la que le había hecho dos agujeros para los ojos, y con tono muy serio se puso firme en el discurso:
-Hijas: ustedes saben perfectamente que yo no creo en el sexo, pero que lo hay, lo hay. Por eso quisiera encontrar las palabras justas para que no les quede ninguna duda acerca de lo que les voy a decir.
Entonces carraspeó un poco para aclararse la garganta y nos espetó sin más:
-i No ha habido sexo en esta casa por muchos años, y no lo va a haber ahora!
Y así comenzó su letanía de consejos:
"Si te metes en la pileta podes quedar embarazada."
Mira muy bien lo que te dan a tomar en ese cumpleaños de quince, porque te pueden poner droga en el vaso, y te pueden violar."
"El sexo es un minuto de placer y diez años de desgracia."
Yo tenía ganas de decirle: "No, mamá, eso no es el sexo es el matrimonio", pero no me atrevía.
Muchos años después cuando yo ya era adulta descubrí -no sin estupor- que en el videoclub de la esquina de mi casa alquilaban una película porno judía. Me picó la curiosidad, así que le pregunté al empleado qué tal era, y el chico me contestó: "¡Lo típico! Cinco minutos de sexo y una hora de culpa".
Unos días más tarde, en una de mis visitas a Montevideo, encontré a mi mamá más comunicativa que de costumbre, y me animé a preguntarle:
-Mamá... ¿por qué nunca me quisiste hablar sobre sexo?
Y ella me respondió:
-Querida, porque yo no sé nada sobre sexo. Siempre estuve casada.
MATRIMONIO 1
La obsesión de mi madre con el matrimonio se hizo presente desde mi más temprana edad.
Un día estaba en la cocina buscando algo para comer en la heladera, cuando mi madre me barajó sin anestesia:
-¿Cuándo te vas a casar?
-No tengo ningún interés en casarme, mamá.
-¿Pero por qué?
-Porque no me interesa el matrimonio.
-¿Vos te crees que a mí me interesaba el matrimonio cuando me casé con tu padre?
-Preferiría no saberlo, mamá.
-¡A nadie le interesa el matrimonio! Una se casa y listo. Si no... ¿qué querés ser? ¿Una solterona? Las mujeres se tienen que casar.
-Yo no.
-¿Por qué no?
-¡Porque no necesito a un marido para que me mantenga!
-¿Y entonces te vamos a tener que mantener nosotros toda la vida?
-No, porque yo voy a trabajar.
-¿Y qué tiene de malo que tu marido te mantenga, si los médicos ganan mucha plata?
-¿De qué médico me estás hablando?
-¿No te vas a casar con un médico, sólo por no darle un gusto a tu madre?
En ese punto de la conversación, yo huí con la intención de encerrarme en mi cuarto, pero mi mamá salió disparada detrás de mí, sin la más mínima intención de aceptar un no por respuesta.
-¡Mamá, terminála, por favor! ¿Me podes decir cuál es el apuro que tenés por casarme?
-Que cuando te quieras acordar, ya va a ser tarde y no te va a llevar nadie.
-¿Y adonde me tendrían que llevar?
-A la casa de tu marido, el médico.
-¿De qué médico me estás hablando?
-Del hombre con el que te vas a casar. A esa altura los ánimos estaban más que caldeados, y yo me encerré en el baño mientras le gritaba:
-¡Pero mamá, no desvaríes! Yo no me voy a casar con ningún médico. ¿No entendés que a mí me gusta estar sola?
Y ella me gritaba desde el otro lado de la puerta:
-Ya vas a tener tiempo de estar sola cuando te cases!
-No insistas, mamá, no quiero un compromiso para toda la vida.
Y ya en el colmo del delirio me contesto:
-No te estoy hablando de un compromiso para toda la vida... ¡te estoy hablando de matrimonio!
MATRIMONIO 2
Al otro día comenzaba de nuevo la cantinela.
-¿Cuándo te vas a casar?
-¡Dale con la maquinita!... Decíme... ¿por qué tengo que casarme?
-¿Cómo por qué? Porque es así, es la ley. ¿Tu padre y yo no nos casamos? Sí, nos casamos. ¿Alguien nos preguntó si queríamos? No, nos casamos y listo.
-¿Y querían?
-¡Yo qué sé! ¡Quién se acuerda!
-¿Pero fueron felices?
-¿Y eso qué tiene que ver? Si vas a esperar a ser feliz, no te vas a casar nunca.
-Pero a mí me importa ser feliz.
-¿De dónde saliste vos así, tan frivola? ¿Dónde viste un judío preocupado por la felicidad? La felicidad es un invento de los goim. Un judío es alguien que sufre demasiado para ser feliz.
-¿Pero entonces no hay salida?
-Sí, casarse.
-¿Por qué?
-¿Y si no con quién te quejas?
MATRIMONIO 3
En la etapa más álgida de su obsesión con el matrimonio, mi madre me hizo pasar algunas de las vergüenzas más grandes de mi vida. Por ejemplo, cuando mi amiga Charo decidió tomar los hábitos, mi mamá se acercó a saludarla y le dijo a quemarropa delante de toda la gente:
_Te felicito por casarte con Dios. Mi hija todavía está buscando.
A los pocos días, me recortó esta página con los siguientes avisos clasificados que habían sido publicados en los medios de comunicación judíos.
Estudiante de Tora, 28, uso payot y barba larga. Busco lo mismo en una mujer.
Señorita atractiva, 35, profesional, busca príncipe encantado judío que la saque de la casa de sus padres.
Gabai de sinagoga, 36. Yo saco la Tora los sábados por la mañana, me gustaría sacarte a ti los sábados por la noche. Por favor, escribe.
Joven profesional de 29 busca compañera con quien ir a la sinagoga, encender las velas de shabat, celebrar las festividades, construir la Zucá juntos, asistir a Bar-Mitzvas. Tu religión no es importante.
¿Preocupada por suegras entrometidas? ¡Soy huérfano! Escribe.
Joven judío atractivo, 38. Nada oculto. Nada de equipaje. Nada de personalidad.
¿Eres la chica con la que hablé en el kidush después de los rezos la semana pasada? Dijiste que ibas a buscar más jandrayo para las borrecas, pero no regresaste. ¿Cómo puedo contactarte de nuevo? (Soy el que se manchó la corbata con los boyos.)
Shojet, 40, propietario de exitosa carnicería en el centro. No creo que las mujeres deban ser tratadas como un pedazo de carne. Busco muchacha kosher con fines matrimoniales.
Feminista judía radical. Busco compañero que acepte mi independencia. Aunque probablemente no lo hagas; ¡mejor olvídalo!
Hombre de negocios judío, 49. Fabricante de velas de shabat, de Janucá, de havdala, de yortzeit. Busco no fumadora.
Hombre de 34, muy exitoso, listo, independiente, autónomo, busca muchacha cuyo padre le dé empleo.
Soltero de 29. Me gusta la música disco escalar montañas, esquiar, correr pista y campo. Tengo una leve cojera.
Princesa judía de 28 busca hombre de negocios triunfador de cualquier denominación: quinientos, mil, dos mil, cinco mil.
Abuela de 80, sin bienes, busca joven buen mozo y viril, menor de 35. Fines matrimoniales. Puedo soñar ¿¿¿no???
Soy un sensible joven príncipe judío a quien puedes abrir tu corazón y con quien podrás compartir tus pensamientos y secretos más profundos. Confía en mí. Comprenderé tus inseguridades. Abstenerse gorditas, por favor.
Sin comentarios.
EVOLUCIÓN DE LA OBSESIÓN DE MI MADRE CON EL MATRIMONIO
1970-Cásate con un médico judío y millonario.
1980 -Cásate con un judío aunque sea divorciado.
1990 -Cásate con alguien.
2003 -Cásate con algo.
2030 -¡Mamá! No sabes, conocí a un señor muy bueno en el geriátrico, ¡y se quiere casar!-
-¿Estás loca? ¡Qué te vas a casar ahora!
Del libro "Algo sobre mi madre (Todo sería demasiado)"
jueves, 1 de abril de 2010
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