Por Silvana Melo
(APe).- La Argentina de los doscientos años baja del tren con las maletas llenas de desigualdades. Con amargo gesto mira para atrás y se encoge de hombros ante los sueños de los pioneros. Ante quienes, doscientos años después, no puede ocultar el hambre criminal de los niños. Con recursos que se esfuman por cañerías montadas históricamente para la dominación y el entierro solemne de las utopías.
El gobierno de la Provincia de Buenos Aires no paga las becas a los hogares convivenciales y centros de día desde el año pasado. En esta decisión terrible e inexplicable se va la vida de miles de chicos castigados desde el vientre y puestos a la deriva del padecimiento, caigan donde caigan en su constante naufragio. Pero el Gobierno Nacional quitó 144 millones de pesos que, en el presupuesto, estaban destinados a provincias y municipios. Y los destinó a la financiación del fútbol por televisión. El gran escenario virtual no incluye a los pibes desterrados. El Estado los ha hecho invisibles. Y gran parte de la sociedad, también.
Buenos Aires provincia presupuestó para 2010 casi 3 mil millones de pesos para planes sociales. Sin embargo, es el territorio más injusto, más partido en dos por la desigualdad, más carcomido por los dientes de la corrupción. Los recursos no llegan a los pies de la tierra, allí donde viven los que no son, los que no se ven, los que no se sienten. Los que empujan para asomar entre el barro. 2.014 millones del presupuesto social bonaerense están destinados al Programa de Seguridad Alimentaria. Dentro de los 2.014 millones para el PSA, hay un plan y un servicio que sobresalen: el Plan Vida tiene asignados 1.096 millones. Y el Servicio Alimentario Escolar (SAE), 748.180.000: 62 millones de pesos mensuales para 4.500 comedores que hay en la Provincia. En tres años el presupuesto del SAE prácticamente se triplicó. Aunque este año el Ministerio decidió recortar los cupos con una explicación lábil: la asignación por hijo menguó la pobreza. Una discusión larga que el Ministerio va a perder. Porque la inflación ya licuó gran parte de la asignación, los chicos más marginales y que caminan apenas por los bordes del sistema asoman nuevamente a la escuela -con expectativas bajísimas y con dudosa continuidad- para que sus padres puedan cobrar a fin de año la parte de la asignación que es premio a la escuela y a la vacuna. Esos chicos van a ir a comer a la escuela. Y se van a encontrar con cupos recortados. La mayoría desertará y la asignación por hijo -que no es universal- se volverá más pobre de toda pobreza.
Las becas para los hogares convivenciales -que existen para volver visibles las vidas que el Estado ignora y esconde, como la basurita vergonzante, bajo la alfombra- no las cobran desde fines de 2009. Los pibes son abandonados otra vez. Como un eslabón más dentro de una eterna cadena de desamparos.
El Gobierno Nacional destinó, en marzo, 43.778.600 pesos al plan Repro, destinado a subsidiar a empresas privadas supuestamente en crisis. Destinó esos fondos -directos de Anses- a pagar parte de los salarios de 77.190 trabajadores de esas empresas que, en muchos casos, no podrían probar fehacientemente la verdad de su crisis.
El presupuesto para el Plan Vida aumentó en la Provincia, para 2010, en 280 millones: pasó de 816 a 1.096 millones de pesos. Sin embargo, muchos de esos recursos quedan en el camino. No llegan a sus destinatarios directos, los chicos, ni a sus madres. Arrecian las denuncias por la comercialización de los alimentos del Plan: leche con el sello oficial vendida en una feria similar a La Salada en Paraguay. Un hombre que fue detenido cuando entregaba mercadería del Más Vida a un comercio. El intendente radical de Benito Juárez denunció que el Municipio no recibía alimentos y que se los habrían entregado al ex intendente (PJ), que a la vez es titular de la firma estatal Buenos Aires Gas (Bagsa). Leche del Plan se vende por internet. Hay denuncias penales y proyectos en la Legislatura para indagar por qué agujero negro se esfuman los recursos que son destinados a la urgencias del hambre cotidiano de miles de familias.
La falta de control de los recursos -que están- afecta directamente a la vida de chicos brutalmente castigados por historias familiares que los derivan a hogares a los que el Estado retacea el dinero; afecta a la salud de aquellos a quienes deberían llegar los cartones de leche con sello oficial que se venden ilegalmente; afecta a la panza de los chicos que se alimentan en los comedores, donde los cupos "inflados" se utilizan para mejorar la comida o bien para negociar con un proveedor una repartija personal.
Los recursos millonarios se destinan a lo visible y se les arrancan a los fantasmas de la invisibilidad social. El ajuste se practica sobre lo más indefenso y lo más flaco del tramo más castigado de la sociedad. Una mano que escribiera el camino con otra letra, una pequeña decisión de Estado que es apenas una firma, un papel en otra caja, una mirada hacia otro horizonte. Y se multiplicarían los panes en los platos vacíos.
La Argentina de los doscientos años tendrá que poner sobre la mesa de los invitados la brutal marquesina de los invisibles.
FUENTE: AGENCIA PELOTA DE TRAPO
Lunes, 26 de Abril de 2010 09:17
Edición: 1755
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