ROMANCE A LO FEDERICO
La
playa se inunda un poco, hasta
reflejar las palmas.
Su
baile parece aroma.
Son de arenisca las almas:
La piedra de catedrales, barro, bajo la
pisada...
Entre
la playa y el bote, remolino de la fragua del motor que menea al limo, apenas el
remo basta.
Y se
escapan, por lo hondo, sombras de aletas moradas...
Una
baranda de espuma: doña agua se finge arada...
Para
el bote que se aleja, hay un saludo en las bardas.
Cazan
de nuevo, el carau y el biguá, pesca dorada...
Hay
un fuego entre las breñas: flor de zapallo que baila,
Y
que desnuda en la brisa humo de chirca secada por la
bajante
Y
podrida por la luna gorda y zarca...
Ventanas
al pavimento del río le hacen las largas huellas de los
yaguarones.
La
niña de pelo escama se asoma y sonríe de luna
al que ha quedado en la
playa...
Gran
farra en las entramadas habitaciones:
Doñagua,
Entera,
se pone en fiesta:
¡Casamiento!...
Las
bandadas de camalote se posan.
La
brasa en la arena calla su fuego maravillado.
Las
ventanas ya se cierran:
los yaguarones se
marchan...
Lámparas
entre la greda del fondo también se apagan...
Entre
las gramas hundidas se veen aletas moradas:
Revuelan
de nuevo, alegres:
Aquí, no ha pasado nada...
Nada,
fuera de los dioses.
Nada
más que luz de l´alba...
Talvez,
vuelvan las leyendas a indagar lo que pasara
En la casa de la espuma.
En la
quemadura helada:
Lo
que el barro y las raíces reconversan, en voz
baja...
Vendrá
con cara de norte, el viento, por las cañadas,
A
enloquecer las riberas -que jamás le dirán nada
Más
que una huella de luna, y aleta en sombra morada...
Talvez,
se allegue una niña, prometida o maridada,
A
llorar su desconsuelo entre el seibo y la espadaña.
Y
asesine caracoles, por buscar lo que le falta...
Tan
sólo la luz de la última estrella: la de l´alba,
Lo
canta.
Y lo va escribiendo el rocío en las
mañanas...
Como
el viento pasa el tiempo. La vida. Sí.
Todo pasa...
HORACIO C. ROSSI
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