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Los judíos argentinos y el peronismo | ||||||
Por: Darío Brenman
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Raanan
Rein se doctoró en Historia en la Universidad de Tel Aviv. Desde los
años ’80, y a partir de su propia tesis doctoral, comenzó a investigar
primero las relaciones entre la España de Franco y el peronismo para
luego enfocarse en la relación entre este movimiento y los judíos
argentinos.
Estuvo en Argentina para presentar su nuevo libro -“Los
Bohemios de Villa Crespo. Judíos y fútbol en la Argentina” (de
Sudamericana)- y fue en ese contexto que Nueva Sión lo entrevistó acerca
de cómo fue variando la posición de los
judíos argentinos respecto a
los diferentes gobiernos peronistas.
- Raanan: ¿Qué te motivó a trabajar el peronismo y su dimensión judía?
- En los últimos veinticinco años investigué distintos aspectos del primer peronismo,
desde lo social y cultural. Y en algún momento me
quedó bien en claro la ausencia
de la dimensión étnica en los estudios acerca de este movimiento, porque para mí en esta
etapa no solamente se
logró incorporar en el proceso político a los diferentes grupos
sociales que estaban en los márgenes de la sociedad, sino también a
varios grupos
étnicos que hasta los años ‘40 no se consideraban como
parte integral de la nación
Argentina, sobre todo me refiero a los
argentinos árabes y a los argentinos judíos.
- Leyendo algunos de tus trabajos me doy cuenta que desmitificás muchas
cuestiones de las relaciones entre Perón y los judíos.
- Los trabajos sobre los judíos y el peronismo intentan desafiar algunos mitos que
son muy comunes. Primero, se suele decir que los judíos
estaban en contra del
peronismo. Para mí eso es falso. Y eso tiene que
ver con el hecho de que prácticamente
toda la historiografía sobre las
experiencias judías en este país, estuvo dedicada a la
colectividad
organizada, mientras que la mayoría de los judíos en Argentina nunca se
ha afiliado a las instituciones comunitarias; entonces si uno estudia
nada más que a la
DAIA, la AMIA, los movimientos juveniles; o Hebraica,
Macabi, Hacoaj, tiene una visión,
pero si se aleja un poco de la
colectividad organizada y pone la mirada en los judíos no
afiliados a
las instituciones comunitarias uno puede encontrarse con otra realidad.
- ¿Cuál realidad?
- El peronismo dividió a la sociedad argentina, como lo hizo también con los argentinos
judíos; muchos estaban en contra del peronismo, como
muchos otros a favor. Si uno
mira el movimiento obrero y su apoyo
inicial al peronismo, nos encontramos que dos
de los sindicatos más
importantes de aquel momento, la Unión Ferroviaria y la
Confederación de
Empleados de Comercio, tenían algunas personas judías en posiciones
claves: por ejemplo el Secretario General de la Unión Ferroviaria,
Rafael Kogan,
argentino de origen judío, puso todo su peso para que este
gremio apoyara a Perón.
Ángel Borlenghi líder de la Federación de Empleados de Comercio, estaba casado con una
judía y su cuñado tenía un
papel importante en el sindicato. Los dos convencieron a la
dirigencia
de este gremio para que apoye a Perón. Otro ejemplo: una vez que el
peronismo decidió expropiar el diario La Prensa y pasarlo a manos de la
CGT, a principios
de los años ‘50, se pone en el suplemento cultural del
diario un equipo de profesionales
donde había varios intelectuales de
origen judío, como por ejemplo León Benarós.
- A tu criterio, este prejuicio
de algunos sectores de la comunidad judía hacia el
peronismo, ¿tenía que
ver con la asociación de Perón y los nazis o con una cuestión de
prejuicio hacia quienes representaba socialmente su momento?
- Este tema de Perón y de los nazis no tenía un peso importante antes del secuestro del
criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, en los años ‘60.
Es decir, cuando el
establishment judío decidió oponerse al peronismo, a
mediados de los ‘40, la gente
no era consciente de la entrada de
criminales de guerra nazis en este país. Para
mí esta hostilidad hacia
el peronismo tenía que ver con el apoyo inicial de grupos
nacionalistas
como la Alianza Libertadora Nacionalista, el apoyo que recibió el
peronismo de la cúpula de la Iglesia Católica, el hecho de que se
trataba de un militar
y luego, también, el tema de clase social.
Una parte importante de la clase media porteña se pronunciaba en contra del peronismo;
y como muchos judíos pertenecían a este sector social, ellos
tampoco le dieron al
peronismo su apoyo político, pero debo decir que
tampoco todos los judíos
de los ‘40 pertenecían a la clase media, muchos
pertenecían a la clase media-baja o a
las clases populares, y como la
mayoría de la gente de las clases populares, sí
apoyaban a Perón.
- Argentina tuvo distintos
gobiernos peronistas en la historia y uno que estamos
transitando en
este momento. ¿Podrías hacer un balance de la relación de los judíos
con
el peronismo durante esas etapas y como fue variando?
- Primero, Perón y el peronismo no son exactamente lo mismo. Es decir, una cosa es la
posición del presidente Juan Perón a lo largo de sus tres
presidencias, y otra cosa
son las distintas corrientes, dentro de este
movimiento tan heterogéneo que es y ha
sido el peronismo. Si hablamos de
Perón, está bien claro que, como presidente, nunca
adoptó una posición
antisemita y tampoco adoptó una posición hostil hacia el Estado
judío, y
esto por varios motivos, entre ellos porque Perón asignó una
importancia e
influencia exageradas de los judíos en Norteamérica.
Además, el peronismo, en la
segunda mitad de los años ‘40 miró con
simpatía a los judíos y su lucha, en contra del
mandato británico para
conseguir su independencia.
Las relaciones con Israel fueron excelentes a lo largo del período 1949-1967, aun sabiendo
que la
Argentina se abstuvo en la votación en la ONU acerca de la partición de
Palestina y el establecimiento del Estado de Israel. Por otro lado fue
el
primer país latinoamericano en abrir su embajada en este país,
enviando a Pablo Manguel,
como el primer embajador argentino. Ahora, después de caer Perón, el movimiento pasa por distintas transformaciones.
Hay una corriente que empieza a mirar con cierta
admiración a los movimientos de
liberación nacional en Asia y África.
Cuando vuelve Perón al poder en el año 1973,
él sigue manteniendo las
mismas posiciones de antes con respecto a los judíos y al
Estado de
Israel, pero el movimiento peronista y el gobierno peronista de los ‘70
son
diferentes de los de los años ‘50, ya hay una corriente que es muy
pro árabe que
mantiene una oposición muy crítica hacia Israel, hacia la
ocupación de Cisjordania y
Gaza y que intenta cultivar relaciones con
líderes como Kadafi en Libia.
Durante las presidencias de Menem, el gobierno cultivó excelentes relaciones por un
lado, con la comunidad
judía organizada, y por otro, con el Estado de Israel. Menem
también
promovió las relaciones de la Argentina con los países árabes; no logró
jugar
un papel de importancia en el proceso de paz de Medio Oriente, sin
embargo, sí
provocó cierta suspicacia o sospecha por parte del Estado
de Israel hacia
su política internacional, pero en general, como él
apoyó a la política estadounidense
en el tema internacional, sus
relaciones con Israel seguían siendo excelentes.
Otra historia son los gobiernos kirchneristas de los últimos años. Estos gobiernos
son muy
sensibles a los temas de Derechos Humanos; nunca van a adoptar una
medida antisemita. Sí, a diferencia de Menem, hicieron esfuerzos para
investigar los
atentados de los años ‘90. Sin embargo, su política hacia
el Estado de Israel es algo
distinta, para mantener la imagen
progresista de su política exterior, necesitan
mantener una posición
algo crítica hacia el Estado de Israel y sus políticas; sus
relaciones
con algunos movimientos populistas en América Latina, como el caso de
Venezuela, tampoco ayudan a acercarlos a Israel; y sus relaciones
conflictivas con
EE.UU. igual provocan cierta incomodidad también entre
los líderes israelíes. De modo
que las relaciones son buenas, pero
existe cierta desconfianza que no caracterizó las
relaciones bilaterales
en décadas anteriores.
- ¿Cómo evalúas el hecho de utilizar un tercer país para poder juzgar a los sujetos
implicados en el atentado a la AMIA?
- Hay que distinguir entre dos planos: uno es el de las relaciones bilaterales Argentina-
Irán, y el otro es el contexto internacional.
Mientras que yo sí puedo ver alguna lógica
detrás de este último gesto
hacia Irán, en el plano de las relaciones bilaterales, me
es difícil
entender el timming de esta decisión argentina, pensando en el contexto
internacional porque, precisamente, en un momento en que los países de
Occidente
ponen presión sobre Irán, este gesto está mal entendido por
muchos en EE.UU., Europa
e Israel, y da la sensación de que la
Argentina, en los últimos años, maneja su política
exterior como si
hubiera dejado cualquier pretensión de jugar un papel de
importancia en
la escena internacional, es decir, está pensando más en las relaciones
bilaterales con un país u otro, en los beneficios que una medida u otra
puede conllevar
para la Argentina, sin tener en cuenta también los
procesos, los sucesos en
la escena internacional.
fuente: Nueva Sion , 2 de Noviembre 2012
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lunes, 5 de noviembre de 2012
ARGENTINA: Los judíos argentinos y el peronismo. Una entrevista al Dr. Raanan Rein de la Universidad de Tel Aviv.
Etiquetas:
ISRAEL,
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