Subido por manolitomucho el 09/12/2011
Chiune Sugihara fue un diplomático japonés que se desempeñó como cónsul del Imperio Japonés en Lituania durante la Segunda Guerra Mundial. Aprovechando la jerarquía de su cargo, pudo ayudar a miles de judíos a salir del país, otorgándoles visados de tránsito para que pudieran viajar al Japón, aún poniendo en riesgo su carrera y la seguridad de su familia. el murio en 1986 A pesar de la publicidad dada en Israel y otras naciones, él seguía siendo un desconocido en su país de origen. Sólamente cuando una gran delegación hebrea de todo el mundo, incluyendo al embajador israelí en Japón, se presentaron en su entierro, sus vecinos se enteraron de lo que este hombre había hecho.
Chiune Sugihara, el japonés que salvó la vida de seis mil judíos
Sugihara
nació el 1 de enero de 1900 en Yaotsu, un área rural de
la región de Chubu en Japón. Nació en una familia de
clase media, su padre era un respetado médico y su madre
era descendiente de la clase samurái. Se graduó en 1919
y su padre quería que también estudiara medicina, pero
él, siguiendo su vocación entró a la Universidad de
Waseda y sacó su título en Literatura Inglesa. Poco
después aprobó un examen para una beca en el extranjero
del Ministerio de Relaciones Exteriores. El Ministerio
lo reclutó y lo asignó a Harbin, en China, donde también
estudió los idiomas ruso y alemán, lo que le ayudó a
apuntalar su carrera diplomática, convirtiéndose más
adelante en Delegado del Japón para los asuntos
Soviéticos.
Más tarde recibió el puesto de Vice Ministro de Relaciones Exteriores en Manchuria, dignidad a la que acabó renunciando, por el simple hecho de no estar de acuerdo con el cruel trato que daban los japoneses a la población china. Ya entonces Sugihara mostraba ser una excepción en el Cuerpo Diplomático Imperial, y un japonés distinto a los demás. Chiune Sugihara prefería obedecer a su conciencia y vivir según sus propias convicciones morales. Cuando volvió al Japón se casó con Yukiko Kikuchi, y poco después, en 1938 fue enviado a la oficina diplomática japonesa en Helsinki, Finlandia.
Más tarde recibió el puesto de Vice Ministro de Relaciones Exteriores en Manchuria, dignidad a la que acabó renunciando, por el simple hecho de no estar de acuerdo con el cruel trato que daban los japoneses a la población china. Ya entonces Sugihara mostraba ser una excepción en el Cuerpo Diplomático Imperial, y un japonés distinto a los demás. Chiune Sugihara prefería obedecer a su conciencia y vivir según sus propias convicciones morales. Cuando volvió al Japón se casó con Yukiko Kikuchi, y poco después, en 1938 fue enviado a la oficina diplomática japonesa en Helsinki, Finlandia.
En marzo de
1939, Chiune Sugihara fue enviado a Kaunas para abrir el
servicio consular. Esta era la capital provisional de
Lituania en ese momento y estaba situada
estratégicamente entre la Alemania nazi y la Unión
Soviética.
Chiune Sugihara apenas se estaba adaptando en su nueva función diplomática, cuando el ejército nazi invadió Polonia en septiembre de ese mismo año. El resultado fue una ola de judíos polacos que decidieron abandonar su país, y que se trasladaron a la vecina Lituania que permanecía neutral. Con ellos llegaron los escalofriantes relatos de las atrocidades alemanas contra la población judía. Los que pudieron escapar, lo hicieron sin posesiones ni dinero, por lo que la población judía lituana hizo todo lo posible para ayudarlos con dinero, ropa y vivienda.
Chiune Sugihara apenas se estaba adaptando en su nueva función diplomática, cuando el ejército nazi invadió Polonia en septiembre de ese mismo año. El resultado fue una ola de judíos polacos que decidieron abandonar su país, y que se trasladaron a la vecina Lituania que permanecía neutral. Con ellos llegaron los escalofriantes relatos de las atrocidades alemanas contra la población judía. Los que pudieron escapar, lo hicieron sin posesiones ni dinero, por lo que la población judía lituana hizo todo lo posible para ayudarlos con dinero, ropa y vivienda.
Antes de la
guerra, la población de Kaunas era de 120.000
habitantes, una cuarta parte de los cuales eran judíos.
Lituania hasta esos momentos, había sido un enclave de
paz y prosperidad para los ellos. La mayoría de judíos
lituanos no eran conscientes del riesgo que corrían,
minimizaban lo que estaba ocurriendo en Polonia, a pesar
de que los mismos refugiados polacos les advirtieron que
estaban siendo asesinados por miles. Es que un hecho
así, en pleno siglo XX, era imposible de creer para los
judíos lituanos, quienes continuaron haciendo su vida
con normalidad.
Las cosas
empezaron a cambiar a mediados de junio de 1940, cuando
los soviéticos invadieron Lituania. Ahora ya era
demasiado tarde para que abandonaran el país.
Irónicamente, los soviéticos permitieron salir sólo a
los judíos que habían llegado de Polonia, pero con la
condición de que se vayan cruzando la Unión Soviética
siempre y cuando los documentos y visados estén en
regla. En 1940, la mayor parte de Europa occidental
estaba bajo el poder de los nazis, a excepción de Gran
Bretaña que se encontraba solitaria. El resto del mundo
supuestamente era libre, pero la mayoría de países
ponían trabas a la inmigración de refugiados judíos, y
ni se diga el peligro que corrían en cualquier lugar de
la Europa ocupada. Los judíos polacos, no tenían a donde
ir. Se habían convertido en parias.
En medio de esta terrible situación diplomática, Sugihara Chiune, repentinamente se convirtió en pieza clave de un desesperado plan de supervivencia. El destino de miles de familias llegaría a depender sólo de él.
En medio de esta terrible situación diplomática, Sugihara Chiune, repentinamente se convirtió en pieza clave de un desesperado plan de supervivencia. El destino de miles de familias llegaría a depender sólo de él.
Más pronto
que tarde empezaron a llegar noticias de que los
alemanes estaban avanzando rápidamente hacia el este
(hacia Lituania). En julio de 1940, las autoridades
soviéticas dieron instrucciones para que, por su
seguridad, todas las embajadas extranjeras abandonaran
Kaunas. Casi todos los consulados cerraron y sus cuerpos
diplomáticos abandonaron Lituania de inmediato, pero
Chiune Sugihara solicitó quedarse en el país, y se le
concedió un permiso de 20 días de estadía. Queria ayudar
de alguna manera.
Hitler iba
tejiendo su red alrededor de Europa del Este y el tiempo
para los refugiados se acababa. Fue entonces cuando a
algunos de los refugiados polacos se les ocurrió un
plan, que de resutar, sería su última oportunidad para
escapar con vida de los nazis: Descubrieron que no se
necesitaba visa para viajar a las islas holandesas del
caribe, Curazao y la Guyana holandesa, (ahora conocida
como Surinam). Por otra parte, el cónsul de Holanda, Jan
Zwartendijk, estaba dispuesto a sellares sus pasaportes
con la visa de entrada. Aún con el pasaporte sellado por
el cónsul holandés, los judíos seguían teniendo un gran
problema. En esa época obviamente no había vuelos
directos al Caribe. Debían salir de Lituania, y para
eso, necesitaban pasar a través de la Unión Soviética.
Otra vez tuvieron suerte, puesto que cónsul soviético
simpatizaba con los refugiados y accedió a dejarlos
pasar, pero bajo una condición: además del visado
holandés, también deberían obtener un visado de tránsito
japonés, ya que obligatoriamente tendrían que pasar por
Japón, en su camino hacia las islas holandesas.
Refugiados polacos en las afueras del Consulado japonés
Una mañana a
finales de julio de 1940, Chiune Sugihara y su familia
despertaron debido al bullicio de una multitud de judíos
polacos, reunidos afuera del consulado. Los refugiados
sabían que esta era su única oportunidad. Sólo si el
consulado japonés les otorgaba visas de tránsito para
pasar por su país, los judíos obtendrían el permiso de
salida de la Unión Soviética. Chiune Sugihara estaba
conmovido por la situación y quería ayudar, pero no
tenía la autoridad para emitir tal cantidad de visas,
sin la autorización del Ministerio de Relaciones
Exteriores en Tokio. Telegrafió a su gobierno en tres
ocasiones solicitando la autorización, pero desde Tokio
se lo negaron tajantemente. Japón no quería recibir
refugiados judíos porque eso sería contrariar a un
aliado como Hitler.
El cónsul Sugihara en su despacho
Después de
las continuas negativas de su Ministerio, el diplomático
japonés consultó la situación con su esposa. Sugihara
debía tomar una difícil decisión. Era ante todo un
hombre criado bajo la estricta disciplina tradicional de
los japoneses. Ahora era un diplomático de carrera, que
de repente tenía que tomar una decisión muy
difícil.Sabía que como funcionario estaba obligado a
obedecer las órdenes del Imperio Japonés, de hecho la
obediencia a su Emperador, era una virtud que le habían
inculcado durante toda su vida. Pero por otro lado su
sangre y sus códigos de samurái le decían que siempre
que sea posible, se debía ayudar a los necesitados.
Sugihara sabía perfectamente que si desafiaba las
órdenes de su gobierno podría ser despedido, deshonrado,
y seguramente sería el fin de su carrera diplomática.
Una situación así le dificultaría mantener a su familia
en el futuro, pero al final decidió hacer lo que le
dictaba su conciencia. Decidió ayudar a esos miles de
refugiados y firmar las visas para que entren a su país.
Sugihara y su esposa Yukiko
Durante 29
días, desde del 31 de julio al 28 de agosto de 1940,
Chiune junto a su esposa Yukiko, se dedicaron a firmar
visas de tránsito a mano. Hora tras hora, día tras día,
durante estas cuatro semanas escribieron, firmaron y
sellaron un promedio de 300 visas diarias. El trabajo
era tan extenuante, que al final del día, su esposa
Yukiko debía masajear las fatigadas manos del Cónsul. Ni
siquiera tenían tiempo de detenerse a comer porque no
quería fallarle a toda esa gente que hacía fila día y
noche delante del consulado. A pesar de toda esa buena
disposición del joven cónsul, algunos judíos estaban tan
desesperados, que empezaron a treparse por las paredes
para entrar al consulado. Algunos de ellos entraron
decididos hasta a besarle los pies para conseguir el
visado, y eso fue algo que impactó al joven diplomático.
El hecho de que un ser humano estuviera dispuesto a
besar los pies de otro para salvar su vida y la de su
familia, le indicaba cuán angustiada estaba esa gente, y
le reafirmaba que estaba haciendo lo correcto. Esa
escena le dio más valor a Chiune, tanto valor que hasta
salió de su oficina y se dirigió a la multitud que
aguardaba afuera del consulado. Los tranquilizó y les
juró que haría todo lo que esté a su alcance para
ayudarlos. A la final les entregó miles de visas (se
dice que al menos fueron seis mil), tantas como le
fueron posible firmar, hasta que los soviéticos le
obligaron a cerrar el consulado y abandonar Lituania.
Hay muchos
testimonios de sobrevivientes que estuvieron ese momento
y fueron testigos de que Chiune Sugihara continuó
firmando visados en papeles membretados de la embajada,
aún cuando estaba dentro del tren, y que "los lanzaba
por la ventana hasta el momento en que el tren partió".
Uno de los visados emitidos por Sugihara
Una de las
últimas cosas que hizo el cónsul japonés antes de
despedirse, y ya con el tren saliendo, fue obsequiarle
el Sello Oficial de visado y bastante papelería a un
refugiado que era su amigo, del cual se dice, también
los usó para salvar más judíos.
Los refugiados judíos que obtuvieron las visas de Sugihara, se dirigieron por tren hasta Moscú y ahí tomaron el Transiberiano hasta la ciudad de Vladivostok, puerto marítimo que queda frente a las costas japonesas. A partir de ahí, la mayoría de ellos se embarcaron hacia Kobe, Japón.
Luego de permanecer en Kobe durante algún tiempo, fueron trasladados a Shanghai, en China. Miles de estos judíos polacos que estaban allí gracias las visas del cónsul japonés, sobrevivieron bajo la protección del gobierno nipón en Shangai. Durante esos meses llegaron aproximadamente unos diez mil refugiados huyendo del holocausto. La mayoría de ellos gracias a Chiune Sugihara.
Consulado de Japón en Lituania
A pesar de
la desobediencia cometida, el gobierno japonés sabía de
las habilidades diplomáticas de Sugihara y que les sería
útil durante el conflicto, razón por la que durante ese
tiempo no fue removido, pero en 1945, cuando la guerra
terminó, automáticamente fue separado del Ministerio.
Toda su carrera diplomática de largos años quedó
truncada, y el ex cónsul tuvo que empezar nuevamente
desde cero.Para mantener a su familia empezó vendiendo
focos de puerta en puerta, de casa en casa, y con suerte
algunas veces se encontraba con cualquier trabajo como
traductor a tiempo parcial. Pensó que con su dominio del
idioma le iría mejor en la Unión Soviética, y este fue
otro reto que tuvo que afrontar, ya que se trasladó sin
su familia en búsqueda de empleo. Las dos últimas
décadas de su vida trabajó como Gerente de una
exportadora en Moscú.
Chiune Sugihara en Little Tokyo, Los Ángeles
El resto de
su vida lo pasó en el más completo anonimato, hasta que
En 1968, Jehoshua Nishri, miembro de la embajada israelí
en Tokio y uno de los beneficiarios de las visas de
Sugihara, finalmente pudo localizarlo. Nishri había sido
un adolescente en 1940, cuando recibió la visa del
cónsul japonés.El grupo de refugiados que sobrevivió
gracias a Sugihara, presentó una petición para su
inclusión en el Museo Yad Vashem. En 1985 Chiune
Sugihara fue nombrado "Justo entre las Naciones", la más
alta distinción que otorga el gobierno de Israel, a
ciudadanos de otros países que ayudaron a los judíos
durante el holocausto.Sugihara estaba demasiado enfermo
como para viajar a Israel, así que su esposa e hijo
aceptaron asistir al homenaje en su nombre. Al ex cónsul
y a toda su familia les concedieron la ciudadanía
israelí perpetua. Sugihara murió el año siguiente, el 31
de julio de 1986.
Ceremonia en su honor en Lituania.
Su viuda con Valdas Adamkus, ex Presidente lituano.
A pesar de
la publicidad dada en Israel y otras naciones, él seguía
siendo un desconocido en su país de origen. Solamente
cuando una gran delegación hebrea de todo el mundo,
incluyendo al embajador israelí en Japón, se presentaron
en su entierro, sus vecinos se enteraron de lo
que este
hombre había hecho.
Fuente: forojudio- REPRODUCIDO EN 'anajnu.chile'
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