Uno, hijo de republicanos, huía de Franco; el otro, hijo de judíos, se escondía de Hitler. Y un matrimonio belga los convirtió en hermanos en 1942.Juan Manrubia Sánchez, Juanito, tenía siete años, y Zenon Fajertag, dos. “La única condición que los Materne pusieron para esconderme en su casa de Bruselas fue que Juanito, que ya llevaba unos años con ellos, estuviera de acuerdo. Así que mi madre y yo esperamos tres horas a que volviera del colegio. Cuando llegó, le preguntaron: ‘¿Quieres tener un hermanito?’ Y él dijo: ‘¡Sí!’ Así fue como me salvó la vida. No sé qué habría sido de mí si no me hubiera quedado con aquella familia. Sí sé que los niños que capturaron los nazis terminaron muy mal, fueron enviados al Campo de Malines, a Auswichtz...”, cuenta hoy Zenon, de 71 años, que luego cambiaría su nombre por el de Zalman Shiffer.
Su
madre, Sara, intentó pagar a los Materne por acoger a su hijo. No hubo
manera. “Le dijeron que no lo hacían por dinero, sino porque era su
deber. Al final, después de mucho discutir, acordaron que mi madre les
llevaría cada día un huevo del mercado negro como pago”.
El
padre de Zalman había muerto un año antes. Sola, y aterrorizada por las
historias que ya comenzaban a oírse sobre lo que los nazis hacían a los
judíos como ella, Sara decidió buscar un refugio para su hijo. “No era
fácil porque el castigo por esconder a un judío era la pena de muerte”,
cuenta Zalman. “Antes que a casa de los Materne, mi madre me había
llevado a un convento. Pero le pareció un lugar demasiado frío, no quiso
dejarme allí. Y entonces le hablaron de los Materne...”.
Louise
y Joseph Materne eran una pareja valiente, convencidos antifascistas, y
sin hijos. Joseph trabajaba en los ferrocarriles y era muy activo en la
resistencia: “Llevaba comida y paquetes, participó en misiones para
derrumbar algún puente”. Probablemente Louise y Joseph pasaron mucho
miedo, pero Zalman nunca lo percibió. “Yo no era consciente de vivir
escondido, ni de correr peligro. Para mí, lo peor de aquella época fue
que, siendo zurdo, intentaron obligarme a escribir con la mano derecha”.
Juanito
no era el primer niño de la Guerra Civil española que los Materne
acogían en su casa. Durante la contienda, 5.000 pequeños españoles
fueron evacuados a Bélgica. De ellos, 3.350 eran vascos, como los dos
niños que los Materne acogieron en 1937. “Volvieron a sus casas cuando
el País Vasco se pacificó”, recuerda Zalman. Y entonces, en marzo de
1939, llegó Juanito.
No
iba solo. Juanito llegó a Bruselas con sus tres hermanas: Paquita,
Dolores y María. “Al llegar a Bélgica los separaron y los enviaron a
cuatro familias distintas, que mantuvieron el contacto para que los
hermanos se vieran. Mi madre también se arriesgó muchas veces para venir
a verme”, prosigue Zalman. A principios de 1944, cuando se
intensificaron los bombardeos de los aliados sobre Bruselas, los Materne
se mudaron a una casa en un pueblo a las afueras y la madre de Zalman,
que había estado escondida en distintos lugares, se unió a ellos.
Al
terminar la guerra, Sara, que entonces pesaba menos de 40 kilos,
recuperó a su hijo. “Despedirme de los Materne fue tan difícil...”,
recuerda Zalman. “El último día me regalaron un reloj con la pulsera de
plástico que aún conservo con mucho cariño”. En 1949, Sara y Zalman
emigraron a Israel. Siguieron en contacto con Juanito hasta los 14 años,
incluso se fueron juntos a la playa alguna vez, pero terminaron
perdiendo el contacto.
“Volví
a Bélgica en 1965, pero mis familiares me dijeron que los Materne
habían muerto y que Juanito había regresado a España con su familia”.
Zalman volvió a Israel, donde se convertiría en un reconocido
economista, convencido de que encontrarle era imposible puesto que ni
siquiera sabía sus apellidos españoles. Y no lo intentó más.Hasta que un
día, en 2010, pensó que podía usar Internet para lanzar un anuncio de
búsqueda con el título Help me find Juanito y la esperanza de que
alguien se reconociera en él o le aportara pistas sobre el paradero de
su hermano mayor.
La
historia llegó a oídos de la Fundación Raoul Wallenberg, dedicada a
difundir el ejemplo de un diplomático sueco que durante la II Guerra
Mundial salvó a muchos judíos de los campos de exterminio nazi y que
concede la distinción de “justos entre las naciones” a quienes
arriesgaron su vida para salvar las de judíos. La fundación se implicó
en la búsqueda y descubrió que Juanito había sido adoptado legalmente
por los Materne y tomado sus apellidos; que en 1965, cuando Zalman fue a
Bélgica, seguía allí, en la misma casa en la que ambos habían
convivido. Y que, desgraciadamente, había muerto en 2003. “Enterarme de
aquello fue como recibir una patada en el estómago”, dice Zalman.
“¡Pensar que se había quedado en aquella casa, que había estado en la
misma ciudad sin verle...!”.
Zalman
sí pudo conocer a los tres hijos de Juanito y a su hermana, Paquita,
que le recordaba mucho mejor que él a ella y que, llamándose Paquita, no
hablaba nada de español. Lo había olvidado. El periodista Henrique
Cymerman recoge este reencuentro en el documental Juanito, que acaba de
proyectarse durante el programa Convivencia que organiza el Centro
Sefarad de Madrid para promover la solidaridad entre culturas.
“Juanito y yo éramos parte de la misma cosa, el mismo bando: el de los
perseguidos”, explica Zalman. “Yo no sé si en las mismas circunstancias
habría hecho lo mismo que los Materne. La gente en situaciones extremas
hace cosas extraordinarias”.
FUENTE: http://politica.elpais.com/politica/2012/03/17/actualidad/1332015879_580723.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario