QUISIERA
Quisiera verte un día con tu figura altiva
Erguida, sobre el caos que tu vida signó.
Que tu vestido níveo no acuse en su blancura
ni sangrientos desgarros, ni huellas del dolor.
Para que al verte otros, no sospechen siquiera,
por el mar de tinieblas que tu vida pasó
Quisiera que tu cuerpo de magnífica esencia,
ostente cicatrices, producto del horror.
Para que nunca olvide tu sabia inteligencia
la angustia que pasaste, y sepas decir: ¡¡No!!...
Quisiera que tus brazos unan en tu regazo,
a aquellos hijos tuyos con palabra de honor.
Para que juntos puedan subirte nuevamente
a ese plinto de gloria que el esfuerzo creó.
Que florezca en tus manos otra vez la armonía.
Que juegue a tu reparo la niñez, su dulzor.
Que tus jóvenes sepan, que con esfuerzo digno
pueden echar raíces, sin rabias, sin temor.
Que margines por siempre a los sádicos lobos
que con pieles de oveja te quieran engañar.
Que sepas alejarte del siniestro veneno
portador de miseria, de hambre y necedad.
Para que pueda toda tu extensión dolorida
cubrirse, con el manto piadoso de la Paz.
Quisiera verte “Patria”, espartana y altiva,
enarbolando alto, tu Bandera de amor.
Que se prodigue en fábricas, escuelas, facultades,
ese caudal de luces que brilla en tu interior.
Y quisiera que sepas, que muchos de tus hijos...
¡Aún gritamos “Presente”… para salvar tu honor!
Ana María Sanchis
La autora es poeta y educadora argentina,colaboradora de
publicaciones impresas y digitales de literatura y cultura.
Quisiera verte un día con tu figura altiva
Erguida, sobre el caos que tu vida signó.
Que tu vestido níveo no acuse en su blancura
ni sangrientos desgarros, ni huellas del dolor.
Para que al verte otros, no sospechen siquiera,
por el mar de tinieblas que tu vida pasó
Quisiera que tu cuerpo de magnífica esencia,
ostente cicatrices, producto del horror.
Para que nunca olvide tu sabia inteligencia
la angustia que pasaste, y sepas decir: ¡¡No!!...
Quisiera que tus brazos unan en tu regazo,
a aquellos hijos tuyos con palabra de honor.
Para que juntos puedan subirte nuevamente
a ese plinto de gloria que el esfuerzo creó.
Que florezca en tus manos otra vez la armonía.
Que juegue a tu reparo la niñez, su dulzor.
Que tus jóvenes sepan, que con esfuerzo digno
pueden echar raíces, sin rabias, sin temor.
Que margines por siempre a los sádicos lobos
que con pieles de oveja te quieran engañar.
Que sepas alejarte del siniestro veneno
portador de miseria, de hambre y necedad.
Para que pueda toda tu extensión dolorida
cubrirse, con el manto piadoso de la Paz.
Quisiera verte “Patria”, espartana y altiva,
enarbolando alto, tu Bandera de amor.
Que se prodigue en fábricas, escuelas, facultades,
ese caudal de luces que brilla en tu interior.
Y quisiera que sepas, que muchos de tus hijos...
¡Aún gritamos “Presente”… para salvar tu honor!
Ana María Sanchis
La autora es poeta y educadora argentina,colaboradora de
publicaciones impresas y digitales de literatura y cultura.
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