viernes, 26 de febrero de 2010

Los hermanos Castro asesinan otro reo de conciencia






por Antonio José Ponte

Miembro del Comité de Patrocinadores de la revista de poesía Arquitrave y subdirector del Diario de Cuba

La muerte de Orlando Zapata Tamayo fue anunciada desde hace mucho tiempo. Durante casi tres meses, el reo de conciencia ejerció su derecho último a la huelga de hambre. Había sido encausado por una causa insostenible en cualquier país relativamente democrático y, ya dentro de la cárcel, sufrió vejaciones y golpizas. En marzo del año pasado debió ser sometido a una operación por el coágulo cerebral producido a golpes por sus carceleros. Su libertad, en suma, fue coartada hasta tal punto que el único modo de protestar que le quedó fue la huelga de hambre.

La decisión de que esa huelga terminara en muerte debió ser estimada concienzudamente por las autoridades cubanas. Pues no vale la excusa, tan socorrida para el régimen castrista, de desconocimiento. No vale el que ahora se procuren un jefe intermedio a quien culpar de ineficacia. No vale el cuento del carcelero ensañado con el preso, ni el cuento del fallo de interpretación en la cadena de mando. Tales mentiras no funcionan desde el momento en que lo ocurrido a Zapata Tamayo fue motivo de discusión en diversas citas internacionales.

La semana pasada, 40 presos políticos cubanos habían pedido la intercesión del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que visitaría Cuba. Y, muy especialmente, pedían que se interesara por la suerte de Orlando Zapata Tamayo.

Por esos mismos días, el congresista demócrata por Nueva Jersey, Albio Sires, reclamó a Hillary Clinton, secretaria de Estado, y a la representante permanente de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, que examinaran y monitorearan el caso. Asimismo, la senadora cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen, republicana de mayor rango dentro del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, dirigía una petición al papa Benedicto XVI en el mismo sentido.

Hace tan sólo una semana, las conversaciones celebradas entre Cuba y España trataron "sin ningún tipo de restricciones" (según afirmó el portavoz de la cancillería española) acerca de este caso. Y los representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, de la Asamblea Nacional del Poder Popular y de la Fiscalía General de la República de Cuba, quienes constituían la parte cubana en esa cita, escucharon hablar del tema.

Contando con todos estos avisos, las autoridades cubanas debieron decidir la muerte del albañil negro de Banes a quien habían sentenciado por desacato, desorden público y desobediencia. De lo contrario, de haber querido evitar su fallecimiento, se hace difícil creer en una chapucería tan grosera dentro de un sistema que resulta, probadamente, el mayor logro del régimen revolucionario (no la sanidad ni la educación publica): la maquinaria policial-represiva. De haberlo querido con vida, queda hoy en entredicho el tan publicitado sistema sanitario del país.

Más probable resulta la hipótesis de que ambos dictadores hermanos aceptaron el reto que les tendía un preso. Tratándose de un asunto de soberbia, ni el gobierno estadounidense, ni la Santa Sede, ni el gobierno de España, ni toda la opinión pública internacional, se interpondrían. Ninguna protesta vendría a menoscabar la total impunidad con que medran los carceleros Fidel y Raúl Castro.

¿Cuánto pesa un huelguista de hambre muerto cuando se tiene la eterna coartada del bloqueo estadounidense? Las coartadas de libertad e independencia nacional, perfectamente comprobadas por el régimen desde hace medio siglo, han de prestarse ya a tapar este escándalo. Y, una vez más, se le abrirá expediente al asesinado, inventándole alguna misión de inteligencia estadounidense o destino parecido.

Mientras escribo estas líneas ocurre un fuerte movimiento policial alrededor del funeral de Zapata Tamayo. Se producen detenciones y golpizas. La maquinaria represiva no puede estar de duelo cuando más trabajo tiene por delante. Pues la muerte de un preso político no es, para ella, el final de un caso, sino el inicio de otros muchos.

Ojalá que, en contra de los designios de esa maquinaria, el ejemplo de Orlando Zapata Tamayo consiga despertar la indignación internacional y reste a diplomáticos y mandatarios extranjeros (pienso en España, especialmente) el montón de excusas con que intentan disculpar la falta de libertades dentro de Cuba.


fuente: mensaje enviado por Harold Alvarado Tenorio


Tras 86 días de huelga de hambre ha
muerto el preso político cubano
Orlando Zapata Tamayo, confirmaron
a ELMUNDO.es fuentes de la

disidencia interna de la isla.


* Es el segundo disidente cubano que muere tras una huelga de hambre
* El exilio reacciona: 'Los dictadores Fidel y Raúl son responsables'


por Rui Ferreira Miami

En una grabación que la oposición ha enviado a la prensa, la madre del opositor acusa al gobierno de la isla de haber asesinado a su hijo.

"Ya asesinaron a Orlando Zapata Tamayo, ya acabaron con él, a las tres de la tarde de hoy [martes]. Esto ha sido un asesinato premeditado y sólo me queda dar las gracias a todos los países que lucharon para que no muriera", dijo, visiblemente afectada, Reina Luisa Tamayo.

Zapata Tamayo, de 42 años, falleció en el Hospital Hermanos Ameijeiras y es el segundo opositor cubano que fallece tras una huelga de hambre en la cárcel. El primero fue Pedro Luis Boitel, a inicio de los años 60 del siglo pasado.

"Lograron lo que ellos querían. Acabaron con la existencia de un luchador por los derechos humanos, añadió la madre del opositor.

Zapata formaba parte del grupo de los 75 disidentes condenados en la primavera del año 2003 con penas de hasta 28 años de cárcel, aunque, en su caso, la acumulación de penas por "desobediencia, desacato y protestas a favor de los derechos humanos" le acarreó una condena de hasta 36 años de prisión.

El disidente inició la huelga de hambre después de que el Gobierno se negara a aceptar sus demandas, entre ellas, vestir la ropa blanca de disidente y no el uniforme de recluso común. Además, protestó por las condiciones en que se encuentran los presos políticos y se negó a comer el rancho que provee el penal para, en su lugar, alimentarse sólo de la comida que, cada tres meses, le llevaba a la cárcel su madre.

Desde febrero, Zapata Tamayo fue sometido periódicamente a un tratamiento con suero, para la hidratación de su organismo, al tiempo que alertó sobre el hecho de que si muriera, el gobierno intentaría responsabilizarlo.
Reacciones

Las reacciones en el exilio cubano no se hicieron esperar. La radio local interrumpió las trasmisiones para informar de lo sucedido, cuyo desenlace era esperado desde el fin de semana, cuando se hizo evidente su deterioro físico y las autoridades lo trasladaron hacia la capital del país y no dejaron que su madre lo viera.

Uno de los primeros en reaccionar fue el diputado federal Lincoln Díaz-Balart. "A la señora mamá de Orlando Zapata Tamayo, a toda su familia, amigos y compañeros de lucha, mi emocionado y sincero pésame. Como Pedro Luis Boitel, el mártir Orlando Zapata Tamayo forma parte ya de la más gloriosa historia de Cuba. Su asesinato por el tirano Fidel Castro y sus cobardes carceleros jamás será olvidado, ni prescribirá. Su sacrificio no será en vano y será recordado con infinito honor por la Republica de Cuba, por los siglos de los siglos", dijo el legislador federal.

Según la diputada federal Ileana Ros-Lehtinen, "es triste señalar que la trágica muerte de Zapata Tamayo a manos del brutal régimen castrista haya ocurrido un día antes del aniversario de la muerte de otras cuatro víctimas de la dictadura de Castro, los pilotos de Hermanos al Rescate".

Para Ramón Saúl Sánchez, del Movimiento Democracia, "los dos dictadores cubanos, Fidel y Raúl Castro, son directamente responsables de la muerte de este hombre porque en prisión le fue extendida su sentencia hasta 36 años, sin que cometiera ningún acto que lo justificara".

"Es un golpe muy grande para la oposición cívica cubana, se ha dejado morir a un hombre que reclamaba que le respetaran sus derechos. Pero (su muerte) es un compromiso para redoblar los esfuerzos hasta que termine el régimen criminal que hay en nuestro país y que ha causado tantas muertes", dijo Sánchez.

Zapata fue detenido en la calle el 6 de diciembre del 2002 por agentes de la policía política cubana

El Directorio Democrático Cubano lamentó igualmente el fallecimiento y dijo que Zapata Tamayo murió "asesinado por el régimen castrista que se negó a garantizarle sus derechos básicos".

"Los abusos cometidos contra Orlando Zapata Tamayo comprueban que la tortura y el terror contra el pueblo son políticas de estado bajo el régimen castrista. Esta muerte es una prueba de la práctica del terrorismo de Estado" señaló Janisset Rivero, Secretaria Nacional Adjunta del Directorio.

Zapata Tamayo nació el 15 de mayo de 1967 en Santiago de Cuba. Era albañil y plomero y perteneció al Movimiento Alternativa Republicana.

Estuvo recluido en la prisión de máxima seguridad de Guanajay, en Ciudad de la Habana, después de haber sido detenido en la calle el 6 de diciembre del 2002 por agentes de la policía política cubana, acusado por el supuesto delito de Desacato.

Fue excarcelado el 7 de marzo del 2003, pero detenido nuevamente el día 20 del mismo mes cuando participaba en un ayuno junto a la licenciada Martha Beatriz Roque Cabello y cuatro personas más. Fue enjuiciado el 18 de mayo de 2004 y condenado a tres años de prisión.

Cumplía su condena en la cárcel de Guanajay, provincia de La Habana, hasta que el 15 de enero del 2005 fue trasladado para la prisión Taco-Taco, en la provincia de Pinar del Río.


foto EFE-

TEXTO EFE- DIARIO EL.MUNDO.COM - 24 febrero 2010

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