domingo, 21 de febrero de 2010

Ian Welden desde Copenhague, Dinamarca


Milagro
LA VENGANZA DE LA PALTA



Hacía tiempo que la venía contemplando. Estaba ahí en la
vitrina del mercado entre muchas otras frutas y verduras,
verdecita ymadurando tranquila como una adolescente en
celo. Finalmente decidí comprarla. La lleve rápidamente
a mi casa y la ataqué desesperado con mi magnífico cuchillo
de cocina.
Sólo quedaron el cuesco y las tristes cáscaras.
Planté la semilla con sumo cuidado en un macetero y la
puse al sol en mi ventanal junto a mis tres soberbios
rojos.
Al mes brotó un tallo minúsculo e ingenuo. A los dos meses
ya tenía pequeñas hojas.
A los tres meses se había transformado en un bello arbol
de un metro de altura.
Y ahora que ha transcurrido un año me arrepiento
profundamente de haberme enamorado de ella.
La monstruosa criatura no me deja caminar por la casa.
Ha invadido todos mis viejos rincones. Devoró a mis amados
cardenales. Sus raíces se arrastran por mis pisos, mis muebles,
mi cama y mis mantas. Debo dormir a la intemperie de pié en
el balcón.
Y acumula arena polvo y tierra. Mi alfombra está cubierta de
hierba silvestre y han brotado nuevos árboles. Pequeñas
manadas de búfalos, jirafas y leones pastan en mi cocina.
Dos diminutos seres humanos, un macho y una hembra,
deambulan por un jardín exótico y muy hermoso. Están
totalmente desnudos. Él es alto y tiene músculos muy
abultados y visibles.
Su cuerpo está cubierto entero por vello oscuro. Ella es
pálida y frágil y su figura voluptuosa es coronada por una
cabellera larga y dorada como los rayos de su diminuto sol.
Han aparecido nubes de vapor en el techo y de entre ellas se
escucha una muy clara voz masculina que le habla a la
pareja con una vocecita de trueno, muy severa, en un
idioma desconocido para mi.
Extrañamente la pareja se alimenta de frutas y verduras
pero jamás se acercan a un hermosísimomanzano que crece
en el centro del jardín cargadodedeliciosos frutos rojos
como rubíes.
Parecen no conocer el fuego ni tener noción de la muerte.
Son como dos niños candorosos y juguetones.
En el manzano vive una serpiente que se dirije
constantemente a la mujer. Me da la impresión de que
intenta seducirla. El hombreno se ha dado cuenta de esta
situación.
Las fieras y los humanos, las aves y los peces -porque
también ha aparecido un pequeño océano en este singular
mundo en mi departamento- viven en plena armonía. No
son agresivos y curiosamente parece que todos son
omnívoros.
Yo observo esto ahora atrapado en mi buhardilla.
Los humanos se han acercado al manzanito y se ha
establecido un dialogo entre ellos y la serpiente.
La hembra saca una fruta, come de ella y se la entrega
al macho.
Él termina de comérsela.
Oh! El cielito se oscurece y hay minúsculos truenos y
relámpagos y se escucha la voz severa desde las nubes.
Los humanos corren despavoridos y se ocultan tras una
frondosa higuera.
La voz se transforma en un rugido casi animal, como el
de un padre desobedecido y encolerizado.
Otro ser humanoide con pequeñas alas blancas y una
espada de fuego en sus manos persigue a la pareja y los
obliga a marcharse hacia un vasto sector árido y hostil.
Van llorando.
El ser alado se instala en la entrada del jardín y hace
guardia devorando a una hermosa palta.
Y planta con sumo cuidado la semilla en la tierra.

Ian Welden
Copenhague, Dinamarca.

ian.welden@mail.dk

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Ilustración de Maritza Álvarez
Villa Alemana, Chile.

martitza_alvarez_vargas@hotmail.com
http://verbal-maritza.blogspot.com/

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