sábado, 21 de agosto de 2010

«Los más grandes compositores del mundo son Bob Dylan, Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat»





Núria Martorell
Periodista

El cantautor y rockero argentino León Gieco abraza la música como un viaje sin fronteras. Y su destino (y objetivo) ha sido siempre dar visibilidad a las injusticias. El artista repasará mañana por la noche (jueves 8 de julio) en el escenario natural de Lanuza, en el valle de Tena (Huesca), sus cuarenta intensos años de trayectoria, marcados por las vicisitudes y regímenes políticos que ha atravesado su país.


07/07/2010

El autor del megahit Sólo le pido a dios es el encargado de abrir el Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur, en el marco de una gira musical que le permite promocionar su nueva faceta cinematográfica. Se trata de la película que ha dirigido, titulada MundoAtlas, una emotiva road movie en la que recorre Argentina actuando con músicos discapacitados y en la que ha estado embarcado los últimos años.



Esta entrevista tiene lugar minutos previos a la semifinal del Mundial de Fútbol que enfrenta a España y Alemania. Y sabiendo lo futbolero que es el músico, la primera pregunta resulta inevitable:



¿Te atreves con algún pronóstico?



“Buf, qué sé yo. Pronostiqué que Alemania ganaba a Argentina 4 a 0 cuando mi hija se disponía a preparar un asado para festejar ese triunfo de nuestra selección que no llegó… Así que no, no me atrevo. Lo que está claro es que va a ser un partido muy interesante.



Primera curiosidad sobre tu actual gira: ¿Por qué completas los recitales con proyecciones de distintos momentos de la historia de Argentina, el golpe militar, la llegada de la democracia, el neoliberalismo y el actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner?



Pensé que era la mejor forma de ilustrar ese bloque de piezas que canto de esas épocas en concreto. Interpreto las primeras canciones que compuse y la inspiración para crearlas surgió de dos cosas fundamentales: el movimiento del rock argentino y el momento político que viví. Yo tenía 18 años y sufríamos una dictadura militar más o menos suave así que todos queríamos que volviera Perón de España. Todos estábamos muy politizados y yo me politicé con la canción. Fue como un despertar en mí. Nunca había compuesto ninguna canción antes… Y me parecía interesante reproducir en los conciertos imágenes del rock nacional y la catástrofe política de aquella época.



¿Y qué más incluyes en el repertorio? Porque tu último disco, Un León D-mente, te ha salido muy heavy… [lo grabó en el 2009 con la banda de rock D-mente, y la revista Rolling Stone lo destacó como uno de los mejores 50 discos de ese año].



La presentación de este disco es un show aparte, sí. Aquí vengo con mi grupo tradicional para interpretar toda mi historia. Estoy con una banda muy ecléctica que toca rock, folklore y hasta tango.



De hecho, en Buenos Aires este último compacto lo presentasteis como teloneros de Metallica. ¿Qué tal la experiencia?



Acabábamos de sacar el disco y tocar con Metallica nos proyectó un montón: fue uno de los discos más vendidos. Tuvimos la experiencia de tocar para 50.000 personas dos días en el estadio de River Plate de Buenos Aires. Y luego los Metallica nos llamaron al camerino para sacarse una foto con nosotros, ¿te imaginas? Resulta que les habían explicado que yo era como el Bob Dylan nacional, el cantante que se atreve a tocar solo con la guitarra ante toda una cancha de fútbol, y dijeron ‘nos encantaría conocerle’.



Precisamente te iba a preguntar qué tal llevas que te digan el Bob Dylan argentino…



Perfectamente, claro. Gracias a Bob Dylan agarré mi armónica y compuse mi primera canción. Andaba en mi pueblo con mi bicicleta, con 13 años, y escuché en la propagadora (entonces no existía la radio) una canción en inglés que me emocionó tremendamente, pero cosas de pibe: no fui a averiguar quién la cantaba. Siete años después la volví a escuchar en una tienda, me compré el ‘simple’ (con dos canciones) de los Birds, en la que cantaba Mr. Tambourine y al día siguiente volví para pedirle que me vendiera todo lo que tuviera de ese grupo. Me dijo que no tenía más que eso, pero sí algo del autor de la canción. Así que me fui con el disco de Dylan The Freewheelin’ y su Blowin’ in the wind me flasheó. Mi canción Hombre de hierro más que ser una clara influencia de este himno es directamente un robo. Es muy parecida, pero mi letra era sobre la política de Mendoza, de cuando los militares reprimieron violentamente a un grupo de maestras. Fue la tapa de una olla que se destapó. Ahora ya llevo más de 40 discos grabados…



¿Y es cierto que a su perro le ha puesto Dylan de nombre?



Claro. Es el único Dylan con el que puedo estar hablando (risas). En realidad, tuve contacto con Bob Dylan gracias a Pete Seeger. En ese encuentro Dylan me regaló una armoniquita que se la sacó al mánager y me preguntó cómo me lo hice yo para grabar con Seeger. Recuerdo que entonces Dylan llevaba el Óscar que ganó pegado al teclado.



Es que su currículo quita el hipo... Pocos pueden contar que han tocado con el citado Pete Seeger, con Bruce Springsteen...



Y he compartido discos con Milton Nascimento, Mercedes Sosa, Gilberto Gil… He compartido escenario con Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Luis Eduardo Aute, Carlos Núñez (con el que también grabé)…Con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés…Ahora mismo vengo de tocar con Joan Baez en el Lincoln Center. Cada personaje responde a su determinado país… Pero sí puedo decir que después de todas estas colaboraciones los más grandes compositores del mundo son Bob Dylan, Silvio Rodríguez y Joan Manuel Serrat.



Su nombre estará eternamente ligado a Solo le pido a Dios, hit que cantaron desde Mercedes Sosa hasta Ana Belén. Cuando a compusiste, ¿eras conciente de la trascendencia que acabaría teniendo?



No, no. En realidad los autores que dicen ‘acabo de componer un himno’ nunca lo aciertan porque es la gente que lo transforma en un himno. Eso sí, la única persona que lo antecedió, que lo vaticinó, fue mi papá, un cantante alcohólico y un personaje divino que me incitó a que me fuera a Buenos Aires para que yo cumpliera su sueño y viviera lo que él hubiera querido que fuera su carrera. Tuve la oportunidad de llevarle de gira y conocer varios países hasta que murió de alcoholismo. Cuando la compuse, en el 78, no tenía editorial ni se promocionó con ningún videoclip, pero fue absorbida por un montón de cantantes que hicieron cientos de versiones en muchos idiomas. Aún ahora sigo firmando autorizaciones para que la letra figure en libros de lectura de muchos países.



Con el lío de la Guerra de las Malvinas y tras el bombazo que supuso que Mercedes Sosa la cantara, los ingleses te negaron el visado para actuar en Londres “por antibelicista”, ¿verdad?



Sí, pero tuve mi venganza cuando un grupo danés, creo que se llamaba Ouladish, la grabó en inglés, hizo un videoclip y estuvo cuatro meses en las listas de los más vendidos en Londres.



Estás aprovechando esta gira por España para presentar la película Mundo Atlas, un documental en el que se te ve de gira con artistas con diversas discapacidades. ¿Qué tal acogida está teniendo?



Buenísima. Anoche se quedó gente fuera en Casa América de Madrid. Ahora buscamos a un distribuidor que la edite en DVD. El filme ha tenido 35 premios y ya es el documental más premiado en Argentina, lo que me llena de satisfacción porque es la primera vez que hago cine. En realidad, es una película, un libro (escrito por dos terapeutas) y 12 capítulos de televisión que ha emitido el canal Encuentro (siete de ellos ya han sido premiados). Ah, y también una gira. En Argentina hemos hecho entre 25 y 30 conciertos y ahora nos encantaría venir aquí con este otro grupo que tengo con estos músicos discapacitados.



La discriminación en ocasiones es discriminada, pero como esta película es feliz, simpática y muy alegre, y tiene tan alto grado de humanidad, la gente sale encantada y hasta llorando de felicidad, pensando que todo es posible; que todo se puede.



Tengo entendido que todo empezó a raíz de un encuentro. Cuando Pancho, un hombre sin piernas ni brazos, te preguntó qué tenía que hacer para ser tan famoso como tú y entonces le sugeriste que aprendiera a tocar la armónica y cantar.



Así es. Pancho tenía 15 años cuando vino a mi camerino en una silla con marchas que manejaba con un pedacito de brazo. Yo le regalé la armónica y le dije: ‘Este instrumento vos lo podéis tocar’. A la semana estaba actuando conmigo y tocando Sólo le pido a Dios. Salimos en un programa de televisión con un teléfono para recaudar donaciones y no veas… recuerdo que un español se sensibilizó y nos envió un minibús de 100.000 dólares de la Mercedes Benz española y pensamos que esto era ya demasiado.



Cuenta, cuenta. ¿Qué más pasó?



Unos seis años después al entonces presidente Néstor Kirchner, marido de Cristina, se le ocurrió que tenía que abrir el Salón Blanco donde juran todos los presidentes y le escuché decir que como habían jurado tantos atorrantes sería bueno que vinieran a tocar músicos para amnistiar un poco el lugar, así que empezaron a montarse recitales para los que allí trabajaban que luego emitían por el canal estatal. Tocó mucha gente. Pancho entonces quiso conocer al presidente y no se cómo lo consiguió pero Néstor acabó cometiendo el error de darle ¡su teléfono privado! No paraba de molestarle y me pidieron que le organizara algo a Pancho. Así fue como se me ocurrió montar una banda con todos los artistas con discapacidades que después de él había conocido. Los llamé a todos y pudimos hacer nosotros un Salón Blanco diferente. Lo pasaron por televisión y el impacto que produjo a la gente y al presidente mismo fue bestial. Fue entonces cuando el presidente del Instituto de Cinematografía argentina me dijo que debíamos trasladar esta historia al cine. Y nos enrolamos en una increíble gira que acabó siendo este documental. Fueron semanas intensísimas: compusimos canciones nuevas, dos de los músicos se casaron, sí, ¡un casamiento de integración!



Y más recompensas tangibles: con todo lo recaudado habéis financiado una sala del Hospital Garraham para atender a las familias de los discapacitados más pobres. ¿Es este quizás el mejor premio?



Sin lugar a dudas. Con el dinero recaudado podemos atender a las madres de estos chicos con tantas carencias que no pueden pagarse un hotel. Tienen habitaciones confortables y lo mejor, una cocina enorme.



Perteneces a la segunda generación del rock argentino junto a Charlie García. Y tuviste la suerte de que Gustavo Santaolalla te produjera tu primer disco. ¿Qué recuerdas de esos años?



Tuve la suerte de conocer a Santaolalla y estudiar guitarra con él cuando se hizo famoso con el grupo Arco Iris gracias a la canción Mañana campestre, un tema hermoso que sonaba un montón. Entonces yo trabaja de noche como telexista internacional (lo que existía antes del invento del fax). Y cuando en un programa de radio escuché que él enseñaba música vi que era mi oportunidad. Las clases consistían en escuchar a grandes como Bob Dylan, Cat Stevens, etcétera, pero yo le conté que había compuesto algunas canciones. Las escuchó y le parecieron perfectas, así que acabó involucrándose en lo que fue su primera producción. Fue una época de locura. Y también infame. Todos soñábamos con la vuelta de Perón y empezamos a ser reprimidos y luego llegó el militarismo. Me prohibieron sonar en la radio, en la televisión y me amenazaron de muerte por teléfono, así que nos fuimos con mi familia a Bogotá, México, Venezuela… Y también a España. Era al año 79 y su color era muy gris porque había salido de una larga dictadura. Me fui entonces a Italia, regresé a Argentina y en el 86 de nuevo en España y ¡cómo había cambiado! Picasso la había agarrado y pintado toda de colores. Realmente floreció.



Otro gran mérito tuyo ha sido la recuperación del folklore argentino. ¿Cómo se te ocurrió?



Con Gustavo en el 85 recorrimos el país recopilando la música más étnica del país. No la más folklórica, porque ésta ya se escucha en los festivales, sino la más étnica: la que hace la gente que se instala en el monte o en ciudades chiquititas muy alejadas de la capital y que van haciendo esta música tan maravillosa. Ellos se convirtieron en nuestros maestros. Publicamos cuatro discos y 50 horas de vídeo. Es un material que está en todos los colegios. Recuerdo que cuando nos embarcamos en esta aventura los periodistas nos dijeron que éramos unos alcohólicos y drogadictos, y cuando recuperamos el prestigio y la compañía de discos se dio cuenta de que podía convertirse en el material comercial que ha acabado siendo fue muy gracioso. Entonces nos preguntaban cómo lo hicimos para salvaguardar la cultura, y nosotros respondimos que siendo unos borrachos y cocainómanos.



Una pregunta delicada: ¿Cómo te explicas que un artista de tu nivel, con la repercusión y prestigio que tienes en tu país, no seas más famoso en España?



No es un problema de los españoles sino mío. Porque cuando Ana Belén grabó Sólo le pido a Dios y tuvo un éxito tan increíble, si hubiera venido a promocionarme todo hubiera sido distinto. Sería como Andrés Calamaro. Porque cuando uno quiere vender un producto (los músicos no dejamos de elaborar productos) tiene que hacer prensa e insistir en la promoción. Y yo no lo hice porque tenía mucho trabajo en Latinoamérica y no el dinero suficiente para ir viniendo a España. Pero lo prefiero así…



Quizás hubiera sido oportunista, ¿no?



Claro. Ahora es mucho más lindo. Llevo tres años haciendo mini giras en España y cada vez tengo más propuestas. El mismo festival Pirineos Sur que me ha programado tiene una parte ideológica interesantísima que consiste en invitar a todas las naciones que festejan el bicentenario de la independencia de España. Es más hermoso venir a algo así que insistir en una cosa especulada.



De todas maneras no eres el único. La cantante Soledad Pastorutti, por ejemplo, también es casi una desconocida para muchos españoles. ¿No te parece injusto?



Bueno. Cada uno tiene su propia historia. Ella acaba de ser madre.



Y una última cuestión. Me gustaría que nos ampliaras esta frase tuya: “Latinoamérica es la única reserva de alimentos que tiene el planeta, pero también es la última reserva espiritual y musical”.



Es que hay tantas tierras vírgenes en Latinoamérica. En Europa, en cambio, todas ya están tomadas. Allí hay tierra virgen para matarse realmente; y hay zonas tremendamente despobladas. Una enorme reserva de alimentos. Y de agua. Hay dos sectores de agua para alimentar al mundo durante cientos de años y la estamos defendiendo de los americanos. Y también es una reserva espiritual y musical porque tiene muchos, todos los colores. Mi país mismo ha estado abierto a todas las colectividades: las 23 provincias que lo conforman tienen su propio folclore, lo que me parece maravilloso. Algo bueno teníamos que tener para compensar tantos asesinatos, genocidios, corralitos…

Núria Martorell
Periodista

fuente: http://www.cancioneros.com/co.php?NM=1647
foto: Diego Levy


Nota del Editor,
agradezco a Cancioneros.com la posibilidad que nos brinda de
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Lic. Jose Pivín
frente al puerto de Haifa
frente al Mar Mediterráneo



1 comentario:

Maritza dijo...

¡TRES GRANDES!!
BUENÍSIMOS!