lunes, 14 de diciembre de 2009

Januca enseña valores universales


Federico Surijon,

Las fiestas que celebramos no son solamente un momento de diversión, marcan también nuestra idiosincrasia, aquellos paradigmas sobre los que fundamos nuestras sociedades. Al festejar, recordamos determinados eventos históricos, sociales o religiosos que nos centran en nuestro estilo de vida y al mismo tiempo son instrumentos de educación para nuestras sociedades en general y para nuestros niños en particular.



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Para la tradición judía, un pequeño haz de luz tiene el poder de disipar una enorme oscuridad. No existe valor más universal que el que la luz nos propone.

Foto: Flavio Raina

El pueblo judío tiene en su haber una serie de festividades a lo largo del calendario anual a través de las cuales uno podría determinar aquellos valores que son pilares de nuestra cultura, tales como el respeto al prójimo, el cuidado de la naturaleza, trabajar para la paz entre los pueblos.
En esta época del año, el pueblo judío se apresta a vivenciar la festividad de Januca. Uno de los preceptos que se exaltan durante Januca, implica el compartir esta celebración con otras culturas (en hebreo: pirsum hanes). Y no es casualidad que esto sea así, puesto que muchos de los valores que son transmitidos durante esta festividad son universales para lograr sociedades armónicas. Es en este espíritu que deseo contarles algunos aspectos de esta celebración tan importante para nosotros.


Las fuentes

Januca significa inauguración, más adelante explicaré la razón de este nombre. Ésta es una festividad judía que se celebra por ocho días y comienza en el día 25 de kislev según el calendario hebreo. Este año la festividad acaece según el calendario gregoriano, entre los días 12 a 18 de diciembre, en algunos años suele coincidir con la Navidad cristiana.


La fuente de esta festividad la encontramos en el Talmud (una obra literaria que recoge las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, la cual se terminó de compilar en el siglo V d.e.c. aproximadamente) y el relato histórico que da origen a la misma, se halla en los libros bíblicos apócrifos de Macabeos I y II.


En Januca, el pueblo judío recuerda los siguientes sucesos: cuando es coronado Antíoco IV Epífanes (175 y 164 antes de la era común) como emperador de Antioquía (Siria), éste decide helenizar al pueblo de Israel, prohibiéndoles continuar con sus tradiciones y costumbres, tales como el Brit Mila (la circuncisión religiosa), la observancia del Shabat (el día séptimo consagrado a Dios), la lectura de la Torá (libro de la ley o Pentateuco), etcétera.

Un grupo de judíos conocidos como los Macabeos, comandados por Matitiau, comenzó a rebelarse contra los soldados griegos, ya que se negaban a hacer actos que iban en contra de sus creencias religiosas. Tuvieron una lucha difícil, eran una minoría combatiendo contra el ejército griego; sin embargo sus estrategias, su convicción y fe, los llevaron al éxito.


Aquí aparece un primer valor universal. Muchas veces “unos pocos” pueden triunfar sobre “unos muchos”. Cuando tenemos verdadera fe en lo que hacemos, podemos lograr lo que sea, incluso prevalecer sobre las circunstancias más adversas. Otra idea que deseo destacar, es que los Macabeos peleaban por un valor justo y muy noble, la posibilidad de la autodeterminación de los pueblos. Cada pueblo tiene el derecho (siempre y cuando no dañe a ningún otro) de manejarse con sus propias leyes y costumbres. A este valor, hoy en día, lo llamamos respeto por la diversidad. Lo antedicho me motiva a contarles que la palabra Januca tiene la misma raíz hebrea que “jinujâ” (educación). La educación es la mejor herramienta que poseemos para promover un mundo basado en el respeto por la diversidad, en el cual ningún pueblo intente dominar o destruir la cultura de otro.


Fiesta de las Luminarias

Pero el heroísmo militar no alcanza para que el pueblo judío, que posee una experiencia histórica milenaria, cree una celebración. En realidad, la tradición habla de un milagro. Cuando termina la guerra, los macabeos ingresan al Gran Templo de Jerusalén que había sido profanado y saqueado por los griegos. Era necesario limpiarlo y ponerlo en condiciones para su reinauguración (de aquí proviene el nombre Januca que, como había adelantado, significa inauguración). Pero los valientes macabeos se encontraron con una dificultad.

La Menorá, un candelabro de siete brazos que debía estar siempre prendido, estaba apagado y sólo había aceite suficiente para encenderlo durante un solo día. Tardarían ocho días en tener listo más aceite apto, lo que hubiera imposibilitado cumplir con el precepto de encenderlo cada día. Sin embargo, ese poquito de aceite que tenían, milagrosamente mantuvo prendida la Menorá durante esos ocho días que necesitaban para conseguir más aceite. Por esta milagrosa razón, es que durante esta festividad se prende un candelabro de ocho brazos, más uno mayor (conocido como Shamash o vela piloto) con el que se enciende el resto de las velas.

En la primera noche, únicamente se prende el brazo mayor y una vela, y cada noche se va agregando una, hasta el último día en el que todo el candelabro se enciende completamente llenando los espacios de luz, conmemorando el milagro del aceite. Por esto, Januca es llamada también Jag Urim (Fiesta de las Luminarias).


La luz posee muchas connotaciones en diferentes culturas, en su mayoría (por no atreverme a decir en su totalidad) cosas buenas y la oscuridad representa todo lo contrario. La luz es conocimiento, es verdad, es bien, es justicia, es vida, es amor, es presencia Divina. Todos aquellos ingredientes que necesitamos emanar de nosotros mismos para que las intenciones de vivir en un mundo mejor no sean simplemente una utopía.

Dice la tradición judia, que un pequeño haz de luz tiene el poder de disipar una enorme oscuridad. No existe valor más universal que el que la luz nos propone. El milagro de Januca representa la habilidad de reavivar la chispa de luz que habita escondida en el alma de cada uno de nosotros, independientemente del credo o cultura a la que adhiramos.


Sostuvimos antes que se agrega una luminaria por día, hasta encender la totalidad del candelabro. A través de esta acción simbolizamos que nuestra función como seres humanos, es dotar cada día de un poquito más de luz al mundo.
Costumbres
En esta festividad se acostumbra a comer alimentos fritos en aceite en recuerdo del milagro, como los ladkes (croquetas saladas de papa y huevo) y sufganiot (donas dulces). Es costumbre que los niños jueguen con una perinola. Esta perinola de Januca tiene cuatro caras, cada una de ellas con una letra en hebreo: las cuatro letras son las siglas de Nes gadol haia sham, lo que quiere decir, “un gran milagro ocurrió allá”. En Israel: Nes gadol haia po, lo cual se traduce como “un gran milagro ocurrió acá”.


En algunas comunidades, se mantiene la costumbre de hacerles regalos a los niños celebrando la alegría de la festividad. Al compartir alimentos, juegos y regalos exaltamos el valor universal de la amistad.
Educación para la diversidad y el respeto por las diferencias, amistad y todas aquellas cosas buenas que simbolizamos con la luz, son valores que la Comunidad Israelita de Santa Fe desea compartir junto a toda la sociedad santafesina a través de la celebración conjunta de Januca. Es por eso que los invitamos a todos al encendido público de la Januquía el jueves 17 del corriente a las 19.30 en la explanada del Teatro Municipal, donde compartiremos también música, bailes típicos de la comunidad judía (Rikudim) y algunos dulces. Felices fiestas para todos (Jag sameaj leculam).


* El autor es jazan (cantante litúrgico) de la comunidad israelita de Santa Fe

Publicado en el Diario 'EL LITORAL' de Santa Fe, Argentina, 12 de diciembre 2009.

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