Leonardo Senkman
A dos semanas de la devastadora represalia aérea de Tzahal en la franja de Gaza y de los ataques con cohetes de Hammas a la población del Neguev, ambos enemigos irreconciliables coinciden en rechazar tanto la iniciativa egipcia de alcanzar un acuerdo como la resolución del consejo de seguridad de la ONU de cese inmediato del fuego.
Desoyendo numerosas voces de la opinión pública Israelí (aun de aquellos que apoyaron el comienzo de la guerra como Meretz) y de amigos en el mundo, el mismo día en que finalizó el mandato presidencial de Mahmud Abas (9 de enero), el gabinete Israeli rechaza el alto del fuego. La intensificación de la guerra amenaza hacerle el juego a la estrategia del Hammas de terminar con la hegemonía de la OLP en el liderazgo palestino. Al contrario del objetivo político de neutralizar el peligro militar del Hammas, la errada estrategia de seguridad israelí de continuar la guerra le ayudará a la organización integrista a usufructuar su aureola de víctima combatiente y la extensión de su hegemonia por toda la desmembrada Autoridad Palestina (AP). El riesgo del desplazamiento político de Fatah constituirá un golpe duro al proceso de paz.
Una vez más, la guerra fue desencadenada sin importar a ambos contendientes de que la línea principal de combate pase por la población civil, a pesar de sus diferencias. Para Hammas, los civiles del Neguev son su objetivo principal de guerra; para Tzahal, en su batalla de defendensa de sus ciudadanos atacados por el terrorismo, las normas del derecho internacional humanitario son secundarias al decidir librar los combates entre población civil palestina.
A los acuciantes dilemas morales que ya están enfrentando los soldados de Tzahal, el gobierno deberá enfrentar ahora dilemas políticos: su actual rechazo de la iniciativa egipcia no sólo elimina la posibilidad de restituir a la AP parte del control del cruce de Rafiah con intervención de observadores europeos, también amenaza de excluir a la AP como interlocutor palestino.
La calculada decisión de Hammas de no reanudar la tregua que vencía el 19 de diciembre debe ser analizada en términos políticos como la intransigente respuesta del ala radical palestina a un negociado arreglo de todo el conflicto a cargo de la AP y la comunidad internacional. ¿O es casual que los primeros Kassam y proyectiles de morteros desde el norte de la franja a Sderot, Netivot y Ashkelon fueron lanzados poco después de que el Consejo de Seguridad de la ONU ratificará la solución de dos estados, apoyado hace tiempo por USA, la Union Europea, Rusia, ONU, con el aval de Israel y de la Autoridad Palestina?
El reciente esfuerzo de solución bi-estatal al conflicto impuesto por la comunidad internacional empezó a ser torpedeado cuando Hammas rechazó la mediación egipcia para dirimir su hostilidad política hacia Fatah y su liderazgo negociador encabezado por Mahmud Abas. Lo precedió la ruptura de Hammas al quasi compromiso alcanzado con Fatah, por mediación del rey Abdullah, de reconocer todos los acuerdos firmados por la Autoridad Palestina con Israel. La expulsión violenta de Fatah en la revuelta armada de Hammas en junio 2007 en Gaza eliminó toda duda de su rechazo a la iniciativa saudita de paz negociada por la Liga Arabe.
La ofensiva de Hammas empezó previamente al fin de la vulnerada tregua de seis meses. Hay que recordar que la ofensiva se intensificó mucho tiempo antes de la imposición de un hermético bloqueo Israelí. Luego de la evacuación unilateral de los asentamientos israelíes en Gaza, Hammas atacaba con cohetes a Sderot, a pesar de que durante un tiempo se abrió el paso de Rafiah con Egipto. Más aun: después de la aplastante victoria de Hammas en elecciones democráticas de la AP en enero 2006, durante cinco meses no hubo bloqueo económico a la franja de Gaza. Sin embargo, continuaron los ataques diarios de cohetes contra la población civil Israeli fronteriza.
Ahora, al cabo de dos semanas de Guerra en Gaza, a nadie sorprende que Hammas rechace la propuesta egipcia para el cese inmediato del fuego devastador.
Desde su triunfo en la revuelta armada contra Mahmud Abas, el mini-estado fundamentalista Hamastan optó por la militarización total de la política de resistencia palestina, cuyo liderazgo acata las órdenes de Jaled Mashal, jefe en el exilio de Damasco. La lucha terrorista y el secuestro de la negociación política son dos caras de esa estrategia instransigente.
Primero, Hammas adiestró, pertrechó y envió a terroristas suicidas a asesinar civiles israelíes; después, atacó con cohetes kassams durante siete años a poblacion civil, aun luego de la evacuación de asentamientos en Gaza.
Finalmente, rompió la tregua que desencadenó la actual Guerra, y cada cohete disparado desde Gaza no sólo apunta contra el millón de civiles del Neguev: por elevación, tambien su objetivo móvil es la cabeza política de la AP. La intransigencia del Hamastan integrista acentúa y culmina una intermitente guerra civil entre los mismos palestinos. Su táctica es simple: mediante la guerra Hammas cree posicionarse mejor ante el electorado palestino, en vísperas de las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales, a consecuencia del fin del mandato de Mahmud Abas
Pero si la decisión de Hammas de no renovar la tregua ni aceptar el alto el fuego de la ONU revela su estrategia militar para relevar a la diplomacia internacional y neutralizar a la política negociadora de Abas, el lanzamiento de misiles contra el Neguev desenmascara la verdadera cara irredentista de sus líderes. A diferencia de la línea de Fatah, que se limita a la reivindicación nacional del retorno de los palestinos de la diáspora, resistiendo la ocupación de Tzahal y de los asentamientos en los territorios de la Cisjordania y Jerusalem Oriental, Hammas cuestiona la legitimidad misma de existencia Israeli en todos los poblados del Neguev. Empezó a disparar contra Sderot y siguió atacando a ciudades de la línea verde como Ashkelon, Ashdod, Kiryat Gat, Beer Sheva, inluídos los kibbutzim de la zona a 40 kms. a la redonda.
Tal estrategia difiere de la AP no sólo políticamente: es una concepción doctrinaria muy peligrosa del Islam radical cuyo objetivo religioso procura la islamización de la causa nacional palestina. Los mass media, -en su simplismo binario y lógica analógica-, presentan aviesamente el núcleo doctrinario de los "milicianos" de Hammas sin mencionar su matices peculiares. Porque a pesar de que reciben apoyo logístico de Irán y de Hezbollah, los integristas de Hamastan no son árabes musulmanes shiitas sino sunitas, y su fundamentalismo religioso no está alimentado por el Islam apocalíptico de los iraníes shiitas (que no son árabes); la motivación de sus sh'aids mártires difiere de los guerrilleros shiitas árabes de Hezbollah interesados, básicamente, en jugar un rol decisivo en el ajedrez político parlamentario del Libano, también de cara a elecciones nacionales. El Hammas, -que nació como movimiento clerical popular en el tejido social de la ocupación israelí de Gaza en 1977 a instancias del sheik Yassin por influencia de la Hermandad Musulmana de Egipto- reaccionó primero contra la hegemonía laica nacionalista de Al Fatah en la sociedad y cultura palestinas. Recién a partir de la primera Intifada en 1987 jugará un rol activo en la violencia anti-israelí: hoy sus líderes prefieren olvidar que en sus inicios Hammas recibió apoyo y pertrechos de los servicios israelíes para enfrentar el liderazgo de Arafat…
Pero luego de ambas Intifadas, al cabo de la violencia suicida de los sh'aidim asesinando israelíes en la línea verde, y a partir de la actual guerra de misiles que la aliena también del mundo árabe moderado, Hammas retrotrae la lucha palestina a su peor época irredentista. En efecto, Hammas reemplaza la lucha armada y política de liberación nacional palestina -que brega por dos estados en coexistencia pacífica-. optando en cambio por una cruzada de guerra a muerte y territorial. Esta islamizacion armada de los "mártires de la fe" del Hammas lanza una cruzada contra todo el estado sionista. Sus enemigos "infieles" somos todos los habitantes del Estado Judio: se engañan quienes pensaban que se iban a limitar a Sderot y no a todo el Neguev occidental. Pero la izquierda antiisraelí engaña premeditamente cuando miente de que estos "mártires de la fe" luchan solamente contra la ocupación de los colonos en Gaza, Judea y Samaria. Su guerra religiosa nacionalista ni siquiera discierne ideológica y políticamente a aquellos habitantes de kibutzim quienes desde hace décadas se arriesgan a formular una convivencia pacifica de vecindad. ¿O acaso la izquierda maniquea, -que ayer canonizaba a los milicianos de Hezbollah y hoy a los "mártires" de Hammas-, fantasean que los hijos de aquellos heroicos defensores del kibutz Negba no van a repeler los misiles kassam con el mismo coraje que mostraron sus padres latinoamericanos para enfrentar los tanques y artilleria egipcios en la Guerra de 1948?
Además, el integrismo del Hammas también pretende acabar con la estrategia negociadora de la corriente central del movimiento nacional palestino. La islamización de su discurso en la sociedad palestina lo aproxima, a pesar de sus diferencias doctrinarias, con el totalitarismo fundamentalista para imponer la Shaaria de movimientos islamicos que combaten a "los infieles" musulmanes en Bangladesh, Afganistan, Pakistan, Sudan, Argelia, Yemen.
Irredentismo antisionista y victimización integrista de su propia población civil complementan la estrategia de lucha del liderazgo en el Hamastan
Ahora bien: el hermético bloqueo y el operativo bélico de Tzahal como represalia por los ataques de misiles a la indefensa ciudadania del Neguev, con la complacencia de Mubarak y de Mahmud Abas (para quien Gaza es una región palestina en rebeldía), aumentan más la popularidad del ala radical fundamentalista palestina.
Una lucha espantosa, pero completamente desigual, se libra en los frentes de las propias casas de civiles del Neguev y en la franja de Gaza.
Tal asimetría del dolor parece darle derecho a los mass media internacionales a desentenderse de la agresión bélica que sufren un millon de israelíes. Cada día que no cesa el fuego, además de heridos y muertos, la poblacion civil del Neguev sufre destrucción de bienes y pánico que paraliza la actividad civil, comercial y educativa de sus poblados y ciudades. La vulnerabilidad física y emocional de los israelíes es ocultada: para los medios, los heridos y habitantes que abandonan sus casas en busqueda de refugios más seguros no merecen compararse con las inermes victimas de Gaza. La inermidad pareciera ser condición exclusiva de los refugiados pobres y débiles: resultaría inverosimil entre los bien alimentados y tecnológicamente avanzados civiles del Neguev.
Esas agencias informáticas, pues, cuando no construyen imágenes esperpénticas de víctimas fatales palestinas se ocupan de trasmitir escenas del horror de una sola "categoría" de víctimas, las cuales únicamente ellas merecerían compasión: las "otras" mejor dejarlas a un costado ya que podrían interpelar al espectador poniendo en entredicho la insuperable capacidad ofensiva de Israel.
Unas, serían imágenes arrebatadas de la "massacre genocida", transformadas en íconos mediáticos para denunciar la doctrina de seguridad del "ejercito sionista"; las "otras", yacen invisibilizadas como imágenes para evitar denunciar la doctrina del Jihad islámico. Las primeras son instaladas en la esfera pública internacional del imaginario de la guerra mediática, mientras que las segundas se descartan por ser in-imaginables. A este desfasaje mediático contribuye, indudablemente, las declaraciones irresponsables de algunos voceros militares israelíes.
Desde las guerras del Libano, Tzahal incorporó, a su doctrina nacional de seguridad, tácticas de guerra en medio de la población civil, legitimadas como "deterrent" a partir del 11/9/01 por la lucha sin cuartel antiterror de las potencias occidentales. Precisamente, la justificación israelí para no aceptar un inmediato alto el fuego se basa exclusivamente en consideraciones estrictas de esa doctrina de seguridad nacional. A la inversa, las manifestaciones civiles israelíes recientes para exigir parar la guerra le recuerdan al gobierno los dilemas morales, las normas del derecho internacional humanitario y consideraciones políticas dejadas a un lado. Lamentablemente, estas manifestaciones tampoco interesan a los medios de difusión local e internacional.
No sólo ONGs, organizaciones de derechos humanos y grupos de izquierda judios y árabes israelíes rompen el silencio, sino tambien oficiales, soldados y reservistas. El lema central de la solicitada "Objetores de conciencia para Israel: el coraje de disentir". publicada en primera página por estos valientes "refusniks", afirma: "Nos negamos asolar a Gaza". Más adelante: "nosotros, que vimos con nuestros propios ojos el precio de sangre que la ocupación cobra a ambos lados de la trinchera, sabemos que la venganza no es el camino y que los operativos militares de Tzahal en Gaza eternizan el conflicto...., declaramos que no tomaremos parte en esta expedición de destrucción." (Haaretz. 7.1.09, p.1)
Felizmente, también el campo intelectual local y algunas voces extranjeras, se suman a exigir el alto el fuego de ambos lados de la trinchera para proteger a la población civil de Gaza y del sur de Israel. Una segunda solicitada: "Interrumpir el fuego inmediatamente" la firman escritores israelíes como Natan Zaj, Sami Michael, David Shaham, Ariel Hirschfeld, Alice Shalvi; pero tambien aceptaron firmarla intelectuales del exterior, como el italiano Eduardo Sanguinetti, el británico John Berger, el francés Jean L. Godard, los americanos Judith Butler y Noam Chomsky (!), y numerosos académicos y científicos. En uno de los lemas principales exigen los firmantes de la solicitada: "En las guerras está prohibido matar o herir a civiles. Todo aquel involucrado en la muerte de inocentes de ambos lados, es moralmente un criminal de guerra, y, conforme el derecho internacional que obliga a ambas partes, deben ser juzgados como criminales de guerra" (Haaretz, 7.1.09, p.4)
Intelectuales británicos amigos de Israel hoy acaban de publicar una carta crítica al gobierno para detener la guerra, también ellos se suman a esta impostergable iniciativa como aliados, no enemigos. (Observer, 11.1.09)
Aviesamente, tales voces críticas disidentes no son difundidas en el exterior. Los enemigos de Israel prefieren comparaciones insidiosas. Insidioso es comparar la represalia israelí con la conquista militar de Irak por USA, Inglaterra y sus aliados.
Insidioso también es aceptar, por ejemplo, la comparación de la operación militar de Tzahal en Gaza con la ofensiva de Serbia en la Guerra de Bosnia durante el largo conflicto de 43 meses que costó la vida a 200 mil personas y dejó a más de dos millones sin hogares. Tan insidioso como consolarse del lado israelí de que el "accidente lamentable" cometido por la artillería israelí contra el colegio de la UNWRA donde murieron escolares habría sido similar a los "inevitables accidentes" de bombardeos indiscriminados lanzados por la OTAN en Yugoslavia.
Ambos argumentos insidiosos usando falsa analogía, -provenientes de afuera y adentro-, deben ser desenmascarados.
Porque el ejercito israelí en los inicios del 2009 no se propone perpetrar un "genocidio", tampoco un "ethnic cleasing", al estilo Radovan Karadzic y Ratko Mladic; además, no hay expulsión de palestinos que apoyan a Hammas en la franja más poblada del mundo, tal como ocurrió con la expulsión de decenas de miles de refugiados bosnios musulmanes y croatas a partir de 1992.
Pero si la incursión de represalia israelí no concluye inmediatamente, la acción punitiva de "autodefensa" se transformará en una guerra total para ocupar la franja de Gaza. En ese aciago escenario, Israel corre el riesgo de ser arrastrada a cumplir el rol militar de la Serbia del Medio Oriente en Gaza: no sólo reeditar como otras veces la ocupación de la franja.
Las víctimas civiles palestinas y sus bienes serán el inevitable principal resultado del operativo militar. La doctrina de la defensa nacional que preside la actual lógica bélica de guerra antiterrorista puede conducir a tentar a Tzahal cometer un politicidio: destruir la capacidad ofensiva del régimen de Hammas, ignorando a sabiendas que está inexctricablemente ligado a su sociedad civil y religiosa.
En la desolada Gaza de hoy, casi toda la sociedad civil adhiere a la organización religiosa fundamentalista, símbolo de la resistencia: por tanto, la línea divisoria entre politicidio y una inevitable masacre civil aparecerá muy volátil. Si cada casa, cada almacen, cada escuela, cada dispensario y cada mezquita ocultan un túnel y arsenal subterraneos, el "banco de objetivos" de destrucción de la infantería, artillería y aviación de Tzahal serán inevitablemente de carácter civil. Esta es la línea roja donde los israelíes debemos exigir al gobierno parar Plomo Fundido, tomando en cuenta los dilemas morales en su decisión de salir a la guerra. El filósofo político Avishai Margalit exigía agotar todas las opciones antes de la invasión terrestre. La "justificación ética de la guerra", así como la justificación ética de 'las ordenes' que imparten sus estrategas deben comparecer ante un examen de conciencia moral, pero también aprendiendo de la experiencia histórica reciente. Creer que el castigo colectivo a través del sitio y el embargo hermético, además de la destrucción de la infraestructura pública y civil de millón y medio de habitantes de la franja de Gaza, provocarian una desesperacion tal entre la ciudadania que han de rebelarse contra los líderes de Hammas, es una conjetura inmoral ya demostrada en la última Guerra del Libano. Ni Hezbollah fue cuestionada por los sitiados civiles libaneses, mucho menos lo harán las victimas civiles en Gaza que no tienen hacia dónde huir, a menos que elijan morir como shaidim sacrificándose en los campamentos de refugiados matando al enemigo. Margalit y numerosos israelíes creen más factible poder dialogar con Hammas sobre una tregua duradera que fantasiar su caída por presión de las desesperadas masas populares de Gaza. (Haaretz. 2.1.09)
Si en el escenario de la paz imaginada después de Oslo I y II las elites militar y política Israelí se ilusionaban con un arreglo sin fronteras claras para permitir la expansión de los asentamientos, ahora la militarización de la política -que empezó en la Guerra del Libano II- arriesga profundizarse en vísperas de una próxima contienda electoral decisiva para Israel.
A menos de un mes de las elecciones de febrero, el pueblo en Israel, a través de manifestaciones, solicitadas y reclamos, empieza a exigir saber de qué se trata esta guerra despiadada para ambos pueblos.
El cese del fuego es impostergable, y condición básica para abrir la esfera pública, no sólo para detener el derramamiento de sangre: hay que discutir lo que está pasando. Pero sin censura y sin temor, a fin de que la ciudadanía israelí también evite militarizar la política en vísperas de decidir su destino nacional inmediato.
Jerusalem, 11.1.09
miércoles, 28 de enero de 2009
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