sábado, 9 de febrero de 2008

"CESARE PAVESE: OFICIO DE POETA/OFICIO DE VIVIR"





CESARE PAVESE...E LAVORARE STANCA



INTRODUCCIÓN


La figura de Cesare Pavese se me antoja indócil, por lo poco relacionado que se encuentra con la poética de su tiempo.
Un autor que abandona por un largo período la poesía, y se dedica a escribir ensayos y narrativa, determina que hacia 1939 concluya la fase de la llamada "poesía-relato".


Por espacio de nueve años, el desarrollo de esta manera expresiva que al decir de Bartolo Pento, "descubre para la poesía italiana la posibilidad de renovarse y revigorizarse...desde la palabra y el fraseo hasta el espíritu y el motivo que refleja una experiencia y una verdad de vida...


Poesía narrativa (y descriptiva a un tiempo) de echos, objetos y situaciones concretamente humanos, de datos conjeturales del drama cotidiano, por el que pasan areneros, mecánicos, campesinos, braceros, mendigos, borrachos, prostitutas, presidiarios"; lo situan en una senda unívoca que merece particular atención.



Sin olvidarnos que fué traductor de poetas norteamericanos, e influenciado por Whitman y Lee Masters, Pavese se aparta del hermetismo imperante en la poesía de Italia.


EL OFICIO DEL POETA


Como dije, la labor de traductor por estos años de escritores americanos son un antecedente de su poesía, aunque él señala que , en lo que respecta a "Lavorare stanca", sería "difícil encontrar un modelo anglosajón en nuestro siglo".


A pesar de que no todos los poemas de la época se ciñen a lo relatante, ciertas composiciones, los "Poemas del desamor" son fruto de su conflictiva vida sentimental.


Es lamentable que Pavese no haya ahondado las posibilidades que le ofrecía su poesía realista, quizás al decir de Horacio Armani "una profundización metafísica le hubiera dado una proyección más trascendente".


No estoy tan de acuerdo con esa posibilidad, estimo que le hubiera quitado frescura a su impronta "relatante", de todos modos, algo pierde en el camino debido a baches a que se expone Pavese en su extrema actitud narrativa.


Otra nota importante es que el autor trasciende la mera descripción y eleva a un plano emotivo las visicitudes de sus personajes.


El paisaje en Pavese se manifiesta obsesivamente y es inseparable en la relación con el protagonista, como una génesis de su destino, fundamental y dramática.


A pesar de ello, lo humano prevalece y triunfa siempre en Pavese, no solo en lo meramente humano, sino al trato y al modo con que nombra a una piedra, a una hierba o a una calle.


No volverá nunca más Cesare Pavese a esos ritos expresivos, sobre el final de su vida, retoma la poesía con otro carácter; lírico, emotivo, de breve verso...


CAUSA Y EFECTO


Poesía, la de Pavese, de una espera ansiosa y continua. Todo es nostágico vaticinio, esperanza del dolor, de un dolor que sublima la terrible realidad lacerante de la Italia en guerra.


Tiempo vivido por Pavese en derrota y confinamiento por cuestiones políticas y que sin embargo, lo hace preñar de una nostalgia infinita, tiempo de un tiempo que traspasa los horrores pero que no logra domeñar su admirable objetividad y su aguda inteligencia.


Efecto que se prolonga en Pasolini primero, y más tarde en Sanguineti, abre un camino que hoy puede seguir explorándose, dando fe éste autor de tal sendero...


No me caben dudas que sin darme cuenta, llevo el mismo camino, no en vano reconozco en Edgar Lee Masters, en Montale, Quasimodo, Joyce y Pound, a los "cayados" que guian al rebaño de los puentes...


BIOGRAFÍA


Pequeña y breve será esta nota biográfica, quizás sea más importante dar espacio a sus poemas...


Cesare Pavese nace en San Stefano Belbo (Cuneo) el 9 de Septiembre de 1908.
Licenciado en Letras, durante muchos años trabajó como profesor.
Traductor para algunas editoriales de Italia, de escritores de habla inglesa.
Comienza a traducir a escritores americanos.
En 1930 tras infructuosos intentos, data su poema "Los Mares del Sur", inicio de su primer libro, "Lavorare stanca".


En 1935 es confinado en Calabria por razones políticas.
Aparece en Florencia "Lavorare stanca", hacia 1936.
A partir de 1939 se lanza a la narrativa y a escribir ensayos con notable repercusión, a pesar de la censura fascista.


También lamentablemente, abandona la poesía para esa época.
Se radica al final de la guerra en Turín.


Comienza a trabajar para la editorial Einaudi.
Hacia 1947 retoma la poesía con un estro de marcada tendencia lírica y emotiva.


Sufre ciertos desengaños amorosos y su vida personal se torna compleja y difícil, lo cual le produce ciertos desequilibrios psico-emotivos.


Se suicida el 27 de Agosto de 1950.



OBRAS



Casi todas sus obras fueron publicadas en Turín por Einaudi.
"Lavorare stanca", Florencia, 1936.
"Paesi tuoi", 1941.
"La spiaggia", 1942.
"Feria d´agosto", 1946.
"Il compagno", 1947.
"Dialoghi con Leucó", 1947.
"Prima che il gallo canti", 1949.
"La bella state", 1949.
"La luna e el faló", 1950.
"Verrá la morte e aprirá i tuoi occhi", 1951.
"La letteratura americana e altri saggi", 1951.
"Il mestieri di vivere", 1952.
"Notte di festa", 1953.
"Fuoco
grande", 1963.


POEMAS



ALTER EGO


Acada hora del día yo veía el tatuaje
en su pecho sedoso: una mujer rojiza
hincada, como en un prado, en el pelo. Debajo
a ratos brama un tumulto, que turba a la mujer.
El día pasaba entre maldiciones y silencios.
Si la mujer no fuera un tatuaje, si viviera,
aferrada a ese pecho velludo, este hombre
mugiría más fuerte en la pequeña celda.

Con los ojos abiertos, tendido en la cama, callaba.
Un respirar profundo de mar ascendía
desde su cuerpo de grandes huesos sólidos: tendido
como en una cubierta. Pesaba sobre el lecho
como el que ha despertado y podría saltar.
Y su cuerpo, salado de espuma, chorreaba
una transpiración solar. En la pequeña celda
no cabía la amplitud de una mirada suya.
Si uno contemplaba sus manos, pensaba an la mujer.





DOS POESÍAS A T.




Las plantas del lago
te han visto una mañana.
Las piedras, las cabras, el sudor
están afuera de los días
como el agua del lago.
El dolor y el tumulto de los días
no rasguñan el lago.
Pasarán las mañanas,
pasarán las angustias,
otros sudores y piedras
te morderán la sangre
--no será siempre así.
Algo hallarás de nuevo.
Volverá una mañana
en que, tras el tumulto,
estés sola en el lago.
También tú eres el amor.
Eres de sangre y tierra
como los otros. Andas
como quien no se mueve
de la puerta de casa.
Miras como el que espera
y no ve. Eres tierra
que sufre y calla.
Te sobresaltas y fatigas,
tienes palabras --caminas
esperando. El amor
es tu sangre --no otra.



VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS



Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
--esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también eses día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Descenderemos en el remolino mudos.



EL PARAISO SOBRE LOS TEJADOS



Será un día tranquilo, de luz fría
como el sol que nace o muere, y el cristal
cerrará el aire sucio fuera del cielo.

Se nos despierta una mañana, una vez para siempre,
en la tibieza del último sueño: la sombra
será como la tibieza. Llenará la estancia,
por la gran ventana, un cielo más grande.
Desde la escalera, subida una vez para siempre,
no llegarán voces, ni rostros muertos.

No será necesario dejar el lecho.
Sólo el alba entrará en la estancia vacía.
Bastará la ventana para vestir cada cosa
con una tranquila claridad, casi una luz.
Se posará una sombra descarnada sobre el rostro sumergido.

Será los recuerdos como grumos de sombra
aplastados como las viejas brasas
en el camino. El recuerdo será la llama
que todavía ayer mordía en los ojos apagados.



VERANO



Hay un jardín claro, entre bajos muros,
con yerba seca y luz que quema despacio
la tierra. Es una luz que sabe del mar.
Tú respiras esa hierba. Tocas los cabellos
y en ellos se agita el recuerdo.
He visto caer
muchos y dulces frutos sobre una hierba que conozco,
como un cuerpo en el agua. Así también tú
te sobresaltaste con un vuelco del corazón. Mueves la cabeza
como si alrededor sucediese un prodigio en el aire,
y el prodigio eres tú. Hay un sabor igual
en tus ojos y en el cálido recuerdo.
Escucha.
Las palabras que escuchas apenas te afectan.
En tu rostro apacible hay un claro pensamiento
que hace imaginar en tus hombros la luz del mar.
Hay en tu rostro un silencio que oprime el corazón
con el rumos de una caída y en él destila una pena antigua
como el jugo de los frutos caídos entonces.

BIBLIOGRAFÍA


Pavese, Cesare. Poemas Inéditos, notas de Italo Calvino. Traducción y prólogo de Horacio Armani. Ediciones Librerias Fausto, Bs As, 1975, 1° edición.


Pavese, Cesare. Poemas Elegidos. Traducción y prólogo de Horacio Armani. Ediciones Librerias Fausto, Bs As, 1976, 1° edición.


Poetas Italianos Contemporáneos. Edición bilingue preparada por Antonio Colinas. Editora Nacional, Madrid, 1977.


Poetas Italianos del Siglo XX. Selección , traducción, prólogo y notas de Horacio Armani. Ediciones Librerias Fausto, Bs As, 1974, 1° edición.

fuente: escaner cultural- nr 51- Junio 2003


http://www.escaner.cl/escaner51/ensayo.html



otras poesías de Cesare Pavese


POEMAS INÉDITOS.


SUEÑO


¿Aún se ríe tu cuerpo a la sutil caricia


de la mano o del aire, y reencuentra en el aire


otros cuerpos, a veces ?Tantos de ellos retornan


de un temblor en la sangre, deuna nada. Hasta el cuerpo


que se tendió a tu lado te busca en esa nada.



Era un juego voluble pensar que alguna vez


la caricia del aire podría resurgir


como súbito recuerdo en la nada. Tu cuerpo


se habría despertado una mañana , amoroso


de su misma tibieza , bajo el alba desierta.


Un agudo rcuerdo te hubiera recorrido


y una sonrisa aguda. ¿ Aquél alba no vuelve?



Y se hubiera estrechado a tu cuerpo en el aire


esa fresca caricia, en la íntima sangre,


y hubieras comprendido que aquel tibio momento


respondía en el alba a un temblor diferente,


un temblor de la nada. Tú lo hubieras sabido


como un día lejano supiste que un cuerpo


estaba tendido a tu lado.


Levemente dormías


bajo un aire riente de frágiles cuerpos


amante de una nada. la aguda sonrisa


te recorrió abriéndote los ojos asombrados.


¿No ha vuelto nunca más , de la nada, aquel alba?


CESARE PAVESE


POEMAS ELEGIDOS


NOCTURNO


La colina es nocturna en el cielo claro.


Allí se enmarca tu cabeza, que mueve apenas y


acompaña ese cielo. Eres como una nube


entrevista entre ramas. En los ojos te ríe


la extrañeza de un cielo que no es el tuyo.



La colina de tierra y de hojas encierra


con su masa negra tu vivo mirar;


tu boca tiene el pliegue de una dulce hondonada


entre costas lejanas. Parece jugar


bajo la gran colina y el claror del cielo:


para agradarme repites el paisaje antiguo


y lo vuelves más puro.


Pero vives en otra


parte.


Tu tierna sangre se hizo en otra parte.


Las palabras que dices no se avienen


con la áspera tristeza de este cielo.


No eres más que una nube dulcísima, blanca,


enredada una noche entre ramas antiguas.


CESARE PAVESE

CREACIÓN (POEMA INÉDITO)

Estoy vivo y sorprendí en el alba las estrellas.
La compañera sigue durmiendo y no lo sabe.
Los camaradas duermen. Y la clara jornada
se alza ante mí más nítida que los rostros hundidos.

A lo lejos pasa un viejo que se va a trabajar
o a gozar la mañana. No somos diferentes;
él y yo respiramos la misma claridad
y fumamos tranquilos para engañar el hambre.
También el viejo debe tener un cuerpo puro
y vibrante-debería estar desnudo ante la madrugada.

Esta mañana corre la vida sobre el agua
o en el sol: nos rodea el resplandor del agua
siempre joven, los cuerpos de todos estarán desnudos.
Habrá un sol fuerte y el rigor del mar
y ese rudo cansancio que abate bajo el sol
y la inmovilidad. Estará la amiga
-un secreto de cuerpos. Cada uno elevará su voz.

No hay voz que rompa el silencio del agua
bajo el alba. Y no hay tampoco nada que tiemble
bajo el cielo. Sólo hay una tibieza que funde las estrellas.
Estremece sentir la mañana que vibra toda virgen,
como si ninguno de nosotros estuviera despierto.

UN RECUERDO (POEMA ELEGIDO)

A esta mujer no hay hombre que pueda dejarle
una señal.Lo que ha sido se disipa en un sueño
como una calle en la mañana y no queda sino ella.
De no ser por la frente, levemente rozada,
parecería atónita. Sonríen sus mejillas cada vez.

Ni siquiera se acumulan los días
en su rostro para cambiar la liviana sonrisa
que se irradia a las cosas. Con dura firmeza
lo hace todo , mas parece cada vez la primera,
y sin embargo vive hasta el último instante. Se abre
su cuerpo sólido, su mirar recogido,
a una voz que es sumisa y algo ronca: una voz de hombre
cansado. Y no hay cansancio que la toque.

Si uno mira su boca, entorna la mirada
esperando: ninguno osaría un antojo.
Muchos hombres conocen esa sonrisa ambigua
o la arruga imprevista. Si ha existido ese hombre
que la sabe gimiente, humillada de amor,
paga día por día, ignorando por quién
vive ella este presente.

Sonríe a solas
su risa más ambigua mientras va por la calle.

CESARE PAVESE


CELOS (2º)



El viejo tiene la tierra durante el día y, de noche,


tiene una mujer que es suya -que hasta ayer fue suya.


Le gustaba desnudarla, como quien abre la tierra,


y mirarla largo tiempo, boca arriba en la sombra,


esperando. La mujer sonreía con sus ojos cerrados.



Se ha sentado el viejo esta noche al borde


de su campo desnudo, pero no escruta la mancha


del seto lejano, no extiende su mano


para arrancar la hierba. Contempla entre los surcos


un pensamiento candente. La tierra revela


si alguien ha colocado sus manos sobre ella y la ha violado:


lo revela incluso en la oscuridad. Mas no hay mujer viviente


que conserve el vestigio del abrazo del hombre.



El viejo ha advertido que la mujer sonríe


únicamente con los ojos cerrados, esperando supina,


y comprende de pronto que sobre su joven cuerpo


pasa, en sueños, el abrazo de otro recuerdo.


El viejo ya no contempla el campo en la sombra.


Se ha arrodillado, estrechando la tierra


como si fuese una mujer que supiera hablar.


Pero la mujer, tendida en la sombra, no habla.



Allí donde está tendida, con los ojos cerrados, la


mujer no habla


ni sonríe, esta noche, desde la boca torcida


al hombro lívido. Revela en su cuerpo,


finalmente, el abrazo de un hombre: el único


que podría dejarle huella y que le ha borrado la sonrisa.
CESARE PAVESE (Italia-1908)





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