EL REGALADOR
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Año 9 - Nº 352 - 4 de marzo de 2011
Idea y selección de textos: Alfredo Di Bernardo
El Regalador se lee en Argentina, España, Francia, México, Costa Rica, Cuba, Austria, Italia, Alemania, Inglaterra, Israel, Estados Unidos, Puerto Rico, Barbados, Colombia, Dinamarca, Canadá, Australia, Perú, Uruguay, Chile, Irlanda, Ecuador, Guatemala, Honduras, Brasil, El Salvador, Bolivia, Hungría, República Dominicana, Venezuela, Túnez, Paraguay, Holanda y Bélgica.
A modo de editorial:
Hace varios años vi una película de John
Carpenter en la que el planeta había
sido conquistado por extraterrestres pero
nadie se daba cuenta. Por esas vueltas de la
trama, el protagonista se topa una noche
con una misteriosa caja que contiene
cientos de pares de anteojos. Toma uno
de ellos, se los pone y, al hacerlo, se le
revela bruscamente la terrible realidad que
permanece oculta para el ojo desnudo: las
principales figuras públicas son en verdad
invasores con apariencia humana, en
tanto que los carteles publicitarios se
encuentran plagados de siniestros
mensajes. En los billetes, por ejemplo,
se lee: “Este es el Dios verdadero”. Por
supuesto, los anteojos que permiten detectar
la verdadera naturaleza de personas y cosas
no están al alcance de la población; los
retienen los alienígenas, pues en ese
ocultamiento descansa la conservación de
su poder.
Tremenda metáfora, la de Carpenter,
aplicable a una sociedad como la nuestra,
en la que los medios masivos de comunicación
nos muestran lo que quieren que veamos y
encima después nos explican cómo interpretar
lo que nos muestran. Da la sensación, sin
embargo, de que la película -filmada hace
más de 20 años- se quedó corta. Hoy los
mensajes ya no son tan sutiles, la
manipulación de la opinión pública se ha
hecho mucho más explícita y, por ende,
la maquinaria de la dictadura mediática
se ha vuelto casi transparente.
Quienes nos esforzamos por no dejarnos
confundir (y aún así, cada tanto fracasamos
en el intento) sabemos que la realidad es otra
cosa o, al menos, que está compuesta por
muchos más elementos y matices de los que
nos son mostrados. Nos anima la íntima
convicción de que la ciudad, el país, el
mundo no son (sólo) ese infierno que nos
exhiben a diario en dosis exasperantes para
estimular nuestro morbo, nuestra
desesperanza, al tiempo que los exhibidores
de ese espectáculo se llenan los bolsillos y
cumplen inconfesados fines políticos.
Sabemos que hay horizontes tapados por
los horizontes artifíciales, que hay vida
más allá del sensacionalismo de los noticieros,
de los escandaletes de la farándula y de las
intrigas sabor diet de Gran Hermano.
El Regalador pretende incitar a una
saludable desconfianza respecto de lo que
nos intentan meter en la cabeza. Y decimos
“saludable” porque aborrecemos el
fundamentalismo cínico del escepticismo a
ultranza, ése que nos hace creer inteligentes
y sólo nos conduce a la comodidad de la
queja sistemática y paralizante “porque
todo está mal y esto ya no tiene arreglo”.
El Regalador no vende los “anteojos de la
verdad”. Es, apenas, una invitación a
compartir ciertos paisajes que se ven desde
nuestra ventana cuando se logra atravesar la
contaminación visual que nos imponen.
¿Qué más decirles?
Sigan ahí.
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Hey
Vengan
Salgan
Dondequiera que estén
Necesitamos tener un encuentro
en torno de este árbol
Que no ha sido
plantado
todavía.
June Jordan
Escritora estadounidense (1936-2002)
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Los blogs de Alfredo Di Bernardo :
Crónicas del Hombre Alto
http://cronicasdelhombrealto.blogspot.com
Algo así como un padre
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