… yo, el poeta, el taciturno –acaso
la sombra de un anillo, acaso el simple
sollozo de un guijarro, acaso el vuelo–,
voy integrando el ser, lo que los años
separan dividiendo, haciendo trizas
junto al hueso constante del invierno.
¡Oh, camaradas, ágiles guerreros
de aquella luz buscada y conseguida!. ..
Con cuánta lentitud, con cuánta angustia
debo internar mi soledad, mi sangre
por el invierno que a mi lado eleva
sus follajes de escarcha.
Por momentos,
descubro que hay un símbolo terrible,
una inviolable lápida asfixiando
esto que soy y somos, esta ardiente
necesidad de andar, de ver el grito
que el invierno sostiene, que aprisiona
con terquedad de hiedra en lo sombrío.
¡Si uno pudiera estar en toda fuente,
sumergido en profundas aventuras
solamente cercanas al espíritu;
si se pudiera descorrer el viejo
cabello del invierno, si la mano
quitara de improviso lo dormido,
lo muerto en apariencia, este gran hueso,
esta oquedad mortificante y sola
tal vez se estremeciera, diera un vuelco
hacia la estrella misma, y en el cielo
veríamos el mar, el valle hermoso
que los sueños contemplan solamente... !
Y sin embargo a tientas, yo, el poeta,
internándome a siglos, destrozado
por aguzadas limas que aparentan
infinitas ternuras, por espectros
que me arrojan arañas polvorientas,
adormideras, rostros invencibles,
sigo a paso de arena este gran hueso
donde el invierno es único monarca,
dios de cristal, señor de la derrota...
--
Roberto Themis Speroni (La Plata, 1922-1967). Canto I (fragmento) de "Un poeta en el hueso del invierno". En: "Veinte poetas platenses contemporáneos" , 1963.
fuente: enviado por "Jose María Pallaoro" delatalitadorada@yahoo.com.ar
a "cyr"
domingo, 22 de marzo de 2009
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