por Bernardo Treister
En estos días se señala un nuevo aniversario de la ejecución por orden de Yosif Visarionovich Dzhugashvili STALIN de la plana mayor de la intelectualidad judía soviética. Y para darle una fecha se lo ubica en el 12 de agosto de 1952. Muchos de ustedes conocerán esos hechos criminales por diversos medios amén de que se pueden encontrar en diferentes enciclopedidas.
Pero tal como vengo haciéndolo con ustedes trataré de no repetir lo fácilmente ubicable sino transmitir aquello que tenga alguna relación con ciertos episodios de mi vida, directa ó indirectamente. Se acordarán seguramente mi charla con ustedes del 9 de agosto del año pasado que titulamos “Iósl y Sansón lloran el 12 de agosto” ?. Pues bien, hoy quiero señalarles que lo tremendo de esos crímenes no comenzó ni terminó el 12 de agosto de 1952. Y aquí va mi testimonio.
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Corrían los días de abril y mayo de 1968 cuando llegamos de visita con mi esposa a la ciudad de Moscú. Compenetrados como estábamos de la situación nada fácil que habían pasado y seguían pasando los judíos de la URSS, una de las primeras cosas que hicimos fue visitar la sinagoga de Moscú. No nos fué difícil encontrarla pues despúés de pasar un par de cuadras semi vacías de gente divisamos una aglomeración que estaba congregada a las puertas del edificio comunitario. Nos abrimos paso y entramos al templo. Estaba casi vacío. Sólo estaban ocupadas las dos filas de bancos de adelante por personas ancianas y en actitud de rezo detrás del rabino.
Con ese cuadro contrastante salimos, y en ídish le preguntamos a algunos circunstantes por qué en lugar de quedarse en la calle no entraban a la sinagoga. Nos contestaron que ellos no eran religiosos y que se congregaban en la calle como manera de sentirse como que están junto con otros judíos como ellos. Estaban curiosos de saber quiénes éramos nosotros, y de dónde veníamos ya que no nos habían visto antes.
A medida que descubrían algunos datos se fortalecía en ellos el deseo de no soltarnos, pero ellos no soltaban prenda sobre lo que nosotros preguntábamos. Nada sabían sobre lo que el régimen estaba haciendo para ganar voluntades de judíos como, por ejemplo, la publicación de la revista literaria mensual en ídisch “Soviétish Heimland” (La Patria Soviética). Nosotros habíamos traído la dirección desde Buenos Aires de manera que uno de ellos nos ayudó indicándonos cómo llegar.
Finalmente llegamos a una casona que ostentaba una chapa como letrero que decía “Dom Sovietskii Pisatieli”, algo así como La Casa del Escritor Soviético. Preguntamos medio en ídish, medio en inglés, sobre la Redacción de esa revista. Nos pusieron en contacto con un miembro de la Redacción, un tal Lev, quien al enterarse de dónde veníamos nos hizo esperar para ser atendidos por el propio Redactor responsable, Aarón Verguelis. Este se presentó y sentó en un “fauteuil” (un ampuloso sillón), frente a mí. Se hizo un vacío de unos cinco metros a la redonda nuestro, como lo que aquí llamamos “espacio estéril”. Por supuesto que me preguntó antes que nada por qué me interesaba venir a esa casa, quiénes me habían recomendado, etc. Al mencionarle un par de nombres de escritores, poetas y maestros de la Argentina que él conocía y que me habían encomendado verlo, hizo como que bajaba la guardia.
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Vale la pena que llegados a este punto abramos una pequeña ventanita lateral para contarles lo siguiente: Una de las personas que me habían encomendado la misión de tratar de hablar con Vérguelis y que me dió la dirección de la revista “Soviétish Heimland” fué el Ing. Emanuel (Mendel) Zakin, un científico que trabajaba en una empresa de investigación y producción de sistemas de electrodos y carbonos para tecnología lumínica, hombre muy culto é inteligente que gozaba de mucho prestigio en el ámbito de las instituciones progresistas judías al punto de llegar a ser Presidente de su entidad representativa, el ICUF, Federación de Instituciones Culturales Judías en la Argentina.
Acabo de decirles que era una persona muy inteligente y por lo tanto, hacía tiempo que él tomaba nota y olía que algo malo venía ocurriendo en el mundo que él contribuyó a admirar. Manteníamos una relación amistosa sabiendo cada uno qué es lo que pensaba en el fuero íntimo. Yo no tenía ningún compromiso con ningún partido político y por eso al enterarse que yo iba a viajar a Moscú me pidió discreción y me pasó la dirección de la única publicación judía –mejor dicho: la única en ídisch, más difundida en el exterior que en la propia URSS-.
Por mi parte le pregunté si a tal punto llegan sus dudas por qué no se dirige a Vérguelis directamente y le pregunta por los hechos que tanto le dolían. A lo que el Ing. Zakin me contestó: “...Qué quiere, Treister ? Que a esta altura de mi vida cuando dediqué tantos años a los ideales que fueron el faro de inspiración para tanta gente que creyó en ellos y en mí y me siguió, en un medio donde tengo a la mayor parte de mis amigos, levante tribunas nuevas como si fuera un revolucionario de veinte años de edad..?.
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Volvamos a Vérguelis. Cuando le pregunté por algunos escritores judíos de fama, negó los “infundios” de la prensa capitalista de Occidente y dió como ejemplo que hacía poco había encontrado al reconocido prosista David Berguelson trabajando como maestro en una escuela rural del interior..
Poco tiempo después se produjo la invasión a Checoslovaquia por parte del ejército soviético echando abajo el proyecto de “socialismo con rostro humano” proclamado por Dubcek, las persecuciones a los escritores de todo el Este de Europa que estaba bajo la férula rusa, los hechos antisemitas de Polonia y la confesión pública en el único diario en ídish, y órgano del Partido Comunista Polaco “Di Folks-Shtime” sobre la trágica verdad de los asesinatos de los escritores, artistas, intelectuales judíos de la Unión Soviética por órdenes de Stalin.
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Como les dije al comienzo, se señala la fecha del 12 de agosto de 1952
.como símbolo de la historia zigzagueante de odio y amor interesado del régimen stalinista con “los judíos” y “lo judío”. Pero también les dije que la cosa no comienza ni termina en esa fecha. El historiador Shimon Redlich le dedicó todo un libro editado por la Columbia University Press al “Comité Judío Antifascista en la URSS entre 1941 y 1948.
Al comentar ese libro en el diario “Jerusalem Post”, el periodista Gabriel Sivan, escribió entre otrtas cosas:
“...Recuerdo cuando siendo un escolar en Liverpool... qué afligido me sentía por la muerte en acción del General Ivan Danilovich Chernyakhovski, el comandante más joven del Ejército Rojo y uno de mis héroes de guerra judíos. Y qué ingenuamente entusiasta se mostró nuestra Congregación cuando cantó el “ADON OLAM” en una mañana de Shabat al finalizar la guerra, con la melodía de “Los Barqueros del Volga”. Lo que no supimos, durante esos años, por supuesto, fue la medida en que el “Tío Joe” Stalin y sus variados secuaces habían logrado manipular la opinión pública, desde la izquierda a la derecha en todo el mundo democrático no comunista...
Lo que debe reconocerse es el hecho de que el Comité Judío Antifascista (CJA) no era una orgfanización voluntaria sino un instrumento de la propaganda soviética, a la que se le escapó de las manos, y que por lo tanto LO LIQUIDÓ...”
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Entre las personalidades que integraban el Comité Judío Antifascista figuraban: Sergio Eisenstein, Salomón Mikhoels, Ida Kaminska, Emil Gillels y David Oistraj, Ilya Ehrenburg, Vasily Grossman, Shakne Epshtein , Itzik Fefer, Jaim Grade, Leib Kvitko: Peretz Markish, Der Níster, Abraham Sútzkever, .
En la primavera de 1947, Gromyko, el ministro de Relasciones Exteriores de la URSS, pronunció en la ONU un discurso pro-sionista que precedió a la Declaración de Independencia del Estado de Israel, y entonces, una “ola sionista” inundó a la judeidad soviética Al gran director de teatro Shlomo Michoels lo culparon de propagar “nacionalismo burgués judío en la URSS”, y sin dar opórtunidad a alguna desmentida, fue asesinado por agentes de seguridad en 1948 pretextando que había tenido un accidente de tránsito. En noviembre de 1948 cerraron el Comité Judío Antifascista.
Todo esto y mucho más que no alcanzo a enumerar, era bien conocido por Aarón Vérguelis que lo encubrió cuando estuve con él en 1968. Así lo hizo antes y también después. Era su función. Pero debe subrayarse que él se voluntarizó para esa tarea tanto por acción como por omisión.
Cuando ya viviendo en Israel fuí a la Librería del Instituto de Relaciones Culturales con la URSS, que estaba en la calle Rambam de Tel Aviv, a 50 metros del Shuk Hakarmel, compré algunos números de “Soviétish Heimland” que seguía apareciendo. Lo que seguía sin aparecer fue alguna mención a los crímenes del stalinismo que al matar a la pléyade de intelectuales judíos de la URSS quiso aniquilar desde antes de agosto de 1952 al pueblo judío por la vía cultural. Después de 1952 lo hicieron otros tratando de silenciar las voces de judíos y no-judíos que reclamaban el derecho a seguir creando tal como su conciencia les dictaba. Entre esos otros “silenciadores/encubridores” se encontraba Aarón Verguelis.
menajem@netvision.net.il
fuente: recibido del autor por e-mail, el viernes 15/08/08
sábado, 16 de agosto de 2008
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