Desde el tsunami que asoló Japón en marzo de 2011, una alfombra gigante de chatarra flota en el Pacífico y es arrastrada por el agua hacia Estados Unidos. En el oeste del país crece la preocupación ante una inminente contaminación de sus costas.
Un barco fantasma ha sido el hasta ahora mayor precursor de la temida invasión de la basura y la chatarra en la costa oeste estadounidense. El remolcador “Ryou-Un Maru” se soltó de su ancla el marzo de 2011, tras el terremoto y tsunami, en Japón y desde entonces el viento y las corrientes lo han arrastrado casi 8.000 kilómetros por el Pacífico.
A comienzos de abril, cuando lo interceptó la guardia costera estadounidense, terminó su viaje. El barco se había acercado a Alaska y las autoridades decidieron hundirlo. Pero ahora, desde la costa occidental se avistan con cada vez más frecuencia otros objetos, basura y chatarra arrastrados por el mar desde el tsunami.
Según el oceanógrafo Curtis Ebbesmeye esto “sólo sería el principio” y “probablemente hacia octubre llegará la mayor masa de basura”. “Debemos prepararnos para una acción de limpieza de enormes proporciones”, profetiza el científico jubilado.
Ahora son sobre todo bidones de plástico y grandes boyas de poliestireno, como las que se utilizan para el cultivo de ostras en Japón, lo que Ebbesmeyer y sus ayudantes avistan desde la costa oeste de Estados Unidos. Casi 400 partes llegaron a las playas entre California y Alaska desde octubre, se supone que todo ello basura del tsunami.
El organismo NOAA de Clima y Oceanografía no quiere determinar el origen de la basura hasta disponer de pruebas definitivas. Sólo en el caso del barco fantasma y de dos botes menores se logró demostrar claramente la relación con la catástrofe del tsunami. Pero según el último modelo informático de Doug Helton, del NOAA, las corrientes y los vientos podrían haber arrastrado a Seattle los primeros restos hace meses. “La mayoría sigue en el mar, repartidos en una gran superficie y arrastrados por un complicado sistema de corrientes”. Sin embargo algunas partes, como boyas o contenedores de plástico, llegaron con mayor rapidez, explica Helton.
Lo que comenzó siendo una espesa alfombra de escombros en aguas japonesas se ha dispersado en una superficie mayor. Según cálculos del gobierno japonés, cinco millones de toneladas de escombros cayeron al mar; el 70 por ciento de esa cantidad se hundió con rapidez, por lo que 1,5 millones de toneladas podrían seguir desperdigadas por los océanos.
Para el oceanógrafo Ebbesmeyer hay aún muchas preguntas abiertas sobre el daño que pueda provocar al medio ambiente la chatarra del tsunami. “Observamos por ejemplo una alta cifra de tortugas marinas que flotan muertas, ya que su ruta de nado las conduce exactamente por el campo de escombros”, afirma el investigador.
FUENTE: DIARIO 'EL LITORAL', SANTA FE, ARGENTINA
lunes, 23 de abril de 2012
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