lunes, 23 de abril de 2012

DRA. Eugenia Sacerdote de Lustig: investigadora notable, ciudadana ilustre de Buenos Aires e inmigrante ilustre del Piamonte

Un siglo de mujer





por ALFREDO LEUCO


Imagen: Eugenia Sacerdote y Rita Levi-Montalcini. 1930

El año pasado le hablé de la doctora Eugenia Sacerdote de Lustig. ¿Se acuerda? Varios oyentes me pidieron que volviera a contar su historia en homenaje al día de la mujer. Ella se hizo famosa entre comillas cuando la línea 80 la nombró pasajera ilustre y le dio un pase de por vida. Era un premio a su constancia de viajar todos los días en ese colectivo a su trabajo como jefa de investigación del Instituto de Oncología Angel Roffo.

Por aquel entonces, la venerable mujer tenía 90 años. Esa anécdota ciudadana disparó la curiosidad de los medios y muchos conocimos la vida ejemplar de la doctora Eugenia. Su esfuerzo, su sacrificio cotidiano de lucha.


Nos enteramos que esta señora que podría ser la abuela de cualquiera de nosotros, con el cabello totalmente blanco y que andaba lento como perdonando al viento tiene en su guardapolvo de investigadora a su orgullo mas grande.


Después fue declarada ciudadana ilustre de Buenos Aires e inmigrante ilustre del Piamonte,
la patria chica de Italia donde dejó parte de su familia. La doctora desciende de los barcos como tantos argentinos. Tenía 25 años y una hija en sus brazos que cumplió un año en plena travesía en el medio del océano.

Llegó al puerto con sus valijas de cartón y con la esperanza de construir una nueva vida en un país libre y democrático, lejos del fascismo de Mussolini que manchaba su tierra querida.


Mientras aprendía a cantar y a bailar el tango, se dedicó a combatir otros males tan terribles como el totalitarismo del Duce: enfrentó la peor epidemia de polio que tuvo la Argentina antes de que se descubriera la vacuna Salk. Y como si esto fuera poco le declaró la guerra científica al Mal de Alzheimer y el cáncer. Ese maldito cáncer, tal vez como revancha le fue erosionando la vista. Sus ojos comenzaron a nublarse hasta la ceguera absoluta. Por eso dejó de viajar en colectivo y ella, tan corajuda, empezó a tenerle miedo a los escalones que es lo imprevisto que sube o que baja. Pero una remisería vecina la empezó a llevar de aquí para allá, porque ella es un tesoro de todos que todos tenemos que cuidar.


Tenía 90 años y seguía cumpliendo con su vocación y obligación. Dirigía a los jóvenes biólogos en su análisis del transplante neuronal en las ratas de laboratorio. Era admirable su cargo de investigadora del Conicet.


La doctora Eugenia recibió el premio Hipócrates que es la más alta distinción que un médico puede recibir en nuestro país y eso no la transformó en mármol ni en bronce. Se mantuvo de carne y hueso y ni siquiera se volvió formal o aburrida. Era la más chistosa del trabajo. La encargada de celebrar los cumpleaños de sus compañeros, de homenajear la vida compartiendo al mediodía una porción de tarta y una mandarina de postre.


La Nona sabia inoculó en la sangre torrentosa de sus hijos y nietos el amor por la educación, la excelencia y la honradez. Ella sigue estudiando aún hoy que tiene, escuche bien por favor, aun hoy, que tiene 100 años. Esta maravilla de la humanidad tiene dos adicciones: los libros y la quesería donde compra los manjares que la acercan a su infancia como la mozzarella de Búfalo o el delicioso mascarpone.


A los 100 años, la doctora Eugenia, mezcla milagrosa de neuronas y sensibilidad solidaria es considerada una reina madre por sus discípulos. Ella que fue discípula de Bernardo Houssay, uno de nuestros premio Nóbel. Es una pachamama que cruza los genes italianos con los judíos y protege todo lo que toca.


No se enoja nunca. Sonríe siempre. Dice que esa es su formula para cumplir un siglo en paz y armonía con todos.

Esta orgullosa porque fue reconocida como “Prócer de la medicina bicentenaria”, un diploma de honor, que le entregó otro oncólogo honesto como ella, el ex presidente de Uruguay, Tabare Vázquez.

Hoy la doctora Eugenia tiene 9 nietos y solo se lamenta que la ceguera no le haya permitido conocer la cara de sus 4 bisnietos. Escucha radio y tiene un software que le lee los diarios. Ella insiste en que está ciega. Sin embargo yo tengo la sospecha de que su mirada va mucho mas allá de lo que uno puede suponer. Mira con cerebro y con el alma. Es un siglo de mujer y orgullo.

8 de Marzo 2011- www Radio Continental

Eugenia Sacerdote de Lustig

Falleció Eugenia Sacerdote de Lustig a los 101 años , el 27 de Noviembre 2011

Nacimiento 9 de noviembre de 1910
Bandera de Italia Italia, Turín
Fallecimiento 27 de noviembre de 2011 101 años
Buenos Aires, Argentina
Nacionalidad Bandera de Italia Italia-Bandera de Argentina Argentina
Ocupación médica, escritora

Eugenia Sacerdote de Lustig, fue una médica ítalo-argentina (9 de noviembre de 1910, Turín, Italia - † 27 de noviembre de 2011, Buenos Aires, Argentina).1 Fue la primera en probar la vacuna poliomielítica en Argentina. Son más de 180 sus trabajos publicados.

Contenido

En 1929 decidió estudiar medicina en Italia, en una época en que las mujeres no estudiaban dicha carrera. Junto a su prima hermana Rita Levi-Montalcini (premio Nobel de Medicina 1986) fue una de las cuatro mujeres que lo hicieron. Su carrera fue dificultosa, aun así quedó seleccionada junto con tres personas más como ayudante de la cátedra de histología en la Universidad de Turín, por el profesor Giuseppe Levi. La llegada del fascismo al poder la decidió, en 1939, a emigrar con su esposo e hija a la Argentina en 1939. En este país comenzó a utilizar en la cátedra de Histología de la Universidad de Buenos Aires el cultivo de células vivas in vitro, una técnica que permite el estudio de distintos tipos de virus y tumores.2

Al producirse la epidemia de poliomelitis fue enviada por la Organización Mundial de la Salud a los Estados Unidos para interiorizarse sobre el trabajo del profesor Jonas Salk. Cuando retornó a la Argentina, se inoculó en público e hizo lo mismo con sus hijos para convencer a la población de los beneficios de la vacuna contra la poliomielitis.2

Desde 1989 también investigó sobre la acción de los radicales libres y el estrés oxidativo en pacientes vivos de Alzheimer, demencia vascular y Parkinson, ampliando los conocimientos básicos de las enfermedades neurológicas.

Fue investigadora del CONICET y jefa de Virología del Instituto Malbrán. Estudió por más de 40 años las células tumorales en el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo. Con más de 80 años siguió trabajando en el laboratorio, dejando de hacerlo cuando la ceguera le impidió continuar observando por el microscopio.2

Las comunicaciones de las investigaciones de Eugenia Sacerdote de Lustig en el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, en el Instituto Malbrán y en el CONICET superaron las 180 publicaciones científicas.2

Premios obtenidos

Referencias

Enlaces externos

www.wikipedia.com

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