Oración canyengue a la bandera
Alta en el cielo
Ofrenda que incluye parte-citas
que florecieron en tu cumpleaños
(27.2.1812 – 27.2.2007)
Dios te salve en las alturas,
señora que cobijas en tu manto la utopía
y te apiadas de las almas que buscan su destino
en este mapa de maltrechas ilusiones.
Tu pupila es azul, enseña que nos legó Belgrano,
nacida del costado de su estrategia y su fervor
por luchar hasta el confín para fundar con vos
la patria.
Estercita, hay hombres que te han hecho mal
y huyes del polvo y el espanto
adonde el viento pueda acariciar tu seda o tu percal.
Qué te voy a hablar de amor…,
pero sí, lo necesitas,
sirena adormecida sobre nuestro río de plata
que despierta con un sol argentino en su regazo.
Y qué nos vas a decir vos, tan cerquita de Dios,
tan ajena al ultraje de los años,
sin embargo cada vez que se hace justicia, se vence al odio,
se supera el desatino, se cumple la esperanza
o se comprueba que la verdad puede no ser un espejismo,
cae la rosa que engalana tus propias ilusiones
y nos besa, sonriéndose triunfal.
Señora de las tantas décadas sobre el azul del cielo,
desde tu signo infinito que avizora
esta cruz de congojas y de esperas,
perdona los pecados
y líbranos de teñir esta tierra en sangre hermana.
Tiéndenos siempre la mano
y sálvanos.
Marta Rodil
c a r t a
el 27 de febrero de
2007 se cumplieron
195 años desde que
Manuel Belgrano creara la
bandera argentina
cuando en diciembre último yo estaba lejos del país
sentí la necesidad de escribirle a nuestra bandera,
¡¡¡¿una oración a la bandera…..?!!!,
a los ojos de la razón jamás se me hubiera ocurrido
pero no pude negarme al mandato,
y a medida que la iba escribiendo
no dejaba de extrañarme
por lo que me dictaba
ese "otro que escribe por mí", como dice Borges.
la mía se trata de una bandera de confección humilde
y no de la suntuosa de ciertas ceremonias,
se trata de la bandera que responde a la utopía personal,
ésa a la que se apunta en la vida
y que uno trata de sostener
-fallidamente en la mayoría de los casos
a causa de nuestra precaria condición humana-.
una bandera hecha también de retazos,
pedacitos o fragmentos
que se nos quedaron grabados
de las letras del tango, de marchas y oraciones, de poesía
o incluso de títulos ajenos y propios.
como por ejemplo ese “tu pupila es azul”
que Bécquer pone en boca del enamorado
que le habla a su amada
y que yo necesité decirle a nuestra bandera,
quizá porque su mirar es celeste,
porque aspira al universo
y porque no deja de ser una única pupila azul
en la escarapela,
que arraiga en nuestro pecho hasta el corazón y más allá
o en el más allá.
me he animado
a alternar el tratamiento que correspondería
al uso del vos, del tú y del usted
en las conjugaciones verbales, tal como sucede
en nuestra realidad de hablantes,
y a jugar, a consagrar,
a sacralizar y desacralizar un símbolo
porque para mí la bandera es la más linda
“pebeta de trenzas” que acaricia el viento,
ésa a la que algunos hombres
(algunos seres humanos) le “han hecho mal”,
parafraseando algunas frases de “Milonguita”,
y no deja de ser una señora, como también Nuestra Señora
y la madre que ilumina y se compadece.
por eso yo la convoco:
“tiéndenos la mano y sálvanos”
(como hace Prevert, con el amor en su caso)
porque ella siempre podrá salvarnos.
en fin, me he puesto a...
y en poesía no...,
pero a veces vale.
a medida que la iba cosiendo y bordando
la iba limpiando de hilvanes, de pelusas y de hilachas,
de cacofonías, redundancias o cositas por el estilo
y para el 27 de febrero la oración estaba terminada.
la noche anterior, el diario
me sorprendió con la noticia de que ese día
se cumplirían los 195 años de su creación.
ya tenía entonces
mi regalo de cumpleaños.
gracias.
Marta Rodil
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