jueves, 29 de julio de 2010

Mexico: Caso Paulette Gebara Farah: Amanda de la Rosa Friscione, la amiga de Lizette Farah, publicó un libro con la historia del suceso en Huixquiluca

¿Dónde está Paulette?

* Amanda de la Rosa Friscione, la amiga de Lizette Farah, publicó un libro con la historia del suceso en Huixquilucan pero aporta muy pocos datos distintos a los que ya se habían publicado. Se vuelve más una apología de Alfredo Castillo Cervantes –encargado en aquellos días de las investigaciones y hoy procurador del Edomex- a quien en todo el texto exhibe como el héroe de la historia para finalmente terminar coincidiendo con la versión oficial presentada por la Procuraduría.

por Elpidio Hernández

La desaparición y muerte de la menor Paulette Gebara Farah fue uno de los temas más sobresalientes del 2010, amparado en una amplia exposición mediática el singular caso tocó las fibras más sensibles de la sociedad y poco a poco comenzó a tomar vida propia; hombres y mujeres se apropiaron del infortunio y en menos de una semana se había desatado un auténtico fenómeno en las redes sociales. Las primeras líneas de investigación se enfocaron hacia un posible secuestro, luego se habló de homicidio pero finalmente la muerte terminó en el terreno del accidente, según conclusiones que ofreció la Procuraduría mexiquense y que costaron el cargo de su cabeza, Alberto Bazbaz Sacal.

Amanda de la Rosa Friscione, la amiga que acompañó a Lizette Farah en un viaje a Los Cabos y que durmió durante tres noches en la cama donde fue hallado el cuerpo de la menor, cuenta su versión de los hechos que rodearon la misteriosa muerte de la hija menor de la familia Gebara Farah en el libro de reciente aparición “¿Dónde está Paulette?”, editado bajo el sello de Océano. La obra, de alta demanda en los anaqueles de las librerías metepequenses como Gandhi aporta muy pocos datos distintos a los que ya se habían publicado. Se vuelve más una apología de Alfredo Castillo Cervantes –encargado en aquellos días de las investigaciones y hoy procurador del Edomex- a quien en todo el texto la autora trata de exhibir como el héroe de la historia para finalmente terminar coincidiendo con la versión oficial presentada por la Procuraduría.

Las intrigas, misterios, enigmas, polémicas y mentiras que envolvieron la muerte de la menor, así como el esclarecimiento de las supuestas relaciones de la familia Gebara Farah con funcionarios de primer nivel del Edomex que quedaron en el aire desde que se ventiló el tema y hasta su carpetazo, no son aclarados en el texto. La guionista de cine ponderó antes que esa información su relación personal con el “intensito” como llama a su pareja sentimental, e incluso sus encuentros con rock stars como el ex-vocalista de Soda Stereo, Gustavo Cerati, a quien conoció durante un concierto.

La información que Amanda de la Rosa pudo haber revelado en el libro como uno de los personajes cercanos al caso como el nombre de los funcionarios y personajes involucrados en esa historia, permanecieron ocultos; sin embargo, evade esa responsabilidad y así para identificar al enamorado con el que Lizette Farah estuvo en Los Cabos lo llama el “VTP”; mientras que al alcalde de Huixquilucan, Alfredo del Mazo Maza –amigo de los Gebara- lo llama “una autoridad de la zona”. Ni por descuido incluye en alguna línea el nombre del gobernador Peña o el de Arturo Montiel Rojas, que presuntamente estuvo en la funeraria donde velaron a la menor. De la Rosa omite también el nombre del funcionario, “buen amigo” suyo que trabaja en el gobierno del Edomex y que se puede deducir es un secretario de primer nivel por tener intervenido su teléfono. Lo único que se limita a decirle antes de colgarle es que se consiga “un buen abogado”. Mucho se especuló que era el secretario general de Gobierno, Luis Miranda Nava, que incluso hizo acto de presencia en el departamento de la familia Gebara Farah y cuyo nombre fue mencionado una y otra vez en aquellos días.

Amanda de la Rosa es egresada de la Universidad Iberoamericana, donde estudió la licenciatura en Comunicación con una especialización en Letras. Ha escrito guiones para programas de televisión y algunos textos periodísticos para revistas como Chilango, Marie Clair y ha publicado algunos reportajes en National Geografic Travelers. Es familiar del subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda, Domingo Pérez-Jácome Friscione y también tiene un lazo sanguíneo con Dionisio Pérez Jácome, jefe de Oficina de Programa de Gobierno de Veracruz.

La autora cuenta desde los tiempos en que coincidió con Lizette Farah en el colegio Oxford, administrado por los Legionarios de Cristo, su paso por la Universidad Iberoamericana, el poder seductor que Farah ejercía sobre los hombres y que hacía que muchos perdieran la cabeza por ella, la campaña para conmover a millones de personas y sus peripecias para no ser detenida por las autoridades mexiquenses.

El texto aporta algunos datos interesantes y menciona que en el afán de encontrar a la menor, la familia Gebara Farah echó mano de prácticas esotéricas, chamanes, lectoras de cartas, oraciones a San Cucufano –el santo para encontrar personas perdidas- y consultó al menos a 65 videntes, pero llama la atención un relato que narra que cuando familiares de la menor estaban colocando pósters en la calle, se frenó una camioneta a su lado para respetar la luz del semáforo. Una señora abrió la ventana y se dirigió a ellas.

- Oigan, ¿ustedes qué son de la niña?

- Somos su familia, yo soy su tía-abuela y ella es su abuela. ¿Por…?

- Es que soy vidente… la niña sigue en el interior del edificio, no ha salido. La van a encontrar pero ya no va a estar viva.

La autora narra que todas se quedaron heladas, pero que no hicieron caso pues había videntes más confiables que había asegurado que Paulette podía regresar bien.

No sólo la familia Gebara apeló a videntes y mensajes del Más Allá, también lo hizo la Procuraduría de Justicia mexiquense a pesar de los dichos de Bazbaz Sacal, quien repetía una y otra vez que apelaría a la ciencia para resolver la misteriosa muerte. Amanda de la Rosa cuenta que una de las amigas de Arlette Farah acudió por iniciativa propia con otra vidente, quien aseguró que a la menor le habían tomado fotos desde hacia días para ofrecerla a las familias que no podían tener hijos, que estaba cerca del edificio, en “una casa azul, con geranios en la ventana”, e incluso reveló el domicilio. Que los policías estaban buscando en los lugares equivocados. Marisa dio a los policías la dirección que reveló la vidente, quienes fueron con perros-policía y encontraron el domicilio. Era una casa azul con geranios en la ventana. “Entraron pero no encontraron nada sospechoso”.

En su relato, la autora conocida también como La China, deja al descubierto la buena relación que hoy mantiene con Alfredo Castillo Cervantes, entonces subprocurador de Justicia de la región Cuautitlán-Izcalli y que aparece como el otro protagonista de la historia. Con él en los últimos días no sólo se mantenía en contacto telefónico, también cenó e incluso ambos se propusieron -en chacoteo- fumarse un churro.

Luego de aparecido el libro, la madre de Paulette declaró que a Amanda de la Rosa la Procuraduría le había encontrado mariguana en su auto y que por ello la autora habría decidido escribir el libro en la línea en la que lo hizo.

De forma sutil y a veces grotesca, Amanda exhibe a Castillo Cervantes como el “mesías” de la investigación. Así, incluye un párrafo en la que el considerado autor intelectual de la hipótesis del “accidente” se confiesa indicándole que era posible que el caso Paulette le costara su cargo y reputación, pero que sólo había una cosa de la que podía estar tranquilo; que la investigación había sido “transparente” y no iba a meter a ningún inocente a la cárcel por salvar su prestigio ni el de nadie.

Sin embargo, es en el capítulo Luminol donde la crónica se convierte prácticamente en un espacio para que Castillo Cervantes exponga las conclusiones que presentó la Procuraduría mexiquense en un portal de internet; la escritora reproduce un diálogo que sostuvo con el hoy procurador durante una cena en el restaurante La Puerta de Castilla, ubicado por los rumbos de Santa Fe. Castillo se justifica asegurando que nadie les comentó que la cama tenía un hueco entre la base y el colchón. Sobre los perros dijo que efectivamente habían guiado a los policías al cuarto de Paulette, pero que les pareció “obvio” que ladraran en la cama de la niña porque justo de ahí habían sacado la sábana para dárselas a oler. Sobre el olor que debió despedir el cuerpo, Castillo dio una explicación poco científica. “¿Has escuchado que en los pueblos cuando alguien se muere, dicen que se petatió?” y ampliaba que en tiempos ancestrales la gente envolvía a los muertos en petates precisamente para que no olieran. Según el procurador, las cobijas contienen el olor de un cadáver y el detective recordó que, además, cuando estaban en la casa de los Gebara Farah, Lizette prendió incienso para hacer una supuesta limpia. Castillo admite que la teoría del accidente sería poco aceptada para la sociedad, que pocos iban a creer que realmente el cuerpo había aparecido ahí.

Lo más que llega a decir la autora de la figura de Castillo Cervantes es que su abogada, Ana Katira Suárez, no se explicaba por qué él estaba encabezando las investigaciones en Huixquilucan si ésa no era su jurisdicción, pero abajo recompone con una frase de su también cuñada, en la que expone que el funcionario se veía diferente a los que están en la Procuraduría y que parecía un tipo honesto, que le daba tranquilidad que él estuviera llevando el caso.

La versión oficial de la Procuraduría mexiquense no sólo es expuesta en el libro por Castillo, también por Victorino Porcayo, agente presuntamente adscrito a la Fiscalía de Asuntos Especiales de la PGJEM, con quien la escritora sostuvo una conversación que reproduce en el capítulo llamado Accidente. El jefe Porcayo, como le llama la autora, aseguraba que no sólo la Procuraduría mexiquense llegó a la conclusión de que había sido un accidente sino que también las otras instituciones que participaron en las investigaciones, incluido el FBI y otras procuradurías como la del Distrito Federal.

La mujer que durmió durante tres noches en la misma cama donde nueve días más tarde apareció el cuerpo sin vida de la menor, menciona que en ningún momento notó algo fuera de lo normal o que indicara que ahí estaba el cadáver, incluido cualquier olor. Que nunca destendió la cama y que por las mañanas se limitaba a darle una “estiradita”.

Algunas de las hipótesis más descabelladas que colocaban a los padres de la niña como los autores materiales de la muerte o que involucraban al gobernador mexiquense Enrique Peña o a su secretario general de Gobierno Luis Miranda Nava y que se dejaron escuchar en aquellos días, fueron retomadas por la autora en el capítulo titulado Leyendas Urbanas, sin otorgarles un ápice de veracidad. Así, se limita a tomar de pasada el diálogo de los peritos cuando encontraron a Paulette entre la base de la cama y el colchón en el que uno afirma que “se la madrearon”. Incluye otras versiones con testimonios que aseveraban que en el ducto de la basura del edificio se encontraba el cuerpo y que fue descubierto por un empleado que fue amenazado y echado de su trabajo; otra versión expone que la menor había sido entregada a una cártel del narcotráfico como garantía por un dinero que el padre debía, mientras que otra aseguraba que la muerte tenía que ver con el supuesto cobro de un seguro. La mala fama de la madre de la menor la involucraba también en una de las teorías conspiratorias que aseguraba que la mañana del lunes Mauricio Gebara estuvo a punto de descubrirla en brazos de un amante y que para no ser descubiertos, el hombre se fue a esconder al cuarto de la menor pero para evitar que ella lo delatara le tapó la boca hasta asfixiarla.

Amanda de la Rosa cree que durante algunos días vivió a salto de mata y niega que haya sido detenido en Veracruz, como publicaron los medios y que encontró refugio tanto en la casa de su abogada como en la de un adinerado padrino con solvencia económica para coleccionar pinturas de Frida Khalo, Kandisky y Diego Rivera y que la pone en contacto con un “legendario abogado”, al que define como el “mejor abogado de México” que sólo por recibir un caso cobraba trescientos mil dólares. Se podría especular que se referían al hoy desaparecido Diego Fernández de Cevallos o a Juan Collado. En el libro también se da espacio para revelar que, junto con sus representantes legales, espiaron a un funcionario del Edomex que participaba en las investigaciones pero no revela el nombre y la información que consiguieron se limita a decir que el espiado reveló que Amanda era buscada en Veracruz.

La misma autora, en entrevistas posteriores a la salida del libro, asegura que se preparan otros 8 sobre el mismo tema pero que el de ella es el más confiable porque vivió de cerca las circunstancias.

Julio 28, 2010


http://nuestrotiempotoluca.wordpress.com/2010/07/28/%C2%BFdonde-esta-paulette/






1 comentario:

Anónimo dijo...

Vieja alcahueta igual de piruja que su amiga par de golfas desalmadas y ahora aparte de todas sus porquerias de tapadera y companera de p...terias de su amiga quiere ganar dinero a costa de la inocente palette el colmo verdaderamente de la maldad y cinismo un libro lleno de mentiras y patranas ahi los idiotas que lo compren para darle a ganar dinero a una prostituta disfrasada de srita??que asco me dan las dos y el gobierno de porqueria!!!!!!!