STIEG LARSSON: LA VIDA COMO VIOLENCIA.
Por Manuel Quiroga Clérigo.
Madrid- España
LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES. Stieg Larsson. Ediciones Destino, Barcelona, Junio 2008, 665 págs.
LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE GASOLINA. Stieg Larsson. Ediciones Destino, Barcelona, Noviembre 2008. 749 págs.
LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE: Stieg Larsson, Ediciones Destino, Barcelona, Junio 2009, 854 págs.
El escritor sueco Stieg Larsson nació en 1954 y falleció de un infarto en 2004, sin haber visto publicada ninguna novela de su trilogía Millennium. Ediciones Destino posee los derechos de autor de las tres novelas que forma el conjunto. La primera, Los hombres que no amaban a las mujeres”, vio la luz en el mes de junio de 2008 y de ella se han vendido en nuestro país más de 300.000 ejemplares, con varias ediciones de la misma. La segunda novela es “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” ha tenido una primer edición de 150.000 ejemplares. En Suecia se han vendido ya tres millones y medio de ejemplares de la trilogía.
Por Manuel Quiroga Clérigo.
Madrid- España
LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES. Stieg Larsson. Ediciones Destino, Barcelona, Junio 2008, 665 págs.
LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE GASOLINA. Stieg Larsson. Ediciones Destino, Barcelona, Noviembre 2008. 749 págs.
LA REINA EN EL PALACIO DE LAS CORRIENTES DE AIRE: Stieg Larsson, Ediciones Destino, Barcelona, Junio 2009, 854 págs.
El escritor sueco Stieg Larsson nació en 1954 y falleció de un infarto en 2004, sin haber visto publicada ninguna novela de su trilogía Millennium. Ediciones Destino posee los derechos de autor de las tres novelas que forma el conjunto. La primera, Los hombres que no amaban a las mujeres”, vio la luz en el mes de junio de 2008 y de ella se han vendido en nuestro país más de 300.000 ejemplares, con varias ediciones de la misma. La segunda novela es “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” ha tenido una primer edición de 150.000 ejemplares. En Suecia se han vendido ya tres millones y medio de ejemplares de la trilogía.
Kurdo Baksi, amigo y colaborador de de Stieg Larsson, con quien compartía la publicación de la revista “Expo”, cuenta en Madrid que es “la lucha por la igualdad de las mujeres, los derechos de los emigrantes y los marginados sociales” el núcleo de las preocupaciones obsesivas de Larsson. Baksi presentó el 25 de noviembre la segunda novela de Larsson junto al Embajador de Suecia en la España en la sede de la Embajada. Vino a nuestro país con el claro objetivo de desentrañar quien era realmente Larsson, cuyo legado literario tiene enfrentada a la familia y a quienes tienen intereses en su explotación comercial. Comenta Baksi nacionalizado sueco, pero de ascendencia kurda, en un casi correcto español que su amigo Larsson escribía todas las noches en secreto, bebía café de manera convulsiva y una de sus mayores satisfacciones era fumar Malboro ligth. Pero el autor de la serie Millennium, fallecido a la temprana edad de 50 años, era según Baksi, “un sueco tímido, una Madre de Calcuta en su comportamiento con los demás, pero sobre todo un soñador”.
Mikael Bolmvkvist, uno de los protagonistas que deambula por sus obras, es una especie de alter ego de Larsson, aclara Baksi, “es la persona que él quisiera haber sido”. El propio Baksi, que se convierte en personaje de la tercera novela, quiso hacer hincapié en el idealismo a ultranza de su amigo, quien vivía pendiente de los valores que le había inculcado su abuelo, un comunista que fue duramente represaliado por los alemanes en la época de la II Guerra Mundial.
Comprometido con la lucha contra el racismo y la xenofobia, el trabajo de Larsson sobre la relación de la extrema derecha y el poder financiero en Suecia le valió el vivir amenazado por determinados poderes. También se le preguntó a Baksi por la existencia de determinados apuntes, notas, incluso un ordenador con abundante documentación, todo lo cual podía suponer la posibilidad de que estuviera en ciernes una nueva novela, cuando ocurrió el temprano fallecimiento de Larsson. “Diez, diez novelas tengo en la cabeza”, explicó Baksi que le había confesado su amigo. De ello deducimos que sí es posible que hubiera algún nuevo escrito.
Pero estas mismas cuestiones también se convierten en una novela de intriga, en sí mismas, pues al parecer el ordenador se compró con dinero de la revista “Expo” que, en principio era propiedad de Baksi. Entonces le preguntan los jueces o la policía de quien era el ordenador a la muerte de Larsson, pues el dueño del mismo sería el propietario también de su contenido. Ello enfrenta incluso a la familia. Se supone que tras el éxito de estas dos novelas cualquier título que puede afirmarse pertenece a Larsson se convertiría en una nueva mina de oro.
En esta nueva novela, segunda de la saga”, la joven Lisbeth Salander, que está bajo la tutela del estado sueco por incapacidad, aún siendo capaz de resolver por su cuenta el Teorema de Fermat o actuar con hacker en todos los ordenadores del país, cobra un especial protagonismo, lo que nos va a permitir descubrir Todo lo Malo que la fue marcando en su infancia y adolescencia. Pero la joven que es fuerte y orgullosa también actúa como un ser extremadamente inteligente y con unos valores propios en relación a la sociedad y a la justicia. Si es cierto que Lisbeth va a sufrir en sus propias carnes una determinada violencia, ella no desea actuar en el papel de víctima y reclamar ningún tipo de venganza.
El otro protagonista, Mikael Blomkvist es un hombre amante de las mujeres, de la buena mesa y el alcohol pero que por encima de todo ello pone su amor al trabajo que lleva a cabo. Blomkvist es un buen periodista, un hombre que actúa con métodos claros y eficaces y que siempre trabaja con tesón . En “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, Blomkvist vive junto a su colaboradora Erika Berger lo que significa la coacción del poder, pues cuando emprenden un reportaje relacionado con la trata de blancas en su revista Millennium, considerada una revista creíble pero descarada por las temáticas de sus reportajes, nadie quiere estar a su lado, defender sus posturas o colaborar con sus opiniones. La novela se convierte en un thriller social que se puede leer, a la manera de “Rayuela” de Julio Cortázar, gracias a la existencia de capítulos que tienen perfecta independencia aunque, todos, se encuentren interrelacionados a través de una trama principal en la que van confluyendo las diversas temáticas del libro para de una amera sorpresiva, ir resolviendo todas las cuestiones, a veces enigmáticas, que el autor ha planteado.
El lenguaje que utiliza Larsson es de una gran realismo, con los ingredientes de cierto periodismo audaz, repleto de interés y de ribetes literarios. Todo ello hace que la lectura de las 749 páginas del libro se hagan amenas. Escenas sangrientas, violaciones terribles, dramas cotidianos o asuntos oscuros van apareciendo en las vidas de los protagonistas para ir conformando una historia que, saltando por encima de la novela policíaca convencional, se va a ir convirtiendo en una denuncia social, en un espacio en el que Larsson va narrando de forma detenida esa idea propia, incluso bastante particular, que el autor tenía en torno los problemas de la economía, las grandes corrupciones en cuya base está el dinero generalmente poco limpio, el abuso constante de poder de los políticos e incluso cierto desprecio por la condición femenina tanto de los hombres como de las instituciones.
Si ya “Los hombres que no amaban a las mujeres” nos situaba en plena sociedad del desarrollo, “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” aspira a convertirse en una especie de heroína cuyos itinerarios, para bien o para mal, se encuentran en esa sociedad de personas bondadosa y de malos redomados. Ciertamente Lisbeth Salander, una joven de 26 años mas bien delgadita y poca cosa, que quiere aparentar ser una mujer en toda la regla, no en vano se ha sometido a una intervención quirúrgica en una clínica genovesa para lucir una buena delantera, aparece ante los demás como una especie de hada maléfica, una chica como las que vemos en el “metro” todos los días con sus tatuajes y su ropa, tal vez, un poquito especial.
En ese ambiente resulta que aparece asesinado en Estocolmo el periodista Dag Svennson y, mira por donde, también tenemos el cadáver de la criminóloga Mia Bergman, de quien es la tesis titulada “From Russia with love”. Ambos, Svensson y Bergman fueron quienes estaban tras la pista de una trata de blancas, como ahora se llama al comercio con mujeres, descubriendo a las mafias que se ocupaban de ese fin criminal, poco perseguido en nuestras sociedades. Lo cierto es que Lisbeth comprende quienes son las víctimas, pero sobre todo donde están los agresores, ya que es el comercio del sexo el que empuja a los últimos a buscar jovencitas confiadas que quieran, o necesiten, ganar dinero fácil, pero tan complicada es la vida de Lisbeth que es precisamente la primera sospechosa de tales asesinatos.
Mientras tanto el mencionado Mikel Blomkvist, periodista de “Millennium” de 45 años, que en principio se dedica a investigaciones en los ámbitos de la economía sueca, de pronto y sin dejar de perseguir a determinados financieros que viven en medio de los negocios sucios, es condenado a prisión por haber difamado al empresario Hans-Erik Wennerström, al utilizar una fuente no muy fiable en sus investigaciones.
Ella le supone el tener que dimitir como editor jefe de la revista Millennium, aunque Lisbeth colabora en otra investigación posterior para demostrar que Blomkvist estaba en el buen camino . Hay otros personajes como un boxeador llamado Paolo Roberto, el sucio y alcohólico abogado Bjurman que a su vez se ejercita en el club de tiro de la policía y una china-sueca o viceversa, Miriam Wu. Cuando la investigación se pone en marcha todo serán sorpresas hasta llegar a un esclarecimiento de la verdad, con protagonistas diferentes a aquellos que nos habían parecido serlo.
En todo la trama aparece un misterio que es el de una habitación cerrada a cal y canto. La indagación en torno a lo que pueda contener dicho espacio es objeto de varias interesantes páginas, pero la investigación sigue hasta que es detenido un conocido asesino. Pero, vamos por parte, pues aún estamos en el primer tomo de la trilogía de Larsson.
Una detenida lectura de las casi setecientas páginas de “Los hombres que no amaban a las mujeres” nos permite apreciar tres datos de interés. Uno de ellos es que sólo en el caso de algunos de los protagonistas, hijos de Satanás por otra parte, se da plenamente esta circunstancia, es decir el no amar a las mujeres, pues precisamente el principal protagonista, Mikael Blomkvist es más que un ocassional lover, como él mismo, se califica. Otro es que entre las mujeres protagonistas, a veces confusas en sus relaciones con el sexo opuesto, se dan casos de espléndidas amantes aunque una de ellas, concretamente Lisbeth Salander, deja muy alto el pabellón de las féminas al defender su pabellón de manera muy personal y contundente. La principal colaboradora de Blomkvist, Erika Berger, joven casada que es al tiempo amante y compañera del editor de “Millenium”; finalmente está Cecilia Vanger, una mujer que tras casi veinte años sin tener relaciones con hombres vive una fugaz historia con Mikael.
El último dato es, precisamente, que la novela no tiene un solo final, es decir aquel que deshace la intriga gracias a la cual es posible toda la historia, pues si ese final llegar después de más de quinientas páginas, el autor nos ofrece otros dos finales o conclusiones, a modo de cierre de las historias paralelas que Mikael vive y que, seguramente, tendremos ocasión de ampliar en los títulos posteriores.
La síntesis de la novela, difícil en principio, es que efectivamente Blomkvist es condenado por investigar al empresario Wennerström, aceptando la condena a tres meses de prisión. Pero, además, a consecuencia de ese enfrentamiento el ofendido mueve sus hilos y las cosas comienzan a ir mal para la revista “Millenium”, “dedicada a sacar a la luz trapos sucios de la política y las finanzas”.
Bueno, a otro esto el abogado Dirch Frode encarga una investigación sobre Mikael, la cual lleva a cabo la escuálida joven Lisbeth Salander, que trabaja con un armenio llamado Dragan Armanskij en una especie de agencia de investigación llamada Milton Segurity. Armanskij es un personaje de escasa resonancia en la novela. Lisbeth es una chica de confuso pasado, con una madre enferma casi terminal, acogida a los servicios sociales suecas y encomendada ahora al abogado Nils Bjurman, antes de haber sido encomendada a Holmer Palmaren quien desaparece de la escena al sufrir una hemorragia cerebral. Las relaciones de la joven con sus preceptores nunca han sido buenas, pero con Bjurman empeoran cuando este se propasa, por decirlo finamente.
Lean como mete en vereda a este sádico la aparentemente inofensiva investigadora, tras algunas raciones de violencia excesiva. En esas estamos cuando Mikael decide quitarse del medio, sin dejar de tener sus buenas relaciones con Erika pero antes de hacerlo Frode se pone en contacto con él, por orden del industrial retirado Henrik Vanger. Vanger le pide algo sencillo: que trate de localizar al paradero o saber qué pasó con su sobrina Harriet, desaparecida cuarenta años atrás. Para ello le ofrece una cortina de humo, que es la de escribir la biografía de Henrirk, partiendo de la llegada de cuando Alexandre Vangeersad.
Este trabajo le va a permitir husmear en la familia Vanger y, con ello, acopiar datos saber qué pasó con Harriet, la cual desapareció sin dejar rastro y en unos momentos extraños, pues un accidente en la isla sueca de Hedestad, que la mantuvo incomunicado con Hedeby en el continente. A estas alturas, y al autor no podemos recomendárselo pero sí a los autores, sería conveniente que en este tipo de novelas, como se hace en las históricas, se deparaba anotada en la contraportada o primeras páginas un gráfico con un árbol genealógico de la familia para evitar que el lector se vuelva loco cada vez que se habla de uno u otro miembro.
Total que mientras Blomkvist inicia sus pesquisas, y va conociendo las andanzas de un hermano nazi de Vanger, de otro loco, etc, aparece Cecilia Vanger que en su día, al parecer, se casó llamado Peter Samuelson con un hombre que, investigado por Harald, “tenía una cuarta parte de judío” y quienes hicieron salir por pies de la isla y de la fábrica familiar en que estaba empleado, de manera que la mujer, Cecilia, a sus cincuenta y seis años y todavía de buen ver, tras iniciar esa relación algo fogosa con Mikael, el cual comienza a sospechar, además de visitar su cama, que puede tener algo que ver con la desaparición de Harriet.
Todo queda así cuando Cecilia decida romper la relación, aunque Mikael se entera de que tiene una hermana llamada Anita, ambas hijas de Harad. Anita vive en Londres y tendrá un especial protagonismo que a todos ha pasado desapercibido por suceder casi en la sombra en relación con Harriet.. Punto por esta parte. A todo esto se habla de Suecia, de quien y porqué votó a Olor Palme y su programa socialdemócrata, de cómo los nazis se fueron disolviendo en una sociedad próspera y democrática y de hasta donde llegó Henrik Vanger en la empresa familiar hasta que dejó la gerencia y fue su sobrino Martin, el hermano de Harriet, el que tomó las riendas del negocio. Martin, es aparentemente, un ciudadano ejemplar, incluso colabora en principio con las investigaciones de Mikael.
Pero su historia está plagada de cuestiones sombrías. Su padre tenía un puesto importante en el Grupo Vanger,” a los veinte años conoció a Isabella y pronto la dejó embarazada”, Martín nació en 1948 y poco después Harriet. Ya veremos qué ocurre con Gottfried. Entretanto, y desde hace años se van sucediendo extrañas y violentas muertes de mujeres en la zona, precisamente cuando la misión de Vanger “parecía haber consistido en viajar por todo el país para inaugurar fábricas, resolver conflictos locales y difundir la imagen de que la dirección del Grupo se preocupaba realmente de los suyos”. Haga lo que haga entretanto Gottfried tendrá un buen seguidor en su hijo Martín, y el producto de todo ello es el temor de Harriet y la causa de su desaparición.
Otros Vanger tienen papeles más o menos importantes en la historia, como Greger quien aparece con una cámara el día de los hechos, cuyas fotos luego le facilita a Mikael su hijo Alexander, o Birger “que tenía veintisiete años cuando desapareció Harriet”, Harald de extraño comportamiento que llama puta a su propia hija, quien le tacha de loco, precisamente el que tuvo sus veleidades nazis en la juventud, pues tras haber estudiado medicina llegó a trabajar “en el Instituto Sueco de Biología de Razas, y se convirtió, en calidad de médico, en un destacado activista de la campaña a favor de la esterilización de individuos no deseados”, copia exacta del programa de Hilter para eliminar a los individuos que no pertenecieran a la raza aria, fundamentalmente judíos yu gitanos…
Mikael sigue sus investigaciones, con un viaje al pueblo de Norsjö en busca de unos posibles testigos del accidente y cuestiones posteriores, y luego echa mano de las fotografías que guarda el periódico local, Hedestards-Kuriren, propiedad lógicamente del Grupo Vanger para ir uniendo las piezas de un damero maldito, pero en un momento dado precisa un colaborador para sus pesquisas y acaba solicitando a Lisbeth su concurso, incluso tras enterarse que la rara joven le ha investigado a él mismo. Lo que pasan juntos sólo Dios lo sabe y también hasta donde llegan sus relaciones..
Como es de suponer tantas páginas dan mucho de sí, la historia es larga, los entresijos inmensos, las actuaciones de Mikael primero sólo y luego ayudado por Lisbet intensas. A todo eso Erika echa en cara a su socio la lejanía y le hace ver que Millenium está en las últimas. Pero eso es arregla cuiando Henrik Vanger que, al parecer, tiene viejas cuentas pendientes con el malvado Wennerström, decide entrar a formar parte de la revista, insuflarle capital y llevarle anunciantes. Por esta parte la cosa se calma y Mikael y Lisbeth, tras entablar una relación más que de investigadores, siguen sus trabajos. Bueno, bueno, al final Mikael descubre que ocurrió con Harriet, pese a lo que a él mismo le ocurre con Martin, varias muertes, un viaje a Londres y otro a Australia, etc.
Tras llegar al desenlace tienen lugar los otros dos finales, que no estaban previstos en la trama inicial ni figuraban en el nudo de la historia. Uno de estos finales es el que consiste en desvalijar a la firma Wennerström de una importante suma, utilizando dos personalidades además de la suya y gracias a un concienzudo manejo informático por parte de Lisbeth, tema que inicia el segundo tomo de la trilogía. La otra opción ha de descubrirla lector, pues en no pocas ocasiones los comentaristas dan la historia demasiado masticada y si es preciso, como pedía Alfred Hitchcock saber no contar ni sugerir el final, para que la intriga permanezca.
Nos queda una novela donde tenemos intriga, amor, pasión, enredos, envidias, celos, truculencia, sangre, bestialidad y el fondo de una sociedad, la sueca, en la que aparecen distintas enfermedades, la de la política, la del capitalismo feroz, la de una inadaptación a los tiempos presentes, después de haber superado las inclemencias del nacionalsocialismo y sus consecuencias y la de ese escaso respeto no solo por las mujeres sino, mas bien, por la vida humana que amenaza con engullirse a los socialmente inadaptados, como Lisbeth Salander, que son curiosamente quienes más luchar por dignificar su propio entorno y construir un futuro menos sombrío. Nos han acompañado personajes de unas psicologías nada frágiles, empresarios capaces de urdir todas las trampas para conseguir sus objetivos, periodistas que saben afrontar el riesgo y seres humanos indefensos ante la brutalidad y distintas violencias. Con todo ello Stieg Larsson deja un fresco de la sociedad sueca que, tal vez, en sus dos siguientes novela veamos completado y actualizado para comprender hasta donde los grupos industriales, y las personas, son capaces de llegar para satisfacer sus particulares instintos.
De todas formas hemos de convenir que en las películas la acción no corresponde a la totalidad del texto. Ya sabemos que cuando se trata de hacer cine sobre un texto complicado, y a veces interminable, como el Quijote o sobre la Biblia es difícil dar cuenta de todos y cada uno de los capítulos, pero tanto en el caso de “Los hombres que no amaban a las mujeres” como en “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” o la tercera novela, aunque la interpretación Noomi Rapace en el papel de Lisbet y Michael Nyqvist como su tocayo Blomkvist y la dirección de Daniel Alfredson son impecables, los guionistas han desechado partes muy importantes del relato de Larsson, como es la relación de Blomkvist con varias de las féminas de la familia Vanger o la de Lisbert con Miriam Wu, se ha reducido el papel de Erika Berger y los de las mujeres Vanger o Annika Giannini, aunque sí queda bien reflejado el ambiente sueco de algunas de sus calles, paisajes o la interminable burocracia de la policía, casi como en las películas norteamericanas y, sobre todo, hasta donde lelga la corrupción en los ámbitos políticos de lo que se conoce como democracia..
También resulta impecable la música de Rasmus Morheden., Esperemos en este caso que las películas correspondiente a los dos siguientes libros hayan contado con guionistas duchos en contar la historia lo más ampliamente posible con la mayor economía de fotogramas.
Se hace preciso decir, cosa que no se suele hacer, que las traducciones de Martin Lexell y Juan José Ortega Román, algo laborioso y entretenido, es algo espléndido, siempre con un tono literario de alta calidad. El nombre de los traductores, en general, debería figurar en lugar destacado en todos los libros, incluso en la portada. También sería conveniente que el lector conociera el trabajo de los ilustradores, fotógrafos, editores, etc. En este caso las portadas de ambos libros son originales de Gino Rubert y la foto de Larrson es de David Lagerlot/Expo, el diseño de la portada está hecho por José Luis Merino.
La portada representa en el primer tomo a una joven delgada, estilizada, desvalida, en este caso además aparece atada de manos, y piernas y una mirada perdida y sombría. En “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” la misma chica está reclinada en una cama, como liberada y nos mira con cierta desconfianza. El tercer tomo, lleva por título “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. Todas las novelas han sido presentadas por el Embajador de Suecia en Madrid, en esa Embajada modernista y acogedora del Calle de Zurbano, de Madrid.
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Bien, Lisbert Salander se aparta de todo aquello en que su nombre está impreso, desaparece prácticamente para sus amigos y trata de curar sus heridas en una cómoda soledad. Al final recala en el Caribe y trata de poner un espeso velo entre ella y su vida anterior. Algo parecido ocurre con Mikael, quien pasa a ser reconocido por su trabajo y vive holgadamente los beneficios de ese trabajo. Comienza a investigar en un reportaje sobre la explotación de mujeres llegadas de los países antes satélites dekla Uniòn Soviética.
Es un reportaje propuesto por los periodistas Dag Svensson y su esposa Mia Bergman. Graves sucesos alteran esa investigación y Mikel se ve de nuevo incurso en labores de detective. Las páginas suculentas, nada de novela negra como se ha dicho, nos permiten penetrar en un relato salpicado por la intriga, a veces con tonos eróticos y otras repleto de cuestiones criminales. Ahí es cuando Lisbert Salander sueña “con una cerilla y un bidón de gasolina”.
Hay que decir que los títulos de cada una de las novela es más efectista que efectivo, pues no responden más que a la intención del autor de hacer atractivo su producto aunque la trama sea más amplia que el alarmismo de esos títulos. El final de esta novela es tan sangriento, macabro, alucinante y horroroso que resulta casi inconcebible. ¿Cómo una hija intenta matar a su padre, por varias veces consecutivas, de la manera más cruel y cómo su medio hermano es capaz de asestar a la joven tan duros golpes de los que, ya veremos, ni siquiera fallece?
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Y vamos a por otras casi novecientas páginas, que es el “contenido” de “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. De entrada advirtamos que ese palacio está en Gibraltar, es el hotel desde el cual Lisbert organiza sus casi increíbles finanzas, las que robó al hijodelucifer Wennerström, al final del primer libro, y que le permitirá vivir sin sobresaltos las varias vidas que parece tener. Efectivamente, la joven, más fea y desproporcionada en la novela que en las películas, se encuentra moribunda en un hospital en una habitación cercana a la de su padre, también al borde de la muerte.
Ningún médico puede comprender cómo ambos han sobreviviendo, sobre todo la chica, a tanto deterioro, como son balas en el cerebro o heridas mortales en cada parte del cuerpo de la joven o tremendas violencias en el caso de Zala, el antiguo espía y padre de ella. Se siguen investigando varias muertes de las que se hace responsable a Lisbert, aunque va a ser Mikael Blomkvist quien trabaje firme para demostrar su inocencia. Éste, desconectado de la hippie si entabla relación con Anders Jonasson, el medido que la atiende, gracias al cual puede suministrar a la chica un ordenador, con el cual pese a su grave estado entra en contacto con una panda de hackers a quienes pide ayuda para defenderse de las acusaciones y, también, saber qué está pasado al otro lado de la habitación.
Ya veremos lo que ocurre con Zala y cómo todo se va complicando en los ámbitos policiales hasta llegar a la misma presidente del país. Entretanto Erika Berger, que ha sido nombrada del poderoso periódico Svenska Mongon-Posten, se ve sorprendida por la investigación de Henry Cortez un redactor de Millenium que pone en evidencia al propio presidente, lo cual cree necesario denunciar. Estamos ante un mundo de corrupciones políticas, económicas y mediáticas sin precedentes.
Tal cúmulo de sucesos, circunstancias, hechos y violencias parecen no caber un libro como éste, sin embargo Larsson, que al parecer pretendía escribir otros tres o cuatro libros con semejantes protagonismos y de quien su compañera ha encontrado en su ordenador personal unas doscientas páginas de próxima publicación, lo va desenvolviendo con cautela, aportando datos decisivos y creando héroes y bandidos, o transformándolos en el caso de policías y políticos, a cada paso.
Por fin, con los muertos que van quedando atrás y el que lector irá descubriendo, a veces asombrado, llegamos al momento en que Lisbert ha de enfrentarse a la justicia. Mikael convence a su hermana Annika, abogada con experiencia y junto con la policía Monica Figuerola la más sexy de la trilogía, que defienda a la chica en los tribunales. Para que estén tranquilos quienes no vayan a leer estas novelas, todo sale bien. Sin embargo la lucha con el estado es ardua, los policías corruptos y los políticos interesados han pasado sobre las vidas de los protagonistas ejerciendo las mayores violencias.
A veces la verdad sale a la luz, no siempre, y los culpables son castigados. Lisbert no es que sea un angelito, pues las fechorías en que se ve inmersa son cuantiosas, pero no es lógico que sea imputada de crímenes ajenos y sobre todo es la víctima propiciatoria de una sociedad repleta de falsedades, mentiras, corrupciones y abusos de la que sólo escapa ejerciendo, en muchas ocasiones, esa misma violencia que personajes como el médico Teleborian, Bjuman el segundo tutor, u propio padre Alexander Zalachenko, su medio hermano y asesino inveterado Ronald Niedermann y algunos preclaros agentes de la autoridad han ejercido contra ella desde su más tierna edad. Sólo otros protagonistas como Dragan Armanskij, Mikael, Annika Giannini o su primer tutor el abogado Holger Palmgren apuestan por aplicar la inocencia a los temas graves que se le imputan y así es como, por fin, alguna justicia viene a poner lo que su autor tal vez quería que fuera un punto y seguido en esa historia complicada, llena de recovecos y dramatismos que se ha convertido en un éxito mundial y que, posiblemente como hace años con las novelas de Corín Tellado, hagan que algunas personas lean alguna vez un libro (aunque sea un poquito gordo).
Manuel Quiroga
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