La Arcadia de Mapfre, Juan Valdés y la Señora Whilman
Ἀρκαδία fue un lugar del Peloponeso que devino, en la imaginación de los románticos liberales, en un país donde moriríamos felices gozando de la sencillez de la vida, rodeados de pastores y en comunión con la naturaleza. El carácter apacible de los días de Arcadia fue paraíso para ciertos romanos, griegos o renacentistas, y sin duda el arquetipo del Macondo en los días de prosperidad de Aureliano y Arcadio Buendía.
Mapfre, [Mutua de la Agrupación de Propietarios de Fincas Rústicas de España], por el contrario, es una sociedad de servicios financieros controlada por una fundación homónima, con énfasis en seguros y sucursales en Argentina, Chile, Colombia, México, Puerto Rico y Estados Unidos, fundada en 1933, cuyos ingresos son del orden de los € 16,000 millardos anuales, con unos 33.000 empleados y unos beneficios netos cercanos a los € 1,700 millardos para el año pasado.
Aquella Idea y este Don Dinero han fomentado en los postreros días de los últimos cuatro Eneros, en el Corralito de Piedra de Cartagena de Indias donde se negociaron 6 millones de negros esclavos, una suerte de antruejos para ociosos y ricos y ávidos de sexo y nombradía titulados Hay Festival & The International Cartagena Music Festival, con una réplica aun mas roñosa: The Carnaval of the Artes of Barranquilla, que incluye a menudo estriptiseras, luchadores con máscara y prosistas amenazados de muerte, luego que las chusmas de chaval@s bogotanos han abandonado el sitio y empiezan a llegar los trasatlánticos de homosexuales ingleses y norteamericanos, lesbianas francesas y drogadictos italianos y españoles, donde en cinco o seis sitios: Teatro Heredia, Quiebracanto, Claustro de Santo Domingo, Havana, Mapfre House y Plaza de la Aduana, un puñado de publicistas ingresan a sus empresarios y patronos, --digamos Polanco, Betancur, Juan Valdés, Lara, Herralde, Visor, Carvajal o Balcells--, unos cuantos miles de millones de pesos, que convertidos en euros, son saldo, para la imagen que proyectan a los cientos de miles de colombianos que escuchan y presencian en la radio y las teles el doliente espectáculo de unos lameculos fungiendo de poetas y artistas.
Porque de lo que se trata es de lavar la cara sucia de los empresarios españoles que ahora hacen la América a medida que se apoderan de las empresas de servicios públicos, los bancos y los centros de enseñanza y cultura y controlan la prensa, la radio y la televisión de nuestros países.
Nada en el formato cartagenero del Hay Festival es comparable con el que se realiza en un pueblito galés de mil quinientos habitantes con cincuenta librerías. Aquí todo sucede en una aldea del Tercer Mundo, donde un grupo de opulentos y soberbios pasan cortas temporadas de lujuria y estupefacientes rodeados de la más dolorosa de las miserias humanas. Cartagena, que tiene un millón de habitantes, negros en su mayoría, a duras penas llega al 15% de ellos en la clase media, con más de 800.000 entre la pobreza y la absoluta miseria.
De esos asuntos, ni de la corrupción de su clase política, ni del racismo rampante de su clase alta, la mas culifruncida del mundo, conversan los señoritos y las damitas que durante ese cuarto de hora de sus vidas, creen haber escrito como Borges o García Márquez luego de tomarse unas fotos con otros pobres diablos, como ellos, que se han comido el cuento de que escribir bien es un asunto de relaciones públicas y buena suerte.
Juan Valdés [“Cuando dicen que hay un pedacito de él en cada tarro a lo mejor no están bromeando”: Mike Peters] es el seudónimo de unos empresarios Pondsford and Silva.
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