viernes, 21 de marzo de 2008

Una alemana en Jerusalén

por HERMANN TERTSCH



Angela Merkel


Tanto se abusa de este adjetivo que ya da cierto pudor utilizarlo pero hay ocasiones en los que el significado de un acto político adquiere tal peso, dimensión y densidad en su carácter único que no puede calificarse de otra forma. Por eso ha sido realmente «histórica» la visita de la cancillera alemana, Angela Merkel, a Israel esta semana. Como lo ha sido su discurso, ante el Knesset (parlamento israelí) en Jerusalén. En alemán, para muchos israelíes la «lengua de los verdugos» del Holocausto, -algunos miembros de la cámara aún no pueden soportarlo y se ausentaron- la cancillera alemana hizo historia. La cámara había cambiado especialmente para ella las reglas que sólo daban el privilegio de hablar desde aquella tribuna a Jefes de Estado. Desde allí se dirigió a los parlamentarios pero su mensaje nítido y contundente iba destinado a todo el mundo y especialmente a los enemigos de Israel. Y proclamó que Alemania considera la seguridad de este pequeño Estado judío como propia y «jamás negociable». «Las amenazas a Israel son amenazas a nosotros». En la lengua de los verdugos llegó una alemana a Jerusalén para decirles a los israelíes que jamás volverán a estar solos como entonces, cuando un Estado alemán intentó exterminar al pueblo judío ante la indiferencia de la mayoría de los europeos y con la cooperación de muchos. Les aseguró que este Estado alemán no permitirá que otros nuevos enemigos, esta vez no con gas Zyklon B ni en matanzas multitudinarias, sino con la bomba atómica, preparen y concluyan aquella aniquilación que el nacionalsocialismo alemán perpetró en el siglo XX. La existencia de Israel es uno de los máximos símbolos de la victoria del mundo libre contra el nacionalsocialismo y contra todo totalitarismo. La alemana en el Knesset habló de historia con mayúscula, de principios irrenunciables y de compromisos irrevocables en defensa de la libertad y la sociedad abierta. Una gran lección.


En realidad, los actos de celebración del 60 aniversario del Estado de Israel no comienzan hasta mayo, pero Merkel ha querido adelantarse a las muchas visitas que se producirán entonces para darle a la suya el carácter único que el trágico pasado común de alemanes y judíos merece. Pero también para hacer una exposición muy personal de las razones, las muchas razones que tiene ella para considerar a Israel un bastión del mundo libre y de la sociedad abierta que no puede sucumbir sin terribles consecuencias para todas las democracias. «La seguridad de Israel es razón de Estado para Alemania». La defensa de Israel debe ser razón de Estado para todas las sociedades abiertas y libres.


El viaje de Merkel es uno que todos los líderes de las democracias habrían de hacer por dignidad, sentido de la historia y respeto a los valores que los elevaron al cargo. Obligados, no como ella por el pasado, pero tanto como ella por el presente y por el futuro de Israel y de todo el mundo que damos en llamar occidental. El 60 aniversario de la fundación del Estado de Israel llega en el momento idóneo para que las democracias occidentales proclamen su compromiso inquebrantable con la defensa de este pequeño Estado cuya existencia vuelve a estar amenazada como nunca desde 1967.


Desde hace ya un lustro, pierde fuerza la única solución pacífica que existe para el conflicto y que se basa en la opción de los dos estados, el judío y el palestino. Si en Israel costó mucho lograr una mayoría para esta solución -hace treinta años eran multitud los que propugnaban la colonización total de los territorios conquistados en 1967 y la expulsión de los palestinos hacia los países árabes vecinos- hoy la situación se ha invertido. La popularidad del fanatismo islamista, entre los palestinos especialmente pero también en el mundo árabe en general y en otros enemigos de Israel con el Irán de Ajmadineyad a la cabeza, ha hecho resurgir con virulencia el viejo sueño de convertir tarde o temprano al Estado de Israel en un breve paréntesis en la larga historia de la región, un «accidente» consecuencia de otro anterior que habría sido el Holocausto. Hamás, Hizbola, Siria o Irán, Al Qaeda y grupos similares no tienen el mínimo interés en avances en dirección hacia la constitución de un Estado palestino viable. Desde Teherán sólo parte un mensaje constante y retador que pide sufrimiento en espera del golpe liberador que restaure el honor del Islam con la destrucción del Estado de Israel. Nadie piense que la presidenta del parlamento israelí se dejaba llevar por la retórica el martes cuando pedía a Merkel, «tiéndanos la mano para evitar la condena de muerte», en referencia a la amenaza que todos los israelíes perciben ante los planes nucleares del régimen de Teherán.


Angela Merkel tiene la paradójica ventaja sobre sus colegas del resto de Europa occidental de haber crecido bajo una dictadura comunista, saber lo que es el totalitarismo y lo que es la libertad. Y los esfuerzos y el precio que ésta merece en su defensa. Por eso es incapaz de caer en los relativismos de otros, como nuestros inefables gobernantes españoles con sus solemnes juegos de la nada sobre la armonía en la Alianza de Civilizaciones con los enemigos de la civilización. Merkel tiene por el contrario eso que se denomina «cultura de defensa», una virtud denostada o sencillamente ignorada por tantos políticos europeos. Por eso sabe percibir las amenazas a la libertad propia en los ataques a la de otros Estados, comunidades o personas. Por eso es capaz de ir a Moscú y a Pekín y proclamar allí su preocupación por los derechos humanos mientras otros visitan estas capitales sin acordarse de ellos. Como tantos políticos centroeuropeos y antiguos disidentes bajo los regímenes comunistas, sabe que la libertad perdida por debilidad puede costar generaciones en ser reconquistada. Sabe que los enemigos de la libertad son implacables y utilizan y fomentan la confusión, la comodidad, la ignorancia y la cobardía en las sociedades libres. Pero sobre todo sabe que Israel no se puede permitir una derrota porque equivaldría a su aniquilación. Y es consciente de que las amenazas contra Israel son amenazas contra todos nosotros.


Israel es parte de la historia alemana y europea. Es evidente que Israel hoy no existiría como es si la Alemania nazi no hubiera asesinado industrialmente a millones de judíos. Ni si hubieran tenido las víctimas otros países europeos donde buscar refugio ante la ofensiva criminal nazi que comienza en 1934 con las Leyes de Nuremberg y concluye en las chimeneas de Sobibor y Auschwitz o en las terribles muertes por enfermedades y hambre en Bergen-Belsen con Hitler ya muerto.


Como no podía ser de otra forma, ciertos sectores de la izquierda europea se han apresurado a criticar a Merkel por no aludir a los asentamientos israelíes en los territorios ocupados ni a la triste situación en Gaza. A Gaza sí se refirió y con inmenso sentido común. Hamás es responsable de lo que allí ocurre, porque Israel, que se retiró unilateralmente de aquellos territorios, no puede tolerar que desde allí se bombardee diariamente a su población. Merkel cree en el derecho a la defensa propia. Otros pretenden que Israel renuncie a ella. No puede caer en semejante error quien tan larga memoria tiene. La cancillera ha estado ya tres veces en Israel y los territorios durante su mandato. Y por supuesto que ha tratado con los dirigentes israelíes sobre estas cuestiones políticas a las que aludió en el parlamento en Jerusalén como «la necesidad de dolorosas concesiones». La política israelí es muchas veces muy criticable y condenable. Y sin duda habrá de hacer muchas «concesiones dolorosas» para cualquier acuerdo cuando tenga interlocutores. Pero su derecho a la defensa propia sólo se lo pueden discutir sus enemigos. Pero, además, ha quedado claro que esta visita ha sido concebida personalmente por la cancillera como una proclamación de principios. Con siete ministros de su Gabinete en Jerusalén para elaborar con sus homólogos israelíes programas de cooperación a largo plazo, ella se ha centrado en la escenificación de este salto cualitativo que convierte a Israel en uno de los socios privilegiados de Alemania en un nivel que solo tienen Francia, EE.UU., Italia y quizás ahora Polonia. El Estado de Israel está, desde esta semana, un poco más arropado ante las tempestades de la historia que se adivinan. Lo necesita y lo merece.

Fuente:
WWW.ABC.ES – 20 de marzo de 2008


http://www.abc.es/20080320/opinion-la-tercera/alemana-jerusalen_20080320024

Angela Merkel

Ángela Dorothea Kasner nació en Hamburgo el 17 de junio de 1954. Su padre, Horst Kasner, era un pastor luterano, que el mismo año de su nacimiento se hizo cargo de una iglesia de la Alemania del Este, por lo que toda la familia se trasladó a la localidad de Templin, un pequeño pueblo de la República Federal Alemana, situado a 80 kilómetros de Berlín.

La joven Ángela comenzó su formación en Templin, para después cursar estudios universitarios en la Universidad de Leipzig, entre 1973 y 1978, optando por la rama de Físicas. En esta época comenzó a mostrar interés por la política, aunque como ella misma reconoce, su estancia en la RDA ha marcado su ideología, ya que desde pequeña estuvo obsesionada por los países del oeste, sobre todo por Estados Unidos, y en numerosas ocasiones debió ocultar sus opiniones. Muy joven se inscribió en la FDJ, las juventudes del partido único de la RDA, donde era responsable de propaganda.


Todavía Ángela Kasner, completó su doctorado en esta especialidad en el Instituto Central de Química y Física de la Academia de las Ciencias, un prestigioso centro en el que pemaneció hasta 1990, especializándose en física cuántica. Durante esta etapa se casó con Ulrich Merkel, que también trabajaba en el campo de la investigacion científica y del que tomó su apellido, que aún conserva a pesar de que la relación se rompería tras cinco años de convivencia. Poco después de su divorcio, volvería a contraer matrimonio con el químico Joachim Sauer, profesor de la Universidad de Humbold, en Berlín, del que extrañamente no decidió tomar el apellido. Al contrario que otros políticos, prácticamente no acude a actos con su esposo.

1989 fue un año muy importante para Alemania, ya que, después de más de 40 años de división, el muro que separaba Berlín fue derribado y el este del país recuperó la democracia.
Angela Merkel, influida por su padre, un ardiente defensor de la economía de mercado, se sumó al movimiento democrático y se unió al nuevo partido "Demokratischer Aufbruch" (Despertar Democrático), que se presentó a las primeras elecciones de la República Federal Alemana, siendo nombrada viceportavoz del nuevo gobierno de Lothar de Maizière. Más tarde se presentaría a los primeros comicios de la Alemania reunificada por el CDU, el partido democristiano, y se convertiría, en diciembre de 1990, en la ministra para la Mujer y Juventud en el gobierno de Helmut Kohl. Aquí comienza su relación con este político que sería clave en su trayectoria, ya que la tuteló durante todos los años que permaneció en el gobierno, incluso la llamaba "das mädchen", la muchacha. Merkel sería nombrada en 1994 ministra de Medio Ambiente y Seguridad Nuclear, dada su especialidad en este campo.

Cuando en 1999 cayó el gobierno de Kohl, ante la victoria electoral del actual canciller, Gerhard Schröder, Merkel se convirtió en la secretaria general de la CDU, a la que llevó a seis victorias en las siete elecciones regionales que se celebraron hasta 2002. Pero, al contrario de lo que se creía, no fue designada como candidata a la cancillería debido a las presiones de la Unión Social Cristiana de Baviera, un partido aliado de su formación, que no la quería en la cancillería. El candidato finalmente fue Edmund Stoiber, que perdió las elecciones.

Ángela Merkel se ha distinguido en la política alemana en estos últimos tres años, en los que ha liderado a los democristianos, convertido en partido principal de la oposición al gobierno de Gerhard Schröder. Éste carismático líder ha vivido sus momentos más amargos durante este periodo, debido a la difícil situación económica y social que atraviesa Alemania, y Merkel ha aprovechado esta coyuntura para transformarse en una de las voces críticas más apremiantes del país. Su programa político ofrece cambios, pero también un acusado recorte en política social que la ha alejado de una parte importante del electorado.
Merkel fue nombrada candidata de la coalición entre los democrisitianos del CDU y los socialcrsitianos del CSU a la cancillería el 30 de mayo de este año, momento en el que su imagen se popularizó en todos los medios de comunicación del mundo. Esta mujer, que nunca se ha caracterizado por un discurso feminista, ha tenido que hacer frente a los miembros de su propio partido, mayoritariamente masculino y de ideología conservadora. Las comparaciones con otras figuras políticas han sido inevitables. Su figura se asemeja a la de Margaret Thatcher, la ex primera ministra británica, conocida como "La dama de hierro", apodo que también se le ha asignado a la alemana. Aunque Merkel también es conservadora y científica, su ideología es más moderada que la ultraliberal de la Thatcher. Los paralelismos con el actual canciller también se han resaltado, como el hecho de que ninguno tenga hijos. Este hecho ha conducido a una pequeña polémica con la esposa de Schröder, ya que Doris Schröder se enorgullece de haber criado en solitario a una hija de 14 años de una relación anterior y ambos adoptaron una niña rusa, que ahora tiene 4 años. Merkel declaró que no le hacían falta los hijos para sentirse una mujer completa.


Celosa de su intimidad, Merkel ha tenido que mostrar su lado frívolo a los alemanes debido a la reñidísima campaña electoral de los últimos meses. Para distanciarse de su imagen de mujer fría, ha aparecido en revistas femeninas, ha hablado de su marido y de sus gustos, se ha fotografiado bebiendo cerveza o totalmente peinada y maquillada, algo que no le agrada demasiado. Ha declarado que le gustan los hombres bajitos, algo que parece indicar la elección de su actor favorito, Dustin Hoffman, aunque también siente predilección por Robert Redford, no mucho más alto. Su cantante favorito es Robbie Williams, al que pudo ver en concierto hace poco, aunque también siente pasión por la ópera.
Los principales contras que le han encontrado los alemanes son su apoyo a la guerra de Irak y a las políticas de Bush.

Muchos alemanes la criticaron cuando llamó a Schröder "reaccionario antiamericano". Además su sistemática crítica a la entrada de Turquía en la Union Europea ha supuesto el rechazo de los inmigrantes turcos, uno de los colectivos extranjeros más importantes del país, y de aquellos ciudadanos con ideología más progresista.

Sus declaraciones sobre la
Unión Europea han sido muy polémicas ya que piensa que este organismo debe servir "para las guerras comerciales del futuro. Esto es lo que Europa necesita, y no concentrarse tanto en comprobar si los carriles-bici se construyen igual en Portugal que en Alemania noroccidental" . Además, un amplio sector de su formacion política no la quiere en la cancillería.

Los que la conocen recalcan su pensamiento analítico y su capacidad de decisión, pero critican su carácter excesivamente distante. También resaltan su obsesión por gobernar en el oeste debido a su niñez en la RDA. Su reciente llegada a la cancillería, gracias al acuerdo al que han llegado las dos principales fuerzas políticas del país la ha convertido en la primera alemana procedente del este que rige el destino de uno de los estados más importantes del mundo.


Nombre completo: Angela Merkel
Fecha de nacimiento: 17/Junio/1954
Lugar de nacimiento: Hamburgo
Estado civil: Casada
Signo del zodiaco: GEMINIS
Ojos: Azules
Profesión: Política

fuente: Europa Press - lunes, 13 de agosto 2007
http://es.noticias.yahoo.com/ep0/20070813/tso-angela-merkel-9b37dc8.html


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