domingo, 23 de noviembre de 2008

HISTORIAS DE NIETOS (por el abuelo Giorgio)[1]



Francisco


Fran, el mayor de nuestros nietos y el único varón era, cuando chico, de una ingenuidad increíble. Tuvo un problema ocular importante y a los 9 años fue operado en Buenos Aires. La 1ª vez que fue, con su papá, viajé para hacerles de guía. Yendo del hotel al subte, le dije:
- Fran: ahora vamos a ir en un tren que corre por debajo de la tierra.
Francisco me miró con sus ojitos muy abiertos y no dijo nada. Tal vez pensó que era una broma.
Cuando subimos al tren, se sentó a mi lado. Íbamos en un asiento delantero del primer coche, semivacío, de modo que veía todos los detalles del túnel y de las estaciones. Él miraba asombrado. Al rato me tomó del brazo y dijo:
- Abue: ¿A esto lo hacen para que la gente se divierta?
- No -expliqué- Es un medio de transporte, como los ómnibus, pero que no cruza calles y va rápido. La gente lo usa para ir de un lado a otro: Al trabajo, a la escuela...
- ¡Aaah! ¡Y de paso se divierten!
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Fran vive, con sus padres y hermanitas, en Villa la Angostura, Neuquén. Cada a fin de año vienen a Santa Fe y por la misma época de la anécdota anterior, estando ellos acá, fuimos a almorzar a lo de Hugo, el suegro de su tío Adrián. Por esos tiempos el ídolo de Fran era El Zorro, su héroe preferido. Hugo “le tomó el tiempo” a la ingenuidad de Fran y, en un aparte, le mostró una espada de verdad que guardaba. Allí le confesó que, en realidad, él era El Zorro; pero que no dijera nada para que no lo descubrieran. Días después, mientras regresaban en auto, al salir de Santa Fe, Fran comentó.
- Al final... ¡El Zorro vivía en Santa Fe!
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Pilar


Pilar tiene una año menos que su primo Francisco. Cuando pequeñita pasaba la mayor parte del tiempo en nuestra casa, mientras sus padres trabajaban.
Era hermosa como una muñeca, de tez muy blanca y cuando ella entraba, yo le recitaba desde adentro, con voz aflautada:- ¡Oh! ¡La princesita Blancaflor!...a quien su abuelo llama, cariñosamente, “Blancaflorcita”. Y ella bajaba la vista, medio avergonzada.
Solía sentarse en la puerta del garage, en una sillita como la de Mafalda. Un día la vi pegar en la puerta, detrás de su sillita, un papel donde se leía, con grandes letras: “PILAR”.
- ¿Por qué pegaste ese letrero?
- Para que sepan quién vive aquí.
- ¿Y vos vivís aquí?
- ¿Y dónde, si no?
………
Cuando me jubilé y cobré “el retroactivo” hicimos pintar y reparar buena parte de la casa. Un día el patio estaba lleno de cosas apiladas, sucio de pintura y cemento por todas partes. Pilar llegó de la escuela, miró el patio y entró, diciéndole a su abuela:
- ¡Nana! ¡Es un asco el patio de vos!
…..
Ella cantaba “Estrellita de los dientes” (por Estrellita del Oriente)
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Lucía

2 años menor que su hermano Francisco y uno menos que su prima Pilar.
Dulce, callada, cariñosa, de mirada inteligente y a veces pícara.
Estudiosa, termina en 2008 “la primaria” como abanderada, igual que Fran. Toca la flauta dulce en la orquesta infantil-juvenil de Villa la Angostura...
Es tan buena que nadie recuerda, de ella, anécdotas como las que aquí se cuentan..



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Amparo


Amparo tenía 5 años y Pilar 7. Pilar le pidió a la abuela Piqui que le hiciera una sopa.
- ¿De qué la querés?, preguntó la abuela. Pilar eligió una clase de fideos.
- Yo tamién queo sopa, dijo Amparo.
- Bueno, dijo la abuela ¿Sopa de qué, querés vos?
- Sopa de nada, respondió Amparito.
- ¿Qué? ¿Cómo es eso?
Ella quería caldo, solamente.
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Amparito (3 años) estaba en la cocina viendo cómo su abuela encendía el horno con un fós­foro. De pronto dijo.
- Queo “queocupa”.
- ¿Cómo? ¿Qué querés?
- Queocupa
- ¡Queocupa! ¿Qué es eso?
- Y Amparito, cantando, dijo: ¡Queocupa fi-í, queocupa fi-í
Pudimos entender que estaba cantando: “Que los cumplas feliz”; como en los cumpleaños, cuando encienden -con fósforos- las velitas de la torta. Lo que Amparo quería era la caja de fósforos.
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Cuando Martín se fue a hacer un posgrado a los EE.UU., Pilar (7 años) y Amparo (5) sufrieron su primer gran desarraigo. Un país donde todos hablan otro idioma y debían aprender a comunicarse en inglés. Las primeras veces que su papá las llevaba en auto a la escuela, Pilar iba con los ojos llenos de lágrimas.
- Pili: ¿Querés volver a casa, con Mamá?
- No, respondía ella. Y “se la bancaba”.
Amparo no entendía nada, en su jardín maternal lleno de chiquitos americanos, chinos, mejicanos y de otras nacionalidades.
Un día comentó en su casa que a los chinitos no les entendía nada. Días después preguntó:
- Papá: los mejicanos... ¿Son chinos?
- ¿Cómo? ¡No!. ¿Por qué decís eso?
- Porque a ellos tampoco los entiendo como hablan.
- Pero si hablan igual que nosotros. Hablan español.
- ¡No! Ellos “dicen” que hablan así. Pero dicen “ahorita” ¿Qué es eso?
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Cuando volvieron de los EE.UU. el papá iba a trabajar en una petrolera de Comodoro Rivadavia.
Todos comentaban que en esa ciudad había mucho viento y lo resaltaban como algo importante. Más aún, hallamos en Internet un sitio que se llama: “Comodoro Rivadavia: La capital del viento”
La “Ampa” no decía nada, pero se ve que la cosa la impactó. Cuando estuvieron allá, salieron en auto a recorrer la ciudad y alrededores. Situada entre el mar y cerros, en lo alto del cerro Arenales se encuentra el “parque eólico de generación eléctrica” más grande de Sudamérica. Cada molino tiene un asta de 50 m de altura y las aspas miden 30 m de radio.
Esa noche hablaron por teléfono a casa. Pilar estaba encantada porque desde su ventana veía el amanecer sobre el mar. Amparo dijo:
-¡Abue! ¿Sabés por qué acá hay tanto viento? ¡Porque está lleno de ventiladores y los tienen a todos prendidos!
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Amparo (8 años) estaba viendo por televisión los momentos previos a la elección del nuevo Papa. Por supuesto, no entendía de qué se trataba y preguntó a su mamá qué pasaba.
- Están tratando de elegir a la persona más buena del mundo, le dijo la mamá, ante la imposibilidad de explicar algo tan complicado.
Amparo se quedó mirando la ceremonia hasta que apareció el nuevo Papa en su ventana. Y luego se acercó a su madre, cabizbaja y como desilusionada.
- ¡Amparo! ¿Qué te pasa?
- No, nada. Yo creía que lo iban a elegir al Giorgio.
Cuando me lo contaron supe lo que es reír llorando.
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Mili


A Milagros -como a casi todas sus tocayas- la llamamos “la Mili”. Cuando tenía 4 años visitamos a sus primos de Villa La Angostura. Una mañana fuimos al puerto y en ese momento llegaba el catamarán que lleva turistas al Bosque de Arrayanes. La nave maniobró lentamente, rateando, hasta amurarse al muelle. Mili siguió atentamente la maniobra hasta que el motor se detuvo. Ante el silencio exclamó:
- ¡Se le acabaron las pilas!
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(4 años y medio)
Como casi todos los domingos la Mili y sus papás vienen a cenar con nosotros. Pero antes de eso van a misa. Hoy durante la ceremonia, el cura instó a los asistentes a rogar por sus queridos difuntos, especialmente por... (y aquí nombró a algunos recientemente fallecidos) De inmediato la Mili se acercó azorada, con ojos desorbitados, a su mamá:
- ¡Mamá! ¡El abuelo Giorgio se murió! ¡Se fue al cielo!
- ¡No, hija! ¿De dónde sacaste eso?
- ¡El padre dijo que se murió Jorge, el Giorgio!
El cura había mencionado a un tal Jorge Di Giorgio entre los difuntos.
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Se acercaba el 12 de octubre de 2005 y las escuelas se preparaban para conmemorar el desembarco de Cristóbal Colón en América.- Por esa razón, en la salita de 4 años de Adoratrices, adonde concurre la Mili, la maestra explicó con sencillas imágenes lo sucedido.

Al llegar a casa, Milagros nos preguntó si queríamos que nos contara el cuentito de Cristóbal Colón. Por supuesto, le dijimos que sí. Comenzó diciendo:


- Había una vez un señor que se llamaba Cristóbal Colón y que fue a visitar a los Reyes Creyedores en España. Se llamaban así porque no creían que la tierra era redonda como les decía Colón, pero después creyeron, por eso les decían creyedores. Entonces los reyes creyedores le dieron a Colón unos “botes”, o “barcos” (bueno, eran como unos submarinos) que se llamaban carabelas. A una le decían La Linda, a otra La Pinta y a la última La Hija. Así viajó con unos marineros por el mar, hasta que uno que le había tocado estar bien alto gritó: ¡Tierra!, ¡Tierra! Entonces Colón bajó y se encontró con unos señores que se llamaban “nativos”, que no usaban pantalones como él, sino que tenían puesto unos “chichones” (suponemos que se refería a los chiripás o taparrabos). También vivían unos sacerdotes que eran distintos a los que vivían en España, entonces les enseñaban las cosas de Dios que el otro no sabía.

Colón se quedó unos días con los nativos y luego se subió a las carabelas y volvió a España para contarles a los “Reyes creyedores” que la tierra era redonda, y esta vez le creyeron… Y colorín colorado… este cuento ha terminado
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Mili (6 años y medio) había ahorrado unos pesos (Digamos, por ejemplo, 10 $ en billetes de menor valor y monedas) Fueron a un negocio y ella compró algo.
- Mamá, yo quiero pagar con mi plata.
- No, guardala, que yo te lo pago.
- No, yo quiero ayudarles, para que puedan comprar el agua, el gas, el teléfono...
- Bueno, está bien. Pagá vos.
Mili pagó con un billete y la empleada le dijo:
- Te faltan 10 centavos, querida.
Mili buscó una moneda de 10 se la dio. La empleada dijo ¡Gracias! y guardó el dinero. Mili le dijo a su mamá en voz baja:
- No me dio el vuelto.
- No te dio vuelto porque pagaste con lo justo. Si en vez de los 10 centavos le hubieras dado otro billete, te habrían dado monedas de vuelto.
- ¡Qué lástima que no pagué con otro billete! Así me habrían dado el vuelto y tendría más plata que antes.
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Anita

Desde que mis hijos eran chicos jugamos a llamar, a ciertos objetos, de algún modo particular. Así, el adminículo que se utiliza para extraer las bandejas del horno de la cocina, es el “mangulador”, los aerosoles para perfumar el ambiente son los “fuchi-fuchi”, etc.
Anita (5 años) iba a 1er. grado y no era nada aplicada. Su mamá trataba de convencerla para que mejore su “performance” y un día le dijo por qué no hacía como Fulanita, “que era la mejor del grado”
- ¡Ella dice que es la mejor! Contestó Anita ¡Pero ni sabe lo que es un fuchi-fuchi!
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Mi mujer tenía una calculadora de bolsillo que usaba (entre otras cosas) cuando iba de compras. Anita se "colaba" siempre que podía y le había echado el ojo a la calculadora. Tanto insistió que la abuela se la regaló. De inmediato se puso a hacer sumas y restas, hasta que quiso restar 86 - 92 Como el resultado aparecía precedido del signo menos, no entendía y le preguntó a su mamá. Esta trató de explicarle.
- Ana -dijo Angélica- ¿Cuántos años tenés?
- Siete, contestó Anita, que acababa de cumplirlos.
- ¿Y yo puedo sacarte ocho años? dijo la Ange.
- No, contestó enseguida.
- ¿Por qué?
Con una leve sonrisa y meneando la cabeza, Ana respondió:
- ...Porque sos mi mamá...
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Vimos "Iluminados por el fuego" sobre la guerra de las Malvinas. Al final aparece un campo minado desde entonces, donde hay 25.000 minas, aún no desactivadas por el peligro que representan. Por esa razóncercaron el área y en cada poste del cerco hay un cartel que dice:
"PROHIBIDO PASAR. MINAS".La reflexión de Anita fue:
- ¿Por qué no dejaban pasar a las chicas en ese lugar?...........



Cecilia

Trueque


Cecilia, 18 meses, fanática del chupete. Le apasiona la tortuga que tenemos, pregunta por ella cada vez que va al patio: ¿A totu? Le encanta verla comer y a veces le da un trozo de tomate. Quiere tocarla; la besa, le quita el tomate e intenta llevárselo a la boca.
Ayer la vimos venir del patio con el tomate en la mano. Rápidamente la abuela se lo quitó y le dijo: ¡Eso no se toca! Y lo llevó de vuelta al patio.
Allí, la tortuga contemplaba atónita, ante su hocico, el chupete de Cecilia.
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Otra de Cecilia (2 años y 4 meses)
Los televisores están conectados al cable que trae las imágenes por un enchufe que los técnicos llaman "chupete". Estaba yo conectando un reproductor de video al aparato y no encontraba esa cosa. Entonces le dije en voz alta a mi mujer:
- ¡No puedo conectarlo porque no encuentro el chupete!
- ¡Acá tá, pete! me dijo Cecilia tratando de colaborar. En la palma de la mano, me mostraba "su" chupete.
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Cecilia, 3 años
Cecilia (C) está con su mamá (M):
C: - iú iú, iú...
M: - ¿Qué decís? ¿Hablás en inglés, ahora?
C: - Si.
M: - Vos no sabés inglés.
C: - Si, sé inglés.
M: - En la escuela no te enseñan inglés, Cecilia.
C: - Sí. La Seño dijo: Ahora vamos a la "inglesia" ¡Y era cerquita!
….
Ella preguntaba siempre por sus primitas Pilar y Amparo.
- Viven en Caracas -le decíamos- Y eso queda muy lejos.
Cuando vinieron a pasar sus vacaciones, pararon en casa de sus otros abuelos, a unas 30 cuadras de la nuestra. Después de una cena en familia, Mumú les dijo -a Pilar y Amparo- que las llevaría en auto a su casa, en J. Paso al 3300. Y fueron con Cecilia. Cuando, al llegar, descendieron, dijo Cecilia:
- ¿Acá es Caracas?
………….


Ruptura de relaciones.
La mamá:
- Cecilia ¿Por qué no querés rezar más, antes de dormir?
Cecilia (4 años):
- ¡Porque me engañaron! ¡La virgen y el Niño me engañaron! ¡Yo les pedí para Navidad el castillo de La Sirenita y me trajeron otro! ¡Me trajeron uno trucho! ¡Me engañaron! Yo no les rezo más.
Cecilia rompió relaciones con El Vaticano ¿Qué tal?
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Aurora


Mumú atiende en el Dispensario de Barranquitas desde las 7. Como Cecilia entra a la escuela a las 8, la lleva su papá.
A las 8 menos cuarto suena el celular de Mumú.
- ¿Hola?
- ¡Buuu! (Cecilia llorando) ¡Papá no me deja llevar un disco a la escuela...! ¡Buuu!
- ¿Qué disco querés llevar a la escuela?
- ¡El de Shakira! ¡Buuuu!
- ¡Cecilia! No se puede llevar discos a la escuela ¿Para qué querés llevar ese?
- Para dárselo a la Seño ¡Así cuando ponen la bandera le digo a la Seño que ponga el disco de Shakira y nosotras bailamos! (El equipo de sonido está en el aula de Cecilia y ella vio que, cada día, la seño ponía Aurora” antes de izar la bandera).
La ingenuidad de los chiquitos es, al mismo tiempo, graciosa y tierna.
Claro que la canción "Aurora" no es muy bailable que digamos. En eso tiene razón Cecilia ¿No?
………
Yo, la peor de todos: Cecilia.


- De todas, querrás decir. Es una nena.
- No: de todos, porque uno de los nietos es varón.
- ¿Se puede saber qué hizo?
- Ninguno de los otros nietos trajo jamás una nota de mala conducta en la escuela. Más aún: varios son o han sido abanderados o escoltas de la bandera por buena conducta, entre otras virtudes. Ni sus padres (nuestros hijos y sobrinos) ni nosotros, tampoco tuvimos nunca algo parecido.
- ¿Y?
- Cecilia trajo una notificación de ese tipo ¡Y recién está en el jardín!
- ¿Qué hizo?
- No obedece a las maestras. No cumple las consignas. La retan y ella las mira fijo y sin pestañar. Cuando se le antoja, no les da bolilla
- ¿Pero no siempre, verdad?
- No, claro, a veces es deliciosa y la maestra queda encantada. Y ayer… ¿Sabés qué hizo?
- La pescamos instruyendo a su prima Mili, 3 años mayor que ella. Le decía:
- Cuando te reten, no tenés que llorar. Vos miralos, nomás, y no digas nada.
………………………


¡A juntar, a juntar / cada cosa en su lugar! (30-X-08, 4 años)

A Cecilia le gusta jugar “a la mamá”. Para ello arma corralitos con sillas y almohadones, trae y desparrama bolsas y cajas de muñecas y muñequitos de todo tamaño, viste y da de comer a una media docena de bebés mientras habla sola con voz de pito.
Pero cuando llega la hora de recoger y guardar todo, comienza la lucha. Se niega tozudamente a hacerlo; aunque alguien “la ayude”. El supuesto ayudante terminará recogiendo y guardando todo. Ella se queda por allí, tirada en un sillón, o sobre la alfombra, sin mover un dedo. No hay amenaza que la conmueva. La penitencia en un rincón ya no se utiliza: fracasó. Ha pasado semanas sin ver los “dibujitos” en la tele y sin que se le permita jugar en la compu. Lo vive sin aparente angustia. Ni siquiera se queja demasiado.
Ayer, en el jardín, habían terminado ciertas actividades y debían recoger los materiales. Cecilia le pidió permiso a la maestra para ir al baño, y fue. Como demoraba en volver, “la seño” se preocupó y fue a ver que pasaba. La encontró, lo más campante, sin hacer nada, en el baño.
- ¿Qué hacés aquí? ¿Por qué no volvés al aula?
- Porque juntar es “muy aburrido”.
Ese es el paso previo a “fugarse para que no le tomen la lección”. Sólo tiene 4 años y ya aplica estrategias para eludir compromisos. No sabemos que alguien la haya aconsejado en eso.
Preocupante ¿O no?
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[1] Jorge de Orellana. Santa Fe

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Nota del Editor,

Jorge de Orellana fue mi Profesor en la Facultad, mi Jefe en el Ministerio de Agricultura y Ganaderia de la Provincia de Santa Fe, Argentina, ...y yo fui su asistente en la Facultad, y somos buenos amigos.
Admiro su capacidad profesional e intelectual y su don de Gente. Esto ultimo un poco olvidado en estos tiempos globalizados.

Tiene una familia hermosa, siendo sus nietas y nieto una coleccion de HERMOSA GENTE con HERMOSOS NOMBRES.

Sus "HISTORIAS DE NIETOS" MERECE INTEGRAR CUALQUIER BUENA ANTOLOGIA DEL TEMA.

Lic. Jose Pivin
desde Santa Fe de la Vera Cruz
balconeando el rio Parana

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