compromiso social. La próxima semana aparecerá el inédito ‘Se beben la luz', un poemario de denuncia social
por PAULA CORROTO - Madrid -21/11/2008
Objetos y fotos de Gloria Fuertes en la sala de exposiciones del centro cultural Usera. - REYES SEDANO
Un papel, un bolígrafo y un paquete de tabaco. Eso era lo único que Gloria Fuertes necesitaba para vivir. Por eso, cuando murió, el 27 de noviembre de 1998 y se leyó el testamento, los 110 millones de pesetas que había ganado con sus intervenciones televisivas fueron a parar a una institución infantil. Lo que le habían dado los niños fue devuelto íntegramente a ellos.
Así era esta mujer que nació en 1917 en el barrio madrileño de Lavapiés. Grandona, de voz portentosa, que poseía una gran humanidad y un enorme compromiso social. El famoso programa de niños Un globo, dos globos, tres globos (1974-1979), a cuya sintonía había puesto la letra, la hizo tremendamente famosa como poeta infantil. Creó su caricatura y la convirtió en una escritora para "la inmensa mayoría", como ella decía, pero también sepultó su poesía más adulta, más realista y más comprometida.
Mucho por publicar
"En los años cuarenta y cincuenta, cuando ella empieza a acceder a la vida literaria de Madrid y juntarse con el grupo de Carlos Edmundo de Ory y Francisco Nieva, sus versos tienen un enorme calado social, como todos los poetas de aquella época", cuenta Paloma Porpetta, presidenta de la Fundación Gloria Fuertes, creada en el año 2000, y cuyo principal esfuerzo es reivindicar esta parte más desconocida de la madrileña.
Al morir donó 110 millones de pesetas a una institución infantil
Es ahí donde también se encuentra su archivo -no abierto al público- que recoge cientos de inéditos y hasta 12.000 "papelitos, ya que Gloria escribía en cualquier parte", añade Porpetta. "Gloria fue una mujer que escribió todos los días, y por eso hay mucho por publicar", sostiene Luzmaría Jiménez Faro, directora de Ediciones Torremozas, y la mujer a quien dejó en herencia toda su obra.
"Ella sabía que yo sólo editaba a mujeres y que cuidaría bien de su poesía", explica.
El poeta Luis Muñoz compartió más de una noche de recital con ella. Era una reconocida noctámbula y aún se la recuerda declamando en el Pipe, el piano bar que se encontraba debajo de su casa de la calle Alberto Alcocer en Madrid. Muñoz reconoce que hubo dos hechos que marcaron su compromiso: la Guerra Civil (o incivil, según ella) y el franquismo.
Pacifista
"La guerra está siempre presente. Ella la recordaba siempre con estupor, con tristeza y con miedo. Por eso, siempre denunció sus conflictos y su horripilante maquinaria, además de todo tipo de abusos de los poderes religiosos y económicos", afirma Muñoz.
El ejemplo está en el poemario Garra de la Guerra, editado por Media Vaca en una versión ilustrada en 2002: "Treinta meses me pasé/ como tantos y tantas madrileñas de bien/ bajo obuses y bombas por las buenas/comiendo gorgojos sin sal/ y lentejas rellenas", escribe en uno de sus versos.
En el archivo permanecen cientos de poemas inéditos
En relación con el periodo franquista, las personas que la conocieron manifiestan que no fue una militante política a la contra. Claro está que tampoco a favor. "Ella trabajó en la editorial Maravillas de España, que era del Movimiento, pero porque había que comer. Eso sí, aunque revestida de humor, hay una crítica muy fuerte a los dictadores", cuenta Paloma Porpetta.
No soportaba ninguna forma de control de las personas. Gloria Fuertes fue una mujer libre que hizo lo que le dio la gana. Su independencia fue absoluta en una época donde ser una mujer soltera que trabajaba, que viajaba e incluso escribía acompañada de su cigarro y su copa era poco menos que la imagen de un ovni.
En 1947, en plena dictadura rancia y mojigata, fundó la tertulia Versos con faldas, donde sólo acudían mujeres. Allí se leía a Unamuno -el poeta preferido de Fuertes-, San Juan de la Cruz o Gonzalo de Berceo. Incluso a coetáneos como Gabriel Celaya (la poesía también era un arma cargada de futuro para Gloria), Blas de Otero y Pablo Neruda. Y, por supuesto, a Ramón Gómez de la Serna, a quien la poeta admiradaba abiertamente y de quien copió ese formato breve de la greguería, que ella convertiría en gloriería.
Doña Pitu, Piturra/ tiene unos guantes/Doña Pitu, piturra/muy elegantes. Versos como estos han hecho que varias generaciones (desde los nacidos en 1970 hasta hoy) sepan quién es Gloria Fuertes. Sin embargo, entre los más jóvenes hay un afán mayor por recuperar esta parte de su poesía adulta.
"Tras unos años donde ha primado su caricatura, ahora sí veo una reivindicación de su obra. Para mí fue una poeta bastante underground y heterodoxa", atestigua la poeta Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977). También Elena Medel (Córdoba, 1985) resalta "esa facilidad que tenía para los juegos de palabras". "Es una poesía muy cercana, muy sencilla, pero que se nota que está muy trabajada", dice.
Inmensa ternura
La originalidad, el ritmo, la generosidad en su voluntad de comunicar, la mezcla de dolor y humor, su accesibilidad. Todo esto es lo que muestran los poemas - y también los cuentos, otra parte de su obra menos conocida- para la poeta Beatriz Ros (Málaga, 1984).
Desde luego, la ternura y el amor aparecen de forma desbordada en obras como Pecábamos como ángeles, una compilación de poemas realizada por la propia Gloria antes de morir y que editó Torremozas en 2005. "Una tarde al llegar a casa/ me encontré con la sorpresa de quererte,/ fue una bomba en mis manos", escribió la poeta, que, además, siempre guardó con fuertes candados toda su vida íntima.
En la actualidad, algunos poetas reclaman unas obras completas de Gloria Fuertes inexistentes.
Ni para sus versos infantiles ni para los adultos. A día de hoy solamente existen las antologías Obras incompletas, Historia de Gloria (amor, humor y desamor), Mujer de verso en pecho, editadas por Cátedra. "No quiero editar unas obras completas porque aún hay muchísimo inédito. Incluso de teatro.
Para mí, la posibilidad de seguir editándola quiere decir que está viva, y no la quiero ver muerta", explica la presidenta de la Fundación, Paloma Porpetta. Para muchos, desde luego, aún escribe en su mesa favorita de la Taberna Antonio Sánchez, en su barrio de Lavapiés.
fuente: Publico.es -
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