Por General (r) Martín A. Balza, Embajador Argentino en Colombia. Veterano de la guerra de Malvinas. Exclusivo para Nova Colombia.
EL Embajador de la República Argentina en Colombia, General (r) Martín Antonio Balza, se desempeñó durante la Guerra de Malvinas como Jefe del Grupo de Artillería 3 (GA3) y Coordinador de Apoyo de Fuego de la Agrupación Ejército “Puerto Argentino”.
Entre la infinidad de condecoraciones y distinciones que recibió durante su vasta carrera militar, se encuentra la Condecoración “AL MERITO MILITAR”, por la actuación en el Conflicto, otorgada en 1985. También recibió la Condecoración del Honorable Congreso de la Nación a los “COMBATIENTES DE MALVINAS” (Ley 23.118.
Conceptos del libro “Malvinas Gesta e incompetencia”, compilados en exclusiva para NOVA COLOMBIA por su autor, Martín Antonio Balza.
1. Fuimos a una guerra exaltando una tradición maravillosa de éxitos militares del siglo XIX, sin pensar en el compromiso con esa tradición que habíamos abandonado durante la segunda mitad del siglo XX, con un Ejército politizado y con dictaduras militares que afectaron nuestra profesionalidad, agravado todo esto por la instrumentación, por parte de la última de estas dictaduras, de un terrorismo de Estado que cometió crímenes contra la humanidad.
2. El primer conflicto de la era misilística: así calificaron algunos autores a la guerra, pero es muy importante destacar que, pese a los adelantos tecnológicos, en el combate se puso de manifiesto el rol decisivo de la infantería de todos los tiempos.
3. La batalla tuvo dos fases: la primera, predominantemente aeronaval, entre el 1º y el 20 de mayo; y la segunda, predominantemente terrestre, entre el 21 de mayo y el 14 de junio. Durante la fase aeronaval los efectivos en tierra fuimos sometidos a un desgaste psico-físico en las húmedas y frías trincheras, esperando el desembarco británico. La fase terrestre la iniciamos conscientes de nuestras propias limitaciones, de haber cedido totalmente la iniciativa al enemigo y de la incapacidad de recibir apoyo del continente.
4. Nuestras fuerzas fueron eliminadas por partes: primero, nuestra flota, que se automarginó del conflicto sin siquiera intentar disputar el espacio marítimo; segundo, la Fuerza Aérea y la Aviación Naval, debido a las importantes pérdidas sufridas, a pesar de los reconocidos éxitos iniciales y la excelente profesionalidad evidenciada; por último, los efectivos terrestres del Ejército y de la Infantería de marina, cuando el estrangulamiento terrestre cerró definitivamente el previsible cerco total que condujo a la inevitable rendición.
5. La guerra tuvo casi la misma duración que la del Golfo, en 1991, en la cual la campaña aérea estadounidense duró 38 días y la terrestre sólo 4 días – en total 42 días-, con un saldo de 144 estadounidenses muertos en combate. En Malvinas, la campaña aérea y naval británica duró alrededor de 20 días y la terrestre 24 días –en total 44-, con un saldo de alrededor de 300 ingleses muertos en acciones bélicas.
6. No cabe ninguna duda de que el teniente general Leopoldo F. Galtieri, el almirante Jorge I. Anaya y el brigadier general Basilio A. I. Lami Dozo, como Miembros de la Junta Militar -máximo órgano de la dictadura- fueron responsables de la absurda guerra, pero los acompañó un séquito de complacientes incompetentes que, por comisión u omisión, contribuyeron al desastre.
7. Los mismos que a su regreso fueron ocultados y después olvidados, aunque rescatados en su comportamiento por el entonces adversario. Sin embargo, muchos de sus superiores, en el Ejército, los ignoraron y menospreciaron, iniciando lo que llamo una incomprensible “desmalvinización” –hoy superada-, que no tuvo otra finalidad que ocultar su propia ineptitud, para lo cual necesitaban ignorar la gesta de quienes cumplieron con su deber de soldados en forma anónima y abnegada. Esa –al margen de la derrota- fue la hazaña del Ejército.
8. En conflictos actuales –Balcanes, Afganistán y otros- se cometieron crímenes de guerra. En cambio, en la guerra del Atlántico Sur, se observaron las leyes y los usos de la guerra, se peleó sin odio y “con notable respeto a las normas morales por parte de los dos bandos”. En Malvinas, argentinos y británicos cumplimos con el precepto sanmartiniano:”La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes”.
9. Comportamiento de caballeros, y no de villanos, es el que ambos bandos observamos en Malvinas como consecuencia del respeto mutuo; ello motivó que superáramos las contingencias del conflicto mucho antes que quienes lo siguieron por los medios de comunicación. Una prueba fue el contacto epistolar que, a partir de 1992, mantuve con el general Jeremy Moore, y que culminó con la ya comentada cordial charla en Londres, a fines de 1996. Meses después el Jefe de Batallón británico –también veterano del conflicto- que compartía con nosotros una misión de mantenimiento de la paz, en Chipre, me obsequió un cuadro con una foto donde se aprecia claramente el gol de Maradona (con la mano) a los ingleses en el mundial de 1986, en México. La dedicatoria decía: “The `hand`of God (la ‘mano’ de Dios) – “To general Martín Balza: Extending the ‘hand’ of friendship (Al general Martín Balza extendiendo la ‘mano’ de la amistad). Una amistad que, quizá, nació en la guerra. Una guerra que los soldados argentinos y británicos seguramente no deseamos.
10. Lo relatado evidencia que el mayor coraje no es, necesariamente, combatir al enemigo sino reconciliarse con él.
11. Toda guerra es una desgracia para cualquiera de los adversarios. ¿Quién podrá reemplazar la vida de los soldados caídos para siempre y compensar el dolor de sus seres queridos? Siempre el sendero de la paz es mejor que el sendero de la guerra. Gandhi expresó. “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”.
12. Cuando cesó la metralla en Malvinas pensé en la abnegación, en el sacrificio y el coraje de ambos bandos. De nuestro lado, éramos conscientes de la inutilidad de la lucha, pero no vacilamos en seguir combatiendo; ellos –los británicos- estaban seguros de la victoria, pero no ahorraron esfuerzos para lograrla.
13. Muchos de nuestros mandos superiores pertenecían a una dictadura –sádica e inepta- que se desvió de los principios sanmartinianos en la lucha contra la subversión y puso también en evidencia su incompetencia militar en Malvinas. Primero, les faltó capacidad profesional durante la guerra. Segundo, carecieron de hidalguía para afrontar la derrota. Tercero, iniciaron un ingrato proceso de “desmalvinización” que no respetó a los combatientes, a los muertos ni a los heridos.
14. La guerra constituye uno de los actos más trágicos en la vida de un soldado y, por desgracia, también una de las más frecuentes maneras en que se han resuelto las disputas en la historia de la Humanidad. Es una tragedia que pone al descubierto grandezas y miserias de cada uno de nosotros: la valentía y el miedo; la solidaridad y el egoísmo; el heroísmo y la cobardía.
Fuente: “Malvinas: Gesta e Incompetencia” Editorial Atlántida- Buenos Aires-2003. Por Martín Antonio Balza.
Conceptos del libro “Malvinas Gesta e incompetencia”, compilados en exclusiva para NOVA COLOMBIA por su autor, Martín Antonio Balza.
1. Fuimos a una guerra exaltando una tradición maravillosa de éxitos militares del siglo XIX, sin pensar en el compromiso con esa tradición que habíamos abandonado durante la segunda mitad del siglo XX, con un Ejército politizado y con dictaduras militares que afectaron nuestra profesionalidad, agravado todo esto por la instrumentación, por parte de la última de estas dictaduras, de un terrorismo de Estado que cometió crímenes contra la humanidad.
2. El primer conflicto de la era misilística: así calificaron algunos autores a la guerra, pero es muy importante destacar que, pese a los adelantos tecnológicos, en el combate se puso de manifiesto el rol decisivo de la infantería de todos los tiempos.
3. La batalla tuvo dos fases: la primera, predominantemente aeronaval, entre el 1º y el 20 de mayo; y la segunda, predominantemente terrestre, entre el 21 de mayo y el 14 de junio. Durante la fase aeronaval los efectivos en tierra fuimos sometidos a un desgaste psico-físico en las húmedas y frías trincheras, esperando el desembarco británico. La fase terrestre la iniciamos conscientes de nuestras propias limitaciones, de haber cedido totalmente la iniciativa al enemigo y de la incapacidad de recibir apoyo del continente.
4. Nuestras fuerzas fueron eliminadas por partes: primero, nuestra flota, que se automarginó del conflicto sin siquiera intentar disputar el espacio marítimo; segundo, la Fuerza Aérea y la Aviación Naval, debido a las importantes pérdidas sufridas, a pesar de los reconocidos éxitos iniciales y la excelente profesionalidad evidenciada; por último, los efectivos terrestres del Ejército y de la Infantería de marina, cuando el estrangulamiento terrestre cerró definitivamente el previsible cerco total que condujo a la inevitable rendición.
5. La guerra tuvo casi la misma duración que la del Golfo, en 1991, en la cual la campaña aérea estadounidense duró 38 días y la terrestre sólo 4 días – en total 42 días-, con un saldo de 144 estadounidenses muertos en combate. En Malvinas, la campaña aérea y naval británica duró alrededor de 20 días y la terrestre 24 días –en total 44-, con un saldo de alrededor de 300 ingleses muertos en acciones bélicas.
6. No cabe ninguna duda de que el teniente general Leopoldo F. Galtieri, el almirante Jorge I. Anaya y el brigadier general Basilio A. I. Lami Dozo, como Miembros de la Junta Militar -máximo órgano de la dictadura- fueron responsables de la absurda guerra, pero los acompañó un séquito de complacientes incompetentes que, por comisión u omisión, contribuyeron al desastre.
7. Los mismos que a su regreso fueron ocultados y después olvidados, aunque rescatados en su comportamiento por el entonces adversario. Sin embargo, muchos de sus superiores, en el Ejército, los ignoraron y menospreciaron, iniciando lo que llamo una incomprensible “desmalvinización” –hoy superada-, que no tuvo otra finalidad que ocultar su propia ineptitud, para lo cual necesitaban ignorar la gesta de quienes cumplieron con su deber de soldados en forma anónima y abnegada. Esa –al margen de la derrota- fue la hazaña del Ejército.
8. En conflictos actuales –Balcanes, Afganistán y otros- se cometieron crímenes de guerra. En cambio, en la guerra del Atlántico Sur, se observaron las leyes y los usos de la guerra, se peleó sin odio y “con notable respeto a las normas morales por parte de los dos bandos”. En Malvinas, argentinos y británicos cumplimos con el precepto sanmartiniano:”La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes”.
9. Comportamiento de caballeros, y no de villanos, es el que ambos bandos observamos en Malvinas como consecuencia del respeto mutuo; ello motivó que superáramos las contingencias del conflicto mucho antes que quienes lo siguieron por los medios de comunicación. Una prueba fue el contacto epistolar que, a partir de 1992, mantuve con el general Jeremy Moore, y que culminó con la ya comentada cordial charla en Londres, a fines de 1996. Meses después el Jefe de Batallón británico –también veterano del conflicto- que compartía con nosotros una misión de mantenimiento de la paz, en Chipre, me obsequió un cuadro con una foto donde se aprecia claramente el gol de Maradona (con la mano) a los ingleses en el mundial de 1986, en México. La dedicatoria decía: “The `hand`of God (la ‘mano’ de Dios) – “To general Martín Balza: Extending the ‘hand’ of friendship (Al general Martín Balza extendiendo la ‘mano’ de la amistad). Una amistad que, quizá, nació en la guerra. Una guerra que los soldados argentinos y británicos seguramente no deseamos.
10. Lo relatado evidencia que el mayor coraje no es, necesariamente, combatir al enemigo sino reconciliarse con él.
11. Toda guerra es una desgracia para cualquiera de los adversarios. ¿Quién podrá reemplazar la vida de los soldados caídos para siempre y compensar el dolor de sus seres queridos? Siempre el sendero de la paz es mejor que el sendero de la guerra. Gandhi expresó. “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”.
12. Cuando cesó la metralla en Malvinas pensé en la abnegación, en el sacrificio y el coraje de ambos bandos. De nuestro lado, éramos conscientes de la inutilidad de la lucha, pero no vacilamos en seguir combatiendo; ellos –los británicos- estaban seguros de la victoria, pero no ahorraron esfuerzos para lograrla.
13. Muchos de nuestros mandos superiores pertenecían a una dictadura –sádica e inepta- que se desvió de los principios sanmartinianos en la lucha contra la subversión y puso también en evidencia su incompetencia militar en Malvinas. Primero, les faltó capacidad profesional durante la guerra. Segundo, carecieron de hidalguía para afrontar la derrota. Tercero, iniciaron un ingrato proceso de “desmalvinización” que no respetó a los combatientes, a los muertos ni a los heridos.
14. La guerra constituye uno de los actos más trágicos en la vida de un soldado y, por desgracia, también una de las más frecuentes maneras en que se han resuelto las disputas en la historia de la Humanidad. Es una tragedia que pone al descubierto grandezas y miserias de cada uno de nosotros: la valentía y el miedo; la solidaridad y el egoísmo; el heroísmo y la cobardía.
Fuente: “Malvinas: Gesta e Incompetencia” Editorial Atlántida- Buenos Aires-2003. Por Martín Antonio Balza.
PUBLICADO EL 2 DE ABRIL DE 2008 EN EL DIARIO NOVA COLOMBIA
http://www.novacolombia.info/nota.asp?n=2008_4_2&id=43827&id_tiponota=2
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