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B.B. |
El
año pasado había más de 7.100 pensionistas alemanes instalados en
asilos húngaros. Otros 3.000 han decidido pasar sus últimos años en
asilos afincados en la República Checa. Las estadísticas oficiales
indican que, además, hay otros 600 'refugiados' en Eslovaquia. Y varios
centenares repartidos entre España, Grecia y Ucrania. La mayoría de
ellos, según explica un reportaje del periódico británico The Guardian, contra su voluntad; no tienen dinero para quedarse en Alemania.
Las
pensiones recibidas, en muchos casos, no dan para cubrir los costes de
un asilo alemán, dice el rotativo británico. Quedarse en Alemania
alcanzada una determinada edad y dependencia cuesta, de media, entre los
2.900 euros y los 3.400 euros al mes. El problema es que estos precios
no parecen destinados a reducirse en el corto plazo. Y entre eso y una
población cada vez más envejecida, los expertos temen que el número de
‘exiliados’ no pare de crecer en los próximos años.
Las
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) están visiblemente molestas con
la situación. El término “deportación inhumana”, utilizado por algunas
de ellas, no puede evitar compararse con tiempos más oscuros para el
país, aunque el argumento más recurrente para tratar de remodelar el
sistema que cuida, supuestamente, de los ancianos del país es el de que
no se puede tratar de esta manera a las personas que construyeron la
Alemania moderna, el actual motor económico de Europa, tras la
devastación dejada por la II Guerra Mundial.
Pero la crisis del
sistema que pretende cuidar de los mayores en Alemania no es ninguna
novedad. Por el contrario, parece un problema crónico. Sin embargo,
durante los últimos años se habían tapado agujeros gracias a la llegada
masiva de inmigrantes del Este europeo, que ejercían de mano de obra (no
muy cara) y podían cubrir, de este modo, vacantes sin que los centros
tuviesen que aumentar los precios.
El drama va más allá de la
irresponsabilidad nacional, que es la bandera que ondean desde el ‘think
tank’ de carácter social Sozialverband Deutschland (VdK, por sus siglas
en alemán). Hay casos concretos realmente tristes. Algunos los expone
la Sociedad de Alzheimer alemana: “En particular, las personas con
demencia pueden encontrar dificultades a la hora de orientarse estando
inmersos en otra cultura y en una lengua completamente diferente, porque
muchos viven en un mundo anclado al pasado, basado en memorias de sus
épocas más tempranas”.
Por su parte, los griegos ironizan sobre la
situación. Al ser su país uno de los destinos mencionados por el
reportaje del diario inglés, algunos periodistas helenos ya han
manifestado la posibilidad de que el Gobierno que lidera el conservador
Antonis Samarás, que cuenta con el beneplácito de la canciller germana,
Angela Merkel, gracias a su predisposición a adoptar las medidas de
austeridad dictadas en Berlín, se dedique de ahora en adelante a
construir una industria basada en el cuidado de los ancianos alemanes.
Podría ser esa, quizá, la salida de la crisis económica que atraviesa el
país mediterráneo. |
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2012-12-27 • 11:10:00
FUENTE: http://www.elboletin.com/ |
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