REEMPLAZO: ASPECTOS LEXICO-
SEMÁNTICOS, LEXICOGENÉSICOS
Y FRASEOLÓGICOS.
Juan Gómez Capuz
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
Resumen.- El argot de los soldados de reemplazo
es uno de los cuatro subargots en los que se puede
dividir el lenguaje militar y posee una serie de
características que lo caracterizan y separan de los
otros argots. En este artículo se analizan esas
características desde diversos puntos de vista como
la designación, la tropología, los cambios de código,
los difemismos, los centros de expansión, la
influencia de otros argots, los acortamientos léxicos
o la sufijación expresiva entre otras.
Resumo.- O calón dos soldados de leva é un dos
catro subcalóns en que pode dividirse a linguaxe
militar e posúe unha serie de características que
o caracterizan e separan dos outros calóns.
Neste artigo son analizadas esas características
desde diversos puntos de vista como a designación,
a tropoloxía, as mudanzas de código, os
disfemismos, os centros de expansión, a influencia
de outros calóns, os acortamentos léxicos ou a
sufixación expresiva entre outras.
Abstract.- The slang of the replacement soldiers
is one of the four differents slangs in those which
the military language can be divided and it shows
a series of features that characterize it and
separate from the others slangs. In this article
those characteristics are analyzed from various
points of view such as the designation, the
tropology, the code changes, the disfemims, the
expansion centres, the influence of other slangs,
the lexical blending or the expressive suffixation.
1. EL LENGUAJE MILITAR Y EL ARGOT.
PRESUPUESTOS METODOLÓGICOS DE ESTE
TRABAJO.
El lenguaje del Servicio Militar o de los soldados de
reemplazo o, más llanamente, “de los soldados”,
es uno de los cuatro subargots o jergas en que se
divide, a nuestro entender, el lenguaje militar
considerado en conjunto como un tecnolecto,
lengua profesional o jerga.
Estos cuatro subargots son:
1.Lenguaje jurídico-administrativo militar. Se
caracteriza por tanto, por el arcaísmo en todos
los niveles (uso del futuro de subjuntivo; la palabra
policía con el valor arcaizante de ‘uniformidad”,
‘aseo”), así como por la tendencia a siglas y
abreviaturas (JEPER, Tte, T.Col ).
2.Lenguaje de los militares profesionales. Se trata
de la típica jerga profesional, que sufre las
influencias de otras jergas colaterales como el
lenguaje jurídico militar y el lenguaje de los
militares de reemplazo(vid.infra ).
3.Lenguaje de las milicias universitarias (actual
IMEC).
4.Lenguaje del Servicio Militar o de los soldados
de reemplazo. Esta jerga tiene una serie de
características que lo caracterizan y separan de
los otros tres subtipos del lenguaje militar.
a) Se trata de un lenguaje muy definido en lo
que respecta a dos de las variables sociales:
sexo masculino y edad entre 18 y 28 años; sin
embargo es muy difuso en cuanto a la variable
socio-económica y el nivel de estudios.
b) El lenguaje del Servicio Militar es una especie
de “pidgin” constituido por “préstamos” de
otros argots relacionados con él y que lo
convierten a su vez en un nuevo argot; en especial
debemos destacar los “préstamos” del lenguaje de
los militares profesionales (ir a piñón, páter), del
lenguaje de la droga (rayarse, fumeta ) y del
lenguaje juvenil lato sensu o incluso del argot
común (chupa, rebotarse, escaquearse, pringar).
Se trata de un lenguaje desconocido por el recluta
recién llegado, rápidamente asimilado para
satisfacer las más mínimas necesidades
comunicativas (como ocurre con el pidgin) y que
una vez acabado el Servicio Militar suele ser
rápidamente olvidado 35.
Es por tanto, un lenguaje instrumental y de
circunstancias, sin voluntad de permanencia:
una especie de “pidgin” que jamás llegará a
convertirse en “criollo”.
c) Como corolario del rasgo anterior, podemos
afirmar que es un lenguaje que se inscribe
perfectamente en las coordenadas que P . Daniel
(1992: 20) asigna al concepto de argot: un lenguaje
grupal, críptico y de germanía que “se desarrolla
con especial intensidad en ámbitos cerrados
-campamentos y cuarteles militares, cárceles,
internados, escuelas-, en donde la conciencia de
grupo es mayor, por lo que el argot es un distintivo
de clase y un elemento integrador”.
Así pues, observamos que el lenguaje del Servicio
Militar es un lenguaje argótico y grupal,
identificador y cohesionador de un colectivo que
se encuentra en una precaria situación socio-
jurídica, un lenguaje rápidamente asimilado por
sus miembros y que se encuentra 35
De hecho, la inmensa mayoría de los pre-
informantes que habían acabado el Servicio Militar
hacía más de tres años fueron incapaces de
responder a un mínimo de preguntas de nuestro
cuestionario, razón por la cual fueron excluidos de la
nómina final de informantes (vid.infra ). en un
proceso de continua creación (por medio de
relexificaciones, cambios semánticos, nuevas
metáforas).
En el aspecto metodológico, nos hemos decidido por
el procedimiento de encuesta, siguiendo en
términos generales el modelo elaborado por J . M.
Navarro (1989: 293-303) en su estudio sobre el
lenguaje de los estudiantes. Ahora bien, nuestro
modelo presenta algunas particularidades
motivadas por el tipo de lenguaje tratado y los
informantes:
1. Hemos confeccionado una encuesta de 62
preguntas que no han sido organizadas por
campos semánticos; con ello hemos pretendido
evitar que algunas respuestas contaminaran a
otras o que alguna palabra de una pregunta
contuviera la respuesta de la pregunta siguiente.
2. La encuesta fue contestada por 24 informantes,
todos ellos residentes en Valencia y su área
urbana, aunque habían realizado el servicio
militar en diversos lugares del Estado Español
(Valencia, Región Centro, Baleares y Ceuta-
Melilla) entre 1989 y 1993.
3. En cuanto a los datos sociológicos, hemos
consignado los estudios, clase social y, sobre
todo, el lugar y año del Servicio Militar,
ya que -como veremos- el lenguaje de los
soldados es en cierto modo una especie de
diasistema con variedades diatópicas.
4. En algunas preguntas se ha admitido que un
mismo informante dé más de una respuesta, lo
cual explica que en estos casos la suma de los
porcentajes de las respuestas sea superior al 100%.
2. LÉXICO Y SEMÁNTICA: DESIGNACIÓN,
TROPOLOGÍA, CAMBIOS DE CÓDIGO,
DISFEMISMO Y CENTROS DE EXPANSIÓN.
2.1. Simples procedimientos de designación de
realidades del mundo militar.
En este punto estudiaremos una serie de términos
que designan denotativamente determinadas
realidades militares; es decir, se trata de términos
afectivamente neutros, normalmente comunes al
lenguaje de los soldados y al de los militares
profesionales. En cuanto al aspecto
estadístico, debemos destacar dos fenómenos:
a) Por un lado, algunos de estos términos son la
variante mayoritariamente empleada por los
informantes, en una proporción superior al 70%:
es el caso de garitas para designar las torres de
vigilancia que hay en un cuartel (100%); los
términos compañía (infantería), batería
(artillería) y escuadrón (caballería) para designar
el lugar donde viven los soldados en el cuartel
(suman 83%); las voces dos-cuartos y tres-cuartos
para designar una prenda de invierno que cubre
esa proporción del cuerpo (91%); imaginaria
(75%) para los servicios de vigilancia nocturna
dentro de la compañía; taquilla (100%) para
designar el armario personal de cada soldado;
botiquín (83%) para designar la enfermería;
pernocta (91%) para designar el documento que
autoriza al soldado a dormir en su casa; y pista
americana (75%) para indicar el circuito de
instrucción constituido por pruebas de agilidad y
algunas trampas.
b) Por otro lado, observamos que otros términos
de este tipo son, justamente, las variantes
minoritarias, inferiores al 25%: se trata de las
formas neutras y objetivas, desplazadas en el uso
por la variante más “afectiva”, sobre todo en el
sentido negativo de degradación y deshumanización
(disfemismo): es el caso de letrinas (25%) frente a la
metáfora animal y deshumanizadora los tigres
(83%); de corneta (17%) frente a la sonora
nomatopeya turuta (66%); y de primero (8%;
elipsis de cabo primero ) frente a la despectiva
sinécdoque tirilla (83%).
2.2. Recursos semánticos expresivos.
En este apartado, adoptamos parcialmente el
esquema de exposición empleado por F.Rodríguez
González (1989) en su estudio del lenguaje juvenil.
2.2.1. Transferencia semántica: metáforas y
metonimias. Disfemismo, degradación y centros
de expansión semántica.
2.2.1.1. Metáforas, metonimias y sinécdoques.
Como todas las jergas, el lenguaje de los soldados
es muy rico en metáforas y metonimias, que le
permiten un doble proceso de relexificación de
realidades que odian -las de la vida militar- por
medio de términos más familiares, por un lado
(walkman, galleta, braga, chopo ) y de reforzar
el carácter degradador e incorformista de su
lenguaje, por otro.
En primer lugar examinaremos las metáforas.
En la mayoría de ellas, tenor y vehículo se
parecen en la forma: así, al fusil CETME se le
llama chopo (100%), porque el fusil, puesto de
pie, da la impresión de ser un árbol muy alto;
por su parte, a la funda que se coloca en las
hombreras y que indica los galones a partir del
cabo se le denomina galleta (66%) porque tiene
la forma cuadrangular y las dimensiones de
una galleta. Más compleja es, en cambio, la
metáfora tigres (83%) para designar los lavabos
de una compañía, aunque la conexión o
fundamento parece estar en la expresión
coloquial oler a tigre .
Algunas metáforas también implican una
sinécdoque: se compara un tenor a un vehículo
no por la similitud total de ambos objetos sino
por la similitud de parte del tenor con parte del
vehículo.
Así, la cinta que ciñe la visera de la gorra y se
puede mover de forma que describa un arco
alrededor de la cabeza se compara a unos cascos
[auriculares] (25%) mediante una metáfora
propiamente dicha, mientras que el mismo
porcentaje de informantes lo equipara a unos
walkman: en este caso dicha cinta no se parece
a unos walkman sino sólo a un parte de ellos,
los cascos auriculares. Otro caso similar es la
denominación calimero (58%) para designar a
un policía militar: aquí se compara el tenor
“policía militar” con el vehículo constituido por
ese personaje de dibujos animados, por el
fundamento que constituye la semejanza del
casco blanco del policía militar con la cáscara
de huevo que todavía recubre a Calimero.
El fenómeno más complejo es la red de
designaciones tropológicas del soldado veterano.
Todas parten de la metáfora base padre/padraco,
donde se traspone la autoridad del padre a la
autoridad fáctica que tiene en la milicia el
veterano. A partir de aquí se generan nuevos
términos según el grado de veteranía. Estos
términos, que podríamos denominar “metáforas
escalares”, son:
-padre/padraco (66%), cuando yahay en su
cuartel un reemplazo más novato.
-abuelo/(abuelaco) (83%), cuando ya hay en
su cuartel dos reemplazos más novatos; también
cuando le faltan tres meses.
-bisabuelo: bisa, güisa, wisa (66%), bisagra (25%),
superwisa (17%), cuando le quedan menos de tres
meses de mili, y en el caso de la mili de 12 meses,
cuando ya había en el cuartel cuatro reemplazos
más novatos.
En otros casos nos encontramos con sinécdoques
propiamente dichas: así, a un cabo primero se le
llama despectivamente tirilla (83%) o tirita (8%),
porque se le denomina por sus galones
(sinécdoque “pars pro toto”), que son una
pequeña tira amarilla; a la enfermería del cuartel
se le llama por algo que hay en ella, el botiquín
(83%).
Por último, también hemos registrado algunas
metonimias.
Algunas bastante simples como la blanca (100%)
que designa la cartilla militar que se entrega al
soldado cuando ha acabado la mili y que está
impresa sobre papel blanco. Otras son más
expresivas, como aspirino (8%) para designar al
soldado que se ocupa del botiquín o enfermería:
aparte de la metonimia de designar a la persona
por lo que ésta suele administrar (aspirinas),
hay una asimilación de la forma al género, para
poder designar a una persona de sexo masculino.
2.2.1.2.Disfemismo, degradación y deshumanización.
Es evidente que esta jerga goza de un carácter
rebelde (como todo antilenguaje), que le permite
la visión degradada, sarcástica e inconformista
de una realidad ya de por sí sórdida, por medio
de una amplísima batería de recursos lingüísticos
entre los que cabe destacar una red de metáforas
con valor degradante, insultante, deshumanizador
y existencialista. Pensamos que este rasgo no es
propio del lenguaje de los soldados, sino que es
uno más de los préstamos que le hace el lenguaje
juvenil.
En este sentido, F. Rodríguez González (1989:
155-156) señala que el lenguaje juvenil busca
intencionadamente el disfemismo, cualquier
palabra que contribuya a dar un tono peyorativo
y humorístico al discurso. Más explícito es M.
Casado Velarde (1988: 108:109), quien afirma
que bastantes términos de la lengua juvenil se
caracterizan por su carácter deshumanizador
(currelo es el trabajo sin lo que tiene de voluntario,
creativo y humano) y por ser aplicables al hombre
sólo en su “animalidad” (fiambre, estirar la pata,
joder ). Este rasgo es perfectamente visible en
el lenguaje de los soldados, ya que en muchos
aspectos no es más que la adecuación del lenguaje
juvenil a un contexto de uso muy peculiar. Y si
tenemos en cuenta que el punto de vista que
normalmente rige el argot de los soldados suele
ser el de los soldados con mayor autoridad “moral” y
con mayor conciencia de serlo, es decir, los
“veteranos”, comprenderemos que la mayoría de
las metáforas deshumanizadoras vayan dirigidas
a dos grupos humanos ajenos a este colectivo:
a) Por un lado, los soldados novatos, verdaderos
parias de las sociedad de castas que es el ejército,
y que son llamados por sus “compañeros”
veteranos pollo (58%), monstruo (8%), chinche
(17%), bulto (17%).
b) Por otro lado, los militares profesionales, como
los cabos =primeros -llamados tirilla (83%)- y los
policías militares -llamados calimeros (58%) por
su casco, en comparación del famoso polluelo. En
general, se practica la cruda desmitificación de
todo lo sagrado en el mundo militar: así, la funda
que lleva los galones, indicativo de la compleja
jerarquía y autoridad militar, es sarcásticamente
comparada a una galleta (66%) por su forma,
mientras que el alto grado de coronel es nombrado
con el jocoso término de coroco (33%).
2.2.1.3.Centros de expansión semántica.
Ahora bien, sin duda alguna, la prueba más clara
de estos procesos de degradación, materialismo y
deshumanización la constituyen las áreas
semánticas que actúan como centros de expansión
semántica, en términos de H. Sperber (apud S.
Ullmann [1965][1967: 227-228]). N. Català (1989:
213-214) da una explicación muy útil de este
concepto cuasi-freudiano al aplicarlo al lenguaje
juvenil: “H. Sperber, en el ya lejano 1923,
explicaba que aquellos temas que constituyen el
centro de interés de un individuo sugieren símiles y
metáforas para la descripción de otras
experiencias”, es decir, actúan como vehículo de
metáforas que describen otras cosas.
En nuestro corpus hemos detectado tres grandes
centros de expansión semántica, los cuales
sirven para describir metafóricamente
acciones y conceptos propios de la vida militar
y que son responsables en gran parte del carácter
materialista y deshumanizador de este lenguaje:
a) En primer lugar, el ámbito -ya citado- de
“lo no humano”, donde se pueden incluir los
términos empleados para designar al soldado
novato (pollo, monstruo, chinche, bulto ), al cabo
primero (tirilla ) y al policía militar (calimero )
36 .
b) Es fácil de comprender que el sexo sea uno de
los grandes centros de interés del militar de
reemplazo: ya es un concepto-eje en el lenguaje
juvenil (P . Daniel, 1992:17) y aquí lo es todavía
más por razones obvias. Por ello, algunos objetos
y acciones propios de la vida militar son nombrados
mediante metáforas “sexuales”. Así, el fusil
CETME se compara a una novia, porque siempre se
le lleva de la mano; a la prenda que se pone en el
cuello cuando hace frío se la da el sensual nombre
de braga (100%).
La concepción de la relación sexual como agresión,
ya denunciada por P . Daniel (1992:21), se hace
evidente en el hecho de que las expresiones que
significan ‘copular” también significan ‘arrestar”,
como follarse (75%), que a su vez tiene el complejo
símil deshumanizado de pasar baqueta [al cañón
de un fusil] (17%); igualmente, la acción de
comunicar a un superior una acción digna de
arresto, denominada en el argot de los militares
profesionales dar parte, se convierte aquí en la
metáfora sexual-agresiva de meter parte (16%)
-posiblemente por analogía con follar ‘arrestar”.
c) Por último, el otro gran centro de expansión
es la droga, realidad omnipresente en todos los
cuarteles. Así, el argot de la droga ha dado nombre
a otra acción frecuente en la vida militar: cuando
un mando -sobre todo un sargento- parece perder
los estribos y actúa de manera incomprensible,
sobre todo en el sentido de mandar realizar
excesiva instrucción (p. ej. paso ligero) a los
reclutas, se dice que ese mando se ha rayado
(58%). Aunque es posible interpretar la etimología
de esta expresión en el sentido de que “se ha
pasado de la raya” o “actúa como un disco rayado”,
nosotros pensamos que la fuente está en el lenguaje
de la droga: ese mando actúa de la misma manera
que aquellos que han esnifado una raya de cocaína,
de ahí rayarse. Esta suposición queda confirmada
por otras respuestas que los informantes han
dado a esta misma pregunta, mucho más explícitas
en su alusión a 36 Además habría que citar la
denominación de los lavabos de la compañía como tigres .
la droga: meterse una raya (8%), e ir fumado (17%).
2.2.2. Otros recursos expresivos: la ironía y la
hipérbole.
La ironía es un recurso muy efectivo en la lengua
coloquial y jergal. Hemos visto un claro ejemplo
en una de las designaciones del soldado novato,
el cual, entre los muchos nombres que recibe, es
llamado peludo (17%), porque lleva el cabello
mucho más corto que los veteranos.
J . M. Navarro (1989:299) considera en su estudio
sobre el lenguaje estudiantil la presencia de la
hipérbole o exageración. En el lenguaje de los
soldados, próximos generacionalmente a los
estudiantes, la hipérbole también se presenta en
ocasiones. El ejemplo más claro y expresivo es el
término trifásico para designar “el enchufe o
influencia que tienen algunos reclutas y que les
permite tener un destino muy ventajoso”:
trifásico es una hipérbole del término coloquial
base enchufe, ya que designa un enchufe muy
potente y complejo, de tres fases (frente al
ordinario, que es monofásico).
2.2.3. Cambio de código.
2.2.3.1.Influencia de otros argots.
Ya hemos señalado que el lenguaje de los
soldados es una especie de “pidgin” constituido
casi exclusivamente por préstamos de otras
jergas y argots colaterales.
a) En primer lugar cabe citar la influencia del
argot de los militares profesionales. Gran parte
de estos términos ya se han citado y explicado
en el apartado de “procedimientos de designación”
(vid.supra ): garitas, compañía/batería/escuadrón,
letrinas, dos-cuartos/tres cuartos, barbuquejo,
botiquín, despedida, pernocta, corneta, pista
americana, imaginaria, furriel y [cabo] primero .
Otros términos típicos del lenguaje
de los militares profesionales que han pasado al
lenguaje de los soldados son los siguientes:
-chusquero (91%), oficial o suboficial procedente
de la clase de tropa (reenganchado ) y que no ha
pasado por las academias militares, término
despectivo quizá acuñado por los oficiales
formados en academias militares (derivado de
chusco, tipo de pan habitual en los cuarteles).
-reengancharse (91%), continuar en el ejército
después de haber realizado el Servicio Militar
-pater (83%), nombre latino con que se designa
al capellán castrense.
-dar parte (50%), acción de comunicar a un
superior una acción merecedora de arresto.
-privación de salida (58%), especie de arresto
menor que no consta en expediente, también
denominado por sus siglas, P.S. (33%).
b) Mucho más extensa es la influencia del argot
de la delincuencia, el cual también es visible en
el lenguaje juvenil, como ya advirtió F. Rodríguez
González (1989:155-156). La influencia del argot
de la delincuencia se pone de manifiesto en una
de las palabras- eje de este argot (cf. P . Daniel,
1992: 17): marrón, que V. León (1992, s.v .)
define como ‘causa criminal o sumario” y voz
propia de los marginados. A partir de esta
palabra base tenemos los siguientes compuestos,
derivados y locuciones:
1.”El hecho de que alguien sea arrestado” o “hacer
algo merecedor de arresto” fue identificado por
el 33% de los informantes con la expresión
enmarronarse, mientras que el 25% optó por la
locución comerse el marrón y el 8% por pillar de
marrón .
2. “A una acción ilegal, merecedora de arresto” se
le denominó marronada en un 41% de los casos,
mientras que el 33% optó por la forma base
marrón y el 17% por la forma marronazo .
3. “Al soldado que comete faltas y es arrestado
con frecuencia” se le denominó marronero en
un 50% de los casos, y marrón con patas en un 8%.
4. “Al hecho de presentar una actitud desafiante
y cometer faltas con frecuencia” se le llamó ir de
marrón en el 41% de los informantes, mientras
que las variantes marroneo, ser un marronero y
buscarse marrones se repartieron un 8% cada
una.
Uno de los conceptos-eje del argot de la
delincuencia es el de ‘cárcel”, razón por la cual
todos los términos que designan el ‘calabozo”
en el lenguaje de los soldados proceden del argot
de la delincuencia: trullo (66%), talego (17%) y
trena (17%).
Por último, otros términos procedentes del argot
de la delincuencia son petar (75%) en el sentido
de forzar una taquilla para robarla; cantar (8%)
en el sentido de comunicar a un mando una acción
merecedora de arresto, de acuerdo con el sentido de
‘delatar” que tiene en argot marginal; pasma,
‘policía” en argot de la delincuencia, es empleada
por un 17% de los informantes para referirse a la
‘policía militar” (alternando con P.M. y calimero )
c) Asociado al argot de la delincuencia, tenemos el
argot de la droga. Este argot proporciona la
metáfora ya mencionada que indica que un
sargento se ha salido de sus casillas y manda
realizar excesiva instrucción a los soldados:
mediante las formas rayarse (58%), meterse
una raya (8%) y ir fumado (8%). También hay
varios nombres para el soldado que consume
habitualmente drogas blandas: fumeta (58%),
porrero (33%), porreta (16%), chocolatero (8%).
d) Por último, tenemos al principal suministrador
de términos al lenguaje de los soldados. Se trata
del llamdo lenguaje juvenil, el cual se podría
integrar en lo que P . Daniel (1992:15) denomina
argot común o urbano. De hecho, podríamos decir
que el lenguaje de los soldados no es más que la
adecuación de este lenguaje juvenil a un contexto
de situación muy particular. Pero es necesario
observar que, en muchos casos, esos términos
procedentes del lenguaje juvenil y argot común
designan una realidad diferente, la
correspondiente a la vida militar, con lo cual se
ha producido un proceso de relexificación:
así, pringar (66%), definido por V. León (1992,
s.v .) como ‘trabajar en exceso” pasa ahora a
significar “hacer guardias, sobre todo con
excesiva frecuencia”; escaquearse (100%), para
V.León (1992, s.v .) ‘escabullirse de un trabajo u
obligación”, significa en el contexto militar
‘escabullirse de las obligaciones militares”;
chupa (83%) ya no es la chaqueta normal sino
la chaqueta militar; pollo (58%), ‘joven” en
argot (J .M.Oliver 1987, s.v .), es ahora el soldado
novato, recién llegado; las expresiones estar
quemado/quemarse (25%), que en V.León (1992,
s.v .quemado ) es “estar sin ánimos o facultades”,
y pasarlas putas/estar puteado (50%; V.León 1992,
s.v .puteado) pasan ahora a designar el hecho
de pasarlo mal durante una temporada en el
cuartel; la acción de rebotarse (83%), que
significaría ‘rebelarse contra alguien o algo”,
significa en el contexto militar el arriesgado
hecho de rebelarse contra un soldado veterano,
cabo o sargento, previa provocación de éstos.
2.2.3.2.Influencia de otras lenguas históricas.
Aunque los estudiosos del argot señalan que un
rasgo típico de éste es la presencia de términos
propios de otras lenguas, en el lenguaje de los
soldados la presencia de extranjerismos es casi
nula. En cuanto a los gitanismos no hemos
encontrado ninguno indentificable como tal.
En cuanto a los anglicismos, el único registrado
es walkman (25%) cuando designa a la cinta que
ciñe la visera de la gorra y que en correcto
castellano se llama barbuquejo (17%).
3.LEXICOGENESIA: ACORTAMIENTOS
LÉXICOS Y SUFIJACIÓN EXPRESIVA.
En diversos trabajos, M.Casado Velarde (1985,
1988 y 1989) diferencia claramente dos tipos de
acortamiento léxico en español actual, uno más
tradicional y otro más reciente, propio del lenguaje
juvenil.
3.1.1. Acortamiento tradicional.
Para M. Casado Velarde (1985 y 1988), el
acortamiento tradicional se da por apócope de
palabras largas, produciendo formas bisílabas,
con algunos casos de dislocación acentual para
favorecer el esquema acentual paroxítono y
donde se mantiene la forma final aunque sea
poco frecuente en español o deje en suspenso el
género (caso de la terminación -i ): es el caso de
cole, cine, moto . En nuestro corpus sólo hemos
encontrado furri, apócope de furriel,
‘administrativo que pone las guardias”, forma
suministrada por el 100% de los informantes.
3.1.2. Procedimientos de acortamiento en la
lengua juvenil actual.
Según M. Casado Velarde, los acortamientos
actuales se caracterizan por diversos rasgos:
-la forma apocopada suele ser trisílaba;
-la vocal final pasa a ser -a -incluso en
sustantivos masculinos- por atracción de sufijos
propios del lenguaje juvenil como -ata, -aca,
-eta ;-el corte del apócope no se produce
necesariamente en la frontera silábica;
-suelen ser formas de carácter lúdico y expresivo,
y sobre todo índices de la identidad generacional
del hablante.
En nuestro corpus hemos registrado bastantes
muestras de este fenómeno, un indicio más de
la fuerte influencia que el lenguaje juvenil,
tiene en la jerga de los soldados. Encontramos
formas que acaban en -a de forma natural,
como volunta [
procedente también del proceso porrero >
porr + eta ; y camata (16%; ‘soldado que sirve a
los mandos como camarero”), procedente de la
evolución camarero > cam + ata . Todavía más
complicada de analizar resulta la voz coroco
(33%), designación degradatoria y festiva de un
coronel, si bien pensamos que se puede deber a
atracción de la literacion teco (<> porrete, porrero.
b)cuando la palabra no es propia del grupo, hay
una tendencia a imprimir la marca del grupo, y
por ello sus derivados adoptan sufijos propios de
este grupo, como -ata, -aca, -eta .
Esta afirmación de G. Herrero parece cumplirse
en el sentido de que las voces más típicas del
lenguaje de los soldados -aunque procedan de
otras jergas- suelen formar derivados con sufijos
habituales en castellano: es el caso de plantón
(91%; “determinados tipos de vigilancia donde se
está de pie”), tirilla (83%)/tirita (8%; ‘tira
amarilla en la hombrera que designa por
sinécdoque al cabo primero”), vinillo (33%;
“celebración de la licienciatura de un reemplazo”),
chupita (8%; “chaqueta militar”), pollete (8%;
‘soldado novato”), marronero (50%; “soldado que
es arrestado con frecuencia”), chocolatero (8%;
“soldado que es asiduo fumador de porros”),
porrero (33%), marronazo (17%; “acción ilegal,
digna de arresto”) así como diversas voces
formadas con el sufijo -ada, tres con el sentido de
“acción” como son marronada (41%; “acción ilegal,
digna de arresto”), putada (17%)/novatada (66%;
“broma pesada que se gasta a los novatos”) y
una con significado colectivo, mesiada (8%;
“conjunto de soldados mesías que celebran su
licenciatura”).
Sin embargo, la distinción de G. Herrero no
parece cumplirse totalmente, ya que algunas
voces que designan realidades propias del grupo
forman derivados con sufijos propios del lenguaje
juvenil, con lo cual se daría una redundancia en
el indicativo de pertenencia al grupo: es el caso
de camareta (75%; “lugar donde duermen seis
u ocho reclutas”), padraco (66%) abuelaco (8%;
“distintos tipos de soldado veterano”) y, en
general, muchas de las voces mencionadas en el
apartado anterior (volunta, paraca, mimeta).
Como en todo lenguaje jergal, la fraseología del
lenguaje de los soldados es rica y a la vez
complicada. A la hora de organizar en grupos las
unidades fraseológicas nos serviremos de la
clasificación propuesta por A.Zuluaga (1980:
135-140):
1.Locuciones adnominales. En cierto modo
podríamos incluir la locución de bonito, empleada
por el 91% de los informantes para referirse al
traje que se lleva en ocasiones de gala como desfiles,
juras de bandera, etc.
2.Locuciones verbales:
1. Ir a piñón, metáfora tomada del tecnolecto de
la mecánica, y que tiene un doble sentido (de
hecho corresponde a dos preguntas distintas del
cuestionario):
a) Para un 66% de los informantes significaba el
hecho de hacer guardias cada dos días.
b) Para un 58% correspondía a al hecho de no
llevar el paso bien, y alternó con otra locución
verbal basada en el tecnolecto de la mecánica del
automóvil, ir con la directa (8%).
2. Para la idea de “hacer guardias”, chupar
guardias y pelar guardias se reparten un 17% cada
uno, frente al verbo dominante, pringar (66%).
3. A partir de la palabra-eje del argot de la
delincuencia marrón, hemos registrado las
siguientes locuciones verbales:
-comerse el marrón (25%) y pillar de marrón (8%),
para la idea de “cometer una acción ilegal,
merecedora de arresto”; -ir de marrón (41%) y
buscarse marrones (8%), para “el hecho de
presentar una actitud desafiante y cometer faltas
con frecuencia”.
4. Subirse a las barbas fue elicitada por un 8% de
los informantes para expresar la idea de ‘rebelarse
contra un soldado veterano, cabo o sargento previa
provocación de éstos”, frente al mayoritario
rebotarse (83%).
5.Dar parte fue elicitada por el 50% de los
informantes para el significado de “comunicar a
un superior una acción ilegal, merecedora de
arresto”, mientras que el 17% optó por una
variante de claras connotaciones sexuales,
meter parte, posiblemente por analogía con follar
‘arrestar”.
En cuanto a las unidades fraseológicas que
equivalen a un enunciado -en la clasificación de
A.Zuluaga (1980:135-140)- hemos registrado en
nuestro corpus las expresiones dos piedras,
poka y (soy) civil, las cuales se suelen pronunciar
como únicos constituyentes de un acto de habla
o enunciación, y en unos contextos muy
determinados.
Estas expresiones corresponden a la subcategoría
que A.Zuluaga (1980:207-213) denomina fórmulas
de fijación pragmática, es decir, “enunciados
fraseológicos cuyo empleo está fijado a determinadas
situaciones de la vida social”, aunque proponemos
extender este concepto no sólo a las fórmulas
fijadas a determinadas situaciones (uso) sino
también a determinados hablantes (usuarios):
-así, dos piedras (58%; metáfora que significa
“machácatela [con dos piedras]”) es una expresión
que siempre la dice quien no tiene guardia a quien
la tiene, sobre todo en fechas señaladas como
Navidad o Nochevieja;
-poka (41%; elipsis de me queda poca mili ), siempre
se la dice el soldado veterano al soldado novato;
-(soy) civil (33%) es una expresión que sólo puede
pronunciar el soldado recién licenciado, y va
dirigida a los militares profesionales y de reemplazo
que aún permanecen en el cuartel.
Por último, hemos registrado unas curiosas
formaciones léxicas que no tienen otra razón
de ser que la de rimar con un sintagma
explicativo de su sentido introducido por el
conector sintáctico porque . Son expresiones
festivas y lúdicas, basadas en un proceso creativo
bastante eficaz en la lengua coloquial actual 37.
.
Las expresiones registradas son las siguientes:
a)Generales en todos los dialectos geográficos
del lenguaje militar.
1.Soy mesías, porque me quedan días (de mili)
(83%)
2.Soy lavadora, porque me quedan horas (de mili)
(58%)
3.Soy cantimplora, porque me quedan horas
(de mili) (8%)
4.Soy flecha, porque ya la tengo hecha [la mili]
(33%)
b)Propias de determinados “dialectos geográficos”
del lenguaje militar.
1.Exclusiva de Baleares:
Soy espinete, porque sólo me falta el billete [de
barco o de avión para la Península] (8%)
2.Exclusiva de Ceuta:
Soy berberecho, porque sólo me falta cruzar
el Estrecho [de Gibraltar] (8%) 37
Como es el caso de las formaciones “rimadas” del
tipo la cagaste Burt Lancaster .5.
CONCLUSIONES.
Después de haber analizado este lenguaje en
todos los niveles, podemos confirmar las ideas
expuestas en la parte introductoria del trabajo.
En efecto, el lenguaje de los soldados de
reemplazo es una jerga con carácter anti-militar
y degradador, que se encuentra en un proceso
constante de creación léxica; sin embargo,
hemos observado que gran parte de las unidades
léxicas y procesos lingüísticos de esta jerga son
“préstamos” de otras jergas o argots conectados
con él, en especial el lenguaje jurídico-
administrativo militar y el de los militares
profesionales por un lado, y el argot de la
delincuencia, el de la droga y el lenguaje juvenil
y argot común por otro. Por tanto, los recursos
lingüísticos privativos de esta jerga se reducirían
a lo que hemos estudiado como recursos
semánticos expresivos que no implican un
cambio de código: la amplia batería de metáforas y
metonimias; los disfemismos que implican
degradación, deshumanización y desmitificación;
los centros de expansión semántica como son el
sexo, la droga y lo no humano; y los procedimientos
de hipérbole e ironía, y aun así, muchos de estos
recursos son comunes al lenguaje juvenil y al
argot común.
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fuente:http://webs.uvigo.es/hesperia/paginas/indices/articulos/vol1/gomezcapuz.pdf
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