Texto: Fco. Martínez.
Lo que en principio fue un espectáculo cuyo propósito era poner en circulación cantes en desuso ha pasado a ser el argumento sonoro del tercer disco de Argentina. Fue hace un año cuando la cantaora onubense presentó en Málaga su propuesta de “Un viaje por el cante”, desde entonces sus actuaciones se están sucediendo por numerosas provincias, pero quedaba pendiente Córdoba. El jueves 17 de mayo cantó por vez primera en esta ciudad y lo hizo a lo grande, por la calidad de su intervención y por la respuesta del público.
Cuando en algunos artistas la ansiedad por innovar le hacen perder perspectiva de la riqueza musical del histórico legado flamenco, Argentina ha optado por reivindicar desde una actitud artística valiente cantes que apenas tienen predicamento, y lo hace de forma inteligente, remozando el armazón musical y el tratamiento en el acompañamiento; en el Gran Teatro de Córdoba así lo mostró con éxito.
No se trató de un recital al uso, sino de una intensa exposición de estilos, desde el conocimiento, coherencia e implicación artística; muchos cantes, más de quince, la mayoría de ellos con sus respectivas variantes, se sucedieron en la medida justa de tiempo, a manera de exquisita degustación, sin empachos. En este sentido el acierto de Argentina fue notable, dado que el formato escogido en el espectáculo/disco permitió escuchar una selecta variedad de palos que se complementaron sin ambigüedades, dando cuerpo homogéneo a un idílico encuentro flamenco.
No se trata solo de tener aprendidos disciplinadamente los añejos cantes, hace falta vivificarlos, dotarlos de sentido artístico contemporáneo en su ejecución y en el acompañamiento; de ahí que cuando Argentina cantó la caña, el polo o la serrana, éstos pretéritos volvieron a actualizarse sin traumatismos, sencillamente por el tratamiento dado: proyección estilística, expresiva e interiorizada como eje principal en la cantaora.
La voz de Argentina osciló por múltiples registros con enorme seguridad, desde la exigida tesitura para la noble rotundidad -peteneras, tientos...- pasando por medias y bajas tonalidades en sensible juego de comprometidos matices melódicos -jaberas, taranta, cabales, milonga...-, estando exhuberante de manera puntual y sin excesos, en su punto -tangos, cantiñas, soleá de Triana, bamberas bulerías...-. Cualidades de una cantaora que supo aderezar cada cante interpretado desde su impronta personal sin descuidar los parámetros técnicos necesarios.
Para su viaje por el cante Argentina contó con el acompañamiento de los guitarristas José Quevedo “Bolita” -artífice en gran medida de los planteamientos exhibidos por la cantaora y del éxito obtenido- y Jesús Guerrero. En la palmas y coros Los Melli, junto a Torombo y el percusionista José Carrasco.
Tras más de una hora y media de buen flamenco, el público quiso más; se recordó a Fernando Terremoto con la bulería de José Quevedo "Bolita" "Pasajeros en el tiempo". Y no podía haber despedida formal sin los fandangos de Huelva con una emocionada Argentina, que invitó a los asistentes a que cantase junto a ella el famoso fandango alosnero "Calle Real del Alosno...". Un fin de fiesta por fandangos ante un público que despidió a la artista onubense y sus acompañantes con una de las más grandes ovaciones que he presenciado en el Gran Teatro. Y como dice la letra "tengo el gusto tan colmao..." y gracias a una cantaora que se mostró como tal: flamenca. De nombre Argentina.
http://www.cordobaflamenca.com/noticias/73-flamenco/621-concierto-argentina
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