martes, 1 de julio de 2008

"América Latina es un continente fundado en la escritura": LA 'NUEVA' LEY DEL LIBRO EN MEXICO

El libro fue una de las primeras industrias mexicanas con potencial exportador, y como bien señala Gabriel Zaid, sin que ningún secretario de estado se percatara de ello.

Por: Carlos Lara

Hace poco más de una década, concretamente en 1997, la discusión en el Congreso de la Unión en torno al libro se centró en cómo proteger la industria editorial, concebida como “un sector de primer orden para el relanzamiento del país”.

Se buscaba establecer una ley del libro que sirviera como punto de partida, pues desde 1973 Argentina ya tenía una ley del libro al igual que Colombia, Chile, Costa Rica, Ecuador, España, Guatemala, Nicaragua, Perú y República Dominicana, es decir, México se había rezagado en el contexto americano.

Siete años antes, la UNESCO había creado organismos especializados en cada región geográfica del mundo para atender el desarrollo del libro y la lectura. En 1969 Colombia fue elegida como sede del “Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina” (Cerlalc).

En 1971 México había firmado ya el acuerdo de adhesión con los demás países latinoamericanos para el “Desarrollo del Libro y la Lectura” Al finalizar la década de los noventa, cuando se discutía la aprobación de la actual Ley del Libro, se hablaba de la necesidad de mejorar la calidad del material de lectura, de promover su diversidad y facilitar el acceso del libro al ciudadano lector, “mediante las bibliotecas públicas y un precio acorde al salario de los mexicanos”.

Sin embargo en la actualidad los procesos globales y el desarrollo de los mercados en el mundo han generado otros mecanismos dentro de industrias como la editorial, que nos llevan a hablar de estrategias de promoción como la del precio único y no de un precio acorde al salario.

Por diversos organismos nacionales e internacionales sabemos acerca de nuestro hábito de lectura. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) recomienda leer cuatro libros por año y un nivel óptimo de 24.

Según la Encuesta Anual de Cultura 2006, el promedio de lectura al año del mexicano es de 2.9 libros; 2.8 de acuerdo a un estudio de las Naciones Unidas. Dos según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), 1.5 de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, y 1.2 según cifras de 2005 de la UNESCO (1). Consulta Mitofsky por su parte, señala que el 60.9 % de los mexicanos dice haber leído uno o más libros al año, pero no recuerdan el último, mientras que para la Procuraduría Federal del Consumidor existen 15 millones de lectores en México, esto es, sólo 2 % tiene el hábito de la lectura.

Todo lo anterior coloca a México en el lugar 107 de acuerdo al listado de la OCDE sobre índice de lectura realizado entre 108 países. Ahora bien, quizá lo más desalentador para los promotores del precio único sea que el precio de los libros no aparece entre las principales razones por las que no se lee en nuestro país, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Lectura 2006.

Cambios e inconsistencias

El 30 de abril pasado quedó aprobada por mayoría calificada la nueva Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, tanto por el Senado de la República como por la Cámara de Diputados (2).

Es importante señalar que las observaciones que hiciera en su momento el entonces Presidente Vicente Fox, no fueron del todo atendidas. Persisten algunas inconsistencias tales como una adecuada coordinación con la legislación en materia de derecho de autor, propiedad intelectual y delitos de imprenta.

No precisa qué cantidad de tiempo se utilizará o de qué manera las autoridades responsables emplearán los tiempos oficiales y públicos para fomentar la lectura y el libro. La más sobresaliente de las inconsistencias está en el artículo 25 que a la letra dice: “el precio único no se aplicará a las compras que para sus propios fines realicen el Estado, las bibliotecas que ofrezcan atención al público o préstamo y los establecimientos de enseñanza y de formación profesional o de investigación”.

Este artículo vulnera la garantía jurídica de igualdad en perjuicio de las personas no contempladas en dicha excepción, porque si bien todos los sujetos se encuentran en una misma situación jurídica, si la ley tiene entre sus finalidades el acceso equitativo al libro, y se reconoce como de observancia general en sus primeros artículos, el 25 en particular establece un trato desigual (3).

Para muchos de sus promotores una de las novedades de la ley se encuentra en la creación del Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura. Sin embargo hay que recordar que dicho Consejo está previsto en la actual ley desde el año 2000 y en ocho años las autoridades educativas no lo han integrado.

El precio único (núcleo de la nueva ley) tiene una bondad que no es menor: permitir que la competencia se de en el terreno del servicio y la atención y no en el terreno del descuento, donde los únicos favorecidos son los grandes del ramo (4).

Sin embargo, quitando el precio único de esta nueva Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, podríamos decir que estamos ante la ley vigente.Somos un continente fundado en la escrituraAmérica Latina es un continente fundado en la escritura.

Por esa razón es preocupante que la literatura esté dejando de ser el centro de nuestra cultura. La cultura en general está pasado a formar parte del tiempo libre, dejando a los medios electrónicos y a la industria del entretenimiento la tarea de explicar la realidad.

Lo anterior se debe en parte, como ha señalado Carlos Monsiváis, a la expulsión del humanismo del ideario académico de las escuelas en la década de los años setenta, misma que destronó a la literatura como punto de partida de la escritura y del pensamiento. A la par, y como un movimiento complementario consecuencia de los procesos globales, se ha establecido el predominio de la comunicación audiovisual sobre la escritura y la lectura.

Nuestro continente está fundado en la escritura y es ahí donde reside su posible y necesaria reintegración, alcanzando nuestros fines como sociedad a través de nuevos medios. En una de sus más recientes obras titulada Ficciones fundacionales, Doris Sommer hace referencia a la narración literaria de ensayos fundamentales elaborados por el ingenio de un Domingo Sarmiento, Jorge Isaacs y José Mármol, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Luis Cardoza y Aragón, José Carlos Mariátegui, Pablo Neruda, Octavio Paz, ejemplo de nuestra base fundamental y al mismo tiempo, guías de una posible reintegración regional.

La renuncia al humanismo y a los indicadores socioculturales, así como la adopción de los hitos economicistas en la valoración de la cultura que afloraron en el debate de la ley, han conformado una serie de McReglas en el mundo: cuando la base del pensamiento era el humanismo, se hablaba sobre lo que se escribía, mientras que hoy se escribe acerca de lo que se habla, y de lo que se habla en los medios masivos de comunicación que es aún más lamentable.

El libro fue una de las primeras industrias mexicanas con potencial exportador, y como bien señala Gabriel Zaid, sin que ningún secretario de estado se percatara de ello. No sólo no apoyaron esta industria (5), antes bien impulsaron los oligopolios de las fábricas de papel y en lugar de bajar los costos del libro mediante la demanda interna y externa, los subieron al incrementar el costo del papel (6).

Con esta nueva ley, no son pocas las preguntas generadas en torno a sus bondades como posible promotora del libro y la lectura, sin embargo, y al margen de si las condiciones del mercado mexicano del libro son las adecuadas para el establecimiento de un precio único, la nueva Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, particularmente en ese punto, puede ser un paso hacia delante en el largo sendero que deberá cruzar la industria editorial mexicana y eso que se supone todavía es la expresión más sólida de la cultura: el libro.

Bibliografia:

(1) Las cifras de lectura incluyen los libros de texto escolares.
(2) El 26 de abril de 2005 el Senador Tomás Vázquez Vigil del Grupo Parlamentario del PRI, presentó el proyecto de Iniciativa de Ley de Fomento para el Libro y la Lectura. Casi un año después fue aprobado en el pleno del Senado; el 22 de marzo de 2006 fue enviado a la Cámara de Diputados y un mes después lo aprobaron y lo turnaron al Ejecutivo Federal para los efectos constitucionales a que hubiera lugar. Los efectos constitucionales fueron varios y fundamentales.
(3) Además de la incompetencia del Congreso de la Unión para la expedición de una la ley de libro, pues en ninguna de las fracciones del artículo 73 constitucional se faculta a dicho poder para legislar en la materia. Sobre esta materia tienen facultad para legislar los Congresos Locales.
(4) Como acertadamente señala Zaid, Gandhi puede darse el lujo de no saber lo que tiene en su página de Internet, ni por teléfono, fax, correo electrónico, incluso yendo a preguntar, porque no necesita competir en servicio.
(5) Zaid, Gabriel Confusiones sobre el mercado del libro. Revista Letras Libres Junio de 2006
(6) Zaid señala que la muestra de que la industria del libro es más competitiva que la del papel, es que el papel mexicano para hacer libros no es exportable, a menos que se transforme en libros exportados.

CRÉDITOS: Informador Redacción / RNGZ
http://www.informador.com.mx/suplementos/2008/21869/6/especial-la-nueva-ley-del-libro.htm

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