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De Chávez sólo quedará la memoria
trágica de quien habiendo tenido todas las oportunidades de transformar a Venezuela
sólo logró la culminación de su destrucción en breve lapso. 40 años, para establecer un límite formal,
mucho más arbitrario que científico, fueron suficientes al Pacto de Punto Fijo, (AD, Copei,
la Iglesia, Fedecámaras, las universidades, las fuerzas armadas… etc.) para
que la crisis hiciera su clímax. El partido
convertido en maquinarias electorales, la negación de la democracia, ajenas a
toda teoría política, ayunos de
ética, minados por la corrupción, sus
militantes en clientes, sus dirigentes en
jefes absolutos, caudillos o
dictadores, e incluso ídolos. Betancourt caudillo, medianamente idolatrado.
Caldera Ídolo, caudillo y, ambos, ególatras, sus militantes vasallos, súbditos
excluidos, la sociedad sin posibilidades de participación real y, menos, de presencia en la orientación y toma de decisiones. Objetos vulnerables a la crítica de los medios, que, en efecto descalificaron y
fueron y desplazaron el papel del partido, hasta ser agentes fundamentales de su destrucción y fuentes de la construcción de una conciencia social de
repudio y negación de la función
política del partido. La iglesia, parte
del banquete, cuyas consecuencias
mantiene consigo, las universidades en
proceso de degradación y negación de sí mismas, a partir del reglamento
Leoni y de la reforma Caldera, que en su
interior legalizó las conductas de la Realpolitik en sustitución casi absoluta del valor
académico. La fuerza irracional sustituyó la auctóritas del saber, del
conocimiento, del arte. La
profesionalización de la política, como
juego de las relaciones de poder y con ello la desaparición de la ética. Para describir su tragedia señalé que en la universidad un voto vale
más que un teorema y un poema carece de valor,
el pedagogicismo enterró la ciencia y la investigación fue reducida
a sobrevivir en catacumbas, condenada
a la mendicidad. Los gremios, ah, señor, monstruos traficantes del poder bajo
autócratas vitalicios. Las fuerzas armadas, parte del reparto y custodios
privilegiados de los placeres del banquete… en fin caos ético, coas social, caos
moral… y las respuestas propuestas meras acciones para el “cambio” que todo
deja igual.
Pero, digamos algo más, en ese universo muy incompleto en su
descripción, el levantamiento de Chávez sonó moralmente justificado, políticamente
necesario, y al principio el propio Chávez fue víctima de ese juego macabro. El medio se hizo mensaje. La derrota militar de Chávez, el “por ahora”
devino en el mayor triunfo político en la historia del país, porque en el reconocimiento de la derrota asumió y amplió
la responsabilidad por lo hecho y el compromiso para liderar la esperanza. El error de los factores que se afincaron en él para el disfrute del
poder consintió en desconocer las cualidades del personaje, en presuponer
que sería controlable, de allí
que salvo excepciones con diferencias en algunos casos cualitativas, en lo ético, lo económico, lo social, todos los
demás estaban con Chávez. Todos eran
“chavistas”. Los medios, empresarios,
iglesias… esta verdad no se puede callar. Chávez se hizo gigante porque los
intereses de poder, en ese momento, lo hicieron Goliat. La ruptura que con él vendría nunca tuvo fundamentos teóricos, de
principio, sino de intereses. El paro
petrolero, el narcicismo de los generales
de Altamira (qué baja mira!), el golpe de abril, son evidencias y hay quienes aun piensan que mucho de ello fue
parte del juego político del propio Chávez, pero prescindiendo de cualquier valoración, el hecho real fue que tales
“eventos” facilitaron y justificaron el
afianzamiento del poder de Chávez y reafirmaron
su influencia y poder
determinante en la conducta de las masas, de la mayoría de la gente de abajo y
de importantísimos sectores de la clase
media y alta, religiosos, económicos, militares.
Pero el
país que Chávez recibió en agonía, lo exterminó el Supremo, nada cuesta demostrarlo. Sin mitificar el pasado, todo está en peores condiciones que las
vividas en aquella era. Ha crecido la
corrupción, la dependencia económica y tecnológica es abismal,
el atraso científico es
directamente proporcional a la sumisión política mas que
al modelo cubano, que lo emula en lo represivo, policial, la exclusión,
la delación, sino mucho mas y peor que
eso convertidos en adoradores
fundamentalistas de Fidel, idólatras,
cuya alienación reviste tales grados, que el propio Chávez escogió a Cuba como el altar de su
inmolación. La iglesia de hoy también en
crisis se mueve en un péndulo que se
desliza entre Porras y Moronta. A mejor prueba, la escala entre Vidal y Palmar.
Entre esas misas en cadena para adorar a Chávez y fomentar su idolatría y la de
los sacerdotes que optan por sacar a los mercaderes del templo. Las universidades, las mas, pacen
en un mundo ajeno a la verdad, han hecho del silencio su pasto y de la
prudencia cómplice, su potrero. Han convertido el claustro en el espacio de
“El Emboscao” que alimenta su lujuria en
los placeres del poder sin gloria y en el goce de las limosnas del padrote Gobierno. La constitución, la división de poderes, así
como la honestidad, la eficacia, en fin… sin ropaje formal, desnudas están al
servicio del poder mientras la realidad cotidiana
está en manos de la delincuencia, la inseguridad, impunidad. He demostrado en
diversos textos que la inseguridad, la exclusión, etc.…son inversión deliberada del “proceso”
en su empeño por controlar, mediante el
terror, la conducta social, proceso que está en decadencia acelerada, como
evidencian los hechos políticos electorales, la MUD, las contradicciones in
crescendo del PSUV…
Pero, por qué ocurrió esto? Parte de la respuestas está en la historia arriba pincelada, pero la cuestión no tiene allí su centro, su núcleo, el fracaso de Chávez está en el vacio teórico de su
propósito, en su relativización de la moral, en la sustitución de la
razón por la idolatría en torno al mesías redentor, lo cual se hace
insostenible cuando se dejan de hacer o disminuyen los milagros, hasta ahora mantenidos por la inmensidad de los ingresos
petroleros y en ese vacio se anidan las causas de su acelerada muerte. En efecto, su socialismo del siglo XXI carece
total y absolutamente de sustentación teórica
y en consecuencia no tiene posibilidad de realización. Su socialismo
indoamericano, originario, bolivariano, robisoniano, zamorano, humanista,
cristiano y cualquier ano mas… y las tres fuentes, Bolívar, Rodríguez, Zamora, para decirlo con
generosidad, son una monstruosa
farsa por las contradicciones en sus
propios términos, lógicamente incompatibles y por su referencia histórica
imposibles de unir, demostración que sin esfuerzo alguno puede hacer cualquier
curioso que revise la historia, algún diccionario de filosofía, de teología,
pero que, para el caso, es solo
alimento de la cursilería de los
sabios de la postmodernidad tropical o
de intelectuales del dogmatismo bien
rentado como Galeano, bien
complacido como Coello, Ramonett
y algunos otros como ellos, etc. Nada unía a las culturas
precolombinas, las relaciones
económicas, sociales, políticas constituían modelos autoritarios, despóticos, sus niveles científicos y tecnológicos carecían posibilidad de desarrollo y, hacer
de Cristo y a Bolívar socialista es manipulación, burda ciertamente, pero propia
de todo dictador siempre necesitado de justificar
el origen divino, mágico
religioso en la dirección de su propia
auto justificación de dios o semidiós.
Empero,
esa charca nada tiene de ingenua, pues, permite al ignaro nadar en ella y en ese juego
Chávez fue maestro. Si su socialismo es cualquier cosa que no es, cualquiera puede ser cualquier cosa que no
sea. Ello hace imposible continuar su
proceso, porque no hay ninguna idea coherente
que sirva de fuente y de sustento al discurso
político. Todo en vida giró en una visión deificada de sí mismo que como acto final se propuso proyectarla en una especie de médium,
en un ser ungido, en donde por vía
idolátrica se “reencarnara” él, lo cual fue un buen intento, pero nada es mas difícil al espíritu del redentor,
que Maduro, su autoproclamado hijo primogénito, esencial heredero, pueda cumplir
con tan complicada tarea, no por su
desinformación académica, y muy menos por su origen social. Lo primero mas bien pudiera ser una virtud
que manipulada sea bien empleada para la identificación con sectores
del pueblo llano e, incluso, con quienes como tantos, sabemos que el título de
doctor no hace doctos. Este es otro asunto, solo la voluntad del hombre,
su decisión, su dedicación y su trabajo lo hacen crecer y ser mejor. Son otros los motivos, que en síntesis reclaman a Maduro, mas allá de ser el hijo
donde el padre se proyecta, un líder para
superar una crisis sin parangón, que
reclama en su respuesta consenso crítico
o, caer en el inmenso riesgo de hacerse dictador…
La otra herencia de Chávez es la ausencia total de liderazgos medianamente
informados, medianamente racionales, medianamente aptos para continuar el show. Ese hueco impone al chavismo
transitoriamente, con alguna eficacia provisional jugar
con componentes culturales de variado sincretismo, donde se encuentran el ungido
y el médium. El brujo, el piache,
el santero, el vudú, Maríalionza, José Gregorio Hernández, Chávez,
Bolívar, Guacaipuro, el Negro Felipe, todo ello, en un esfuerzo para poder mantener
la unión por idolatría, acelerado proceso
en camino y que está en el discurso de todos los chavistas
dirigentes, cada quien empecinado en ser
el mejor hijo, fiel al Padre y que ya se ve en el altar para su veneración,
tanto en la momificación y exhibición de los restos “eternos” del supremo y el altar
con el nombre del santo Hugo Rafael. Otra de las herencias insostenibles es la del racismo
que se cultiva como división
social, afrodescendientes, aborígenes, en donde se anida la bondad, y los otros, blancos, la maldad. Pero es
imposible que el racismo como tal tenga
asidero en un país en donde la sexualidad es altamente liberal, los colores de las razas son la armonía que sustenta nuestro arcoíris genético, nuestras morenas y piel canela se realizan
en los ojos azules de su marido, su compañero, amante y no hay rubio que no se
sienta realizado en la piel de una morena,
y así se ha hecho este país y así seguirá por los siglos de los siglos
amen.
Pero si estas herencias son frágiles y
se sale de ellas en batallas de amor queda una, la de mayor gravedad. Chávez
cultivó el odio como la fuerza que dio unión a quien por razones humanas, históricas
goza de pocos o ningún bien material, cultural y anteponerlos a quienes tienen
algo y algo mas. La argucia de Chávez
estuvo en culpar al rico de la pobreza y miseria de quien anda sin nada o muy poco posee, de modo que si este quita al
otro sus bienes ello es un acto de justicia, de moral. En esto afinca el discurso
Maduro, lo expone sin escrúpulos Diosdado, en fin… cada quien que mejor quiere ser el heredero
reitera ese esquema. La misma argucia se
utiliza contra el imperialismo. La misma argucia la usa Cuba y la ejemplifica
con el bloqueo, mientras dentro crece la podredumbre sin moral, el hambre de
bienes y de libertad.
Ante esos vacios, ante tal herencia,
ante un país destrozado material y
éticamente, pero en un país donde la libertad
se empeña en reabrirse sus
caminos, vivimos el inmenso riesgo de
que los amos del PSUV, civiles,
militares, … asuman, como su salvación, un
modelo de represión sin límites, un modelo dictatorial que por falta de ideas, por falta de un mínimum
de coherencia ideológica, de la cual gozaba el nazismo, además con dirigentes de
una formación intelectual sólida como lo
fueron algunos de sus ministros, los de
propaganda siguen siendo una referencia
por su eficaz malsana sabiduría, se conviertan en los
jefes del nazismo salvaje, del cual, valga el ejemplo, Diosdado ha
marcado el camino. El Chantaje a los
diputados y a todo quien no reconozca a
Maduro con la condena al mayor de los
castigos, el silencio, del que el propio Maduro se hace eco, amenazando sin escrúpulo alguno a
los gobernadores que no lo reconozcan a
defenestralos. Dicho de manera sencilla: Yo soy el que soy y
soy el jefe del estado, el jefe
de gobierno y el amo de la justicia y la paz del silencio.
El riesgo del país es pasar del
socialismo ignaro al nazismo salvaje. Frente a ello la consciencia cultural, el
diálogo, el combate por la verdad, la
paz son el camino.
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