miércoles, 12 de agosto de 2009

Adela Basch : Poesías sobre calles y barrios de la ciudad de Buenos Aires

















Montañeses




La lluvia estalla en la montaña
está ya
lloviendo.
Y mientras, desde el desván,
yo viendo
que el bosque se desvanece.
Los árboles ceden sus ramas
al agua que se derrama
y cae de rama en rama.
Helada baja el agua, impetuosa llega
el hada de la montaña.


Boyacá


En la calle Boyacá
alguien pela una cebolla.
Pero al ponerla en la olla,
cae rodando y se abolla.
Que sea boya la olla
en la calle Boyacá.
Me detengo. Voy acá.




Tejedor




En la calle Tejedor,
en el jardín de una villa
al asomarse la tarde
la vi a Ana, que ovilla.
Ovilla Ana su lana
y con agujas en punta
va tramando maravillas
mientras las hebras se juntan.
Un farol vierte su luz
sobre el tejido que oscila
cuando Ana con la lana
delicadas tramas hila.
Y sus manos no desmayan
mientras el tejido traza
el contorno y los matices
de unas figuras con rayas.



Caballito


A un barrio tranquilo
de sencilla gente
llega un jinete
y desensilla urgente.
Dense silla, gente,
a tomar asiento.
Sí, ya llega alguien
a contar un cuento.
A caballo llega
acaba ya de llegar
y acá van ya sus palabras
que se largan a rodar.
"Supo haber en este barrio
que tanto otoño barrió,
un equino tan pequeño
que aquí no hay quien lo vio.
Era un caballo alado
de muy escasa estatura
que pasaba por al lado
con su insólita figura.
Y aunque algunos se resistan
a aceptar extraños hechos
yo sé que hay noches que vuelve
a volar sobre los techos.
"Y dichas estas palabras
montó su cabalgadura
y en menos que canta un gallo
fueron una miniatura.
Y se alejaron volando
despacito, despacito,
saludando con las alas
al barrio de Caballito.


Un rincón de Palermo


Estalle nomás el verso
por los cielos de Palermo,

que está lleno de secretos
el universo porteño.
Está llegando el momento
de descubrir con detalle
las misteriosas sorpresas
que guardan algunas calles.
De talle más bien pequeño
y deslumbrante mirada
un tallador va tallando
historias de las barriadas.
Batallando con el ritmo
de las noches y los días,
en el taller de la vida
va tallando su poesía.
Se lo ve en cualquier momento
del verano o el invierno
desparramando palabras
por las calles de Palermo.
No hay una sola calle
donde calle su poesía
pero sí hay callecitas
que son citas de sus rimas
donde se arrima a cantar
desventuras y alegrías.
Y una de esas callecitas
es la calle Demaría,
en un rincón de Palermo
donde brota esta poesía:
Si yo amara a María,
¿no amaría a Mara?
Si yo a Mara amara
¿no amaría a María?
Si yo amara, amaría,
y amaría, si amara.
Y amo, y amaré
y también amara y amaría
andar a diario por mi barrio
y recorrer la calle Demaría
salpicando al vecindario
con un poco de poesía.


"Que la calle no calle"

Cualquiera que conoce Buenos Aires sabe que si sus calles hablaran contarían muchísimas historias, la de la gente que vive en ellas, las de los árboles, que dan sombra, las de los pájaros que ponen música, las del río que la abraza.
Infinidad de historias que se entretejen a diario en las veredas, en los empedrados y en el pavimento de una ciudad como no hay otra. Pero lo que pocos saben es que las calles de Buenos Aires esconden en sus nombres el ritmo juguetón de la poesía. (Texto extraído de la contratapa del libro) El libro trae un cd con la musicalización de las poesías por Chica Martínez

Desiertas, pobladas, arboladas, solitarias, soleadas y frescas, las callecitas de Buenos Aires se convirtieron en la musa inspiradora de literatos, cantantes y de poetas.

La literatura argentina, está poblada de referencias a las calles de Buenos Aires. Jorge Luis Borges, Silvina Bullrich, Enrique Larreta entre otros, les dedicaron sus obras y poemas.En el tango, también se hacen presentes.

Calles como San Juan, Boedo, Corrientes, Esmeralda, Ayacucho, Pueyrredón, fueron nombradas por grandes cantantes de nuestra música ciudadana.

Adela Basch también se ocupa de las calles de nuestra ciudad pero de una manera diferente.
Con un estilo que la caracteriza, con rimas, homónimos, imágenes sensoriales y mucho humor nos presenta un libro en el que el lector descubrirá la poesía y la magia que existe en las calles de Buenos Aires.

Componen el libro las siguientes poesías:

Avellaneda
Chorroarín
Tejedor
Las Heras
Bacacay
Olavarría
Iberá
Callao
Demaría
Riobamba
Boyacá
Avenida La Plata
Las Casas
Arenales
Rosario

Las poesías han sido musicalizadas por la cantante portorriqueña Carmen Martínez, en un CD que acompaña el libro. Chamamé, gato, milonga, murga y salsa son ,entre otros, los ritmos que hacen bailar a nuestras callecitas porteñas. Un libro que deleitará a grandes y chicos llevándolos a perderse en la magia que se entreteje en las calles de Buenos Aires.

Viviana Elda Benítez

*http://www.7calderosmagicos.com.ar/Reseas/rquelacallenocalle.htm


AUTOBIOGRAFIA AUTORIZADA



Adela Basch nació en Buenos Aires el 23 de noviembre de 1946, día que casualmente coincide con el de su cumpleaños. Tiene tres hermanos, dos varones y una mujer, pero en cambio tuvo sólo dos padres, en este caso, una mujer y un varón. De los tres hermanos mencionados, dos, una mujer y un varón, son mayores que ella, y aunque resulte extraño, sólo uno, que no está entre los mayores, es menor.





Ya de chica empezó a ir a la escuela. Allí aprendió a leer y escribir, sumar (su mar es en realidad el océano Atlántico), restar, multiplicar y dividir. Todo eso le permitió que más adelante leyera, escribiera, sumara (en realidad no tiene ninguna mara), restara, multiplicara y dividiera. Esto último con bastante dificultad.






A decir verdad, en la escuela no se destacó. Con excepción de una vez en que tropezó con un pizarrón y perdió simultáneamente los tacos de ambos zapatos.El mayor de sus hermanos varones, que fue su hermano desde que ella nació, tuvo la ocurrencia de apodarla Dolly, apodo que después nadie pudo podar.




En su paso por la escuela secundaria no hubo nada sobresaliente, salvo uno de sus dientes delanteros de la hilera superior de arriba, que sobresalió bastante.Ingresó a la Universidad de Buenos Aires después del examen de ingreso. Allí estudió la carrera de Letras, con la que hizo buenas migas, especialmente cada vez que entre una clase y otra comía algún pedazo de pan. A medida que pasó el tiempo se fue volviendo cada vez mayor, aunque hasta ahora nunca pudo superar en edad a quienes nacieron antes que ella.






Cuando egresó se encontró con un título en la mano y unos cuantos en su biblioteca. Como consideró que había dedicado unos cuantos años a estudiar Letras, decidió que era tiempo de empezar a escribir. Sus primeros textos fueron borradores, pero nunca sirvieron para borrar nada.






El primer libro que escribió es la obra de teatro “Abran cancha, que aquí viene don Quijote de La Mancha”, en la que se advierte la influencia que después de tantos años de estudio ejercieron sobre ella el Siglo de Oro Español, la famosa novela de Miguel de Cervantes y su predisposición innata a jugar a la mancha.





Esta obra se estrenó en 1979, año en que se representó por primera vez. A partir de ese momento se puso en escena muchísimas veces y en muy distintos lugares, pero ya nunca volvió a estrenarse.






El primer libro que publicó es la obra de teatro “Oiga, chamigo aguará”, que deja ver la influencia que ejercieron sobre ella el chamamé, la chamarrita y otros ritmos litoraleños, todos ellos muy difundidos en nuestras provincias del litoral. Esa fue la primera vez que publicó un libro por primera vez, y también la última.






Su segundo libro publicado, “El planeta de los aljenfios”, que en la actualidad es parte de un volumen titulado “Saber de las galaxias”, fue su primer libro protagonizado por cuentos en vez de obras de teatro. Después publicó otros cuentos, pero ninguno de ellos volvió a ser el primero en publicarse.






Con el resto de sus libros ocurrió algo notable. Al segundo libro le siguió el tercero. Al cuarto le siguió el quinto. Al quinto le siguió el sexto, y así sucesivamente.
Otro sorprendente rasgo de sus libros es que si bien se sabe con certeza cuál fue el primero, nadie tiene la menor idea de cuál será el último.




Para hacer un breve comentario sobre algunos de sus títulos podemos decir que “Colón agarra viaje a toda costa” con frecuencia está agotado, lo cual se explica fácilmente si pensamos en lo agotador que debía ser un viaje por mar en la época de Colón.






“José de San Martín, caballero del principio al fin” es un libro que comienza donde empieza y termina justo en el final.


En “¿Quién me quita lo talado?”, según algunos comentaristas que nunca miraron la obra de esta autora con buenos ojos, hay un error en el título. Sostienen que donde dice “talado” debería decir “tarado”.






“Una luna junto a la laguna” es un testimonio de lo mucho que la autora tiene la cabeza puesta en el satélite que gira alrededor de la Tierra.


“¡Que sea La Odisea!” evidencia un gran conocimiento de las letras griegas, especialmente de la “y” griega.


“El reglamento es el reglamento” expresa sin tapujos una gran adhesión a todo tipo de reglas, y también escuadras, transportadores y otros instrumentos esenciales para cualquier medición.




“Llegar a Marte” es una velada mención al mercado lector que la autora se propone conquistar.


“¿Qué es esto gigantesco?” es una traducción al lenguaje racional de la experiencia que tuvo cuando tomó conciencia de su pequeñez frente a la inmensidad del universo.


"El surubí y el mar" es un cuento basado en las exhaustivas investigaciones acuáticas y submarinas que realizó la autora tratando de ampliar la difusión de sus libros.


"El carpincho y sus amigos" es fruto de las frecuentes conversaciones que mantuvo la autora con distintas especies de nuestra fauna autóctona en su afán por promover la lectura.


"El yaguareté que quería viajar" es un libro surgido a partir de un encuentro en que la autora reunió a varios animales y les dijo: Por favor, cuéntenme su vida.


"Crecí hasta volver a ser pequeña" es el resultado de la excursión que María Delia Lozupone y Adela Basch realizaron en busca del elixir de la eterna juventud.


"La abeja que no era ni joven ni vieja" en realidad debió llamarse La oreja que no era ni polen ni oveja, pero hubo una confusión porque ese día la escritora no pudo encontrar sus lentes.




"Son todos colmos" es una ajustada síntesis de la concepción del mundo que tiene la autora.

Como sus títulos son muchos: Profesora de Taquigrafía y Dactilografía, Ciudadana Ilustre de la Escuela Nº 11 de Villa Soldati, Licenciada en Danzas Nativas de Ninguna parte y Doctora en Manualidades Defectuosas, entre otros, por el momento daremos por terminada aquí esta reseña biográfica.

fuentes:
a) Autobiografia: http://www.abrancancha.com/links/index.htm

b) Poesias y foto: Revista Imjaginaria - nro 11- 1999
http://www.educared.org.ar/imaginaria/01/1/basch3.htm

No hay comentarios: