RIO CUARTO.- Hay bronca en el sur cordobés. La ilusión forjada por un lustro de bonanza y una soja imparable dieron paso en los últimos meses a un clima tenso donde la imagen de un año que pintaba "espectacular", según varios testimonios, parece ahora desvanecerse en piquetes, protestas e incertidumbre.
Los intendentes, empresarios, productores, transportistas y comerciantes con los que dialogó LA NACION coinciden en que aquí el campo "mueve todo". Coinciden en que lo peor está por venir y pintan un presente con menos actividad y más pesimismo.
Los negocios vinculados directamente con el agro son los más afectados: transportistas, algunos comercios que venden insumos para el agro y las fábricas de implementos y maquinaria agrícola, muchas de las cuales suspendieron las horas extras.
La Aceitera General Deheza, una de las mayores del país, hace semanas que no recibe semillas. Varias empresas tienen problemas para cobrar lo que vendieron.
Hay poco movimiento en inmobiliarias y realidades dispares en el comercio: en algunos, las ventas siguen firmes; en otros, caen o se estancaron. La inflación también aporta lo suyo a este fenómeno.
"A nosotros nos han hecho un daño que es irrecuperable, aunque arreglen mañana", dice José Luis Rena, dueño de la agropartista Gire. "Teníamos el año cerrado con varias empresas.
Hicimos inversiones en maquinarias, compras extraordinarias de insumos, contratamos personal. Y ahora tuvimos que cortar el programa de producción al 50 por ciento", describe. Llegado el caso, Rena, que está produciendo lo que ya tenía vendido, recurrirá a sus "reservas".
Según un relevamiento del Centro Comercial, Industrial y de Servicios de Marcos Juárez entre las industrias de la zona -unas 30 pymes-, hubo una reducción del 82 por ciento en las horas extras, una del 35 por ciento en la producción, del 42 por ciento en las ventas y del 49 por ciento en las cobranzas. Todo en relación con los meses previos al conflicto.
"Tenemos una disminución en las ventas programadas del 43 por ciento. Eliminamos las horas extras. Y lo que teníamos vendido no lo estamos cobrando. Hay cheques devueltos de todo tipo y color", resume Rafael Tosco, de Metalfor, una fábrica de cosechadoras, tractores y pulverizadoras. Esto quitó ingresos a los trabajadores y llevó a que algunas casas de electrodomésticos locales sufran atrasos en el cobro de cuotas.
Los empresarios son renuentes a hablar de rentabilidad. Eluden la pregunta, pero reconocen, que no les ha ido mal. Su principal preocupación, retrucan, es el futuro. Es la misma preocupación de Eduardo Avalle, el intendente de Marcos Juárez.
"El comportamiento no es el ideal, pero todavía no es preocupante. Pero sí me preocupa lo que se viene. El fin de las horas extras en la metalmecánica y la maquinaria agrícola es el primer síntoma, ya lo vivimos en la época del corralito y el corralón, nada más que son dos cosas distintas. Esta es una crisis política. El dinero está", grafica.
Avalle habla orgulloso del municipio que conduce. Dice que en Marcos Juárez, donde se produce gran parte de la maquinaria agrícola que consume el campo, "no hay un rancho ni una villa miseria", y el que no trabaja es porque no quiere.
"Si vamos a buscar un albañil no lo encontramos", completa. En los barrios coquetos de la ciudad se ha llegado a pagar hasta 100 dólares por el metro cuadrado de terreno.
Su colega de Inriville, Marcos Rodrigué, es más pesimista: dijo que en ese pueblo la actividad económica "es cero" y que este año va a estar todo "muy planchado". Luego aporta datos sobre la caja pública: "Nosotros recaudamos entre 5000 y 6000 pesos por día. La recaudación bajó hasta los 1000 y 1500 pesos por día. Y la coparticipación bajó un 40 por ciento".
El departamento de Marcos Juárez aporta unos 1500 millones de pesos al año en retenciones. Su presupuesto anual es de 120 millones.
Sergio Costigiani es dueño de uno de los tres corralones que vende materiales para la construcción en Marcos Juárez. "Acá dependemos del campo", comienza. Su negocio todavía está en pie: hasta mayo, en volumen, vendió un 20 por ciento más que en el mismo período del año anterior. "No estamos mal, pero notamos que la cantidad de pedidos y de obras que están empezando es muy inferior a la del año pasado."
Costigiani dijo que la construcción se mantiene. Hay obras en Marcos Juárez. El temor, una vez más, es a futuro, en parte porque la gente del campo, que durante los últimos años volcó su excedente a los ladrillos o los fierros, no está invirtiendo.
Con todo, tiene fe, pese a que cuenta que la gente está decaída y a que hay un malestar general. "Si se levanta el conflicto, Marcos Juárez vuelve a ser lo que era."
Por Rafael Mathus Ruiz
Enviado especial
diario LA NACION - BUENOS AIRES- ARGENTINA
8 DE JUNIO 2008
foto: "LA NACION"
nota del Editor:
El titulo 'NO LLORES POR MI ARGENTINA" fue de mi idea, dolorido por lo que sucede en ese gran país que me vio nacer y
hacerme hombre.
Lic. Jose Pivín
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