Por: Damián Szvalb
Con
la sociedad egipcia movilizada nuevamente, esta vez por el
creciente
temor a que el gobierno de la Hermandad Musulmana
terminara
transformándose en una dictadura religiosa, el ejército
egipcio irrumpió
nuevamente en la escena política del país
árabe más influyente. De esta
manera, demostró que no
sólo no perdió poder sino que sigue siendo la
institución más
poderosa de la sociedad egipcia.
El
golpe de Estado llevado a cabo por el ejército egipcio
irrumpió
dramáticamente en medio de un proceso que parecía
alejar lentamente a
ese país del autoritarismo y la violencia.
Dicho proceso, iniciado hace
dos años tras la caída de Hosni
Mubarak, ponía fin a décadas de
dictaduras. La elección
de 2012, que proclamó a Mohamed Morsi presidente
de Egipto,
fue uno de los hitos más importantes de una etapa que
prometía apertura política en un contexto que no estaría
exento de
dificultades internas.
Los hechos que desencadenaron la expulsión de Morsi
parecían repetir las masivas movilizaciones que provocaron la
caída de Mubarak. En este contexto quizás no sea recomendable
sacar
conclusiones tajantes sobre el presente y futuro de la
llamada
“Primavera Árabe”, pero sí se puede hacer una
rápida lectura del rol que
están cumpliendo los distintos
actores en este proceso. Al mismo
tiempo, hay que tener
en cuenta que lo que suceda en Egipto tendrá
consecuencia
en muchos países vecinos que están atravesando situaciones
similares.
Sin duda, el gran protagonista de esta
historia es el ejército
egipcio que, queda claro, mantiene el poder de
tomar
decisiones políticas radicales. Cuando muchos lo daban por
domesticado luego de las purgas realizadas por Morsi en
los primeros
meses del gobierno y cuando parecía cada vez
más lejos de los asuntos
políticos, volvió a actuar con toda
su fuerza: echó al presidente
desconociendo la voluntad
popular que lo había puesto allí tan sólo un
año atrás.
Con esta intervención, el ejército demostró que no sólo no
perdió poder sino que sigue siendo la institución más
poderosa de la
sociedad egipcia. Al ver la fuerte presencia
en las calles, el ejército
optó, nuevamente, por privilegiar
sus propios intereses políticos y
económicos en vez de
buscar una salida institucional que hubiese
permitido la
continuidad de Morsi en la presidencia.
El otro actor clave es la sociedad
movilizada. Repitiendo
las demandas que los impulsaron a las calles para
enfrentar la dictadura de Mubarak hace dos años,
volvieron a
manifestarse masivamente para pedir la
renuncia del presidente por no
haber dado respuesta a
ninguna de sus demandas. A esto hay que agregarle
el
creciente temor a que el gobierno de Morsi terminara
transformándose
en una dictadura religiosa. Había dado
pasos en ese sentido al no dar
participación a los
sectores no religiosos en la nueva constitución que
ya
ha sido suspendida por el ejército. El poco espacio
dado a las
minorías laicas y liberales sumado a la
fuerte presencia de la religión
en los asuntos públicos,
aceleró este proceso. El país había entrado en
un período
de crisis de gobernabilidad y el presidente Morsi
tuvo
durante su primer año de gobierno todas las
instituciones del Estado en
contra. Desde la Justicia
hasta la policía. Y mientras la economía
empeoraba
día a día, la inseguridad generaba pánico en las calles.
Morsi había accedido al poder con el
apoyo de la
Hermandad Musulmana, grupo religioso que de a poco
se
transformó en una actor decisivo en el manejo de
los asuntos públicos.
El ejército los ha corrido de ese
lugar de poder, y busca nuevas
elecciones. Esto aleja,
si es que había, las posibilidades de su
incorporación al juego político conjugando al Islam
con la democracia.
El modelo turco era el espejo.
No hay dudas de que no se quedarán con
los brazos
cruzados. Su influencia en Egipto y en el resto de la
región
es muy importante. Por eso hay que estar
atento a la reacción que puedan
tener. Luego de haber
aceptado participar en el juego democrático y
ganar
las elecciones, se ven ahora expulsados del gobierno
y
perseguidos. Se han quedado sin nada.
Si bien es auspicioso que la ciudadanía
se mantenga
activa, es muy peligroso que se volteen gobiernos
cada vez
que surgen crisis. La historia enseñó que
ante tanta inestabilidad
política y violencia en las
calles, se puede culminar con la aparición
de un
nuevo dictador que daría por tierra cualquier
esperanza, aunque
sea mínima, de construcción
democrática.
8 de Julio 2013
Fuente: http://www.nuevasion.com.ar/
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miércoles, 10 de julio de 2013
EGIPTO: GOLPE DE ESTADO= Vaivenes en el camino de la “Primavera Árabe”
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