Autor: Guillermo Lipis
Los 60 años de la creación del Estado de Israel son una fecha redonda que sirve para reflexionar, una vez más, sobre el futuro de este maravilloso país revisando desde el fondo de la historia la concreción de este anhelo sionista y necesidad imperiosa de reparación por los 6.000.000 de hermanos muertos a manos del régimen nazi.
El Estado de Israel es un logro del pueblo judío en su conjunto que excede largamente sus 60 años de existencia e incluso las reivindicaciones que tomaron más fuerza luego del Holocausto.
Fue y es un acto de estricta justicia, innegable (aún para políticos como Ahmadineyad), rotundo en sus concreciones y logros; emocionante en las aventuras éticas y morales que lo llevaron a salvar a los rehenes en Entebbe, secuestrar a Eichmann en la Argentina, vengar a los atletas israelíes masacrados en Munich, rescatar a los judíos etíopes en la histórica Operación Moisés, o no dejar de recordar a los masacrados en la Shoá o a los muertos en las guerras de liberación.
Estos actos marcaron a fuego el espíritu de Israel junto a su desarrollo tecnológico, sus kibutzim -forjadores de un socialismo digno de ser imitado-, su intenso vivir más allá de la violencia de la región, y el cuidado y preservación de su naturaleza y bellezas naturales.
Israel es todo esto, prefiero quedarme con todo esto. Sin embargo, en la misma mochila queda pendiente una paz que aún no ha podido lograr y el reconocimiento de una ‘realpolitik’ que no niegue ni deseche esa imperiosa necesidad de convivencia con los vecinos.
Este es el próximo reto por el que no pueden esperarse otros 60 años.Su futuros pasos en la construcción de un Estado justo hacia adentro y hacia fuera depende de este desafío para el que necesita, justo es decirlo, también de la decisión y vocación política de sus vecinos.
Al respecto cabe agregar que la responsabilidad colectiva del pueblo se refleja en la sabia frase “kol Israel Arevim ze laze”: todo judío es responsable por los otros, una otredad que debe reconocer a los pares del pueblo y a los vecinos en un pie de igualdad en el determinismo moral de la aplicación de valores milenarios de justicia, igualdad y derechos.
No importa lo que los otros hagan (los palestinos, los egipcios, los jordanos, los sirios, los libaneses, incluso los iraníes, los americanos o los europeos).
O sí importa, pero más me importa la actitud de nuestro pueblo y de los dirigentes que han adoptado la globalizada duda acerca de la corrupción del poder.Nadie puede impedir un acto independiente e individual, siempre y cuando éste no perjudique al colectivo porque allí sí puede objetarse.
¿Benefició la última guerra de El Líbano a Israel?¿Beneficia la demora en la aplicación de un plan de paz en la región?¿Beneficia la aplicación a rajatablas de políticas neoliberales?¿Beneficia el castigo económico al que son sometidos los sobrevivientes de la Shoá?
¿Beneficia el aislamiento de los etíopes?¿Beneficia a su imagen el aislamiento o corte de servicios impuesto a los palestinos por la irresponsabilidad de sus dirigentes?¿Beneficia que se deje caer a un sistema cooperativo, productivo y solidario como fueron los kibutzim, pilares económicos y emotivos del pre Estado de Israel?¿Beneficia que no haya diferencias sustanciales entre izquierdas y derechas en materia económica, y a veces política o beligerante?
El respeto y la aplicación de la diversidad no debe verse como un desborde de opiniones sino como un desafío a la misma libertad y coraje que instaló, más allá de las tragedias y guerras, un Estado de Israel erigido por gente que tenía un sueño, un gran sueño: la construcción de una patria propia con la premisa básica y profundamente humana de la aceptación y respeto por las diferencias para ser felices.
Esta es una Israel justa, y existe aún con contradicciones que uno no quisiera ver, con muertes inútiles, con batallas innecesarias (o necesarias para algunos políticos) pero también con profundas esperanzas y fe en un mundo mejor que no se construirá solo, sino a fuerza de mejores años y decisiones por venir.
Allí radica el mejor espíritu de Israel para las próximas décadas.
fuente: PERIODICO 'NUEVA SION'-
http://www.nuevasion.com.ar/nota.asp?IDNoticia=0005594
Los 60 años de la creación del Estado de Israel son una fecha redonda que sirve para reflexionar, una vez más, sobre el futuro de este maravilloso país revisando desde el fondo de la historia la concreción de este anhelo sionista y necesidad imperiosa de reparación por los 6.000.000 de hermanos muertos a manos del régimen nazi.
El Estado de Israel es un logro del pueblo judío en su conjunto que excede largamente sus 60 años de existencia e incluso las reivindicaciones que tomaron más fuerza luego del Holocausto.
Fue y es un acto de estricta justicia, innegable (aún para políticos como Ahmadineyad), rotundo en sus concreciones y logros; emocionante en las aventuras éticas y morales que lo llevaron a salvar a los rehenes en Entebbe, secuestrar a Eichmann en la Argentina, vengar a los atletas israelíes masacrados en Munich, rescatar a los judíos etíopes en la histórica Operación Moisés, o no dejar de recordar a los masacrados en la Shoá o a los muertos en las guerras de liberación.
Estos actos marcaron a fuego el espíritu de Israel junto a su desarrollo tecnológico, sus kibutzim -forjadores de un socialismo digno de ser imitado-, su intenso vivir más allá de la violencia de la región, y el cuidado y preservación de su naturaleza y bellezas naturales.
Israel es todo esto, prefiero quedarme con todo esto. Sin embargo, en la misma mochila queda pendiente una paz que aún no ha podido lograr y el reconocimiento de una ‘realpolitik’ que no niegue ni deseche esa imperiosa necesidad de convivencia con los vecinos.
Este es el próximo reto por el que no pueden esperarse otros 60 años.Su futuros pasos en la construcción de un Estado justo hacia adentro y hacia fuera depende de este desafío para el que necesita, justo es decirlo, también de la decisión y vocación política de sus vecinos.
Al respecto cabe agregar que la responsabilidad colectiva del pueblo se refleja en la sabia frase “kol Israel Arevim ze laze”: todo judío es responsable por los otros, una otredad que debe reconocer a los pares del pueblo y a los vecinos en un pie de igualdad en el determinismo moral de la aplicación de valores milenarios de justicia, igualdad y derechos.
No importa lo que los otros hagan (los palestinos, los egipcios, los jordanos, los sirios, los libaneses, incluso los iraníes, los americanos o los europeos).
O sí importa, pero más me importa la actitud de nuestro pueblo y de los dirigentes que han adoptado la globalizada duda acerca de la corrupción del poder.Nadie puede impedir un acto independiente e individual, siempre y cuando éste no perjudique al colectivo porque allí sí puede objetarse.
¿Benefició la última guerra de El Líbano a Israel?¿Beneficia la demora en la aplicación de un plan de paz en la región?¿Beneficia la aplicación a rajatablas de políticas neoliberales?¿Beneficia el castigo económico al que son sometidos los sobrevivientes de la Shoá?
¿Beneficia el aislamiento de los etíopes?¿Beneficia a su imagen el aislamiento o corte de servicios impuesto a los palestinos por la irresponsabilidad de sus dirigentes?¿Beneficia que se deje caer a un sistema cooperativo, productivo y solidario como fueron los kibutzim, pilares económicos y emotivos del pre Estado de Israel?¿Beneficia que no haya diferencias sustanciales entre izquierdas y derechas en materia económica, y a veces política o beligerante?
El respeto y la aplicación de la diversidad no debe verse como un desborde de opiniones sino como un desafío a la misma libertad y coraje que instaló, más allá de las tragedias y guerras, un Estado de Israel erigido por gente que tenía un sueño, un gran sueño: la construcción de una patria propia con la premisa básica y profundamente humana de la aceptación y respeto por las diferencias para ser felices.
Esta es una Israel justa, y existe aún con contradicciones que uno no quisiera ver, con muertes inútiles, con batallas innecesarias (o necesarias para algunos políticos) pero también con profundas esperanzas y fe en un mundo mejor que no se construirá solo, sino a fuerza de mejores años y decisiones por venir.
Allí radica el mejor espíritu de Israel para las próximas décadas.
fuente: PERIODICO 'NUEVA SION'-
http://www.nuevasion.com.ar/nota.asp?IDNoticia=0005594
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