Una tregua para Mario Benedetti
foto:AP/Marcelo Casacuberta
Prolífico como ningún otro, su gastroenteritis puso en vilo a quienes han vivido a través de su obra.
RECUPERACIÓN. Los médicos decidieron internar a Mario Benedetti para vigilarlo de cerca.
por Ana Teresa Benjamín-
abenjami@prensa.com
Para quienes le han seguido a través de sus versos, la noticia fue como un rayo que vino a partir el alma.
Porque medios como El Clarín y El Mundo, la BBC y EFE, entre varios otros, hicieron un despliegue raudo de la enfermedad de Mario Benedetti y encendieron de miedo los corazones de sus millones de lectores.
El 3 de enero pasado, y en medio de una ola de calor que mantuvo a los montevideanos consumiendo litros y litros de agua, el escritor uruguayo cayó enfermo con una gastroenteritis y una deshidratación tan severa que tuvo que ser hospitalizado.
"Benedetti, ingresado por una afección gástrica", se leyó en algún sitio. "Mario Benedetti internado", decía otro. Y de pronto el espíritu se ensombreció porque muchos temieron que aquellas noticias fueran la última noción de Mario. Porque, tal como lo dijo Laura Avellaneda a su Martín Santomé, Benedetti quizás no sabe, no tiene idea, tal vez ni se imagina, qué sola va a dejar la vida de muchos con su muerte.
Las buenas nuevas
Vivir es estar cerca, dijo alguna vez Benedetti, y el escritor uruguayo parecía estarse muriendo.
Pero ya a finales de la semana pasada los medios empezaron también a dar las buenas noticias de que el escritor latinoamericano más prolífico estaba recuperándose.
Poeta, crítico, novelista y ensayista, a Benedetti se le ha criticado precisamente su facilidad para escribir –y publicar– mientras muchos otros luchan con la temible página en blanco.
Benedetti, claro, no se excusa. Muchas veces ha dicho, por ejemplo, que se siente feliz de que sus poemas sirvan para el amor –"lo mejor de las relaciones humanas", según dijo a El Clarín–, y como los versos lo asaltan en cualquier momento, siempre lleva consigo un papel para apuntar, y un bolígrafo.
Nacido el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay, sus padres fueron Brenno Benedetti y Matilde Farugia.
Fieles a la tradición italiana, Benedetti recibió cinco nombres –Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno– que él decidió no utilizar porque siempre ha pensado que sería un "disparate".
De niño y durante su adolescencia vivió pobremente, pero ya desde entonces sabía que quería ser escritor, no oficinista. "Tenía la esperanza de un destino que tuviera que ver más con la escritura", ha contado.
Y aunque sus primeros dos libros no levantaron ni sospechas, su nombre empezó a conocerse con Poemas de oficina, un conjunto de versos que retrata la vida del montevideano promedio, ese mismo hombre que describe con todas sus tristezas en su novela La tregua.
Es que, aunque Benedetti tiene cuentos, poesías, ensayos y varias otras novelas, quizás sea La tregua la que mayores vehemencias ha producido.
De hecho, la obra fue llevada al cine y al teatro, así como varios de sus poemas se han vuelto canción en las voces de Joan Manuel Serrat o Daniel Viglietti.
Benedetti, pues, sigue cerca. Está vivo. Aún con la tristeza de su luz de toda la vida.
La vida intensa de un escritor octogenario
Lo último que se ha sabido de Mario Benedetti es que recibió ayer el Premio Literario del Fondo Cultural de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), entidad formada en 2006 por Hugo Chávez, presidente de Venezuela, y Fidel Castro, por parte de Cuba.
La distinción viene a sumarse a los varios premios que ha recibido durante toda su vida, entre los que están el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1999), el Iberoamericano José Martí (2001) y el Méndez Pelayo (2005).
El escritor se casó en 1946 con Luz López Alegre, su compañera de siempre, quien falleció en 2006 luego de sufrir largamente con el Alzheimer.
En 1973 y debido a su tendencia izquierdista tuvo que exiliarse. Repartió su vida entre España, Cuba y Uruguay, en donde se instaló definitivamente tras la muerte de su esposa.
Consistente toda la vida con su posición política, ha aceptado, sin embargo, que ninguna revolución se ha ganado con sonetos, pero también ha dicho que todo es una cuestión de conciencia.
fuente; LA PRENSA- PANAMA- 15 DE ENERO DE 2008
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