A M O R
I N C A
(leyenda)
El Inca enamorado tiene a su amor enferma.
Su gente se acongoja, decae, trabaja triste.
El hechizo rebusca remedio en sol y en luna.
Y el universo ayuda con todo lo que existe…
La hierba presentida está cerca del frío:
Establece su sitio sobre una tierra plana.
Se afianza en tintineos que hablan de imposibles:
Pero no hay imposible que no muera mañana…
Los augures señalan el punto: es en la Pampa :
Queda pasande el Chaku… queda pasando el Kuyu…
No se oye allí el bramido que llaman Yguazú:
Queda fuera del límite del gran Tahuantisuyu…
Y alla se lanza el Inca. Va solo y va desnudo:
No es nada más que un hombre que loco va de amor.
Y va sin atributos. También va desarmado:
Porque en su impulso lleva el primordial furor
Que tienen las vertientes desde los ventisqueros,
Que tienen oro y plata en panza del crisol,
Y que tiene el gran Cóndor, que es estirpe y prosapia
De este hombre puro y solo, encarnación del Sol…
Más probable es por Kuyu, través las piedras grandes:
Y piedras grandes cruza: va blanqueado de nieve,
Y va envuelto en guanaco: poncho, chamal, ojotas.
Cuando canta, el sol brilla. Y, cuando llora, llueve…
Porque canta en el brío de ir llegando a destino:
Un viaje de mil cielos comienza por un paso…
Porque llorando explora su condición de hombre
Que no domina lo que no alcanza con su brazo…
Chile, atrás…más piedras, más grandes… adelanta…
Las lunas y los soles, las nubes y los fríos…
En las grutas pintadas lee la ruta precisa.
Y en un socavón halla aguas guardando estío…
Y fue un hombre de tántos que atravesó la piedra
Por los secretos lechos de recóndito estiaje…
Y fue una joya más, en su tumba, el secreto
Sobre dónde se encuentran los plácidos pasajes…
Era eco impresionante del solo Amor su vida.
Su esfuerzo era el perfecto modelo del actuar
Que todo hombre se debe, si se sabe en camino:
Pura, simple y sencilla consecuencia de Amar…
Y ya del otro lado – a un paso, la planicie –
La ribera del río se le torna escabrosa:
La piedra, que en camino de amor le ha acompañado,
Al llegar a este punto se torna veleidosa…
El amor no entorpece al amor, y, allá abajo,
Ruge el cariño enorme del río, destrabado…
Materia incompatible son el hombre y el agua:
Y la alegría se ocluye en canto acobardado…
Humano hasta el delirio, este Sol devenido
En mero mortal hombre, siente contraer su carne…
Y dice, con voz queda, entorpecidamente:
“Si debo dar mi cuerpo, no temo suicidarme”…
Por toda rogativa, erguido se endereza:
Tiene en su ser la urgencia de un plan insatisfecho...
Y, erguido, se encomienda, en petición y ofrenda…
Y, en el último instante, clama por un derecho
Que, como Dios, le toca, que , como hombre, merece…
Y así, directamente, toda linde transpuesta,
Clama al cielo infinito, el sumo sacerdote…
Y la montaña fuerza, también, una respuesta…
Exigida hasta el límite su conducta de Hombre
Y probada hasta el tope su condición de Dios:
El uno, ha proseguido, contra toda esperanza…
El otro, alzó su hacha en nombre de los dos….
Mérito suficiente, abocarse a tarea
Inménsamente ardua, dificultad mayor,
Y no negar desgaste ni derrochar poderes,
Y, aún al último instante, desechar el temor…
En forma de borrasca se decidió en el cielo
Lo que procedería al magno apelamiento:
Lluvia aterrorizante lo iluminó en sus lampos.
Inmune al viento blanco. De pie, ante el firmamento…
Bandera del amor. Parado. Erguido. Incólumne.
Hombre reconquistando su condición de Dios,
Que, en actitud mayúscula, une el cielo y la tierra
Que, congregada en coro, le sostiene la voz…
Decidir es rasgar un velo con la idea
Que, rauda, avanza hacia su concresión:
Así rasgó la nube sus negras vestiduras:
La ultimísima gota fue donada en canción…
En un cántico bravo de amores deslindados,
En fántástico evite de las contradicciones,
La magna arquitectura dispuso un voladizo
Que sobreviviría a humanas construcciones…
Y fue así: cayendo, estando, rebotándose…
Sonora nebulosa se estableció en el aire…
Y el hombre, al sentirse en algo así ocurriendo,
Dejó fluir sus brazos y manos al desgaire…
Su corazón fiestero le danza agradecido,
Y así carnavalea al pie del gran talud…
En su paso camina cón él toda su raza…
Bajo sus pies le nace la certeza del sud…
La luz, como al principio, parió la piedra madre,
Recorrida en calores por amarillas aguas…
Consolidó su imperio avanzando hacia el centro…
Y el beso fue un eléctrico choque de piraguas…
Inventando instrumentos musicales, enormes:
Tambores y sonajas y flautas esplendieron…
La luz, desmigajada, giraba en sus colores…
Y, así, se repetían los tiempos que se fueron….
Y, tras la más fantástica mineral orgía,
El que se trajo un puente desde el cielo, lo cruza,
Y, al hacerlo, regala al pastor un camino
Que deriva, al naciente, ramaje de medusa…
A un paso, la planicie. A otro paso, la Pampa …
Se le rinde serrana la feroz cordillera…
Y ya vislumbra al yuyo que recorta su estampa,
Porque bravo y erguido, como él, ya le espera…
Lo arranca. Y es un triunfo cómo atruena el silencio…
Lo enarbola. Y le crece con él su áurea estatura…
Un azul victorioso, a su vera, da el cielo…
Indecibles obsequios en su alto oído murmura…
Los hijos de la tierra que le escoltan el paso
Le marcan, con su misma majestad, el regreso:
Su poncho se iza y se alza envuelto en viento Zonda,
Que en vilo le levanta su enamorado peso…
Emocionado, corre hacia las grandes piedras…
De un magnifico salto sortea el vario talud…
Y, un día, allá en su tierra de sol y luna y cielo,
El Waskarán lo abraza, en grito de salud…
(coda)
Cierta invasión, un día, rompe la paz. Y avanza…
Sangre del Inca corre por la gran carretera…
Se empluma y alza vuelo, a la Luz , vuelto cóndor…
Hasta que, con él, vuelva, la Vida , un día cualquiera…
Horacio C. Rossi
(1975 – 2008)
El Inca enamorado tiene a su amor enferma.
Su gente se acongoja, decae, trabaja triste.
El hechizo rebusca remedio en sol y en luna.
Y el universo ayuda con todo lo que existe…
La hierba presentida está cerca del frío:
Establece su sitio sobre una tierra plana.
Se afianza en tintineos que hablan de imposibles:
Pero no hay imposible que no muera mañana…
Los augures señalan el punto: es en la Pampa :
Queda pasande el Chaku… queda pasando el Kuyu…
No se oye allí el bramido que llaman Yguazú:
Queda fuera del límite del gran Tahuantisuyu…
Y alla se lanza el Inca. Va solo y va desnudo:
No es nada más que un hombre que loco va de amor.
Y va sin atributos. También va desarmado:
Porque en su impulso lleva el primordial furor
Que tienen las vertientes desde los ventisqueros,
Que tienen oro y plata en panza del crisol,
Y que tiene el gran Cóndor, que es estirpe y prosapia
De este hombre puro y solo, encarnación del Sol…
Más probable es por Kuyu, través las piedras grandes:
Y piedras grandes cruza: va blanqueado de nieve,
Y va envuelto en guanaco: poncho, chamal, ojotas.
Cuando canta, el sol brilla. Y, cuando llora, llueve…
Porque canta en el brío de ir llegando a destino:
Un viaje de mil cielos comienza por un paso…
Porque llorando explora su condición de hombre
Que no domina lo que no alcanza con su brazo…
Chile, atrás…más piedras, más grandes… adelanta…
Las lunas y los soles, las nubes y los fríos…
En las grutas pintadas lee la ruta precisa.
Y en un socavón halla aguas guardando estío…
Y fue un hombre de tántos que atravesó la piedra
Por los secretos lechos de recóndito estiaje…
Y fue una joya más, en su tumba, el secreto
Sobre dónde se encuentran los plácidos pasajes…
Era eco impresionante del solo Amor su vida.
Su esfuerzo era el perfecto modelo del actuar
Que todo hombre se debe, si se sabe en camino:
Pura, simple y sencilla consecuencia de Amar…
Y ya del otro lado – a un paso, la planicie –
La ribera del río se le torna escabrosa:
La piedra, que en camino de amor le ha acompañado,
Al llegar a este punto se torna veleidosa…
El amor no entorpece al amor, y, allá abajo,
Ruge el cariño enorme del río, destrabado…
Materia incompatible son el hombre y el agua:
Y la alegría se ocluye en canto acobardado…
Humano hasta el delirio, este Sol devenido
En mero mortal hombre, siente contraer su carne…
Y dice, con voz queda, entorpecidamente:
“Si debo dar mi cuerpo, no temo suicidarme”…
Por toda rogativa, erguido se endereza:
Tiene en su ser la urgencia de un plan insatisfecho...
Y, erguido, se encomienda, en petición y ofrenda…
Y, en el último instante, clama por un derecho
Que, como Dios, le toca, que , como hombre, merece…
Y así, directamente, toda linde transpuesta,
Clama al cielo infinito, el sumo sacerdote…
Y la montaña fuerza, también, una respuesta…
Exigida hasta el límite su conducta de Hombre
Y probada hasta el tope su condición de Dios:
El uno, ha proseguido, contra toda esperanza…
El otro, alzó su hacha en nombre de los dos….
Mérito suficiente, abocarse a tarea
Inménsamente ardua, dificultad mayor,
Y no negar desgaste ni derrochar poderes,
Y, aún al último instante, desechar el temor…
En forma de borrasca se decidió en el cielo
Lo que procedería al magno apelamiento:
Lluvia aterrorizante lo iluminó en sus lampos.
Inmune al viento blanco. De pie, ante el firmamento…
Bandera del amor. Parado. Erguido. Incólumne.
Hombre reconquistando su condición de Dios,
Que, en actitud mayúscula, une el cielo y la tierra
Que, congregada en coro, le sostiene la voz…
Decidir es rasgar un velo con la idea
Que, rauda, avanza hacia su concresión:
Así rasgó la nube sus negras vestiduras:
La ultimísima gota fue donada en canción…
En un cántico bravo de amores deslindados,
En fántástico evite de las contradicciones,
La magna arquitectura dispuso un voladizo
Que sobreviviría a humanas construcciones…
Y fue así: cayendo, estando, rebotándose…
Sonora nebulosa se estableció en el aire…
Y el hombre, al sentirse en algo así ocurriendo,
Dejó fluir sus brazos y manos al desgaire…
Su corazón fiestero le danza agradecido,
Y así carnavalea al pie del gran talud…
En su paso camina cón él toda su raza…
Bajo sus pies le nace la certeza del sud…
La luz, como al principio, parió la piedra madre,
Recorrida en calores por amarillas aguas…
Consolidó su imperio avanzando hacia el centro…
Y el beso fue un eléctrico choque de piraguas…
Inventando instrumentos musicales, enormes:
Tambores y sonajas y flautas esplendieron…
La luz, desmigajada, giraba en sus colores…
Y, así, se repetían los tiempos que se fueron….
Y, tras la más fantástica mineral orgía,
El que se trajo un puente desde el cielo, lo cruza,
Y, al hacerlo, regala al pastor un camino
Que deriva, al naciente, ramaje de medusa…
A un paso, la planicie. A otro paso, la Pampa …
Se le rinde serrana la feroz cordillera…
Y ya vislumbra al yuyo que recorta su estampa,
Porque bravo y erguido, como él, ya le espera…
Lo arranca. Y es un triunfo cómo atruena el silencio…
Lo enarbola. Y le crece con él su áurea estatura…
Un azul victorioso, a su vera, da el cielo…
Indecibles obsequios en su alto oído murmura…
Los hijos de la tierra que le escoltan el paso
Le marcan, con su misma majestad, el regreso:
Su poncho se iza y se alza envuelto en viento Zonda,
Que en vilo le levanta su enamorado peso…
Emocionado, corre hacia las grandes piedras…
De un magnifico salto sortea el vario talud…
Y, un día, allá en su tierra de sol y luna y cielo,
El Waskarán lo abraza, en grito de salud…
(coda)
Cierta invasión, un día, rompe la paz. Y avanza…
Sangre del Inca corre por la gran carretera…
Se empluma y alza vuelo, a la Luz , vuelto cóndor…
Hasta que, con él, vuelva, la Vida , un día cualquiera…
Horacio C. Rossi
(1975 – 2008)
n.d.e.
Horacio C.Rossi me envió esta poesía hace
pocos días.
Entiendo que las fechas "(1975 - 2008)" se
refieren al tiempo de escritura de la misma
y tal vez alguna corrección en 2008.
Jose Pivín
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