En un
mes, aseguran expertos israelíes, la República Islámica de Irán estará en
condiciones de fabricar su bomba atómica. Para implementar su producción,
Teherán pondrá en funcionamiento sus 18 mil centrifugadoras y enriquecerá las
reservas de uranio hasta el grado necesario para fines bélicos. La atmósfera de
optimismo que rodea las negociaciones entre Irán y las potencias sería una
cortina de humo desplegada por la República Islámica para ocultar su insistente
avance nuclear.
Por Moshé
Rozén, desde Nir-Itzjak,
Israel
La preocupación de
Jerusalén se acrecentó luego de conocerse la gira en Corea del Norte de la
"Shaid Hemmat", la unidad tecnológica encargada del desarrollo
balístico iraní. El equipo visitante se ocuparía, presumiblemente, no sólo de
tareas de aprendizaje: Teherán y Pyongyang comparten ambiciones militares y
específicamente nucleares.
Cabe recordar que, muy recientemente, el Organismo Internacional de Energía Atómica denunció que Corea del Norte intensifica su proyecto nuclear.
En otras palabras:
el rotundo rechazo del gobierno israelí a las tentativas internacionales de
reducir la escalada armamentística y atómica propiciada por Irán, se ve
alimentado por la profundización del eje Pyongyang -Teherán.
Pero esta negativa –que puede traducirse, en algún momento, en respuesta militar- no comienza en agosto último con el ascenso de Rouhaní a la primera magistratura. Israel percibe que, desde la toma del poder por parte de Jomeini, al frente del islam chiita, en febrero de 1979, el país persa radicalizó permanentemente su política teocrática y las herramientas bélicas, inclusive nucleares, para expandir su hegemonía en Oriente Medio.
Quince años después
de su instalación, el régimen islámico integrista promovió la red de terror que
destruyó la sede central de la comunidad judeo-argentina; el ataque, todavía no
dilucidado, operó sobre dos ejes: la reiteradamente confesada hostilidad hacia
Israel y –supuestamente- una represalia ante la oposición de Buenos Aires al
reclamo de Teherán de suministrarle tecnología nuclear que –en aquella
instancia- era imprescindible para sus planes.
Inclusive, en los últimos días, el jefe de los Guardianes de la Revolución, de Irán, ratificó el apoyo logístico a Damasco, para aplastar a la oposición, pese a la imagen conciliadora diseñada por Teherán en el ámbito internacional.
El supuesto cambio
de rumbo hacia una inserción más moderada de Teherán en el contexto regional y
global, es denunciado, por Jerusalén, como un juego de máscaras. Pruebas al
canto: las recientes declaraciones del líder máximo, el ayatola Alí Hamenei,
reiterando que Israel (al que calificó de perro rabioso) “debe desaparecer”.
Estas afirmaciones se inscriben, de modo consecuente, en la estrategia delineada por la dirigencia iraní en la década del ’80 del siglo pasado, sostenida en varios pilares y, particularmente, en la oposición a la existencia de Israel y el deseo de exportar la "revolución islámica" al resto del orbe.
Otra lectura del
acontecer iraní advierte que la el aislamiento diplomático y las sanciones
económicas internacionales repercutieron en la ampliación de las fisuras ya
existentes en su sociedad: los ayatolas ya no pueden enfrentar los deseos de
apertura y modernización con métodos represivos (con unas 300 ejecuciones en
los primeros 100 días de presidencia de Rohuaní) y se ven obligados a intentar
algunos cambios. En este sentido, la aproximación de Teherán a Washington
-"el gran Satanás"- es un giro táctico de importante dimensión.
fuente: NUEVA SION- Buenos Aires
http://www.nuevasion.com.ar/articulo.php?id=5957
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