martes, 15 de octubre de 2013

Nazis en fuga: Cómo los nazis evadieron la justicia con la ayuda del Vaticano y la Cruz Roja.

¿Qué ocurrió con los nazis después de la Segunda Guerra Mundial? ¿Cuántos oficiales nazis, que enviaron a millones de judíos y a otros a la muerte, fueron condenados? ¿Cuántos nazis evadieron la justicia y continuaron la vida con normalidad, sin reconocer sus crímenes ni pagar por el sufrimiento que causaron?

Mientras que los Aliados juzgaron en los Juicios de Núremberg a algunos oficiales nazis de alto rango y otros muchos fueron juzgados en juicios nacionales en Alemania, Austria y otros países, miles de soldados nazis, oficiales de la SS, colaboradores y simpatizantes nunca fueron enjuiciados. Algunos simplemente continuaron con la vida civil. Otros, incluyendo muchos infames criminales de guerra de alto rango, recibieron ayuda para comenzar una nueva vida —e incluso asumir nuevas identidades— de algunas de las instituciones más confiadas en Europa después de la Guerra.

El Profesor Gerald Steinacher, quien creció en la pintoresca provincia austriaca de Tirol, conocida por sus singulares hoteles y centros de esquí, poco oyó en su infancia sobre el pasado nazi de su país. Eso comenzó a cambiar recién en la década de los 80, cuando Kurt Waldheim se postuló para la presidencia de Austria. Durante su candidatura, muchos jóvenes austríacos quedaron sorprendidos cuando sus actividades durante la guerra – las cuales él se había ingeniado para mantener ocultas - salieron a la luz. Steinacher decidió convertirse en historiador de historia contemporánea, haciendo del estudio del Holocausto su profesión.

"Quería saber qué había pasado con los nazis austríacos y de otros lugares después de la Guerra", le dijo Steinacher a AishLatino.com. Steinacher se desempeña actualmente como profesor en los Estados Unidos y es autor del revolucionario libro académico “Nazis on the Run: How Hitler's Henchmen Fled Justice” (Nazis en fuga: cómo los hombres de confianza de Hitler huyeron de la justicia). "En Austria no había tanta gente que quisiera saber".

Desenmascarando el mito de Odessa
Una persona que sí quería saber era Simón Wiesenthal, el judío austriaco "cazador de nazis" que compiló información sobre cientos de ex-nazis; en la década de los 80, había pocos modelos a seguir fuera de él. Steinacher recuerda que Wiesenthal "era muy odiado por muchos austriacos, era una voz solitaria en el desierto austriaco. Quería mantener este tema con vida".

Odessa fue un mito. La verdad era más sorprendente y perturbadora que la ficción.

Una forma fue promover la teoría "Odessa". Supuestamente, una organización secreta fundada por oficiales retirados de la SS llamada "Odessa" era la culpable de haber ayudado a los nazis a evadir la justicia y a escapar de Europa hacia Sudamérica o el Medio Oriente, donde habrían podido construir nuevas vidas. El novelista inglés Frederick Forsyth le dio vida a esta teoría en su novela de 1972, The Odessa File, y una adaptación para la pantalla grande de 1974 catapultó a "Odessa" como la explicación principal de cómo miles de nazis consiguieron evadir la justicia.

Pero cuando Steinacher exploró la historia de cómo los nazis consiguieron dejar Europa, encontró que Odessa era un mito. La verdad era más sorprendente y perturbadora que la ficción: algunas de las organizaciones más prestigiosas de la Europa de posguerra trabajaron activamente para ayudar a los nazis a escapar de la persecución y a comenzar vidas nuevas en el exterior.

Nuevas identidades y nuevos comienzos
Para Steinacher, la verdad era también personal. La primera parada en la huida de muchos nazis era Tirol del Sur, su hogar. “Ellos adoptaron la identidad de Tirol, se convirtieron en 'nosotros'. Era muy personal; me di cuenta de que mucha gente, incluyendo mis padres y abuelos, nunca confrontaron este pasado”.

Desde allí era fácil asumir una nueva identidad y viajar por las rutas de contrabando que habían sido establecidas hacia los Alpes italianos – desde donde podían dirigirse al puerto italiano de Génova y partir, desde allí, rumbo hacia sus nuevas vidas.

Para ilustrar la cálida bienvenida que recibían a menudo los nazis, Steinacher documentó el caso de Karl Schedereit, un retirado miembro de la SS. Después de la Segunda Guerra Mundial, Schedereit escapó de un campo de prisioneros de guerra y se las ingenió para llegar a los Alpes italianos. Él describe su experiencia allí, en la villa de Graun, de la siguiente forma:
“Mi alemán me traicionará”, pensó (Schedereit). El amistoso y canoso granjero se le acercó con una copa llena de vino tinto en su mano. —¿Acabas de cruzar la frontera? No te preocupes hijo, aquí no hay italianos... ¡sólo alemanes! ¡Prost (salud)!

Revisando documentos históricos, Steinacher descubrió que después de la guerra, algunos de los más notorios nazis se mezclaron en las comunidades de Tirol del Sur. La ciudad de Tramín, una municipalidad italiana, era particularmente receptiva de los nazis en fuga y los líderes provinciales probablemente acumularon documentos de identidad en blanco durante varios años por si los nazis y sus simpatizantes alguna vez los necesitaban. Además, a mediados de la década del 40 operaban muchos círculos de falsificación en Tirol del Sur, los cuales producían documentos que los nazis en fuga podían usar para conseguir nuevas identidades1.

Josef Menguele, el médico de Auschwitz cuyos experimentos en prisioneros judíos continúan siendo uno de los legados más grotescos del Holocausto, se reinventó a sí mismo como "Helmut Gregor", un mecánico2.

Adolf Eichmann estuvo en varios "hogares seguros", incluyendo un monasterio franciscano, y eventualmente recibió una nueva identidad de los oficiales de Tamín que lo identificaban como "Ricardo Klement"3. A pesar de que su acento claramente no era de Tirol, Steinacher nota que "los locales obviamente no le hicieron preguntas sensibles".

Josef Schwammberger, el comandante del campo de concentración de Rozwadow que era conocido por su "sed de asesinato" y quien mató a cientos de judíos —a muchos de ellos con sus propias manos— escapó a Tirol después de la Segunda Guerra Mundial. Su escape fue especialmente sorprendente, ya que la policía de Innsbruck y la policía de frontera en Brenner, dos sitios muy conocidos de contrabandeo, estaban en alerta máxima para encontrarlo. Sin embargo, fue bienvenido en su alpina ciudad natal de Brixen y recibió una identidad falsa que le permitió emigrar a Argentina4.

En un tiempo en que millones de refugiados estaban moviéndose por toda Europa, era demasiado fácil para los fugitivos nazis mezclarse con las masas nómades. Sin embargo, en el sur de Tirol, muchos nazis retirados encontraron algo más: una cálida bienvenida y oficiales locales que pasaban por alto sus misteriosos orígenes.

Complicidad del Vaticano

Un memorándum de 1947 de la embajada de Estados Unidos en Roma reportó: "El Vaticano es, por supuesto, la mayor organización involucrada en el movimiento ilegal de emigrantes" hacia afuera de Europa después de la Segunda Guerra Mundial5.

Los historiadores han sabido hace mucho tiempo que la Iglesia Católica ayudó a algunos nazis, incluso a algunos que eran acusados de crímenes de guerra. Pero la investigación de Steinacher descubrió que el rol jugado por el Vaticano después de la Segunda Guerra Mundial fue mucho más complejo de lo que se pensaba.

Recibir a los ex pecadores en la iglesia parecía más importante que entregarlos a los investigadores de crímenes de guerra.

Un factor sumamente relevante en las acciones del Vaticano para ayudar a los criminales de guerra nazis fue su deseo de promover el perdón absoluto en lugar de entregar a los nazis a la justicia. —No nos entiendes, pero hicimos lo correcto —le dijeron a Steinacher una y otra vez en su investigación cuando habló con los oficiales de la iglesia que ayudaron a los nazis retirados a huir de la justicia. Para ellos, recibir a los ex pecadores en el seno de la iglesia parecía ser más importante que entregarlos a los investigadores de crímenes de guerra (pocos clérigos se preguntaron si el flamante interés de muchos nazis retirados a los que estaban ayudando era genuino o no).

Los archivos del Vaticano sólo son accesibles hasta el año 1939, pero Steinacher logró entrevistar a oficiales que estuvieron en posiciones de poder y que eran cercanos a quienes tomaban las decisiones en la iglesia en los años inmediatos a la posguerra. "La 'desnazificación' por medio del bautismo está claramente dentro de la doctrina de la iglesia" observa Steinacher, pero motivó a muchos oficiales católicos a pasar por alto los crímenes de guerra que había en el pasado de estos nazis y les dio a los oficiales de la iglesia incentivos para ayudar a ciertos nazis a evadir el arresto. Millones de nazis retirados de Alemania y Austria fueron alegremente recibidos de vuelta por sus iglesias cristianas.

Muchos oficiales del Vaticano creían que los nazis de rangos menores no tenían responsabilidad por los crímenes de guerra; sólo un puñado de líderes como Hitler y Himmler, eran los responsables de aquellas atrocidades. Fuera de ellos, sostiene Steinacher, muchos oficiales del Vaticano creían que la mayoría de los alemanes, incluyendo oficiales nazis retirados, habían sido víctimas y no perpetradores de la guerra. El Papa Pío XII, que fue Papa durante e inmediatamente después del Holocausto, había pasado 13 felices años en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial y se identificaba profundamente con el pueblo alemán. Steinacher postula que el pontífice se sentía cómodo ayudando a los alemanes, cuyas perspectivas compartía ampliamente, incluso si algunos de los individuos a quienes ayudó escondían pasados turbios. El Papa definitivamente vio al régimen nazi como un enemigo de la Iglesia Católica, pero en 1945 el nazismo ya no era una amenaza.

Gran parte de las acciones del Vaticano emanaron de su posición anticomunista. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XII veía al comunismo, tanto en la Unión Soviética como en el fuerte partido político comunista italiano, como la mayor amenaza a la iglesia católica. Ayudar a nazis [anticomunistas] retirados, particularmente de Europa Oriental, cuyas perspectivas derechistas eran vistas como un contrapeso a los sentimientos comunistas, era una forma de apoyar el sentimiento anticomunista6.

En algunos casos, Steinacher ha descubierto angustiantes ocasiones de complicidad entre oficiales del Vaticano y nazis.

Después de la liberación de Roma por las fuerzas norteamericanas, algunos sacerdotes georgianos recibieron permiso del pontífice para abrir un seminario georgiano en Roma. Algunos meses después, las fuerzas norteamericanas advirtieron que muchos de estos "seminaristas" tenían novias. Investigando el seminario descubrieron que los estudiantes eran, en realidad, oficiales fugitivos de la SS que estaban manejando una estación de radio de última tecnología en el sótano.

El arzobispo Alois Hudal, rector del Colegio de Santa María dell'Anima en Roma, vio que había una correlación directa entre los valores y objetivos nazis y católicos, y se identificó fuertemente con la Alemania de Hitler. Ferviente antisemita y admirador de Hitler, Hudal estableció después de la Segunda Guerra Mundial varias organizaciones en Roma que emitían documentos de identificación falsos para los nazis austríacos y alemanes retirados. Increíblemente, las actividades para "refugiados" de Hudal eran apoyadas por la Conferencia Católica Estadounidense de Arzobispos, la cual aprobó un pago mensual de $200 a modo de apoyo.

El monseñor Krunoslav Draganovic ayudó a los nazis croatas a escapar de Europa. Teniendo como base de operaciones el Monasterio de San Girolamo, en Roma, muchos criminales de guerra nazis de alto rango recibieron refugio allí y se les dieron nuevos documentos de identificación. (Sorprendentemente, las fuerzas norteamericanas –que habían monitoreado al monasterio de Draganovic de cerca esperando arrestar personajes de mayor jerarquía- se retiraron en 1947. En ese año, fue fundada la CIA y Draganovic era visto en el trabajo de la nueva agencia de espionaje en contra del comunismo como un útil contacto e informante en Europa Central).
También a nivel local hubo muchos contactos entre individuos nazis y sacerdotes locales. Por ejemplo, en 1946 hubo un escape masivo en Rímini, un campo de prisioneros de guerra en Italia. Mientras se esforzaban para cazar a los prisioneros fugitivos, las fuerzas norteamericanas descubrieron que los miembros de la SS estaban siendo asilados en monasterios locales y que estaban recibiendo documentos de viaje de la Cruz Roja.

Confabulación de la Cruz Roja

Finalmente, la emisión de nuevos documentos de identidad hubiera sido inútil sin los documentos de viaje que la Cruz Roja Internacional, con base en Suiza, emitió para los refugiados desnacionalizados de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
"La mayoría de las personas que se acercó a la Cruz Roja eran refugiados legítimos", le dijo Steinacher a AishLatino.com. "Eran alemanes étnicos que habían sido expulsados (de Polonia, la Unión Soviética y otros países) y que habían perdido todo. Pero debido a que la Cruz Roja no hacía chequeos de ningún tipo, muchos criminales nazis y sus colaboradores de toda Europa lograron obtener documentos fraudulentamente". El número de personas apátridas en Europa después de la Segunda Guerra Mundial llegó a casi 30 millones. Claramente, dado el caos y la confusión que reinaba en ese tiempo, era difícil verificar los reclamos de cada solicitante "apátrida".

Steinacher fue uno de los primeros investigadores en examinar los archivos de la Cruz Roja.

Los archivos de la Cruz Roja en Ginebra estuvieron cerrados hasta la década del 90; Steinacher fue uno de los primeros investigadores en examinarlos, y lo que encontró lo impresionó profundamente:
"El antisemitismo era muy común en ese entonces", explica Steinacher. "No es que desapareció de golpe con el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero lo que más me sorprendió fue la cantidad de antisemitismo religioso que había dentro de la Iglesia Católica", recuerda Steinacher, y "también dentro de los líderes de organizaciones humanitarias", como Carl Jacob Burckhardt, presidente de la Cruz Roja Internacional. "Burckhardt no sólo consideraba que los alemanes eran víctimas en 1945, sino que también culpaba a los judíos por su sufrimiento".

En la guerra de los seis días después del final de la Segunda Guerra Mundial, la Cruz Roja emitió 120.000 documentos de viaje, haciendo sólo los controles de antecedentes más rudimentarios y en algunos casos ni siquiera eso. En muchos casos, oficiales del Vaticano le dijeron a la Cruz que emitiera documentos de viaje para ciertas personas. Los documentos de la Cruz Roja también circulaban en el mercado negro, disponibles para cualquiera que pudiese pagar un pasaje para salir de Europa.

¿Cuántos nazis recibieron documentos de viaje durante ese período? Steinacher dice que es imposible saber, pero estima que el número está en las decenas de miles.

En 1946, la Cruz Roja emitió documentos de viaje a una división completa de la Ukranian Waffen-SS: 11.000 hombres y mujeres, algunos de los cuales habían servido como guardias en campos de concentración – y sus familias. El arzobispo ucraniano Ivan Buchko le pidió al Papa que ayudase a este grupo a escapar; después de recibir la bendición papal, Buchko le pidió a la Cruz Roja 9.000 documentos de viaje; la Cruz Roja los emitió y los ucranianos dejaron Europa, la mayoría de ellos con destino a Canadá7.

Otro ejemplo de documentos de viaje de la Cruz Roja se ve en el caso de Hermann Duxneuner, un administrador temporario de Innsbruck, que se hizo cargo de la "de-judaización" de Tirol, proveyendo listas de judíos para que fuesen deportados y asesinados. Éste le pidió a la Cruz Roja documentos de viaje que sirvieran para viajar a Holanda o Brasil en 1946, pero no los pudo utilizar porque estaba siendo buscado activamente por las fuerzas Aliadas como criminal de guerra, por lo que decidió permanecer oculto. Sin embargo, en 1948 la Cruz Roja le emitió un nuevo documento a este criminal de guerra, esta vez permitiéndole viajar a Suiza, Suecia, Noruega y Bélgica – o a cualquier puerto que lo aceptara. Duxneuener eventualmente se mudó a Argentina8.

Steinacher quiere que los lectores sepan cuán grande fue la confabulación de la Cruz Roja. "En mi investigación", dice, "muestro que esto no es un desliz, no fue un error burocrático. La mayoría de estas personas (nazis buscados) viajaron con sus nombres y fechas de nacimiento verdaderos. Lo único que no era cierto era su nacionalidad – dijeron que eran apátridas porque el CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) sólo le daba documentos de viaje a las personas apátridas".

Buscando justicia

Mientras investigaba la huida de los nazis de la Europa de posguerra, Steinacher trabajó inicialmente para la Oficina Italiana de Prosecución Militar, la cual se dedica a investigar crímenes de guerra. Con el final de la Guerra Fría hubo finalmente una nueva voluntad política para investigar estos viejos casos.

Un caso en el que trabajó fue el de Erich Priebke, quien asesinó a 335 italianos en una matanza por venganza en marzo de 1944. Priebke había emigrado a Argentina hacía mucho tiempo, pero fue extraditado a Italia. "Estaba buscando material antiguo para obtener pruebas sobre estos hombres ancianos", recuerda Steinacher, "y me pregunté: ¿Qué estás haciendo, Gerald? ¿Por qué no los arrestamos hace 50 años? ¿Por qué ahora? ¿Es esto justicia?".

La justicia no tiene fecha de vencimiento.

Al final, dice Steinacher, respondió la pregunta como un historiador. "Producimos gran cantidad de material nuevo que va a ser usado para investigación en el futuro", explica. "Llevar a los criminales de guerra nazi a la justicia nos ayuda a entender mejor el período nazi. Los testigos cuentan sus historias, se realizan nuevas investigaciones".

"Es justicia demorada", dice Steinacher. "La mayoría de estas personas vivieron sus vidas y ya son muy viejas. Pero, si lees mi libro, verás que (los juicios por crímenes de guerra de) Núremberg también fue justicia muy selectiva". Steinacher cita el ejemplo de Karl Wolff: delegado de Himmler hasta 1943, cuando se convirtió en jefe de la SS en Italia. Wolff no fue enjuiciado por los aliados; estuvo en Núremberg - pero sólo como testigo. Ni siquiera tuvo que irse de Europa; no tuvo que escapar: continúo una carrera como vendedor de armas en el sur de Alemania en la década de los 50. Pero el hecho de que Wolff y otros miles de personas como él hayan escapado a la justicia - cree Steinacher - no es excusa para no perseguir a las demás.

La Torá nos exige: "Justicia, justicia perseguirás" (Deuteronomio 16:20). La justicia no tiene fecha de vencimiento. La revolucionaria investigación de Steinacher nos muestra que, a pesar de que pueda ser tarde, a pesar de que pueda ser parcial, todavía podemos entender cómo fue que tantos criminales de guerra nazis evadieron la justicia y, en algunos casos, incluso podemos traer un cierre a medida que concluyen los últimos juicios por crímenes de guerra de la Segunda Guerra Mundial.


Una banda di falsari presente all’appuntamento: Il sequester di valuta italiana e straniera per un ingente valore nonché della attrezzatura per la compilazione di carte d’identitá” Alto Adige, 1 de Mayo de 1947, p. 2, citado en Nazis on the Run.
Pierangelo Giovanetti, “La salvezza arrive da Termeno”, periódico l’Adige, 30 de julio de 2003, p. 15, citado en Nazis on the Run.
Eichmanns gefalschter Pass entdeckt”, Der Spiegel, 30 de mayo de 2007, citado en Nazis on the Run.
Aaron Freiwald, Martin Mendelshohn, The Last Nazi: Josef Schwammberger and the Nazi Past [New York: Norton 1994], citado en Nazis on the Run.
Vincent La Vista a Herbert J. Cummoings, 15 de mayo de 1947 (top secret), NARA, RG 84, Austria, Political Adviser, Gen. Records 1945-55, entrada 2057, caja 2,2, citado en Nazis on the Run.
Phayer, Michael, Pius XII, the Holocaust, and the Cold War (Bloomington: Indiana University Press, 2008).
Klewe, Ernst, Persilscheine und faalsche Passe: Wie die Kirchen den Nazis halfen (Frankfrut am Main: Fischer, 1991), citado en Nazis on the Run.
Dr. Buresch, representante político del gobierno austriaco en Roma, al Vice Prefecto Giuseppe Migliore en el Ministerio del Interior y con la carta adjunta a Conte Vittorio Zoppi, Direttore Generale degli Affari Politici, Ministerio de Asuntos Exteriores, Roma, 21 de diciembre de 1946, ACS, Int. D. G., P. S., Div. AA. Massime 14, “Istruzione di Polizia Militare”, archivo 83, fóleo 69, citado en Nazis on the Run

fuente:   Aish Latino 14-10-13

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