ANTISEMITAS, NAZISTAS, FASCISTAS
Hay gente que es el ejemplo vivo de lo que la
medicina política define como enfermos terminales de un fascismo
letal que se alimenta con el odio irracional al otro por lo que el otro
es o piensa; por ese mismo odio sin motivo que pudre y ofende a todo lo
que toca y defiende; por el mismo odio letal que genera 30.000 desaparecidos
y después se disfraza de abanderado de la libertad; por el mismo odio
criminal que mata y después “llora” en el entierro de sus
víctimas.
Sí. Ese maldito fascismo cargado de antisemitismo mal
disimulado bajo el barniz del odio al sionismo, es el
verdadero enemigo de la convivencia pacífica, porque en su nombre
siempre se transforma al adversario con el cual hay que debatir en
el enemigo al que hay que eliminar, imitando a la perfección al fascismo del
Duce y al nazismo del Führer, aunque también podría ser un estalinismo
ultra izquierdista, porque ambas "ideologías" son hermanas mellizas
en su desprecio y combate al que piensa diferente; en el abuso de símbolos
nacionales bajo los cuales esconden sus verdaderas banderas y consignas; en
la demonización y defenestración del que se atreve a pensar diferente.
Que nadie tenga la menor duda que lo que a esa gente le molesta
es lo que pensamos y decimos sobre la cuota de responsabilidad que personas
que piensan y actúan como ellos piensan y actúan, tiene en la
terrorífica metamorfosis que han sufrido los conceptos de
Fidelidad a la Verdad y de Respeto al Prójimo dentro de ciertos tumores
ideológicos que anidan en el cuerpo social de casi todos los países del orbe,
habiéndose transformado en agujereadas consignas de odio y de muerte.
Sí, el fascista acusa al demócrata de ser fascista, y el antisemita acusa al
judío de ser nazi.
En lo que a mí respecta, debo confesar que me molesta y mucho lo
que digan, y por más que digan y repitan sus consignas hasta el
hartazgo, no deja de sorprenderme el grado de bajeza moral a que algunos
pueden llegar, usando como discurso la injuria y la difamación y el puro y
simple manoseo de la verdad, a la usanza de Goebbels en los tiempos
áureos del nazismo.
Así es que insultando, injuriando y difamando desde la impunidad
que ingenuamente les otorga la democracia; manoseando conceptos; manipulado
contextos; mintiendo en prosa y verso, rescribiendo la Historia e ignorando
los hechos que no se ajusten a su mirar revisionista, actúan en
todo el mundo; en cualquier idioma o situación; en cualquier instancia o
tribunal.
Yo me pregunto y les pregunto: ¿Hasta cuándo?.. ¿Qué tiene que
pasar para que esta gente sea puesta en el lugar que le
corresponde?… .
Dulce engaño pensar que en la democracia caben todas las ideas y
todas las personas, o que en una sociedad caben todas las conductas. No
no no. En la democracia y en la Sociedad no caben y no pueden
circular libremente ni todas las ideas ni todas las personas.
En una sociedad justa no cabe el odio racial, o el ultraje, o la
difamación, ni tampoco sus defensores, como en una sociedad no cabe el
asesinato o la violación de menores, el antisemitismo y los apologistas
del delito.
Invito a la gente de bien a decir ¡Basta! al antisemitismo
disfrazado de antisionismo. A decir ¡No más! a los discursos llenos de odio
racial. A impedir que la mentira infame se repita tanto que se transforme en
una inocente verdad.
Nada más y nada menos es lo que podemos hacer para que de una
vez y para siempre el antisemitismo y el nazismo y el fascismo y sus voceros
sean apenas un lejano eco de un pasado bien muerto y enterrado.
¡A por ellos!
Bruno Kampel
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario